martes, 26 de mayo de 2020

SÁNCHEZ DEL RÍO: UN ADELANTADO A SU TIEMPO

El Otero

Sánchez del Río: adelantado a su tiempo

La brillante trayectoria de un arquitecto que dejó una profunda huella en la ciudad

26.05.2020


En las semanas previas al estado de alarma, habíamos leído muchas veces el nombre de Sánchez del Río por una de sus obras: la nave de cañones de La Vega, proyectada en 1940 y que uno de los proyectos alternativos al tristemente fenecido "Bosque y Valle", para la regulación del tráfico en Santullano, pretende profanar. Pero hay mucho más. Ildefonso Sánchez del Río Pisón. Ingeniero de caminos y proyectista de estructuras, con un bagaje profesional tan rico y extenso que resulta imposible comprimir en unas líneas. Hijo de un juez asturiano, nació en Haro (La Rioja) el 1 de junio de 1898. Cursó estudios en la Institución Libre de Enseñanza de Madrid. En 1916 ingresó en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, acabando su carrera en 1922. En ese año se trasladó a Asturias, a San Esteban de Pravia, donde ejerció como ingeniero del puerto hasta 1925. Durante el último año simultaneó su trabajo con el de Ingeniero Municipal del Ayuntamiento de Oviedo, cargo que desempeñó hasta 1941. Sánchez del Río dejó mucha huella en Asturias y en Oviedo. Es autor de los puentes de Láneo sobre el Narcea, o del de Las Caldas sobre el Nalón. En 1973 construyó el mercado de ganados de Pola de Siero, actual estación de autobuses, que el arquitecto Robert Brufau, encargado del proyecto de rehabilitación en 2017, definió como pieza "única en el mundo". Diseñó los depósitos de agua de Trubia, Mieres, Turón y los del Cristo, de 1927. En 1933 se construye en el Campo San Francisco el palomar, desaparecido tras la Guerra Civil, diseñado por él, junto con el arquitecto Enrique Rodríguez Bustelo y conocido por su forma helicoidal como "el tornillu". 
Cuando en 1926 se acabó de derribar la iglesia de San Isidoro, se decidió que el espacio liberado fuera destinado para la venta de leche. Con el fin de cobijar a las "lecheras", Sánchez del Río recibió el encargo en 1929 de proyectar un techo para este menester. Con un presupuesto de 4.000 pesetas se optó por una cubierta de hormigón en forma de paraguas, forma que bautizó la plaza desde entonces. También en los años veinte se construyeron en el concejo lavaderos con esa techumbre de paraguas: en Olloniego, en La Corredoria, en Fuente la Plata y en el Naranco, al lado del centro de interpretación del Prerrománico, cuya cubierta derribó un camión hace años y nunca se reparó. 
Otra obra, pionera de la ingeniería de la época, fue la cubierta del estadio de Buenavista, con una tribuna libre de apoyos y una capacidad de 4.000 personas sentadas. 
Y una de sus obras más significativas en Oviedo es, sin duda, el Palacio de los Deportes. La construcción se inició en 1961, siendo inaugurado en 1975. Consta de una bóveda de 100 metros de luz y una superficie de 100 metros de lado sin ningún pilar intermedio. La descripción del proyecto se inicia con una frase muy significativa: "Vamos a construir, si Dios quiere, la mayor bóveda autoportante que hasta la fecha haya sido realizada". 
Dentro de la estructura de hormigón en la que se apoya la cubierta se encuentra uno de los detalles más llamativos: las articulaciones de los arranques de los arcos, que se encuentran en una caja de vidrio e iluminados por decisión de Sánchez del Río. Así lo definió: "¿Cómo podemos admitir que esos diminutos atlantes que van a soportar sobre sus hombros no la bóveda celeste, pero sí la del Palacio de los Deportes de Oviedo, pasen desapercibidos?". 
Con este proyecto, Sánchez del Río concurrió al Congreso Internacional de Estructuras laminares de San Francisco en 1962. 
Sánchez del Río es hijo adoptivo de Oviedo y el municipio acordó dar su nombre a una calle el 15 de marzo de 1988, merecido reconocimiento a quien dejó en Oviedo de forma tan singular tanto de su buen hacer.
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2020/05/26/sanchez-rio-adelantado-tiempo/2640073.html

lunes, 18 de mayo de 2020

EL SANTO SUDARIO SALE A OVIEDO

El Otero

El Santo Sudario sale a Oviedo

Crónica de la primera salida en procesión del paño en 1598

Carlos Fernández Llaneza 18.05.2020 


Hay un símil que me parece tan gráfico como acertado: la historia es como sacar una cereza de un cesto; coges una y, engarzada a ella, salen un montón más. Y así es. Hace dos semanas viajamos al Oviedo del siglo XVI para saber de las penurias vividas por los ovetenses a causa de la peste. La semana pasada conocimos la devoción a San Roque y a San Sebastián como protectores frente a las pestilencias. Y, una cereza más, descubrí la que había sido la primera vez que el Santo Sudario había salido a encontrarse con los ovetenses en las puertas catedralicias. Habría que esperar hasta el 5 de septiembre de 1942 para que, con motivo de la consagración de la Cámara Santa después de su reconstrucción, asistir a un acto semejante; otra cereza que dejaremos para otro día. Pues bien, me parece una historia curiosa e interesante que merece la pena conocer y, cómo no, compartirla con ustedes que, como el vino, mejor compartido. Para ello me serviré de las Actas Capitulares que tanta vida ovetense atesoran. En la del 14 de diciembre de 1598 se recoge la propuesta al Cabildo de don Diego de Lugo, Gobernador, y los Padres Maestro fray Pedro de Marçilla por el convento de San Vicente, el prior de Santo Domingo, Guardián de San Francisco y Rector de la Compañía de la conveniencia de procesionar con el Santo Sudario al fin de pedir la gracia ante las calamidades de las pestilencias aunque "no había memoria que el Santísimo Sudario se viese jamás sacado de la Cámara Santa en procesión". 
Después de la debida deliberación se vio pertinente la propuesta y, así, el 16 de diciembre de 1598, el Santo Sudario salió por vez primera en procesión. El acta capitular, fechada en ese día, recoge el evento con detalle: "? el preste y ministros subieron a la Cámara Santa y sacaron el Santo Sudario, con la devoción que pudieron, hasta la escalera, donde aguardaban los señores dignidades con el palio y el Gobernador y Regimiento, todos con sus hachas de cera, y muchos ciudadanos de toda suerte, asimismo con hachas que dio la Ciudad, y en llegando allí los cantores abajo comenzaron un motete que está hecho para cuando esta santa reliquia se muestra, y en el descanso de la escalera el Arcediano de Tineo, que como preste y dignidad más antigua lo sacaba, se paró y descubriendo yo, secretario, que hacía el oficio de diácono la cortina, de rodillas se mostró desde allí la primera vez el santísimo Sudario, que la gente, que era mucha, adoró con gran devoción y lágrimas de muchos, y el canónigo Suero González la tornó a cerrar de su lado, que hacía oficio de subdiácono, luego bajaron la escalera y se paró el preste al pie della, donde la procesión se fue ordenando y los cuerpos santos fueron pasando, haciendo al pasar su venia y, tras ellos siguió el Santo Sudario, y salieron debajo de las torres, donde a la puerta grande del medio estaba una peana con tres gradas, donde se subió el preste, y allí tornó a descubrir la reliquia para que la viese la gente que estaba en la plazuela y luego prosiguieron con la letanía hasta el altar mayor, donde por tercera vez tornaron a descubrirla y, vuelto a correr el velo, le pusieron un asiento que para esto estaba hecho en el altar en medio delante del Sacramento y, dicha la misa, le volvieron a descubrir, y cada vez que se descubría el espacio de un credo y no más. Tornose a la Cámara Santa y después volvieron por los cuerpos santos y los tornaron a ella y se acabó con esto el oficio, quedando la gente conpledíssima, y con mucha razón, que el acto fue muy de ver, lo uno por la santidad de las reliquias que en él se juntaron y por la mucha devoción que se hizo así de parte de los religiosos como de la gente de la ciudad y de fuera que acudieron. Hizo en esta procesión el oficio de Maestro de ceremonias el doctor Victorio García, Magistral desta santa iglesia, y se le deben gracias que lo hizo muy bien". 
Pues, ya que estamos en tiempo de cerezas, aquí queda una muestra más de una de esas historias, felizmente engarzada, que nos ha servido para acercarnos y conocer un poco más de ese Oviedo remoto. Espero que hayan disfrutado al asomarse a ese día, sin duda especial, de diciembre de 1598.
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2020/05/18/santo-sudario-sale-oviedo/2637118.html

lunes, 11 de mayo de 2020

A DIOS ROGANDO...

El Otero

A Dios rogando...

San Roque concentraba la devoción frente a pandemias en la Catedral

11.05.2020 

                                         Imagen de San Lázaro. Retablo Catedral de Oviedo
El refranero español, tan rico y variado, nos ofrece un conocido aforismo: "A Dios rogando y con el mazo dando". Podríamos interpretarlo como que, ante alguna necesidad o anhelo, bien está encomendarse a la Providencia, pero sin dejar de lado todo aquello que esté en nuestra mano. En estos tiempos de pandemias seguro que no son pocos los que han elevado oraciones buscando consuelo ante la pérdida de un ser querido o ante los padecimientos de la enfermedad; pero, eso sí, sin dejar de someterse al mejor tratamiento que la ciencia nos brinde; nadie en el siglo XXI opone fe a los avances clínicos. Pero no se crean que siempre fue así. Como recordábamos la pasada semana, la ciudad vivió no pocas pestes a lo largo de su historia. Y, claro, para los ovetenses del siglo XVI no era preocupación menor disponer de algún santo intercesor al que dirigir plegarias y rogativas, dado que de ciencia iban más bien escasos. 
Pues bien, en nuestra inabarcable Catedral tenemos dos imágenes en lugar privilegiado a los que los ovetenses dirigían su mirada en tiempos de pestilencias: San Sebastián y San Roque. A ambos los vemos en la predela del retablo mayor: San Sebastián a la izquierda y San Roque a la derecha. San Pedro y San Pablo flanquean la cátedra episcopal en el centro y los acompañan los doctores de la Iglesia: San Ambrosio, San Gregorio Magno, San Jerónimo y San Agustín. Ambos seguramente ocupen tan privilegiado lugar por el voto de los ovetenses que, inde-fensos ante epidemias como la de la peste de 1503 que asoló prácticamente toda la Península, buscaban, indefensos, auxilio al amparo de una fe sencilla y popular. La ciudad de Oviedo en el siglo XVI no se caracterizaba precisamente por su salubridad, lo que sin duda favorecía el surgimiento y propagación de enfermedades. La única medida para evitar contagios radicaba en limitar el movimiento de las personas (¿les suena?) y en cerrar la ciudad a la entrada de viajeros. Aun así fue inevitable controlar la extensión de la peste en 1503: "Las gentes mueren mucho a causa de la peste, las yglesias están enmantadas y entradas de camas que apenas pueden las gentes andar por ellas". En 1530, poco antes del remate del retablo, se repitió la situación, por lo que no es de extrañar la presencia de estos santos protectores que gozaban de un importante papel de cercanía y familiaridad en la religiosidad popular. En el retablo ovetense vemos a ambos caracterizados por sus atributos: el bordón de peregrino de San Roque y el arco y, tal vez, una flecha hoy desaparecida, en la mano derecha de San Sebastián, a quienes la tradición popular consideraba defensores por excelencia contra la peste. San Roque vino a reforzar ese papel protector de San Sebastián contra la plaga aumentando su devoción a lo largo del XVI en Oviedo, llegando incluso a constituirse una cofradía en 1598 que se uniría a la ya existente de San Sebastián. La imagen de San Roque muestra, en una de sus piernas desnudas, una llaga como signo de que había padecido la peste. 
No podemos concluir sin recordar, asimismo, la peste que sobrevino en Oviedo en 1598 y que motivó la salida del Santo Sudario procesionalmente hasta la puerta de la Catedral. Allí se instaló una peana con tres peldaños para que los ovetenses del siglo XVI congregados en la plaza pudiesen contemplarlo y orar ante él. 
En fin, más motivos para visitar nuestra querida Sancta Ovetensis, lugar en el que como en ninguno concurren tradición, historia, arte, devoción y fe. Si les place, dirijan sus preces a San Roque y a San Sebastián pero, eso sí, nunca dejen de cumplir escrupulosamente las indicaciones de las autoridades sanitarias; ya saben, a Dios rogando, pero con el mazo dando...
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2020/05/11/dios-rogando/2634606.html

lunes, 4 de mayo de 2020

LECCIONES DE LA HISTORIA

El Otero

Lecciones de la historia

Las medidas que tomó la ciudad ante las diferentes pandemias que sufrió

04.05.2020 | 00:34
Un agente de la Policía Local, durante un homenaje a las víctimas. 
    Que estamos viviendo una situación tan inédita como excepcional para la mayoría de los ovetenses es algo que no vamos a cuestionar. Es así. Pero, en una ciudad con una historia tan extensa como es el caso de Oviedo, no es difícil encontrar situaciones de extrema dificultad como, por ejemplo, pandemias que, en su momento, tuvieron en jaque a toda la población. 
    Una de las mas antiguas de las que hay constancia, ocurrió en 1503. Juan Uría Riu recoge en uno de sus numerosos estudios sobre Oviedo lo sucedido con una de estas "pestilencias" que de vez en cuando asolaban las ciudades europeas obligando a las autoridades, como ahora, a tomar medidas drásticas e imponer castigos severos, llegado el caso, para intentar contener la enfermedad. Así sucedió en julio de 1503, en los que el municipio de Oviedo fue informado de que en los concejos de Pravia, Valdés, Salas y Cangas de Tineo se morían muchas personas de "pestilencia, de la conversación de los tales logares e gentes dello", manifestación esta última que implica, a juicio de Uría, una idea del contagio por el aire y sin contacto alguno directo. 
    Así pues, el municipio de Oviedo dispuso "que todo hombre se apartase de cuantas personas que de dichos concejos venían a negociar sus cosas y conversaban y estaban en la ciudad e dormían en casas de sus vecinos", por lo que se prohibía a los habitantes de dichos concejos "que fuesen, que estuviesen en la ciudad ni en sus arrabales hasta que la justicia y regimiento se lo permitiese, so pena de dos mil maravedís para el reparo de las calzadas de la ciudad, siendo además desterrados por treinta días, por el corregidor y si fuesen clérigos, por el obispo y su provisor". 
    Asimismo se prohibía a los ovetenses "que fuesen ellos o sus criados a los dichos concejos bajo la misma pena de dos mil maravedís y el destierro de treinta días", según se lee en un acta del 21 de julio de 1503. Más de un año después, en el otoño de 1504, los efectos de la peste aún no habían pasado. El 16 de octubre de 1504, el bachiller Juan López y Juan Yáñez, canónigos, dijeron en el consistorio, en nombre de la Iglesia, que tenían acordado sacar los cuerpos y las reliquias de los santos, para el día de San Lucas y "rodear la ciudad en procesión, rogando al municipio que asistiesen todos a causa de la peste". 
    Pues como ven, nada nuevo bajo el sol. Nuestros antepasados ya supieron lo que es lidiar contra graves "pestilencias". Y, por desgracia, no fue la única. Entre 1572 y 1578 se vieron nuevos episodios de peste. Luego vendrían brotes de cólera, tifus, la gripe de 1918 y otras más recientes como la gripe asiática de 1957 que se cobró un millón de víctimas en todo el mundo, afectando principalmente a niños, adolescentes y adultos jóvenes, contagiando a un tercio de la población española. No es de extrañar, por tanto, que en una de las campanas de nuestra Catedral, la Santa Cruz, inutilizada por el impacto de una bomba en octubre de 1934, fundida en el año 1539, rece la inscripción: "Alabo al dios verdadero, llamo al pueblo de Dios, congrego al clero, lloro a los difuntos, ahuyento las pestes y las fiestas solemnizo". 
    Oviedo ha escrito muchas páginas memorables y gozosas, qué duda cabe, pero también, es inevitable, muchas páginas impresas con dolor, penurias y sufrimiento. Pero de esas páginas me gustaría extraer una conclusión certera e indiscutible: de todas ellas hemos salido airosos. La ciudad se recompuso, lamió sus heridas y afrontó el futuro. No cabe otra posibilidad. De lo que estamos viviendo, por duro que pueda resultar, especialmente por aquellos que nos dejaron, también saldremos con bien y, si somos inteligentes, aprenderemos alguna lección que nos ayude a crecer como personas y como sociedad. Oviedo nunca ha renunciado a un futuro mejor. Ahora tampoco lo haremos
    https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2020/05/04/lecciones-historia/2632073.html