martes, 30 de marzo de 2021

MANTOVA



EL OTERO



Mantova


La industria textil de Vallobín como ejemplo de las empresas que se quedaron en el camino

Suele ser frecuente oír que Oviedo es una ciudad eminentemente de servicios mientras que el peso industrial recae sobre otras ciudades de la región. Puede ser. Pero no siempre fue así. Oviedo tuvo una importante actividad industrial a lo largo de su historia: yacimientos mineros en Olloniego y Tudela Veguín. Minería de hierro y caliza en el Naranco. Arcillas para la industria cerámica. Madoz habla de molinos harineros, telares o la alfarería de Faro. 

En 1857 se inició la fábrica de armas en La Vega y en Trubia desde finales del XVIII. En 1865 la fábrica de pólvora en la Manjoya y de dinamita a partir de 1888. En 1898 se instaló la pionera fábrica de cementos Portland en Tudela Veguín. La malograda fábrica de loza de San Claudio desde 1901. También en San Claudio, desde 1896 la tejera Cerámica Asturiana. La Popular Ovetense desde 1898. La Fundición Bertrand en 1860 y La Amistad en 1856. En 1943 inicia su producción Industrial Química del Nalón y en 1948 Industrias Doy. 

Hubo en Oviedo industrias harineras, panificadoras, fábricas de alcohol, sidra, jabón, cerillas, galletas, achicoria, talleres de construcción de carruajes, ebanisterías, herrerías… A finales del siglo XIX Oviedo contaba con 49 fábricas que empleaban a unas 3.000 personas; así pues, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX la industria seria la principal impulsora del crecimiento urbano de Oviedo y, por tanto, también demográfico. 

A la vez, crece el interés por sacar de la ciudad las actividades fabriles a favor de los servicios y el uso residencial. En fin, que sí. Que Oviedo fue también una ciudad industrial, aunque, lamentablemente, la mayoría de esas industrias, por unas u otras razones, fueron desapareciendo. Duele recordar aún la reciente marcha de La Vega o el cierre de la Loza de San Claudio, una industria que merecería haber sobrevivido y cuyo cierre no se merecían sus trabajadores ni los vecinos de San Claudio. 

Las instalaciones de Mantova en el barrio de Vallobín.

Hoy quiero evocar otra de esas industrias desaparecidas: Mantova. Una próspera fábrica textil que cerró sus puertas en abril de 1992 y que se ubicaba en mi querido Vallobín y por la que pasaba con mucha frecuencia mirando con envidia a su terraza en la que se decía –y era cierto– había una piscina. A nuestros infantiles y curiosos oídos llegaban noticias de los animados guateques que se organizaban los domingos. Por supuesto, ni piscina ni guateque caté nunca jamás. También me contaron que tuvo su propio equipo ciclista en el que llegó a correr José Manuel Fuente “El Tarangu” en 1964 y 1965. Pero nada es eterno. LA NUEVA ESPAÑA del 12 de abril de 1992 informaba: “Mantova, pionera en el sector, ya no es moda. La popular empresa textil ovetense pionera del sector de confección español, cerró tras 37 años debido a una suspensión de pagos. 

La causa fue la falta de liquidez, la desidia de la Administración regional y la desconfianza de los bancos en el sector textil, que impidieron que avalaran los 150 millones en letras que le adeudan sus clientes”. Se ponía punto final a una empresa fundada en Oviedo en 1956 y que había logrado un éxito notable. Llegaron a ser especialmente conocidos sus gabanes impermeables y bañadores; bien podría ser de esta marca el que lució Fraga en su famoso baño en Palomares. 

En fin, sirvan estas líneas de recuerdo a una importante firma ovetense y como homenaje a todas esas empresas que se fueron quedando por el camino; de forma especial, a las que en estos últimos meses no han sido capaces de sobrevivir a esta maldita pandemia. Detrás de cada empresa que cierra, además de los perjuicios económicos para trabajadores y empresarios, queda también sepultado mucho esfuerzo, mucho tiempo dedicado y muchos sueños por cumplir.







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lunes, 22 de marzo de 2021

MONTE ALTO: MÁS QUE UN PARQUE

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2021/03/22/monte-alto-parque-43711319.html


EL OTERO

Monte Alto, más que un parque

Las necesidades del parque Purificación Tomás, un lugar emblemático de la ciudad

22·03·21

“Yo, Frómista, abad desde hace veinte años junto con mi sobrino el monje Máximo, nos establecimos en este lugar, abandonado y deshabitado, fundando una basílica en honor de San Vicente, mártir de Cristo y levita”. Este conocido texto, supuestamente del año 781, relata el primer asentamiento monástico encabezado por Máximo y su sobrino Fromestano y fue considerado como el documento fundacional de Oviedo, si bien la copia es del siglo XI o XII por lo que habría que tomarlo con todas las reservas. Pero es lo que nos enseñaron en el colegio: “Máximo limpiaste y desmontaste antes de agora este lugar, que llaman Ovetao, y lo allanaste con tus esclavos estando áspero y fragoso sin que nadie lo poseyese y lo despojaste del monte que tenía”, según traducción de Ambrosio de Morales. Hoy sabemos que no es así. En los últimos años se ha ido conociendo más sobre la romanización de Oviedo, especialmente después del hallazgo de la fuente en la ampliación del Museo de Bellas Artes. Era sabido que, en el Naranco, donde se ubica la iglesia de San Miguel de Lillo hubo algún tipo de villa romana. Así como en el entorno de Villamorsén o Villarmorsén (villa de Ermesindus). La villa Murias de Paraxuga, que arrasó la construcción de la la Facultad de Medicina, o el hallazgo de tégulas romanas en San Pedro de los Arcos, dan fe de una presencia romana en Oviedo. No en vano era un importante cruce de caminos y la protección que ofrecía el Naranco y los ríos Nora y Nalón actuaba a favor. Pero mucho antes de Máximo, Fromestano y las posibles villas romanas, ya hubo “ovetenses” por estos pagos. Cerca de Latores estaba “Castiellu de Llagú”, castro arrasado en 2005 por la ampliación de una cantera para vergüenza de autoridades municipales, autonómicas y Consejo de Patrimonio. Se cree que estuvo habitado entre el siglo IV a.c. y el II d.c. En Fitoria se emplazaba el castro de La Cogolla; también pasó a mejor vida. Castillo en Cuyences, el Cantu de la Torre en Paredes y así hasta dieciséis catalogados. Y por Monte Alto también se paseaban nuestros antepasados. 

Una imagen del parque de Monte Alto a finales de los años sesenta del siglo pasado. | Vicente Álvarez

Una imagen del parque de Monte Alto a finales de los años sesenta del siglo pasado. | Vicente Álvarez

De niño pasé decenas de veces por él sin saber siquiera qué era un castro; eso sí, siempre con miedo y cuidado de los celosos doberman que guardaban la finca de Julián Rodríguez. Pero centrémonos en ese cercano y desaparecido castro. Era un escalón o contrafuerte del borde inferior del Naranco, situado al Noroeste de Vallobín y al sur de los monumentos prerrománicos. De hecho, se ha resaltado la importancia de este enclave por su cercanía a ellos y a la citada anteriormente villa romana en el Naranco. El castro se hallaba en la zona superior de Monte Alto y constaba de un recinto ligeramente ovalado de 72 metros de longitud. El lugar estaba protegido por un escarpe de 4 metros de altura, rodeado de un foso. De él nada queda, ni de la muralla o del parapeto que sin duda tuvo. La ausencia de restos obedecería al aprovechamiento de la piedra en las edificaciones posteriores del contorno o a que se trataba de un castro con empalizada y vivienda de madera. Es muy probable que se tratase de un castro-torre o de una torre de vigilancia que controlaba, dada su posición prominente sobre la ciudad, toda la cuenca ovetense y el paso de los caminos hacia Lucus Asturum y la ciudad romana de Gigia. Y esto lo sé gracias al gran trabajo que llevó a cabo en 1964 José Manuel González y Fernández Vallés, apodado cariñosamente por los que gozaron de su amistad y por sus alumnos como “Piedriquina”. Pues bien, hoy esa zona es el parque Purificación Tomás. Pisamos sobre un lugar especial. Por su historia y por su magnífica ubicación de la que podemos disfrutar todos los ovetenses. Fui asiduo de este parque. Me enfadó mucho la construcción, en su día, de una pista para bicicletas que lo seccionó irremediablemente y que ahora se encuentra en un estado más que mejorable. Lo que fue bar es una ruina lamentable; curiosamente, ejerce como conejera. Las instalaciones deportivas claman a gritos mejoras a fondo. El edifico que albergaba los servicios permanece tapiado y embadurnado de pintadas. Así que un lugar tan emblemático en nuestra historia común bien merecería una buena mirada para mejorar su aspecto. Ya que no supimos conservar lo que la historia nos legó de nuestros ancestros más lejanos, conservemos y mejoremos lo que sí tenemos hoy.

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domingo, 21 de marzo de 2021

ASTURIAS: HERMOSO VERSO







ASTURIAS: HERMOSO VERSO


Vivimos días complejos. Han sido meses difíciles. Y lo que es peor, muchos se han quedado por el camino. El mundo, tal como lo conocíamos, ha cambiado. ¿Volverá a ser el mismo? Quizá. Pero de lo que no cabe duda es de que no nos sobran certezas y certidumbres. Y hoy, 21 de marzo, día en el que Naciones Unidas nos invita a conmemorar el día internacional de la poesía, se nos brinda un asidero firme: celebrar como comunidad una idea singular y única que nos ofrece la oportunidad de que, en esta tierra, todos, celebremos en concordia, cada año, el Día Mundial de la Poesía “como una fiesta de la cultura, como un proyecto de libertad, educación y belleza”. A día de hoy, más de quince mil personas, entusiastamente, se han incorporado como fundadores a este inédito proyecto liderado por el siempre activo e inquieto Graciano García. Y cientos de colectivos, empresas, organismos e instituciones de todo tipo se han sumado en un decidido, fervoroso y creciente apoyo. Abramos hoy, por tanto, una oportunidad al futuro. Agarrémonos a la esperanza. Sintámonos orgullosos de que Asturias sea, por un día, el punto en el que converjan las miradas de todos los que creen, como Lorca, que la poesía puede ser una “alerta a la sociedad” que, dicho sea de paso, no está de más. Asturias, hoy, más aún si cabe, es el más hermoso verso. Dejemos que nos invada la poesía, en todas sus expresiones. Hagámosla nuestra. Sintámonos cómplices necesarios. Y abramos las puertas de par en par a esta gran iniciativa, porque, como creía Mario Benedetti, “Cuando la poesía abre las puertas es como si cambiáramos el mundo”.

lunes, 15 de marzo de 2021

EL TESORO "INIMAGINABLE"

Hace justo un año les proponía un fabuloso viaje en el tiempo. Un viaje fantástico al 13 de marzo del año 1075: apertura del Arca Santa. Había llegado a Oviedo, procedente de Tierra Santa, durante el reinado de Alfonso II, dando así inicio al papel de la Catedral de Oviedo como relicario. A esto se sumaron la llegada de los restos de los mártires Eulogio, Leocadia, Leocricia y Eulalia, la hidria de las Bodas de Caná, la casulla de San Ildefonso... hasta el punto de que se consideró que ningún templo de la Península Ibérica poseía más reliquias que el ovetense. La Cámara Santa ha sido, desde su construcción en el siglo IX, el lugar en que se custodian las principales reliquias y tesoros del templo. 

Todas las reliquias halladas en su interior fueron enumeradas, destacando entre todas ellas el Santo Sudario del Señor. La relación de reliquias fue recogida en un pergamino del que se conservan dos copias del siglo XIII en el Archivo Capitular de la Catedral. 

Pero, ¿cuál era el contenido de ese “tesoro inimaginable” La relación más fiable y completa es la del documento real de Alfonso VI, que el propio rey refiere en el documento de la donación de Langreo y que Enrique López recoge junto con numerosísima información en el magnífico libro “Las Reliquias de San Salvador de Oviedo”. Según ese documento, el número de reliquias custodiadas se eleva a 85: 7 del Señor (2 incluidas después de las de la Virgen); 2 de la Virgen; 8 de los apóstoles (5 dentro de la lista de los santos: Santiago hermano del Señor, San Juan Apóstol, San Andrés, San Juan (sic) y San Pablo Apóstol); 1 de los profetas; 1 de San Juan Bautista; 4 de personajes del Antiguo Testamento (profetas Ananías, Azarías y Misael) y 62 de “otros muchísimos santos cuyo número solo la ciencia de Dios abarca”. 

Hay otro documento, el Manuscrito de Cambrai, escrito datado en torno al siglo XII o XIII en el que también se describe el contenido del arca de forma, quizá, un poco más fantasiosa. Dice este escrito: “Temblando y lleno de miedo, se llegó al Arca con toda reverencia él (el abad Alveredo) y el Rey solos y, una vez abierta, encontró en ella doce cajitas cerradas cuidadosamente con llave. Abrieron una sola de ellas y descubrieron en su interior las reliquias siguientes: leche de Santa María, parte de la cruz del Señor, parte de la corona de espinas, un poco de la roca del sepulcro, tierra del lugar donde ascendió al cielo, parte de los pañales en los que estuvo envuelto, sangre de la imagen que unos judíos hirieron, volviendo a crucificarlo, un trozo de la vara de Moisés, maná, la bolsa de San Pedro, la bolsa de San Andrés, un trozo de la cuna donde yació de niño, la suela del calzado de San Pedro, cabellos de Santa María Magdalena y otra muchas cosas que no le fue posible ver, debido a que la Reina y la hermana del Rey se acercaban, entre tanto, sigilosamente con la intención de apoderarse, si les era posible, de algo del Arca. El Abad, al darse cuenta, cerró rápidamente el Arca que había abierto y pasó la llave sin que nadie después hubiera intentado abrirla. Quedaron fuera del Arca la bolsa de San Pedro y la de San Andrés. Al Abad le pesó mucho haber abierto el Arca y examinado su interior, porque al poco tiempo perdió la luz de sus ojos”. En fin, en palabras de Enrique López, “curioso relato en el que se percibe el eco lejano y confuso de unos hechos históricos deformados por la tradición”. 

Lo que sí es innegable es que, gracias a esas reliquias, Oviedo se convirtió en punto de atracción para peregrinaciones de toda Europa y que, en buena medida, esos hechos contribuyeron a configurar, a lo largo de los siglos, el Oviedo actual. 

Y, a fin de cuentas, los ovetenses de hoy somos orgullosos custodios y usufructuarios de ese legado secular y, si cabe, aún un poco más en este año en el que se cumplen los 1.200 años de la consagración de la Catedral de El Salvador a la que Menéndez Pidal definía como “relicario de los Doce Apóstoles”.


https://www.lne.es/oviedo/opinion/2021/03/15/tesoro-inimaginable-43043461.html

lunes, 8 de marzo de 2021

LA CASA DE LOS LLANES: UNA HERIDA ABIERTA

EL OTERO


La Casa de los Llanes: una herida abierta

Sobre la azarosa historia de una desaparecida joya de la ciudad


Seguro que entre sus lugares preferidos para dar un paseo se encuentra la plaza de la Catedral. Uno de los puntos más visitados de la ciudad. Y probablemente alguna vez habrán mirado con pena para los andamios que, desde hace años, cubren el solar vacío que ocupó una de las edificaciones más bellas de la ciudad: la conocida como Casa de los Llanes, a la que la guía de arquitectura y urbanismo de Oviedo define como “pura retórica”. Uno de los mejores exponentes de la arquitectura civil de estilo barroco tardío de Asturias. Como ocurre con el solar vacío del martillo de Santa Ana, duele ver esas heridas abiertas en el corazón del Oviedo secular. La Casa de los Llanes fue construida en 1741 por orden de Menendo de Llanes-Campomanes y Cienfuegos, vecino de la villa de Noreña y regidor del concejo de Lena, Caballero de la Orden de Santiago. Se construyó en el lugar ocupado por otras casas anteriores de la misma familia “que se hallaban juntto a la capilla, hospittal y pattio de la dicha Cofradía” (de la Balesquida) según documento de ajuste y convenio ante José Menéndez Valdés de 20 de junio de 1741. Así consta en este documento, recogido por Javier González Santos en un boletín del RIDEA sobre la capilla de la Balesquida, “Menendo prettende lebanttar en quadro las dos paredes, es a saber: la que divide la Santta Capilla de su casa, con todo el largo que tiene, de esquina a esquina, en que se incluie la pared del pattinejo, y la ottra pared que hace frentte a la casa en que vive oi el señor Penittenciario y que la divide un callejón del hospittal, y en ambas prettende hacer o romper ventanas, según la disttribuzión de quartos que fabricase en la nueva casa”. El penitenciario era el hermano menor de don Menendo, Andrés Benito de Llanes-Campomanes, canónigo de la Catedral y quien vivía realmente en esas casas y para quien se reedificaron. Dado que la Cofradía veía perjudicados sus de-rechos de luces, aguas e intimidad, puso embargo a la obra, aunque este contencioso se solucionó de forma rápida y amigable según describe Santos. Lo de los litigios en esta casa viene de lejos. 

La casa de los Llanes, junto a la Balesquida. | C. D. C.

Tras los daños sufridos en la guerra civil, se reconstruyó en 1942 dándole un piso más. También es conocida con el nombre de la que fue su propietaria: Isabel Maqua Carrizo. Nacida en Avilés, viuda de Menéndez de Luarca e hija de Javier Maqua, primer marqués de San Juan de Nieva, pertenecía a una acaudalada familia con negocios en México y con varios palacios y posesiones en Asturias. En la plaza de la Catedral, además de esta casa, la familia Maqua era propietaria del edificio adjunto, obra del arquitecto Juan Miguel de la Guardia, sede del Colegio Oficial de Notarios. Se da la circunstancia de que, junto con Gertudris de la Sala y Jove y María Galán Carvajal, fueron las primeras mujeres ediles de la ciudad. Tomaron posesión el 18 de octubre de 1929 y estuvieron en el cargo hasta febrero de 1930. Maqua, viuda y sin hijos, era muy conocida en la ciudad. Tal era su popularidad que la inefable sorna ovetense no tardó en hacerle hueco: “Oviedo, un monte, la Catedral / una calle larga y ancha/ la casa consistorial/ un montón de casas viejas/ un proyecto de hospital/ Isabel Maqua, Ladreda/ y pare usted de contar”. Pues bien, en 1961, Isabel Maqua donó su casa al Arzobispado a condición de que fuera destinada a residencia sacerdotal. Sin embargo, en 2002, el Arzobispado la vendió a una constructora lo que motivó el rechazo de los herederos de Maqua por incumplimiento del modo de legado. Finalmente el asunto se resolvió favorablemente para el Arzobispado. Por si fuera poco, la constructora, a su vez, litiga contra el Colegio de Notarios de Asturias al considerar que éstos, en la rehabilitación de su sede, invadieron parte del terreno de la casa. Y el proceso sigue en un pin, pan, pun que omito por no aburrirles y que da cumplimento al dicho: unos por otros la casa por barrer. El caso es que, en pleno corazón de Oviedo, tenemos un solar cochambroso que ve pasar los años sin solución. Y mientras escribía estas líneas leo en La Nueva España que se planea cubrir el aspecto ruinoso actual con una gran lona con el lema “Oviedo, refugio del Camino”. Bien está. Pero, ¿no será como barrer y esconder la basura debajo de la alfombra? Ansío ver la casa reconstruida cuanto antes y ese triste vacío remendado. Que la plaza catedralicia luzca en completo esplendor. Seguro que ayudaría a que cuando los inspectores de la Unesco visiten la ciudad para incluir el Oviedo intramuros como Patrimonio de la Humanidad, se inclinen por otorgar tan merecida distinción. Me alegraría enormemente.

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2021/03/08/casa-llanes-herida-abierta-39392104.html

lunes, 1 de marzo de 2021

TEJOS CARBAYONES

EL OTERO

Tejos carbayones

De Santa Ana al claustro de la Catedral, algunos ejemplares destacados del árbol sagrado


Que el árbol más famoso de Oviedo es un roble o carbayu es sabido: nuestro totémico Carbayón. Dio con sus ramas en tierra el 2 de octubre de 1879. No faltó previamente una viva polémica como gustamos los ovetenses; al igual que sucedió en numerosas ocasiones, la piqueta se llevó el gato al agua, o el hacha el carbayu al suelo. Cuando hace unos días curioseaba para intentar descubrir cuál es el árbol más añoso de Oviedo, concluí que, seguramente, sería el texu de Santa Ana de Meixide o de Vega. Pero no es el único. En la aldea naranquina abandonada del Pevidal hay unos cuantos ejemplares magníficos. Aledaño a Santa María del Naranco encontramos un vetusto ejemplar. En el bosque de Ajuyán, uno de los bosques más sorprendentes del concejo, podemos ver buenos tejos. Es un árbol magnífico. Se da la circunstancia de que en esta conífera de la familia de las taxáceas todo es tóxico, a excepción de sus semillas recubiertas por una capa carnosa rojiza. Durante mis años en la industria farmacéutica, trabajé en la compañía que desarrolló un fármaco contra el cáncer, el paclitaxel, principio activo que se basa en las propiedades citotóxicas del tejo. Pacientes con cáncer de ovario, pulmón o mama se han beneficiado de él. Los griegos fueron los primeros en aprovechar propiedades medicinales del tejo como antídoto contra la mordedura de serpiente o de insectos venenosos. Infusiones de hojas de tejo se utilizaban como abortivo. También los romanos conocían perfectamente sus propiedades. El propio emperador Claudio dio cuenta de ellas en el senado. Julio César cuenta en “La guerra de las Galias” cómo Catuvalcus, jefe celta de la tribu de los eburones, se suicidó tomando una infusión de ramas y hojas de tejo. Para los druidas celtas el tejo gozaba de condición de árbol sagrado atribuyéndole propiedades mágicas. Por eso construían sus templos cerca de las tejadas o los plantaban alrededor de los mismos. De él obtenían los druidas sus báculos y los finos palillos con los que adivinaban el futuro. En las islas británicas obtuvo fama y mayor número de aplicaciones; su madera se utilizaba para ejes de carros o para los flexibles arcos de guerra y caza. La tradición anglosajona asegura que el arco de Robin Hood era de madera de tejo. Algunos ataúdes egipcios también se construyeron con esta madera. En Japón, asimismo, es frecuente plantarlos junto a los templos. En la península ibérica el tejo no gozaba de tan buena fama. No era infrecuente que los pastores los arrancaran para evitar intoxicaciones del ganado. Afortunadamente, muchos sobrevivieron. Hay documentado algún ejemplar que se cree ronda los dos mil años de vida. Por tanto, no es extraño que en Asturias sea común verlos delante de las iglesias. Se creía que las ramas avanzaban hasta las sepulturas y, metiéndose por la boca de los difuntos, volvían a éstos a la vida. En los tejos era costumbre, en determinadas fechas, exponer el Santísimo.

Dibujo de Francisco Ruiz Tilve de Santa Ana de Meixide.

Dibujo de Francisco Ruiz Tilve de Santa Ana de Meixide.

Volvamos a Oviedo. En el claustro de la Catedral hubo un tejo. Fue abatido en 1889. Con su madera se construyó un relicario. En el texto que cuenta el traslado a Oviedo de los restos del santo de Quirós, San Melchor, se narra: “Se colocaron las dos cajas interiores en otra mayor construida con maderas de un tejo regular que se cortó del claustro de esta iglesia”. 

Los árboles siempre a nuestro lado para mucho más que darnos sombra. Viven para darnos vida.

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2021/03/01/tejos-carbayones-36396221.html