domingo, 23 de mayo de 2010

Serenidad

Serenidad


“El signo más cierto de la sabiduría es la serenidad

constante

(Michel de Montaigne)


Tal parece que hubiesen pasado años desde que una gran polémica sacudió nuestra ciudad; es lo bueno y malo a la vez de la política: la noticia de hoy, mañana a nadie importa, pero ¿importa? pues bien, como concejal de esta ciudad, y sobre todo como ovetense me gustaría hacer una pequeña reflexión, por eso de que “nada de lo ovetense me es ajeno” con permiso de Terencio y aunque el agua pasada no mueva molinos, a mí al menos, sí me importa, aun a riesgo de estar fuera de actualidad.

Quiero comenzar felicitando al alcalde. Es un genio. Es único en meterse en polémicas inútiles para la ciudad y en crear problemas donde no existían. Ocurrió con el Real Oviedo y lo hizo hace semanas, armado de un belicoso lenguaje, a la sombra de un rancio y estéril discurso localista, intentando enfrentar a los asturianos y confrontando con la que probablemente sea la institución más valorada por todos. Una intromisión en un ámbito que no le corresponde y con una clara falta de respeto a sus órganos gestores.

No voy a entrar en cuestiones que están en mente de todos; las posiciones de unos y otros han quedado claras y el tiempo, juez supremo como se suele decir, dará o quitará razones, lo que si me incomoda es el enfrentamiento al que al que se ha abocado a los conciudadanos de Oviedo en pro de una supuesta defensa de la capitalidad. Como ovetense quiero lo mejor para mí ciudad, lo contrario sería de estúpidos, pero en esta defensa no vale todo. La capitalidad no se defiende sólo por tener un equipamiento más o menos. Se defiende por otros derroteros. Y dejémonos ya por favor de ese lenguaje guerra civilista del cerco de Oviedo ¡por favor! Seriedad. Y aquí no hay traidores. El insulto, lo único que logra, es descalificar a quien lo profiere. Y me considero gravemente insultado. Y si alguien es traidor, calificativo que no me gusta nada, sería aquel que intentara utilizar actuaciones, acciones o polémicas en beneficio propio o de ocultos intereses.

Defenderé siempre esta ciudad, pero el hecho de que no estemos de acuerdo con gran parte de las actuaciones de su alcalde no nos convierte en traidores. Y no sean tan patéticos como para pensar que siempre tienen la razón de su lado.

Construyamos entre todos. Unamos esfuerzos en busca de un Oviedo que sea querido y respetado por todos los asturianos. Trabajemos todos por el bien de nuestra ciudad y de Asturias tendiendo puentes con el resto de los asturianos, no dinamitándolos. Hagamos un esfuerzo por abrir nuestra capital y convertirla en una ciudad amable y acogedora, y eso se hace con políticas en busca del acuerdo y en actuaciones sensatas, por ejemplo y sin ir más lejos, encaminadas a mejorar el tráfico y aparcamiento para que aquellos miles de asturianos que a diario nos visitan no se encuentren con una ratonera.

Y no olvidemos que lo mejor que se consiguió en este país se logró desde el consenso. No sean tan necios y dejen de obsesionarse con todo aquello que no son capaces de controlar y hagamos de nuestras demandas una causa con razón; sólo con la fuerza de la razón y no con la razón de la fuerza y del enfrentamiento conseguiremos nuestros propósitos.

La ciudad no necesita trifulcas que bastantes problemas tiene por resolver y ahí es precisamente donde se demuestra la lealtad; no en campos de batalla virtuales. Y la capitalidad no toca en una tómbola; se gana día a día apostando por aquello que hace a una ciudad más solidaria, más justa, más equitativa. Deseo para mis hijos una ciudad donde prevalezca la ética por encima de la estética. Y gobernando para todos, por favor, desde el sosiego, la seriedad y sobre todo y por encima de todo, la serenidad. Hoy y siempre.


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