miércoles, 31 de diciembre de 2014

CAMPANADAS Y DESEOS

El Otero

Campanadas y deseos

Las peticiones para 2015

31.12.2014 | 03:38
Campanadas y deseos
Campanadas y deseos
Aver quién es el que no ambiciona algún deseo, por recóndito que sea, mientras echamos el año fuera y recibimos con los brazos abiertos al calendario neonato. Nadie. Todos, en mayor o menor medida, tenemos nuestras esperanzas ante el año a estrenar; pues bien, al son de las campanadas, comeré cada uva con un deseo para este espacio compartido que es nuestra querida ciudad de Oviedo, para la que todos, sin duda, ambicionamos lo mejor. Uvas preparadas, una copina burbujeante a mano para brindar por el futuro a punto de inaugurar y pensando más, como diría Unamuno, en ser padres de nuestro porvenir, que hijos de nuestro pasado. Así pues, atentos... ¡Tan! Que usemos lo menos posible el nuevo y flamante HUCA ¡haya salud! ¡Tan! No más casos fábrica de armas, Coca Cola... trabajo de calidad para los más. ¡Tan! Que sepamos aprovechar las oportunidades urbanísticas; por favor... que no la pifien en el Cristo y la Vega... ¡Tan! Que el Oviedo suba, ¡esa afición se merece ver al equipo en primera cuanto antes! ¡Tan! Que el Naranco tenga quien lo mime. Oviedo sigue viviendo de espaldas a su monte. Estamos en deuda con él. No le sigamos castigando con la indiferencia... ¡Tan! Para mayo una corporación eficaz y transparente, comprometida y preocupada de verdad por Oviedo y los ovetenses. ¡Tan! Ni una sola mujer más que viva humillada o aterrorizada en su propio hogar; ni un niño sin comida, sin una educación de calidad, sin juguetes, sin sonrisa, sin futuro. ¡Tan! Que no se nos atragante la "operación de los Palacios" ni Villa Magdalena y acaben con bien para la arcas municipales ¡Tan! Que la luz blanca que ya ilumina algunas calles se extienda y esa luz mortecina que configura paisajes tenebrosos nocturnos pase a la historia, ¡si es que no se ve ni para cantar! ¡Tan! Que los ovetenses sepamos encontrar y valorar lo que nos une que, sin duda, es mucho más de lo que nos separa y podamos vivir en paz, aun desde las diferencias, encontrando nuestro espacio de compromiso para aportar un ladrillo más en el muro de una sociedad mejor. ¡Tan! Ni un ciudadano de la magnífica zona rural de nuestro municipio que no sienta que tiene los mismos derechos y servicios que los del casco urbano. ¡Tan! (...) Esta última campanada queda vacía para que incorporen el deseo que les plazca; cada quien tendrá los suyos; pero, seguro, seguro, que todos coincidimos en que lo que apetecemos es una ciudad que camine por este 2015 con pie firme, orgullosa de su pasado, sí, y esperanzada en su propio futuro.
¡Feliz año a todos!
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2014/12/31/campanadas-deseos/1692939.html

sábado, 27 de diciembre de 2014

CANCIÓN DE NAVIDAD

El Otero

Canción de Navidad

Una reflexión sobre el sentido de las fiestas

27.12.2014 
Canción de Navidad
Canción de Navidad
Fue Charles Dickens el que tuvo la feliz idea de utilizar este sencillo título para tejer una historia, realmente genial. Dada la fecha que resalta el calendario, me da pie a pensar en voz alta en torno a la Navidad. Tan lejos y tan cerca aquellas pascuas de finales de los 60, atesoradas en el cofre de los recuerdos propios, mucho más sencillas, en las que me escondía debajo de la mesa para huir de los corchos voladores de "El Gaitero", con turrones tan duros que había que partirlos a martillazos; Papá Noel casi no existía, los colegiales de San Ildefonso marcaban el inicio de las vacaciones escolares y los días se iban en recorrer todas las tiendas de juguetes de la ciudad: Navarro, Bazar Oviedo, Cuadrado, Simago, Galerías Preciados, Lacazette, Al Pelayo, Botas, Giovi... por eso de ir dejando ideas a SSMM a los que esperábamos cada año ver, con emoción renovada, enfilar la calle Uría, aunque la edad dictara que ya no tocaba.
Pero nostalgias propias aparte, el cuento de Dickens me da la oportunidad de recordar a Ebenezer Scrooge, un anciano egoísta y avaro irredento que teniéndolo todo, no tenía nada. Su único objetivo era acumular riquezas. Cuando le pidieron un donativo para los pobres, él les dice que si no hay asilos, a lo que le responden que sí, pero que prefieren morir que ir a esos lugares. Scrooge les contesta que mejor, que así se controla el incremento desmesurado de población. Y se queda tan ancho; vamos, que le importa un comino la necesidad ajena. Tendrá que venir el fantasma de Marley, condenado a vagar eternamente cargado de cadenas lastradas con el peso de su avaricia y egoísmo pasados, con el anuncio de que será visitado por tres espíritus que le ofrecerán una oportunidad de librarse de seguir el mismo destino de Marley, para que el viejo avaro recapacite. Y no sigo que no es plan de contar todo el cuento.
Pero este relato, escrito en 1843 en plena época victoriana, y que fue visto por muchos como una crítica a los excesos del floreciente capitalismo industrial del siglo XIX, lamentablemente, puede tener una lectura muy actual.
El avaro Scrooge, en pleno siglo XXI, actúa bajo el nombre de oscuras corporaciones financieras, bancarias o industriales que, al amparo de opacos paraísos fiscales, especulan como en un inmenso juego de Monopoly; nada les importa que esos movimientos e inversiones multimillonarias en tierras, materias primas o alimentos, puedan condenar al hambre a millones de personas. O bajo el poder de inmensas fortunas excluyentes y turbias que se mueven con un simple clic, ajenas a controles e imposiciones fiscales. Actúa a la sombra de políticos y adláteres que buscan, víctimas de una codicia insaciable, un lucro rápido y desmedido... Sí, el amigo Ebenezer parece que no se ha convertido del todo...
Habrá que ver a quién le corresponde el papel de esos espíritus que fueron capaces de tornar tanto egoísmo y avaricia. A lo mejor, a cada uno de nosotros, nos toca, vaya usted a saber cómo, cuándo y dónde, esa función de espíritus de la Navidad, quién sabe...
Mis deseos de una feliz Navidad o, como dice el pequeño Tim para poner el punto final al relato: "Que Dios nos bendiga a todos".
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2014/12/27/cancion-navidad/1691492.html

martes, 16 de diciembre de 2014

SOBRE EL DERRIBO DE LOS PILARES


Carlos Llaneza: "Derribar los Pilares fue uno de los errores históricos de la ciudad"

El estudioso lamenta la pérdida en 1915 de una obra que recogió elogios de Jovellanos

16.12.2014 
Carlos Fernández Llaneza, ayer, en la AMSO.
Carlos Fernández Llaneza, ayer, en la AMSO. 
"El derribo de Los Pilares, que ahora sería una joya es uno de los grandes errores históricos que se han cometido en Oviedo". Así entiende Carlos Fernández Llaneza, estudioso de la historia de la ciudad, lo sucedido desde el 5 de enero de 1915, cuando las autoridades locales decidieron terminar con la construcción que había facilitado la traída de agua desde 1599 hasta la puesta en marcha de los depósitos de Pérez de la Sala, en 1875. Llaneza ofreció estas reflexiones durante una conferencia que pronunció ayer por la tarde en la sede de la Agrupación Municipal Socialista de Oviedo y que minutos antes compartió con este periódico. Asegura el conferenciante que hasta el propio Jovellanos había expresado en sus tiempos admiración por una obra "de arquitectos montañeses pero digna de romanos".
Los Pilares recogían agua de la fuente de Fitoria y también del recóndito manantial de Boo, cercano al cementerio de Ules. Y la llevaban, a lo largo de más de 300 metros, sobre 41 arcos y siempre por encima de los diez metros, hasta lo que sería el actual entronque de las calles Cervantes y Marqués de Teverga, donde recaía en una traída que llegaba hasta la Puerta Nueva, en el cruce de las calles Campomanes y Magdalena.
Carlos Fernández Llaneza repasó las dificultades que supuso su construcción. "Hubo que hacer dos proyectos. El primero estaba mal diseñado y al final se lo encargaron al fontanero mayor de Valladolid, Gonzalo de la Bárcena, a quien se le puso como condición que el agua debía llegar hasta la Puerta Nueva", relata Llaneza. También cuenta cómo La Ciudad -el consejo formado por representantes de la iglesia, del rey y del municipio- encontró la financiación para la obra. "Fue a través de las sisas, que era un impuesto sobre la sidra y el vino, uno de los primeros gravámenes que se dieron para desarrollar obra pública. Esto está recogido en el 'Libro viejo de Fitoria', una recopilación de escritos de entre 1568 y 1600, que se conserva en el Archivo Municipal", continuó Llaneza.
El derribo supuso no poca polémica en la ciudad. "El sambenito del derribo está repartido, pero sobre todo fue la empresa del ferrocarril, la Compañía del Norte, la que más empujó. Justificaba acabar con el acueducto ofreciendo salvar con un puente el paso a nivel de La Argañosa; aseguraban que el material del derribo daría un dinero el Ayuntamiento y que las tareas para derribar la construcción darían trabajo a los obreros de la ciudad".
En las discusiones a favor de mantener Los Pilares terció con fuerza pero sin éxito Fermín Canella. "Hasta se colocaron unos arcos de cartón piedra frente al Campoamor como crítica satírica", cuenta Llaneza, que lamenta el derribo y subraya la importancia que tenían Los Pilares. "Incluso De la Guardia proyectó un paseo peatonal por la parte superior". Nada de esto salvó a Los Pilares.
http://suscriptor.lne.es/oviedo/2014/12/16/carlos-llaneza-derribar-pilares-errores/1686860.html

miércoles, 10 de diciembre de 2014

VÍCTOR HEVIA, MUCHO MÁS QUE UNA CALLE

El Otero

Víctor Hevia, mucho más que una calle

Sobre la aportación del escultor ovetense a la ciudad

10.12.2014 
Víctor Hevia, mucho más que una calle
Víctor Hevia, mucho más que una calle
Hubo un tiempo, no tan lejano -¿o sí?- en el que las calles de Vallobín eran calles de polvo, barro y noches de tinieblas. Un tiempo en el que esas calles por no tener, no tenían ni nombre; Vázquez de Mella era la primera travesía de Ramiro I o avenida del Sanatorio; Francisco Cambó era la calle D-6 o Víctor Hevia, la C-8. Fue el 14 de noviembre de 1963 cuando el Ayuntamiento decidió bautizar con el nombre actual las calles del barrio.
Nací en una de esas calles, en casa, que para qué íbamos a subir al Cristo para luego volver. En la denominada como Víctor Hevia. Durante años vi la placa con el nombre sin preocuparme de quién era ese tal Víctor, bastante le importaba a un guaje saber quién era; pero claro, con el tiempo, la curiosidad, ya se sabe... me llevó a descubrir que se trataba de un famoso escultor.
Hace unos semanas conocimos un poco la obra de uno de sus colegas, Gerardo Zaragoza -autor, por cierto, de la efigie de Hevia sita, oportuna y merecidamente, en la entrada de la Cámara Santa-, así que me parece oportuno también traer al presente a este escultor ovetense.
Víctor Hevia y Granda, carbayón de la calle Campoamor en la que nació el 20 de diciembre de 1885. Sus primeros estudios fueron en la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo, estudios que continuaría en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid, completándolos en Francia e Italia.
Entre 1920 y 1922 llevó a cabo la restauración de la Cámara Santa, deteriorada por el paso del tiempo. El conocimiento adquirido durante estos años fue de vital importancia para la reconstrucción tras la voladura de ésta en la revolución de octubre del 34. También fue responsable de la restauración de la antigua portada románica de la iglesia de San Isidoro, ubicada hoy en el Campo San Francisco.
De su obra perduran numerosas muestras en la ciudad. De su primera época nos queda en la calle Santa Susana,12, la placa en memoria del cabo Luis Noval, de 1910; su mausoleo en el cementerio de Oviedo es también obra del escultor, éste de 1916.
El escudo alegórico que remata la fachada de la entonces Diputación Provincial, hoy Junta General, en el que el escudo de Asturias está flanqueado por dos esculturas que representan el Trabajo y las Artes, es también de esa época, concretamente de 1913.
De su madurez merece la pena destacar la escultura "Amor y Dolor" sita en el Paseo de los Álamos del Campo, de 1925, y, en la calle Fruela, 9, se encuentra la lápida a Fermín Canella Secades.
En el Campo San Francisco está el busto al maestro de varias generaciones de ovetenses, Juan Rodríguez Muñiz, de 1927.
Sin salir del Campo, encontramos el monumento a Leopoldo Alas "Clarín", de 1931, destruido durante la guerra civil, realizado en colaboración con el escultor trubieco, Manuel Álvarez Laviada. En 1955, Hevia, esculpió un nuevo busto encargándose el taller de Belarmino Cabal, en 1967, de reconstruir el resto del monumento.
También en colaboración con Laviada, es el monumento a José Tartiere, de 1933, ubicado en el Paseo de los Álamos.
Algunas de sus obras más conocidas son la estatua de Alfonso II, el Casto, en la calle del Águila, obra de 1942, el busto a Ramón de Campoamor, en el teatro de su mismo nombre, o el de Julián Clavería, en los jardines del antiguo Hospital General, para el que, por cierto, los vecinos reclaman atención.
Junto con José María Fernández Buelta, fue autor de varios boletines del RIDEA, del que era miembro de número, esenciales para conocer el Oviedo primitivo, y sobre la destrucción y reconstrucción de la Cámara Santa catedralicia.
Falleció en Oviedo el 25 de noviembre de 1957.
Que duda cabe que aquella vieja placa metálica de fondo azul que cada día veía desde mi ventana, cobra mucho más sentido.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2014/12/10/victor-hevia-calle/1683994.html

miércoles, 3 de diciembre de 2014

LA TIERRA ESPECIAL

El Otero

La tierra especial

03.12.2014 
La tierra especial
La tierra especial
Sigo con curiosidad las andanzas del robot Philae sobre el lejano cometa. El hallazgo de moléculas orgánicas reaviva la teoría de la Panspermia, conjetura que defiende que la vida fue "sembrada" en la tierra por uno de estos cometas. Esto me trae a la memoria otra curiosa hipótesis denominada "la tierra especial", formulada por el paleontólogo Peter Ward y el astrónomo Danald Brownlee en el año 2000, que establece que el nacimiento de la vida pluricelular en la tierra requirió tal cantidad de circunstancias y eventos geológicos y astronómicos extraordinarios, en unas condiciones tan únicas y particulares, que la probabilidad de que en el universo, en el que somos un grano de arena, tuviéramos vecinos con los que comunicarnos, sería remota; o sea, que estaríamos más solos que la una en la inmensidad del espacio. Somos, por tanto, fruto de un maravilloso azar biológico que a lo largo de millones de años ha permitido que una especie de homínido, tras una serie de extinciones masivas que nos allanaron el camino, dominase la tierra y fuera capaz de ponerse en posición preponderante sobre el resto de especies. Un auténtico portento. Una maravilla cósmica, como un soplo divino; el dedo de Dios insuflando la chispa de la vida en el de Adán, como de forma sublime, Miguel Ángel dejó inmortalizado en el techo de la Capilla Sixtina.
Un planeta único e irrepetible. Una especie humana, también única e irrepetible, que ha sido capaz de crear genios magníficos y sublimes, pero también, en el reverso de la moneda, capaz de generar dolor y odio desmesurado.
Siguiendo la odisea de Rosetta me asombro de la maravilla que somos como planeta, como especie. Y no puedo dejar de pensar en las oportunidades que dejamos pasar cada día de vivir esa singularidad. Cuando enfrento noticias como las recientes del los incalificables asesinatos del Vallobín o de San Juan de la Arena. Cuando leo y siento los testarudos datos sobre pobreza de los que nos alerta, por ejemplo, el reciente informe de FOESSA presentado hace unas semanas por Cáritas en la Junta General. Cuando me asqueo ante el continuo empecinamiento de algunos en vivir revolcándose en sus propios detritos morales. Cuando veo que el apocalíptico jinete del hambre sigue galopando a su antojo. O cuando, con tristeza, contemplo lo desplumada que sigue la pobre paloma de la paz, especialmente en ese polvorín geoestratégico que es Oriente Medio. O las continuas patadas que damos al medio ambiente. O la infancia robada a tantos millones de niños. O la creciente, estúpida e inexplicable violencia contra las mujeres... pues ante esas situaciones es cuando temo que, quizá, algún día la madre Gaia nos considere indignos de la suerte que hemos tenido y nos de una buena patada en salva sea la parte... Sin embargo, la esperanza en un mundo mejor no ha de ser baldía. Cada día tenemos ocasión de mejorar algo. Cada día, seguro que se nos brinda alguna oportunidad de aportar algo positivo, sin ir más lejos, en nuestro propio entorno.
Lo dijo Antonio Machado: "Hoy es siempre todavía".

http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2014/12/03/tierra-especial/1680653.html

miércoles, 26 de noviembre de 2014

VEINTICINCO AÑOS DE AUSENCIA

El Otero

Veinticinco años de ausencia

En recuerdo de Enrique Quirós Montes, fallecido junto a su familia en un accidente en 1989

26.11.2014
Veinticinco años de ausencia
Veinticinco años de ausencia
Hay momentos en la vida que hielan. Un sólo instante. Un mísero segundo que hace que el tiempo se congele. Que el futuro se pare. Que todo lo que fue ya no pueda ser. Un segundo, un maldito segundo... Aquella tarde de sábado tenía guardado uno de esos momentos de hiel. Y sí, en un segundo ya nada fue igual. Tere y Quique, sus hijos Pablo y Juan, y Antonio volvían a Oviedo; pero el destino, el azar, un instante de mala fortuna o a saber qué, todo lo truncó. Era el 25 de noviembre de 1989 y la noticia, aun en aquellos días sin móviles, corrió como bien saben correr este tipo de noticias. Tere, Quique y su hijo Pablo habían muerto en la entrada de Oviedo, allá por Santa Marina. Juan, recién asomándose a la vida, luchaba en la uci pero, como si no quisiera quedarse solo, también se fue con sus padres y hermano. Antonio se quedó unos años, supongo que para enseñar a los suyos y a los que merodeábamos a su alrededor lo que es un ángel. Han pasado muchos años, sí, pero es imposible olvidar los sentimientos hirientes de aquella tarde funesta. La vida es a veces difícil de entender. La muerte aún más. Mucho más. Sus familias supieron conservar muy vivo el fuego de la esperanza y de la fe, y eso, supongo, hace que el dolor, si no menos, se atenuara ligeramente.
Quique era el jefe del servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Oviedo y con él mucho discutía sobre este aspecto. Creo que compartíamos la visión de que las zonas verdes de un municipio son mucho más que meras áreas ornamentales y, más bien, son imprescindibles para que la ciudad sea más amable, más habitable, más humana, más sostenible, más saludable; en definitiva, mejor ciudad. De aquellos años datan proyectos como el parque Pura Tomás, el área recreativa del Naranco, antes campo de tiro militar, los inicios del acondicionamiento del Parque de Invierno, el parque de La Monxina -desde entonces llamado Enrique Quirós Montes de Oca en su memoria-, la pista finlandesa, el parque de San Pedro de los Arcos o el de Tudela Veguín.
El despacho del palomar del Campo San Francisco, al que me encantaba asomarme de vez en cuando, quedó por aquellos días con un extraño vacío; eso sí, su tarea fue muy acertadamente continuada por Juan Carlos Menéndez. El vacío que dejaron entre su familia y amigos..., eso, es otra historia.
Si lo que decía Cicerón de que la vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos, su recuerdo, tan vivaz aún veinticinco años después, comporta entonces que, en cierta forma, permanecen aún entre nosotros.
Y así es.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2014/11/26/veinticinco-anos-ausencia/1677125.html

miércoles, 19 de noviembre de 2014

DESCUBRIENDO A GERARDO ZARAGOZA

El Otero

Descubriendo a Gerardo Zaragoza

El escultor de Cangas de Onís y su legado en la ciudad

19.11.2014 
Descubriendo a Gerardo Zaragoza
Descubriendo a Gerardo Zaragoza
A menudo solemos pasear por las calles sin preguntarnos por lo que nos rodea y, en Oviedo, afortunados nosotros, tenemos un buen ramillete de patrimonio artístico y arquitectónico; más podría ser si confrontaciones bélicas y la estupidez humana en formas variadas no hubieran hecho de las suyas. El caso es que al hablar hace un tiempo de Feijoo salió a colación la escultura de Gerardo Zaragoza, radicada desde 1954 en la plaza que lleva el nombre del fraile benedictino y, claro, la curiosidad, ya se sabe, cuando pica hay que rascarla, y me llevó a querer saber algo más del escultor y de su obra, así que vamos a revolver un poco entre la bibliografía en busca de más información.
Gerardo Zaragoza nació en Cangas de Onís en 1902, hijo del pintor José Ramón Zaragoza. Cursó estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, primero de pintura y posteriormente de escultura, siendo alumno de Cecilio Pla, Julio Romero de Torres y José Capuz. En 1943, el crítico Miguel Moya Huertas escribió sobre Zaragoza: "Hay en él una suma de fuerzas contradictorias que no concluyen destruyéndose recíprocamente, sino que culminan en una síntesis de plenitud. Hay aquí un escultor joven e insigne que ha conseguido un modelado estricto cuyos pormenores y relieves, además de revelar por entero la personalidad del hombre en cada contracción muscular de la fisionomía, tiene un parentesco superior de intención plástica que suprime de la obra toda concesión a un realismo intrascendente".
Y entre su obra encontramos esculturas que nos son familiares a todos; por ejemplo:
Tríptico y bustos del jardín de los Reyes Caudillos en la Catedral de Oviedo, obra de 1942.
El monumento a Palacio Valdés en el Campo San Francisco del año 1953. También obra suya y del mismo año, el monumento al escritor sito en Pola de Laviana.
En Cangas de Onís, el monumento a Juan Vázquez de Mella, de 1961.
En Covadonga, la conocida escultura del Rey Pelayo, obra de 1964.
Del año 1972 es el monumento a Plácido Álvarez Buylla, en la plaza del Carbayón.
Y quizá, su obra más conocida, el monumento al Sagrado Corazón que corona el Picu el Paisano en el Naranco, de 1980.
Gerardo Zaragoza falleció en Madrid en 1985.
Así pues, cuando miremos a los ojos a las pétreas figuras de Pelayo, de Feijoo, o del Sagrado Corazón, tengamos un recuerdo a quien las hizo posibles.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2014/11/19/descubriendo-gerardo-zaragoza/1673672.html

jueves, 13 de noviembre de 2014

¡PUES YO QUIERO UN CABRIO!

El Otero

¡Pues yo quiero un cabrio!

Los avatares de la construcción del palacio de Calatrava

13.11.2014 
¡Pues yo quiero un cabrio!
¡Pues yo quiero un cabrio!
El otro día me encontré con mi amigo Xuan y tras preguntarle qué era de su vida, compartió conmigo un monumental cabreo. Se considera víctima de una engañifa pistonuda. Os cuento: resulta que uno de sus sueños era tener un coche cabrio, lo que viene siendo un descapotable de toda la vida, vamos... Bien, pues tras hacer buena cantidad de cuentas, allá que se va todo contento al concesionario. Mira ofertas, descuentos, y, por fin, salió todo contento con su flamante descapotable. El día era soleado. Invitaba a dejarse acariciar por el viento. Se pone a plegar la capota y ¡coime!, que no funciona... Pestes varias y al concesionario. Miran y remiran, dan vueltas y más vueltas y le dicen al mí Xuan que, efectivamente, la capota no se mueve, pero que a ver qué hizo, que si no será que dejó algo sin pagar... ¡Pásmate! Se subía por las paredes el prubín... Habla con varios mecánicos y hasta tres le dicen que "nomenó", que clarísimamente es por problemas técnicos. Recurre al fabricante. Pues mire oiga, que no, que nosotros no tenemos la culpa, igual en el concesionario le hicieron alguna cosina ahí apresuradamente... Arreglos para acá y para allá, total, que acabó pagando una dineral más del acordado y la capota del coche del sufrido Xuan sigue sin moverse ni un ápice. ¿Es o no es para mosquearse? Ya le digo a Xuan que no sea fatu, que lo solucionen y le den el coche en las condiciones que estaban reflejadas en el contrato, ¡qué menos!
Pues este relato, amigos, entre bromas y veras, refleja lo que nos ha pasado a los ovetenses. Diseñaron un palacio de Congresos por 76 millones de euros que costó al final ¡360! para alegría y regocijo de los promotores. Sobre una de sus características estrella, su visera móvil, hay que decir casi como Galileo: Y sin embargo, no se mueve. Calatrava dice que, ¡ah...! se siente... que va a ser por unas soldaduras que algún gañán hizo por ahí y que Jovellanos XXI anda más tiesa de dineros que la mojama y que de esos polvos vienen estos lodos. Éstos, a su vez, dicen que tururú. Los responsables de las empresas que participaron en la construcción aseguran que los problemas son de tipo técnico y que los monumentales sobrecostes "se deben al sistema de trabajo de Calatrava", "todo se hace sobre la marcha" afirman. Sólo faltan Pepe Gotera y Otilio para completar el equipo. Como guinda, el renombrado arquitecto afirma: "hay una campaña de descrédito contra mí con fines electorales". Mira tú... Y lo del diálogo con las torres, ¿cómo irá? Yo no soy técnico ni financiero. Soy un ovetense al que le gustaría que, ya que regalamos el terreno para que la ciudad dispusiera de un flamante Palacio de Congresos y que la operación conllevó la construcción de un nuevo campo de fútbol por casi 50 millones de euros (13 más de los previstos inicialmente, por cierto), nuestro patrimonio se gestionara de forma eficaz y transparente y al que no le dieran, cada dos por tres, gato por liebre. Así que, como mi amigo Xuan, digo: "¡Pues yo quiero un cabrio!".
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2014/11/13/quiero-cabrio/1670726.html

viernes, 7 de noviembre de 2014

TINTA LLENA DE RABIA Y DOLOR

El Otero

Tinta llena de rabia y dolor

Una reacción ante un incomprensible suceso

05.11.2014
Tinta llena de rabia y dolor
Tinta llena de rabia y dolor
Hay veces que las noticias saltan del papel y mudan en sonora bofetada. Hiriente. Triste. Arrojan una realidad doliente e incomprensible. Dura. Realidad con la que se estrellaron los operarios del Adif el pasado lunes cuando encontraron el cadáver de un niño de dos años al lado de las vías, cerca del apeadero de La Argañosa. Abandonado. Tirado como un objeto inservible. Como se tira un despojo. Me quedo mirando al teclado y, confieso, no sé qué escribir. ¿Qué decir ante esta infamia? Me invade la pena y la rabia no se queda atrás. Quiero compartir esa exasperación a ver si así es menos. ¡¿Por qué?! ¿Quién es capaz de algo semejante? Mientras intento dar forma a estas líneas, desconozco más detalles de la noticia, pero sean los que fueren, no puedo entender qué lleva a un ser humano a obrar de semejante modo. Una vida rematada en una cuneta. Congelada para siempre. Una vida que apenas estaba asomándose a su propio futuro. Ya no tendrá ninguna oportunidad. No le dejarán ser, sentir, crecer, aprender, sufrir, jugar, reír... ¡vivir!
Su futuro acabó en una miserable maleta metido allí por manos oscuras y frías que no saben lo que es la humanidad. Cuesta entenderlo...
Thomas Hobbes, filósofo del siglo XVIII, consideraba que una de las características fundamentales de la esencia humana es su egoísmo y, por tanto, el hombre acabaría siendo su propio verdugo. Por eso popularizó la frase de Plauto: "El hombre es un lobo para el hombre". Hechos como este, parecen querer darle la razón. La codicia se ha subido a todos los tronos. El dinero sigue siendo el poderoso caballero que pregonara Quevedo en la pícara España del XVII; bien lo sabemos en la España del XXI... ¿Es ese nuestro futuro? Yo, al menos, creo que no. Hay que seguir apostando y trabajando, cada día con más convencimiento, con más fuerza, por construir una sociedad más justa. A luchar por un mundo, sencillamente, mejor. No hay otra. El hombre es capaz de las mayores vilezas, sí, y, a la vez, de crear lo más maravilloso. Cara y cruz de una misma moneda. Así somos. Contradictorios.
Que la justicia trabaje y castigue al canalla que robó la vida a ese pequeño. Y que la sociedad no sea nunca capaz de acostumbrarse a pasar una página así en el periódico, sin dejar una lágrima de pena e incomprensión ante esos renglones impresos con tinta tan llena de tanta rabia y tanto dolor.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2014/11/05/tinta-llena-rabia-dolor/1666699.html

sábado, 1 de noviembre de 2014

MEDIO SIGLO SIN EL CEMENTERIO DE SAN PEDRO DE LOS ARCOS


Medio siglo sin el cementerio de San Pedro

Por razones de "higiene salubridad y urbanismo", hace 50 años, las autoridades iniciaron la monda y traslado de los 800 cadáveres que yacían en el Camposanto de la falda del Naranco Las excavadoras pusieron el punto final al recinto en 1971

01.11.2014
Una imagen aérea de finales de los sesenta de la parcela que ocupaba el cementerio, entre la iglesia de San Pedro de los Arcos y el colegio del mismo nombre.
Una imagen aérea de finales de los sesenta de la parcela que ocupaba el cementerio, entre la iglesia de San Pedro de los Arcos y el colegio del mismo nombre. 
Se alfombran calles y parques de hojas vencidas. Nos despeina ya el aire de las castañas. Los crisantemos ponen pinceladas de color en bazares y floristerías. El calendario advierte de que cruzamos fechas propicias para que esa mirada retrospectiva que de cuando en vez hacemos a ese Oviedo de hace medio siglo, se traslade en esta ocasión al viejo cementerio de San Pedro de los Arcos en el que tantos ovetenses dijeron adiós a sus seres queridos y que fue protagonista, involuntario, de tantos sucesos trágicos en el turbulento siglo XX. Y es que fue hace 50 años, en octubre de 1964, cuando se iniciaron los trabajos de monda y traslado de los restos mortales de aproximadamente ochocientos cadáveres, trabajos que finalizarían en 1968. El cementerio había sido clausurado el 31 de agosto de 1956 "por manifiestas razones de higiene, salubridad y urbanismo". También en 1964 se habían trasladado desde San Pedro al Valle de los Caídos nada menos que 1.018 cuerpos de una fosa común, de las más importantes de la ciudad, recuerdo hiriente de un triste capítulo de nuestra historia.
El 8 de febrero de 1971 las excavadoras pondrían el definitivo punto final.
Los datos más antiguos de los que hay constancia se remontan a 1792 aunque, con bastante probabilidad, su origen sea muy anterior a esa fecha, probablemente paralelo a la existencia de la antigua capilla que existía en época románico visigótica.
Los cementerios son lugares para un acto final, y desde que los cortejos fúnebres salen de ellos, sólo impera el reino del silencio, pero este lugar del "Sancto Petro del Otero" ha gustado de contar muchas historias que corrieron parejas a su propio devenir.
Con la llegada del siglo XX el cementerio se quedó pequeño, por lo que en julio de 1905, Manuel Suárez García, párroco entonces y promotor de la construcción de la iglesia actual, se dirige al Ayuntamiento solicitando la ampliación urgente para evitar que "se tengan que inhumar cadáveres sin que haya transcurrido el tiempo señalado por ley", autorización que llegó en octubre del mismo año tras un informe favorable de la Comisión de beneficencia y sanidad, firmado por el entonces arquitecto municipal, Miguel de la Guardia.
La virulenta gripe de 1918 llevó en febrero de 1919 al párroco, Leopoldo González, a solicitar una nueva ampliación ya que "el cementerio, afecto de los muchos enterramientos en él verificados (120) durante la epidemia gripal, está próximo a su saturación". Y así quedaron sus límites hasta que en julio de 1970, es el alcalde el que dirige un escrito al Arzobispo solicitando que se cedan los terrenos ocupados por el cementerio ya que "este colegio Nacional carece de campo escolar que permita juegos y recreos complementarios de la enseñanza".
Años antes, vivió sus páginas más luctuosas. A los pies de sus muros se excavó una fosa común para enterrar sesenta y cuatro cadáveres tras la revolución de octubre de 1934. Y allí fue fusilada la joven Aida La Fuente tras obligarla a cambiarse de vestido, como me narró, hace años, una vecina de la zona, testigo de los hechos.
En 1936, con el inicio de la guerra civil, San Pedro de los Arcos se definió como uno de los puntos estratégicos claves de defensa de la ciudad sublevada. La posición fue objeto durante días, de los ataques de las milicias republicanas. Un miembro de la compañía Janáriz allí destacado, anotaba en su diario: "El bombardeo es intensísimo, la parte del cementerio ofrece un espectáculo espeluznante: se hallan mezclados cadáveres de hace varios días que no pudimos enterrar, con cadáveres de hoy y miembros de cadáveres de hace muchos años". Por su parte, el 13 de octubre de 1936, el periódico el Noroeste publicaba esta noticia: "Nuestras milicias se apoderaron ayer de la iglesia de San Pedro de los Arcos. La operación fue brillantísima y estuvo precedida de un intenso cañoneo que originó numerosos incendios en las casas inmediatas". Con la entrada de las columnas gallegas el 17 de octubre de 1936 y el repliegue de las posiciones republicanas, se puso fin al capítulo bélico en la zona.
Sin duda, mucho dolor entre sus muros, muchas lágrimas derramadas, muchas tragedias escritas en su tierra.
Sus últimos años transformaron su ser en patio de juegos y escenario imaginativo de mil y una historias sobre aquellos nombres grabados en la piedra y en el tiempo. Y entre el miedo y el nerviosismo contenido, tratábamos de frenar la tentación de levantar lápidas o curiosear, casi profanamente, en el osario en busca de algún trofeo macabro que enseñar, envalentonados, a los amigos.
A buen seguro, muchos serán los ovetenses que guarden en su recuerdo imágenes del cementerio parroquial de San Pedro de los Arcos. Hoy, casi cuesta imaginar cómo fue en otro momento, no tan lejano, ese lugar.
http://suscriptor.lne.es/oviedo/2014/11/01/medio-siglo-cementerio-san-pedro/1664864.html

jueves, 30 de octubre de 2014

LA CHUCHA Y LA EDUCACIÓN

El Otero

La Chucha y la educación

Sobre el vandalismo en el Campo San Francisco

29.10.2014 
La Chucha y la educación
La Chucha y la educación
Para los que tuvimos la suerte de que parte de esa única patria auténtica de la que goza el hombre, su infancia, transcurriera por las calles de Oviedo, el Campo era, cómo no, un gran patio de juegos. Uno más. Si los praos del Vallobín se quedaban cortos, ahí estaba esperando, paciente siempre, el Naranco y, para otras ocasiones, el entonces casi bosque, era el elegido. Primero fueron los paseos los domingos por la mañana para ver a la osa Petra, dar barquillos a los patos o algo de arroz a las palomas. Con el tiempo, ya liberados de manos adultas, el Campo era escenario de horas muertas, sueños adolescentes y miradas furtivas sin oficio ni beneficio; a comer pipas y verlas pasar... Para las pipas, los riquísimos caramelos de limón, o el arroz para las palomas, ahí estaba, contra viento y marea, el quiosco de la Chucha, como un ineludible punto neurálgico para golosinear, que tantas tardes de tantos infantes carbayones endulzó. Hoy ya no hay caramelos, ni pipas, ni arroz, ni chicles Bazooka, ni...
Sólo el quiosco en su soledad, con los ecos de las miradas golosas de los críos que nos acercábamos con un par de duros quemándonos en la mano. Ya nadie quiere el quiosco, una pena. Salvo los indeseables que no le dan ni veinticuatro horas de tregua al pobre. Convertido en objetivo de energúmenos que parecen tener la única neurona de la que son poseedores en un bote de pintura. Si el Ayuntamiento lo pinta, tranquilos que antes de un día ya dejó su firma el imbécil de turno; no sé, igual se cree que lega una gran obra de arte a la posteridad. No se libran muchos otros espacios de la ciudad de la estupidez y falta de civismo de estos elementos. Temo también por otra recién llegada al Campo: Mafalda. Me gusta. Quizá sea porque atesoro casi toda la colección de sus viñetas desde hace años; quizá por su originalidad, o por el contraste frente a alguna horterada de sus predecesoras. Me gusta y temo que sea objetivo de alguna canallada cerril al igual que las gafas del apesadumbrado Woody. Ni el quiosco de la Chucha, ni ningún edificio de la ciudad se lo merecen. Soy consciente de lo difícil de atajar este problema. ¿Solución? La única posible: educación. Es el único camino, aunque no a corto plazo, para ir en pos de una sociedad mejor. No hay otro. Que el corrupto no robe por miedo a que le pillen, ni el tonto del spray no pinte por miedo a una multa -bien merecida, dicho sea de paso- sino por convicción y responsabilidad ciudadana, ¿utopía?. Pitágoras, además de enunciar el teorema de los famosos triángulos, dijo: "educad a los niños y no será preciso castigar a los hombres", ¿o no...?
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2014/10/29/chucha-educacion/1663278.html