lunes, 24 de mayo de 2010

Una calle para De La Guardia. Una deuda. (27 de marzo de 2004)

El crecimiento urbano experimentado por la mayoría de ciudades es un proceso lógico y normal al que Oviedo no es ajeno. Este crecimiento lleva parejo, obviamente, el trazado de nuevas calles a las que lógicamente hay que poner nombre. Muchos han sido los nombres asignados a nuevas calles en los últimos años; la mayoría nombres de personajes que de una u otra manera se hicieron acreedores de tal honor. Pero es inevitable que se queden personajes en el olvido, personas que atesoran sobrados méritos para figurar en el callejero ovetense por derecho propio. Muchos ciudadanos que han ofrecido lo mejor de sí mismos en pro de una sociedad y de un Oviedo mejor. Y no serían pocos. El caso es -y no me pregunten por qué- que desde hace años echo de menos en el callejero el nombre del que fuera arquitecto municipal de Oviedo: D. Miguel de la Guardia Ceynos. Nacido den Ontaneda (Cantabria) en 1859, cursó estudios de arquitectura en Madrid mientras trabajaba como oficial de la clase del cuerpo de terceros del Cuerpo de Topógrafos. Terminó su carrera el 1 de septiembre de 1881. Tras presentarse al concurso convocado por el Ayuntamiento que presidía por aquel entonces don José Longoria Carvajal, le fue otorgada la plaza por Unanimidad. Tomó posesión como arquitecto municipal el 13 de septiembre de 1882, sustituyendo en el cargo al señor Patricio de Bolomburu. En su expediente personal consta un certificado médico que reza: "Era de buen temperamento e inmejorable complexión". D. Miguel de la Guardia falleció en Oviedo el 27 de septiembre de 1910, siendo sucedido en el cargo por D. Julio Galán.
Su gran actividad profesional durante más de treinta años, dejó una profunda impronta no sólo en la arquitectura ovetense sino en la asturiana, por sí solo o en unión de otros grandes arquitectos como Aguirre o Rivero, dando un nuevo carácter a la arquitectura del siglo XIX y muy en particular al nuevo barrio de Uría. En palabras de Mª Cruz Morales, "De la Guardia supo lograr para Oviedo una particularísima imagen arquitectónica que no encontramos en otras ciudades".
Su obra en Oviedo es ingente y sería demasiado prolijo enumerarla toda. Gran parte de ella lamentablemente no se conserva. Citaré algunos de los ejemplos más significativos realizados entre 1883 y 1905:
- Casa del Marqués de Tramañes, esquina Uría con Melquiades Álvarez.
- Casa de Fruela esquina Rosal.
- Casa del Deán Payarinos (actual Conservatorio de Música).
- Antiguo Hotel Covadonga y Banco Asturiano (hoy sede del BBVA en Mendizábal).
- Casa del Conde, en la plaza de la Escandalera esquina Uría.
- Reforma de la casa de los Llanes, en la plaza de la Catedral.
- Arreglo y reforma de la plaza San Miguel.
- Quiosco del Paseo del Bombé en el Campo san Francisco.
- Balaustre de escalera y pasamanos y farolas del Campo san Francisco.
- Reforma de la fachada este del Cuartel de santa Clara.
- Juzgado, Casa de Socorro y servicios municipales en Martínez Marina.
- Plaza de toros de Buenavista.
- Escuelas de la Luna.
- Casas de Fruela, 2, 6, 7, 8 y Rosal, 2.
- Edificio del "Pasaje".
- Casa del Marqués de san Juan de Nieva, en la plaza Alfonso II, 12.
- Casa de la calle Peso esquina Jesús.
- Edificio para laboratorio de análisis químicos en Campo los Patos.
- Edificio "Villa Magdalena".
- Casa "Camilo de Blas" en Argüelles, 7.
- Iglesia de las Salesas.
- Reedificación en 1890 de la capilla del Cristo de las Cadenas.
Y unos de los proyectos que más me hubiese gustado ver realizado, el de hacer un paseo por encima de los Pilares, desde san Pedro de los Arcos, hasta el entronque con Marqués de Teverga, ¿se lo imaginan? Por desgracia los Pilares sucumbieron en 1910 en medio de una gran polémica ante "Doña Piqueta" como diría mi querida amiga Carmen Ruiz Tilve, como tantos otros edificios, muchos de ellos del propio De la Guardia, de ese Oviedo "esencial".
Y así podría seguir hasta llenar varias páginas más. No cabe duda de que muchas de estas obras son emblemáticas para la ciudad. Si a eso sumamos sus trabajos en alineación de calles y la propia configuración urbana de lo que hoy es Oviedo, unido también a un muy extenso trabajo fuera del casco urbano en proyectos de puentes, escuelas, o traídas de aguas, veríamos con total nitidez que estamos ante una persona que ha dejado una honda huella en Oviedo, que, aunque tarde, debemos de reconocer públicamente. Y una idea más. Es tal el volumen de expedientes conservados sobre la obra de este arquitecto en el archivo municipal que sospecho que habría material de sobra para llevar alguna exposición en lugar y tiempo que el equipo de gobierno estimase oportuno, exposición que sin duda sería del gusto de muchos ciudadanos de Oviedo y ayudaría a vislumbrar cómo se fue gestando parte del Oviedo que ha llegado hasta hoy. Bien valdría la pena pensarlo un poco, ¿no?. En fin, ya lo dice el refrán: "Nunca es tarde si la dicha es buena".

Publicado en La Nueva España el 27 de marzo de 2004.

Nota: Actualmente una de las calles del Campo san Francisco lleva el nombre del arquitecto, otorgada siendo alcalde Antonio Masip. Obviamente, la intención de esta petición era el que se le diera una calle como merece el personaje.

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