miércoles, 31 de diciembre de 2014

CAMPANADAS Y DESEOS

El Otero

Campanadas y deseos

Las peticiones para 2015

31.12.2014 | 03:38
Campanadas y deseos
Campanadas y deseos
Aver quién es el que no ambiciona algún deseo, por recóndito que sea, mientras echamos el año fuera y recibimos con los brazos abiertos al calendario neonato. Nadie. Todos, en mayor o menor medida, tenemos nuestras esperanzas ante el año a estrenar; pues bien, al son de las campanadas, comeré cada uva con un deseo para este espacio compartido que es nuestra querida ciudad de Oviedo, para la que todos, sin duda, ambicionamos lo mejor. Uvas preparadas, una copina burbujeante a mano para brindar por el futuro a punto de inaugurar y pensando más, como diría Unamuno, en ser padres de nuestro porvenir, que hijos de nuestro pasado. Así pues, atentos... ¡Tan! Que usemos lo menos posible el nuevo y flamante HUCA ¡haya salud! ¡Tan! No más casos fábrica de armas, Coca Cola... trabajo de calidad para los más. ¡Tan! Que sepamos aprovechar las oportunidades urbanísticas; por favor... que no la pifien en el Cristo y la Vega... ¡Tan! Que el Oviedo suba, ¡esa afición se merece ver al equipo en primera cuanto antes! ¡Tan! Que el Naranco tenga quien lo mime. Oviedo sigue viviendo de espaldas a su monte. Estamos en deuda con él. No le sigamos castigando con la indiferencia... ¡Tan! Para mayo una corporación eficaz y transparente, comprometida y preocupada de verdad por Oviedo y los ovetenses. ¡Tan! Ni una sola mujer más que viva humillada o aterrorizada en su propio hogar; ni un niño sin comida, sin una educación de calidad, sin juguetes, sin sonrisa, sin futuro. ¡Tan! Que no se nos atragante la "operación de los Palacios" ni Villa Magdalena y acaben con bien para la arcas municipales ¡Tan! Que la luz blanca que ya ilumina algunas calles se extienda y esa luz mortecina que configura paisajes tenebrosos nocturnos pase a la historia, ¡si es que no se ve ni para cantar! ¡Tan! Que los ovetenses sepamos encontrar y valorar lo que nos une que, sin duda, es mucho más de lo que nos separa y podamos vivir en paz, aun desde las diferencias, encontrando nuestro espacio de compromiso para aportar un ladrillo más en el muro de una sociedad mejor. ¡Tan! Ni un ciudadano de la magnífica zona rural de nuestro municipio que no sienta que tiene los mismos derechos y servicios que los del casco urbano. ¡Tan! (...) Esta última campanada queda vacía para que incorporen el deseo que les plazca; cada quien tendrá los suyos; pero, seguro, seguro, que todos coincidimos en que lo que apetecemos es una ciudad que camine por este 2015 con pie firme, orgullosa de su pasado, sí, y esperanzada en su propio futuro.
¡Feliz año a todos!
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2014/12/31/campanadas-deseos/1692939.html

sábado, 27 de diciembre de 2014

CANCIÓN DE NAVIDAD

El Otero

Canción de Navidad

Una reflexión sobre el sentido de las fiestas

27.12.2014 
Canción de Navidad
Canción de Navidad
Fue Charles Dickens el que tuvo la feliz idea de utilizar este sencillo título para tejer una historia, realmente genial. Dada la fecha que resalta el calendario, me da pie a pensar en voz alta en torno a la Navidad. Tan lejos y tan cerca aquellas pascuas de finales de los 60, atesoradas en el cofre de los recuerdos propios, mucho más sencillas, en las que me escondía debajo de la mesa para huir de los corchos voladores de "El Gaitero", con turrones tan duros que había que partirlos a martillazos; Papá Noel casi no existía, los colegiales de San Ildefonso marcaban el inicio de las vacaciones escolares y los días se iban en recorrer todas las tiendas de juguetes de la ciudad: Navarro, Bazar Oviedo, Cuadrado, Simago, Galerías Preciados, Lacazette, Al Pelayo, Botas, Giovi... por eso de ir dejando ideas a SSMM a los que esperábamos cada año ver, con emoción renovada, enfilar la calle Uría, aunque la edad dictara que ya no tocaba.
Pero nostalgias propias aparte, el cuento de Dickens me da la oportunidad de recordar a Ebenezer Scrooge, un anciano egoísta y avaro irredento que teniéndolo todo, no tenía nada. Su único objetivo era acumular riquezas. Cuando le pidieron un donativo para los pobres, él les dice que si no hay asilos, a lo que le responden que sí, pero que prefieren morir que ir a esos lugares. Scrooge les contesta que mejor, que así se controla el incremento desmesurado de población. Y se queda tan ancho; vamos, que le importa un comino la necesidad ajena. Tendrá que venir el fantasma de Marley, condenado a vagar eternamente cargado de cadenas lastradas con el peso de su avaricia y egoísmo pasados, con el anuncio de que será visitado por tres espíritus que le ofrecerán una oportunidad de librarse de seguir el mismo destino de Marley, para que el viejo avaro recapacite. Y no sigo que no es plan de contar todo el cuento.
Pero este relato, escrito en 1843 en plena época victoriana, y que fue visto por muchos como una crítica a los excesos del floreciente capitalismo industrial del siglo XIX, lamentablemente, puede tener una lectura muy actual.
El avaro Scrooge, en pleno siglo XXI, actúa bajo el nombre de oscuras corporaciones financieras, bancarias o industriales que, al amparo de opacos paraísos fiscales, especulan como en un inmenso juego de Monopoly; nada les importa que esos movimientos e inversiones multimillonarias en tierras, materias primas o alimentos, puedan condenar al hambre a millones de personas. O bajo el poder de inmensas fortunas excluyentes y turbias que se mueven con un simple clic, ajenas a controles e imposiciones fiscales. Actúa a la sombra de políticos y adláteres que buscan, víctimas de una codicia insaciable, un lucro rápido y desmedido... Sí, el amigo Ebenezer parece que no se ha convertido del todo...
Habrá que ver a quién le corresponde el papel de esos espíritus que fueron capaces de tornar tanto egoísmo y avaricia. A lo mejor, a cada uno de nosotros, nos toca, vaya usted a saber cómo, cuándo y dónde, esa función de espíritus de la Navidad, quién sabe...
Mis deseos de una feliz Navidad o, como dice el pequeño Tim para poner el punto final al relato: "Que Dios nos bendiga a todos".
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2014/12/27/cancion-navidad/1691492.html

martes, 16 de diciembre de 2014

SOBRE EL DERRIBO DE LOS PILARES


Carlos Llaneza: "Derribar los Pilares fue uno de los errores históricos de la ciudad"

El estudioso lamenta la pérdida en 1915 de una obra que recogió elogios de Jovellanos

16.12.2014 
Carlos Fernández Llaneza, ayer, en la AMSO.
Carlos Fernández Llaneza, ayer, en la AMSO. 
"El derribo de Los Pilares, que ahora sería una joya es uno de los grandes errores históricos que se han cometido en Oviedo". Así entiende Carlos Fernández Llaneza, estudioso de la historia de la ciudad, lo sucedido desde el 5 de enero de 1915, cuando las autoridades locales decidieron terminar con la construcción que había facilitado la traída de agua desde 1599 hasta la puesta en marcha de los depósitos de Pérez de la Sala, en 1875. Llaneza ofreció estas reflexiones durante una conferencia que pronunció ayer por la tarde en la sede de la Agrupación Municipal Socialista de Oviedo y que minutos antes compartió con este periódico. Asegura el conferenciante que hasta el propio Jovellanos había expresado en sus tiempos admiración por una obra "de arquitectos montañeses pero digna de romanos".
Los Pilares recogían agua de la fuente de Fitoria y también del recóndito manantial de Boo, cercano al cementerio de Ules. Y la llevaban, a lo largo de más de 300 metros, sobre 41 arcos y siempre por encima de los diez metros, hasta lo que sería el actual entronque de las calles Cervantes y Marqués de Teverga, donde recaía en una traída que llegaba hasta la Puerta Nueva, en el cruce de las calles Campomanes y Magdalena.
Carlos Fernández Llaneza repasó las dificultades que supuso su construcción. "Hubo que hacer dos proyectos. El primero estaba mal diseñado y al final se lo encargaron al fontanero mayor de Valladolid, Gonzalo de la Bárcena, a quien se le puso como condición que el agua debía llegar hasta la Puerta Nueva", relata Llaneza. También cuenta cómo La Ciudad -el consejo formado por representantes de la iglesia, del rey y del municipio- encontró la financiación para la obra. "Fue a través de las sisas, que era un impuesto sobre la sidra y el vino, uno de los primeros gravámenes que se dieron para desarrollar obra pública. Esto está recogido en el 'Libro viejo de Fitoria', una recopilación de escritos de entre 1568 y 1600, que se conserva en el Archivo Municipal", continuó Llaneza.
El derribo supuso no poca polémica en la ciudad. "El sambenito del derribo está repartido, pero sobre todo fue la empresa del ferrocarril, la Compañía del Norte, la que más empujó. Justificaba acabar con el acueducto ofreciendo salvar con un puente el paso a nivel de La Argañosa; aseguraban que el material del derribo daría un dinero el Ayuntamiento y que las tareas para derribar la construcción darían trabajo a los obreros de la ciudad".
En las discusiones a favor de mantener Los Pilares terció con fuerza pero sin éxito Fermín Canella. "Hasta se colocaron unos arcos de cartón piedra frente al Campoamor como crítica satírica", cuenta Llaneza, que lamenta el derribo y subraya la importancia que tenían Los Pilares. "Incluso De la Guardia proyectó un paseo peatonal por la parte superior". Nada de esto salvó a Los Pilares.
http://suscriptor.lne.es/oviedo/2014/12/16/carlos-llaneza-derribar-pilares-errores/1686860.html

miércoles, 10 de diciembre de 2014

VÍCTOR HEVIA, MUCHO MÁS QUE UNA CALLE

El Otero

Víctor Hevia, mucho más que una calle

Sobre la aportación del escultor ovetense a la ciudad

10.12.2014 
Víctor Hevia, mucho más que una calle
Víctor Hevia, mucho más que una calle
Hubo un tiempo, no tan lejano -¿o sí?- en el que las calles de Vallobín eran calles de polvo, barro y noches de tinieblas. Un tiempo en el que esas calles por no tener, no tenían ni nombre; Vázquez de Mella era la primera travesía de Ramiro I o avenida del Sanatorio; Francisco Cambó era la calle D-6 o Víctor Hevia, la C-8. Fue el 14 de noviembre de 1963 cuando el Ayuntamiento decidió bautizar con el nombre actual las calles del barrio.
Nací en una de esas calles, en casa, que para qué íbamos a subir al Cristo para luego volver. En la denominada como Víctor Hevia. Durante años vi la placa con el nombre sin preocuparme de quién era ese tal Víctor, bastante le importaba a un guaje saber quién era; pero claro, con el tiempo, la curiosidad, ya se sabe... me llevó a descubrir que se trataba de un famoso escultor.
Hace unos semanas conocimos un poco la obra de uno de sus colegas, Gerardo Zaragoza -autor, por cierto, de la efigie de Hevia sita, oportuna y merecidamente, en la entrada de la Cámara Santa-, así que me parece oportuno también traer al presente a este escultor ovetense.
Víctor Hevia y Granda, carbayón de la calle Campoamor en la que nació el 20 de diciembre de 1885. Sus primeros estudios fueron en la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo, estudios que continuaría en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid, completándolos en Francia e Italia.
Entre 1920 y 1922 llevó a cabo la restauración de la Cámara Santa, deteriorada por el paso del tiempo. El conocimiento adquirido durante estos años fue de vital importancia para la reconstrucción tras la voladura de ésta en la revolución de octubre del 34. También fue responsable de la restauración de la antigua portada románica de la iglesia de San Isidoro, ubicada hoy en el Campo San Francisco.
De su obra perduran numerosas muestras en la ciudad. De su primera época nos queda en la calle Santa Susana,12, la placa en memoria del cabo Luis Noval, de 1910; su mausoleo en el cementerio de Oviedo es también obra del escultor, éste de 1916.
El escudo alegórico que remata la fachada de la entonces Diputación Provincial, hoy Junta General, en el que el escudo de Asturias está flanqueado por dos esculturas que representan el Trabajo y las Artes, es también de esa época, concretamente de 1913.
De su madurez merece la pena destacar la escultura "Amor y Dolor" sita en el Paseo de los Álamos del Campo, de 1925, y, en la calle Fruela, 9, se encuentra la lápida a Fermín Canella Secades.
En el Campo San Francisco está el busto al maestro de varias generaciones de ovetenses, Juan Rodríguez Muñiz, de 1927.
Sin salir del Campo, encontramos el monumento a Leopoldo Alas "Clarín", de 1931, destruido durante la guerra civil, realizado en colaboración con el escultor trubieco, Manuel Álvarez Laviada. En 1955, Hevia, esculpió un nuevo busto encargándose el taller de Belarmino Cabal, en 1967, de reconstruir el resto del monumento.
También en colaboración con Laviada, es el monumento a José Tartiere, de 1933, ubicado en el Paseo de los Álamos.
Algunas de sus obras más conocidas son la estatua de Alfonso II, el Casto, en la calle del Águila, obra de 1942, el busto a Ramón de Campoamor, en el teatro de su mismo nombre, o el de Julián Clavería, en los jardines del antiguo Hospital General, para el que, por cierto, los vecinos reclaman atención.
Junto con José María Fernández Buelta, fue autor de varios boletines del RIDEA, del que era miembro de número, esenciales para conocer el Oviedo primitivo, y sobre la destrucción y reconstrucción de la Cámara Santa catedralicia.
Falleció en Oviedo el 25 de noviembre de 1957.
Que duda cabe que aquella vieja placa metálica de fondo azul que cada día veía desde mi ventana, cobra mucho más sentido.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2014/12/10/victor-hevia-calle/1683994.html

miércoles, 3 de diciembre de 2014

LA TIERRA ESPECIAL

El Otero

La tierra especial

03.12.2014 
La tierra especial
La tierra especial
Sigo con curiosidad las andanzas del robot Philae sobre el lejano cometa. El hallazgo de moléculas orgánicas reaviva la teoría de la Panspermia, conjetura que defiende que la vida fue "sembrada" en la tierra por uno de estos cometas. Esto me trae a la memoria otra curiosa hipótesis denominada "la tierra especial", formulada por el paleontólogo Peter Ward y el astrónomo Danald Brownlee en el año 2000, que establece que el nacimiento de la vida pluricelular en la tierra requirió tal cantidad de circunstancias y eventos geológicos y astronómicos extraordinarios, en unas condiciones tan únicas y particulares, que la probabilidad de que en el universo, en el que somos un grano de arena, tuviéramos vecinos con los que comunicarnos, sería remota; o sea, que estaríamos más solos que la una en la inmensidad del espacio. Somos, por tanto, fruto de un maravilloso azar biológico que a lo largo de millones de años ha permitido que una especie de homínido, tras una serie de extinciones masivas que nos allanaron el camino, dominase la tierra y fuera capaz de ponerse en posición preponderante sobre el resto de especies. Un auténtico portento. Una maravilla cósmica, como un soplo divino; el dedo de Dios insuflando la chispa de la vida en el de Adán, como de forma sublime, Miguel Ángel dejó inmortalizado en el techo de la Capilla Sixtina.
Un planeta único e irrepetible. Una especie humana, también única e irrepetible, que ha sido capaz de crear genios magníficos y sublimes, pero también, en el reverso de la moneda, capaz de generar dolor y odio desmesurado.
Siguiendo la odisea de Rosetta me asombro de la maravilla que somos como planeta, como especie. Y no puedo dejar de pensar en las oportunidades que dejamos pasar cada día de vivir esa singularidad. Cuando enfrento noticias como las recientes del los incalificables asesinatos del Vallobín o de San Juan de la Arena. Cuando leo y siento los testarudos datos sobre pobreza de los que nos alerta, por ejemplo, el reciente informe de FOESSA presentado hace unas semanas por Cáritas en la Junta General. Cuando me asqueo ante el continuo empecinamiento de algunos en vivir revolcándose en sus propios detritos morales. Cuando veo que el apocalíptico jinete del hambre sigue galopando a su antojo. O cuando, con tristeza, contemplo lo desplumada que sigue la pobre paloma de la paz, especialmente en ese polvorín geoestratégico que es Oriente Medio. O las continuas patadas que damos al medio ambiente. O la infancia robada a tantos millones de niños. O la creciente, estúpida e inexplicable violencia contra las mujeres... pues ante esas situaciones es cuando temo que, quizá, algún día la madre Gaia nos considere indignos de la suerte que hemos tenido y nos de una buena patada en salva sea la parte... Sin embargo, la esperanza en un mundo mejor no ha de ser baldía. Cada día tenemos ocasión de mejorar algo. Cada día, seguro que se nos brinda alguna oportunidad de aportar algo positivo, sin ir más lejos, en nuestro propio entorno.
Lo dijo Antonio Machado: "Hoy es siempre todavía".

http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2014/12/03/tierra-especial/1680653.html