lunes, 28 de mayo de 2018

CENTRO ASTURIANO: FLUYE LA VIDA

El Otero

Centro Asturiano: fluye la vida

La visión más personal sobre una institución señera de la ciudad

28.05.2018 
Coinciden este año en el calendario varias efemérides con el Centro Asturiano de Oviedo como protagonista: primer centenario

del incendio que asoló las instalaciones de La Habana y el 90º aniversario de la creación de la delegación de Oviedo (13 de febrero de 1928) y de la colocación de la primera piedra en el Naranco (30 de noviembre de 1928). Para encontrar el germen de esta institución señera en Oviedo hay que viajar a Cuba a finales del siglo XIX. Allí, un grupo de asturianos, empresarios mayormente de la industria tabaquera, se reúnen en 1886 en La Habana y deciden la creación de un centro para los inmigrantes asturianos. El Casino Español fue su primera sede.
Pronto cobra forma también la idea de construir unos sanatorios en Asturias para los asturianos con problemas de salud que ansiaban retornar a la tierra a pasar sus últimos años. Pero el incendio desafortunado del Casino Español de La Habana hace tambalear todos los proyectos. La búsqueda de una nueva sede en La Habana se sitúa como prioritaria. En 1927 se consigue, por lo que se retoma el proyecto del sanatorio. En 1928 se adquieren los terrenos del Naranco. Se diseña un ambicioso proyecto que contemplaba la construcción de doce edificios aunque, tras ocho años de obras, solo llegan a construirse dos. Y con mala fortuna. Por diversos motivos, la inauguración se pospone hasta en tres ocasiones. La última, programada para el 12 de octubre de 1934, por razones obvias, no se llevó a cabo. No eran buenos días para Oviedo. Finalmente, tras prestar servicio como hospital para los soldados heridos en la Revolución de Octubre, se inaugura el 31 de agosto de 1935. La Guerra Civil, apenas un año después, puso punto final a todo el proyecto. Los esqueletos de los edificios languidecieron como viejas osamentas varadas bajo el inexorable paso del tiempo. Hasta que con la presidencia de Luis Riera, principalmente, dio comienzo un nuevo futuro. Pero dejemos toda la interesante y dilatada historia que atesora el Centro Asturiano para su cronista, Pedro Rodríguez Cortés, que bien la conoce y mejor lo hará. 
Aunque hay otro relato más íntimo. Si me permiten, más personal. Porque voy a narrar algo de mi propia relación con el Centro desde la convicción de que es una experiencia compartida por muchos ovetenses. 
Llegó mi familia al Centro Asturiano allá por 1974. Y yo en el lote, claro. El edificio estaba en ruinas. En un lateral se ubicaba un pequeño bar en el que, como recuerdo curioso, compraba montones de bolsas de "Conguitos". Tres pistas de tenis donde le di por primera vez a la raqueta. Y unas piscinas en las que, junto con mis primeras brazadas en el río Cea en Valderas, aprendí a nadar. Sin querer llegó la adolescencia. No pocas tardes de domingo las pasábamos por allí. Revoloteando. Casi siempre bajábamos en auto stop. No faltaban amables conductores dispuestos a llevar a unos andarines un poco zánganos. Algunas de las primera Nocheviejas fuera de casa también tuvieron como escenario el Centro. No hubo fiestas de Covadonga en la que en uno u otro momento no acudiera a las instalaciones del Naranco. Con veinticuatro años me vi, casualidades de la vida, siendo partícipe, allá por 1988, de la junta directiva. Apenas sabía por dónde andaba pero la experiencia me sirvió para conocer las entrañas de la institución y apreciarla más. A principios de los 90 tocó ser padre y qué mejor sitio para ir con los hijos. Muchas tardes en un sala con unas meras colchonetas, nada que ver con las fabulosas instalaciones actuales. Los hijos crecieron y optaron por el fútbol, así que coche para arriba y para abajo a entrenamientos y partidos. Muchos padres y madres saben bien de qué les hablo. Luego eran ellos los que subían a las fiestas y uno, a esperar. Muchos domingos de verano era la familia la que se reunía a pasar el día, abuelos incluidos. Ahora voy solo de nuevo. Y, si toca, llegará el día en el que sea yo, tal vez, el que acompañe a los nietos. Y en un futuro serán ellos los que me lleven a mí ¡espero! Y así se cierra un círculo vital. Todo una línea de vida en el regazo del Naranco. Un lugar con tres miradas esenciales: Oviedo, el Naranco y cómo no, a través de ese vínculo especial, Covadonga. Como para no apreciarlo. 
Así que hay días en los que, abstraído en la admiración del entorno, de ese paisaje imprescindible, no me es difícil contemplar casi mi propia vida. Y, cerrando un círculo aún mayor, tampoco es difícil sentir el espíritu de aquellos asturianos emprendedores y audaces que, a pesar de la distancia, fortuna o desventura, nunca olvidaron a su querida Asturias.
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lunes, 21 de mayo de 2018

MARTES DEL CAMPO: ESENCIA OVETENSE

El Otero

Martes del campo: esencia ovetense

La Cofradía de La Balesquida y la creación de su Protectora

21.05.2018 

Dicta el calendario que nos encontramos en la víspera del primer martes tras el domingo de Pentecostés; por tanto, estamos de fiesta: el martes del Campo. Una celebración secular. Esencial. De La Balesquida decía Pascual Madoz en el siglo XIX que era "la institución más popular que se conoce en la provincia y acaso fuera de ella. Casi todos los vecinos de la ciudad son cofrades, sin distinción de clases. Los padres se apresuran a anotar a sus hijos a esta hermandad, apenas nacen, y se tiene a mengua no pertenecer a ella". 
Pero a pesar de este arraigo centenario y de gozar del aprecio de los ovetenses desde el siglo XIII no siempre vivió tiempos de esplendor. Y así, en el inicio de los años 30, ante los momentos de dificultad que atravesaba, un grupo de ovetenses decidieron que había que unirse para apoyar a la Cofradía de La Balesquida. Un momento interesante en la historia de la Cofradía centenaria por lo que me parece de interés recuperar lo que testimoniaban las crónicas de la época que quedaron recogidas en la prensa local. Viajemos a 1930 y sigamos, como los ovetenses de entonces, el acontecer en torno a estos hechos. Jueves, 20 de febrero: "Una legión de buenos y distinguidos ovetenses, verdaderos simpatizantes de la conservación de los motivos de la popular tradición que fueron en la ciudad de Oviedo, se viene desplazando hace tiempo por todos los lugares de la capital con la embajada de reclutar socios para hacer resurgir de sus propias cenizas a la Sociedad de la Balesquida, que durante largo tiempo parecía haber desaparecido hasta de la mente de todos los ovetenses". Así de clara quedaba reflejada la preocupación. Y continuaba el cronista: "Y dícennos respecto a esta cruzada que se realiza por las calles, por todos los establecimientos, por los centros y tertulias, que el éxito es grandioso y que el número de afiliados que cuenta ya la sociedad supera a todo cálculo pensando la comisión gestora convocar una asamblea magna con el fin de constituir el nuevo pleno directivo que ha de encargarse de la dirección de la misma". No ocultaba el periodista su satisfacción ante la noticia y celebraba "con grande satisfacción esta manifestación de ovetensismo neto que se demuestra con laborar por que no desaparezcan de Oviedo instituciones que, como La Balesquida, tanto dicen de la excelente condición de los hijos de la capital del Principado". 
El seguimiento de la noticia no cesaba y así, el 22 de febrero de 1930, se leía: "La Balesquida en vísperas de un renacer prospero". Nos contaba el entusiasta redactor: "Nuevamente tenemos que ocuparnos hoy de los trabajos en absoluto felicísimos que una nutrida comisión de espontáneos simpatizantes con la Sociedad "La Balesquida" ha realizado para crear un ambiente favorabilísimo hacia la institución sin vida, pese al arraigado nombre que en la historia de Vetusta tenía. Estos trabajos -como apuntábamos hace días- han dado su fruto y hoy va a dejarse oír la voz de multitud de ovetenses que pedirán a la magna asamblea que se anuncia a las siete de la tarde, en los locales de otra Sociedad vieja por su historial y grande por su ambiente, en el Orfeón Ovetense, la existencia próspera de la Sociedad 'La Balesquida' que tiene tanto de ovetense como la catedral. Será el acto a celebrar al oscurecer de hoy, un apunte más que escribir en las manifestaciones brillantísimas que figuran en la tradicional leyenda de la Sociedad del clásico Martes del Campo. ¡Ovetenses castizos os llaman a una reunión pro La Balesquida!. No faltéis". 
Y, como no podía ser de otra manera, el 23 de febrero se informaba a la ciudad, no sin cierta vehemencia: "¡Vuelve el Martes del Campo!". Y daba cuenta la crónica de la asamblea celebrada el día anterior en los salones repletos de asistentes del Orfeón Ovetense. Leamos la crónica: "La animación fue grande y dentro del mayor orden previa una brillante exposición hecha por don Ramón Prieto sobre los propósitos de este movimiento ovetense en favor de 'La Balesquida', se pasó a dar lectura al reglamento según el cual habrá de regirse la misma siendo aprobado, capítulo por capítulo sin la menor discusión. Luego se nombró un triunvirato formado por don Ramón Prieto, don José Buylla y don Alfonso Muñoz de Diego con carácter de asesores para los asuntos jurídicos que se presentarán en la Sociedad. Y por último, se eligió la nueva Junta de Gobierno que quedó constituida así: Presidente, don Aurelio Ruiz; vice, don Ricardo Casillas; secretario, don Mariano Cabal; tesorero, don Isidro Maraña y contador, don Manuel Naves (continúa con los nombres de veinte vocales)". 
"En el periodo de proposiciones generales se pidió y acordó por unanimidad nombrar presidente de honor a don Ramón Prieto Pazos. Y con las promesas del nuevo presidente de que se hará una interesante propaganda para conseguir que a corto plazo logre 'La Balesquida' la colaboración de todos los ovetenses se dio por terminada la Asamblea". 
En esa asamblea del 22 de febrero se habían aprobado los estatutos, vigentes aún, que habrían de regir la recién nacida Sociedad Protectora de la Balesquida y en los que, en su artículo 3º, quedan recogidos sus fines; a saber: 
-Guardar las tradiciones de histórico arraigo en la Cofradía de La Balesquida (fundada en 1232) y procurar divulgar su conocimiento siempre manteniendo el espíritu de servicio de su fundadora 
-Auxiliar y colaborar en la realización de las funciones religiosas y los festejos profanos de La Cofradía titular de Nuestra Señora de la Esperanza (La Balesquida) 
-Atender a los socios en la forma que se determina en los presentes estatutos. 
Desde 1930, la Cofradía y la Sociedad Protectora han ido de la mano consolidando la fiesta, tanto en su vertiente religiosa como profana. Un éxito que ha llegado hasta hoy gracias al trabajo y desvelos de muchos que lucharon, aunando esfuerzos y con intereses y objetivos comunes, por legar a los oventeses de hoy una celebración digna para alegría de propios y ajenos; no en vano, ya lo decían Ramón Prieto Pazos y José López Doriga del busto en su "Siluetas Ovetenses" en 1889: " No son pocos los que llegan a Asturias y se aficionan a la fiesta del Martes de tal manera, que aun después de alejarse de aquí recuerdan lo que gozaron con el clásico día, y sienten no poder hacerlo nuevamente. Nada de particular tiene, por lo tanto, que los ovetenses que de aquí se fueron, se acuerden del Martes del bollu, y haya alguno que ordene se le envíe el vino de la cofradía como balsámico". 
Feliz Martes del Campo a todos.

http://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2018/05/21/martes-campo-esencia-ovetense/2289888.html

lunes, 14 de mayo de 2018

LA GRAN PANOYA

El Otero

La gran panoya

El maíz y la Catedral de Oviedo

14.05.2018 

"La torre de la Catedral, poema romántico de piedra, delicado himno, de dulces líneas, de belleza muda y perenne". Ahí queda eso. A ver quién supera a Clarín. Creo que difícilmente se puede definir nuestra catedral de forma más bella y acertada. 
Hay muchas más, claro. Y muy guapas. Así que, para no extenderme en demasía, las dejaremos para otro día. Pero hay una definición que nunca había escuchado y que me contó Agustín Hevia Ballina, siempre con esa pasión contagiosa cuando habla de la catedral: la gran panoya. Y, si lo piensan un poco, tiene su lógica. Según me cuenta así la describía, haciendo uso de esa atrevida metáfora, un reconocido charlista, Federico García Sanchís, cuando allá por los años 60 se dirigió a los entonces jóvenes seminaristas. 
Y todo puede tener su porqué. En la puerta de la catedral ovetense vemos tallada una imagen de santa Eulalia regando los campos de maíz con sus bendiciones. El efecto purificador del agua ahuyenta incluso a los jabalíes que salen, patas en polvorosa, del maizal. Un campo de maíz florido que asemeja la forma del mapa de Asturias. 
Y es que el cultivo del maíz tuvo y tiene gran arraigo en Asturias. Parece que fue Gonzalo Menéndez de Cancio, de la casa de Casariego, quien trajo a Asturias su semilla en los albores del siglo XVII. Según cuenta el etnógrafo Fermín Bouza-Brey, cuando el maíz llega a Asturias el labrador no cuenta sino con mijo y algo de centeno y escanda. Desde el momento en que el maíz pasa a ser un cultivo primordial, se convierte en producto básico para la alimentación del hombre y del ganado. Aún hoy en día, en buena parte de la zona rural ovetense, vemos numerosos campos de maíz aunque, dudo, que algún joven de hoy cene "fariñes" como tantas veces cenó un servidor. 
En el diccionario geográfico histórico de Asturias de Martínez Marina se recoge: "Ya que los escritores antiguos guardan un silencio profundo y a mi entender criminal sobre la oriundez y cualidades del maíz, por parecerles poco decoroso entrar en semejantes pequeñeces apenas de talentos sublimes [...] ; se hace preciso convenir con los viajeros modernos más acreditados en que la América fue su país natal y en el que no ha degenerado, pues se conserva como el día que le hallaron a su entrada los primeros Europeos. Aunque la conquista de aquel hemisferio no hubiese tenido otras ventajas, sería esta adquisición suficiente a compensar los gastos y fatigas que ha costado y motivo de gratitud eterna al inmortal Colón, por que el suelo de nuestra provincia es el que más se ha aprovechado de este dichoso hallazgo". 
Por tanto, no me resulta herética esa equiparación de nuestra torre catedralicia con una gran panoya; no en vano, Asturias debe mucho al maíz. Y que la patrona de Asturias y Oviedo, como se cita en el acta del Cabildo de 23 de septiembre de 1620, siga "socorriéndonos en las necesidades que nos hallamos no solo espirituales sino temporales dándonos sol y agua siempre que lo suplicamos para los frutos con grande consuelo que solemos sacar". 
De momento, queda bendiciendo para la posteridad los campos astures desde la puerta de nuestra querida catedral ovetense.

lunes, 7 de mayo de 2018

LEYENDO A OVIEDO

El Otero

Leyendo a Oviedo

Sobre la feria del libro de la ciudad

07.05.2018
                                                                     "No es posible vivir sin libros". (Thomas Jefferson)
Que Oviedo es una ciudad bien novelada es sabido. Y es cierto. Oviedo es una ciudad que ha gozado del privilegio de ser escenario para muchas novelas. Y su idilio con los libros no acaba ahí. También hemos tenido -y tenemos- la fortuna de disfrutar de muchas y buenas librerías aunque, lamentablemente, asistimos en los últimos años al cierre de algunas emblemáticas; un hueco que es mucho más que un local vacío. Aun así, los libreros de Oviedo nunca se amilanaron ante las dificultades y continúan esforzándose para que los ovetenses no nos privemos del placer de leer. Y en ese empeño, la Asociación de Libreros de Oviedo organiza, un año más, Libroviedo, que con esta edición ha llegado, felizmente, a su 25.º aniversario. Desde el pasado 4 de mayo, en la plaza de Trascorrales, quince librerías nos ofrecen un multicolor mosaico de libros para todos los gustos. 
Se temía que las nuevas tecnologías fueran orillando, poco a poco, al libro en papel hasta convertirlo en una reliquia. Afortunadamente no es así. El libro sobrevive a los soportes digitales, a la crisis o a la injusta piratería que, como una legión de termitas voraces, pretende aniquilarlo. Y resistirá. El gran reto está en incorporar nuevos lectores. No sé si los jóvenes y niños de hoy, que nacieron con un móvil casi como un nuevo apéndice podrán llegar a establecer una relación de afecto con los libros. Ese es el gran desafío a encarar porque si no, nos enfrentaremos a una curiosa paradoja: nunca se ha publicado tanto y se ha leído tan poco. 
Vargas Llosa afirma que la cosa más importante que le ha ocurrido en su vida ha sido aprender a leer. Le creo. Leer nos permite viajar, soñar, reír, pensar, gozar, vivir un sinfín de aventuras, emocionarnos; en definitiva, abrir una inmensa ventana a mil mundos reales o imaginarios. Todo cabe en unas páginas, que igual atesoran el polvo sereno y paciente de años y años de silente calma en el fondo de una estantería, que rezuman, en hojas bullangueras, el olor del papel nuevo y de la tinta fresca. Todo en unas páginas pretendientes de ese flechazo entre el libro y el lector que cuando se da es como un pequeño milagro. 
¿Recuerdan sus primeros libros? Esos que perduran, indelebles, en nuestra memoria con el color y el olor original. Quizá fuera un regalo. Tal vez algún libro escolar. Piensen. Seguro que hay uno que, al evocarlo, les hace sonreír... ¿lo ven...? Yo recuerdo uno con especial cariño: "La isla del volcán". Narraba las peripecias que vivía un oso que viajaba a una isla en la que un volcán entraba en inoportuna erupción. Aún rememoro, nítida y clara, la imagen de la portada. Libros que formaron parte de nuestras vidas. 
Queden, pues, estas líneas como reconocimiento y agradecimiento a los libreros de Oviedo por su trabajo y dedicación, no siempre fácil ni rentable. Y con el deseo de que veamos los 50 años de Libroviedo. 
E intentaré no olvidar ese proverbio árabe: "Libros, caminos y días dan al hombre sabiduría". 
A fin de cuentas, en buena medida, somos fruto de lo que leemos.
http://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2018/05/07/leyendo-oviedo/2281958.html

martes, 1 de mayo de 2018

DEL FONTÁN Y SU CAÑU

El Otero

Del Fontán y su cañu

01.05.2018 
Que la historia de la Plaza del Fontán pudiera ser la de una historia de superación colectiva sería una teoría plausible. La del afán de convertir, a mediados del siglo XVI, una charca putrefacta en la que remansaban las aguas procedentes de las calles cercanas en un espacio que llegaría a convertirse en un símbolo de la ciudad. 
En 1792 el ayuntamiento autorizó la instalación de cuarenta locales o tiendas que se habilitarían en una plaza porticada. Y desde entonces llegan hasta nuestros días los ecos de un trajín cotidiano que bulle y late, serena y humildemente, en lo que fue -y es- uno de los corazones de Oviedo. En esa plaza que Jovellanos definió como "pequeña, cómoda y graciosa". 
Tal vez, si somos pacientes, podremos ver a Tigre Juan afanarse en sus quehaceres en la plaza que para Pérez de Ayala "está formada por un ruedo de casucas corcovadas, caducas, seniles. Vencidas ya por la edad (...) Como una tertulia de viejas tullidas que se apuntalan en sus muletas y muletillas y hacen el corrillo de la maledicencia. En este corrillo de viejas chismosas se vierten todas las murmuraciones y cuentos de la ciudad". 
Las horas de mercado, la plaza se ocupaba totalmente por las "tiendas de aire", en palabras de Dolores Medio, que para ella "presentaban aspecto de feria, con sus pregones, gritos, rebuznos, regateos, cacareos de gallinas... Por todas partes sacos, cajones, mostradores portátiles de madera, cestas rebosantes de frutas y de verduras, de quesos, de flores, de pasteles y baratijas. Tenderetes de ropas hechas, que lucen como banderolas su mercancía multicolor". 
Y en la plazuela de Daoiz y Velarde, en una de sus esquinas, se sumió en el olvido del tiempo el Cañu del Fontán, fuente con frontal de piedra inaugurada en 1657 y recuperada felizmente el 18 de enero de 1988 tras las pesquisas e interés del entonces arquitecto municipal, Florencio Muñiz Uribe y del concejal Avelino Martínez. No era solo una fuente más. Constantino Cabal decía de ella que "además de cañu era un símbolo". 
Luis de Tapia compuso estos versos que no tardaron en popularizarse y que ponían a cada quien en su lugar: 
"Hubo en Oviedo (y mi abuela lo contaba con afán) / una fuente a ras del suelo / que era el "Cañu del Fontán" / Caño de tan bajo trazo / hacía al más alto ser / doblar el recio espinazo / al inclinarse a beber. / Y tan humilde ejercicio / iba quitando, en verdad, / a muchas gentes el vicio / de su altiva vanidad. / En Oviedo, cuando alguno, / por su abolengo o su prez / presumía, inoportuno, / de mal fundada altivez / la turba de gente nueva / decía de tal truhán / hay que llevalu a que beba / en el cañu del Fontán. / Mas no sé por qué mudanza / que aquel Concejo emprendió / fuente de tan enseñanza / de Oviedo desapareció". 
En cualquier caso, otra tesela más de ese mosaico inabarcable que es la historia de Oviedo en la que hemos dejado por sus orillas tantos lugares, tantas vivencias y, probablemente, tanta esencia ovetense. 
Juan Cueto Alas afirmaba que "un noventa por ciento de la población activa nunca oyó hablar del Cañu del Fontán. El Oviedo cotidiano existe, sí pero su realidad parece no tener ninguna relación con aquel otro Oviedo y, la verdad es que este nuevo discurso ya no proporciona ningún placer". 
Lo malo es que, quizá, tenga razón.