miércoles, 25 de septiembre de 2013

EL AYER DE LA PISTA FINLANDESA

http://www.lne.es/oviedo/2013/09/25/ayer-pista-finlandesa/1473680.html


El Otero

El ayer de la pista finlandesa

Historias de uno de los paseos más bellos de la ciudad

25.09.2013 
El ayer de la pista finlandesa
El ayer de la pista finlandesa
¿Quién no ha ido alguna vez a caminar un rato por el paseo de Valdeflora, más conocido como pista finlandesa? Su emplazamiento, en la falda del Naranco y con magníficas vistas sobre la ciudad y su entorno, lo convierten en idóneo para estirar un poco las piernas y respirar Oviedo a pleno pulmón. Alguna vez me han sugerido que traiga a esta ventana asuntos que tienen que ver con ella; vamos a ello.

Sabido es que el Naranco fue al menos desde el siglo XVII objeto de interés minero, como bien se detalla en el magnífico libro de Manuel Claverol y Miguel Torres «Geología de Oviedo», y, por desgracia para él, sigue siéndolo si nadie lo remedia. Para facilitar el transporte del mineral se construyó un ferrocarril desde Villapérez hasta San Pedro de los Arcos, cerca de la estación del Norte. A finales de 1878 llegó al Ayuntamiento la petición de permiso de obra del ferrocarril minero, solicitud recibida con desconfianza y preocupación; se temía que el trazado propuesto, paralelo a la traída de agua de Fitoria hacia los Pilares, visible aún hoy en la pista, pudiese dañar la conducción hídrica.

El ferrocarril minero, inaugurado el 1 de febrero de 1880, mostraba un trazado coincidente con la pista finlandesa y sobre su antigua caja paseamos hoy. Poseía una longitud de 7,5 kilómetros con una anchura de 0,6 metros. Comenzaba en la actual cantera de Orgaleyu y terminaba en un plano inclinado (128 metros de largo y 70 de desnivel) hasta el cargadero de la actual estación de Renfe, prácticamente pegado a lo que hoy son las escaleras de subida al parque de San Pedro. Los vagones eran inicialmente tirados por mulas, pero más tarde éstas fueron sustituidas por máquinas de vapor. El trenecillo fue incluso utilizado, ocasionalmente, por vecinos de la zona para sus desplazamientos.

La producción de mineral de hierro se mantuvo en las minas del Naranco hasta 1915, aunque las vías permanecieron varios años como testigos mudos de la antigua actividad minera.

Una de las anécdotas más curiosas con relación a este tren minero tiene lugar en agosto de 1902, cuando se produce la visita a Asturias del joven rey Alfonso XIII y decide visitar los monumentos, empresa nada fácil en aquellos años, dada la inexistencia de carretera. El periódico «El Carbayón» lo contaba con detalle:

«La comitiva siguió por diversas calles desde el Palacio del Conde de Toreno hasta el comienzo de la subida a San Pedro de los Arcos. Iba en primer término un carruaje con el alcalde D. José García Braga, varios particulares a los que seguían el de las reales personas, el del Sr. Gobernador y bastantes más con elementos de Palacio y otros particulares. La cuesta que da acceso a San Pedro de los Arcos la subieron todos a pie. Otro tramo del itinerario lo hizo el cortejo en un pequeño tren minero, construido años atrás por la Fábrica de Mieres, que había sido engalanado sencillamente pero con bastante gusto con telas de los colores nacionales. Para las personas reales se puso un cochecito cubierto con un ligero toldo negro; para el acompañamiento, como no había otra cosa mejor, plataformas y sencillos vagones, que, por cierto, fueron aprovechados, porque hasta en la máquina se colocaron bastantes personas. Eran las diez y media de la mañana cuando el trenecillo completó el breve recorrido desde las inmediaciones de San Pedro de los Arcos hasta el lugar denominado La Cruz, donde se hizo la parada. Para llegar a la carretera hay que atravesar unos terrenos con gran pendiente, lo que resultaba en extremo trabajoso para los expedicionarios. Su Majestad resbalaba a menudo, como las demás personas reales y el acompañamiento. Por fin se venció el mal trecho y llegóse a la carretera, que, por cierto, se encuentra en muy mal estado, para llegar pasadas las once a Santa María del Naranco». Valgan estas pinceladas de historia para sentar las bases de lo que es hoy este magnífico paseo, del que volveremos a ocuparnos para hablar de su presente.

Publicado el 25 de septiembre de 2013

miércoles, 18 de septiembre de 2013

OVIEDO, TAMBOR Y GAITA



http://www.lne.es/oviedo/2013/09/18/oviedo-tambor-gaita/1470396.html
El Otero

Oviedo, tambor y gaita

Las fiestas del pasado y del presente

18.09.2013 
Tiendo a imaginar las ideas como una especie de entes invisibles, esquivos, juguetones, que van y vienen y no se detienen y que, para cazarlos, habría que disponer de algún extraño artilugio de extravagante factura, del que dispondrían unos pocos privilegiados; al menos, para las buenas ideas.

En éstas estaba, escuchando la ciudad desde las alturas próximas, en un claro atardecer en el que los primeros sonidos de la fiesta mateína saltaban como un corcho por el bullicio y las ganas de diversión, cuando una idea se posó suavemente, qué cosas... Dice un amigo cántabro que tiene a bien seguir estas líneas que llevo una parte de abuelo Cebolleta dentro, y bueno, quizá sea verdad; es posible que comparta con el escritor francés Gautier que «vistas las cosas en la cámara oscura del recuerdo, toman un relieve singular»; o, quizá, simplemente, que me esté volviendo un carcamal de tomo y lomo; pero bueno, el caso es que asomado a los primeros compases de la fiesta ovetense por excelencia, recordaba otros San Mateos y otras fiestas. Rescoldos aún vivos en la memoria son, sobre todo, los días de América en Asturias, que entre confeti y banderas se me acrecentaban como aquellos gigantes que, en compañía de los perversos cabezudos, no dejaban de incordiar. Solía acudir después, en compañía de mis padres, a la plaza de toros o al Palacio de los Deportes para contemplar actuaciones de los numerosos grupos folclóricos, locales y foráneos, que venían al desfile.

Obligado era comer el «bollu» en el Campo el propio día de San Mateo. Alguna vez fui al hípico, que para eso tenía aquella especie de libretina de los socios de la SOF con los correspondientes tiques para bollos, hípico, Herradura, etcétera. Y las barracas, naturalmente; no dejamos duros en los coches de choque y en el tiro...

Por supuesto, la novedad de los chiringuitos, que no estrené porque aquel San Mateo del 83 lo pasé sirviendo a la patria en tierras africanas; tendría que esperar al siguiente para disfrutar de una fiesta más callejera y popular.

Claro que en Oviedo había más fiestas. Casi cada barrio tenía las suyas. En ocasiones nuestra cronista, querida Carmen, ha rescatado del cajón del olvido muchas de ellas. Fiestas que eran como una reproducción de las vividas, durante generaciones, en los pueblos. Días en los que veían la luz las mejores mantelerías, la vajilla de las ocasiones, el vino de «por si viene alguien» y ocupaban la mesa más platos de los habituales. Y un espíritu de camaradería vecinal y familiar que temo se ha difuminado un poco.

El San Mateo de hoy es diferente en muchas cosas, en otras no tanto. Pero lo importante vivir y convivir. Olvidar penas, diatribas, disputas, y poner por unos días nuestro mejor espíritu carbayón al servicio del encuentro con el otro.

Sin embargo, y ya que estamos con «folixes ovetenses», me gustaría cerrar con una vieja coplilla que encontré, de un tal Falín de Vetusta, y que dice:

«De les romeríes d'Uvieo, digo yo, Xuan el raposu -y non tengo dengún mieo a quedar por mentirosu-, que foi siempre la meyor la de San Pedro de los Arcos, con banda, gaita y tambor y el violín del ciegu Marcos; con aquelles meriendones rigaes con vino y gasiosa; con xente y xente a montones, divertía y bulliciosa. Agora vuelven facer aquelles fiestes perdíes. ¡Cuántu me allegra el poder dir allá con les míos fíes a comer unes tortielles de xamón con patatines y beber unos culines d'esa sidrina que espalma; la meyor de les bebíes pa' quitai penes al alma y dai al cuerpu enerxíes!».

Pues si lo dice Falín...

En cualquier caso, ¡Viva San Mateo! ¡Puxa Oviedo!

viernes, 13 de septiembre de 2013

PORQUE TUVE HAMBRE Y ME IGNORASTEIS...



El Otero

Porque tuve hambre y me ignorasteis

Las dramáticas cifras de la pobreza en el mundo 

11.09.2013
Porque tuve hambre y me ignorasteis
Porque tuve hambre y me ignorasteis
Con un poco de oído que se preste, casi escuchamos los ecos de la multitud de celebraciones que en estos días se festejaron por toda nuestra patria querida, y también, cómo no, en Oviedo: Latores, Caces, Perlín, en Trubia, y el Centro Asturiano encienden la mecha del calendario festivo local. En el caso del Centro Asturiano, el arranque de sus fiestas de Covadonga no pudo ser mejor: un excelente pregón por parte del padre Ángel, que unió deleite y aldabonazo a nuestras conciencias a partes iguales. Mi enhorabuena a la directiva y a su presidente por la elección, idónea en unas fiestas que incluyen en su programa un claro simbolismo solidario.

Quiso el azar que en esos días estuviera trabajando sobre un esbozo de artículo al que me arrojó el hecho de encontrarme, casualmente, unos datos que no por conocidos son menos dramáticos. Proceden de Naciones Unidas, a través de la FAO y son demoledores:

-870 millones de personas en el mundo no tienen suficiente para comer (la población actual de toda Europa está cercana a los 740 millones de personas; Estados Unidos, 314 millones. Repito por si acaso, ¡870 millones de personas pasan hambre!)

-El hambre mata a 2,6 millones de niños menores de 5 años.

-En Eritrea, Etiopía, Tanzania, Malawi, Mozambique, Zambia, Congo y Haití más del 35 por ciento de la población sufre desnutrición severa.

-Se necesitan en promedio tan sólo 25 centavos de dólar al día para dar de comer a un niño que padece hambre y cambiar su vida para siempre. 3.000 millones de dólares al año para dar alimento a 66 millones de niños en edad escolar (desde 2007 los gobiernos de España han dado a la banca 57.000 millones de euros).

Podría seguir con más datos. Vergonzantes datos. Y, por si eso fuera poco, pareciera que también están condenados al silencio, a la invisibilidad, al olvido. No importan. Millones de seres humanos que sólo se diferencian de nosotros por el lugar en el que nacieron. Imposible ponerse en el lugar de esas madres que miran a sus hijos con rabia y dolor porque no pueden hacer nada para evitar que las vidas de sus pequeños se les escurran entre sus brazos, inermes e impotentes, pero...

En nuestro país, en nuestra ciudad, con haber datos muy preocupantes, la situación, afortunadamente, es distinta; bien saben en la Cocina Económica, en Cáritas o en los Servicios Sociales municipales que las cosas no están siendo fáciles; pero el mapa del hambre en el mundo sonroja.

En el año 2000, 189 países miembros de las Naciones Unidas acordaron los «Objetivos del Milenio», ocho propósitos que deberían realizarse en 2015: el primero, erradicar la pobreza extrema y el hambre. 2014 llama casi a la puerta y seguimos escuchando millones de voces que claman a gritos pidiendo pan y justicia.

Citaba el padre Ángel a Luther King y su famoso discurso en Washington, del que ahora se conmemoran los cincuenta años. El reverendo King decía que, a pesar de las dificultades del momento, tenía un sueño. Un sueño de libertad, de justicia, de igualdad; un sueño que sigue vigente, vaya si sigue vigente.

El Papa Francisco lo dijo recientemente bien claro ante la FAO: «Ni promesas ilusorias ni coartadas, es urgente; se puede y debe derrotar el hambre».

No es sólo responsabilidad de los políticos, de los que el padre Ángel dijo, acertadamente, que «están para atender y servir, y si no, que se vayan». Es una responsabilidad de todos. Cada uno tendrá que encontrar su propia respuesta a qué hacer; quizá no olvidarnos de que el hambre existe y mata sea un primer paso necesario. Poner negro sobre blanco esta angustia que me roe, tal vez, también. Y a partir de ahí...

Bien lo dijo Homero: «La muerte en todas sus formas es aborrecible para el hombre, pero la peor de todas es la muerte por hambre». Así lo creo.


http://www.lne.es/oviedo/2013/09/11/tuve-hambre-ignorasteis/1467286.html?fb_action_ids=492649670825781&fb_action_types=og.recommends&fb_source=aggregation&fb_aggregation_id=288381481237582

Publicado el 10 de septiembre de 2013

miércoles, 4 de septiembre de 2013

LA REVOLUCIÓN DE LAS MARIPOSAS

http://www.lne.es/oviedo/2013/09/04/revolucion-mariposas/1464239.html
El Otero

La revolución de las mariposas

A veces, hay que apreciar la belleza sin hacerse preguntas

04.09.2013 
La revolución de las mariposas
La revolución de las mariposas
Cuando niño, odiaba aquellos anuncios de Galerías Preciados que, con el gran titular de «Vuelta al cole», presagiaban un próximo final del verano y, efectivamente, el inevitable regreso al colegio; menos mal que en Oviedo, con las fiestas mateínas, se amortiguaba un poco, y con la dedicación diaria a poner manteles en La Herradura, por los que nos llevábamos cinco duros que cambiaban de mano en la Chucha, a escasos metros, desfiles de América en Asturias, y seguir a alguna mocina por el Campo, con nulo éxito -pardillos éramos...-, el mes pasaba visto y no visto, y cuando te dabas cuenta, estabas ya en las vacaciones de Navidad. Pues eso, llega septiembre y sin cole al que volver, sí retornamos a nuestras tareas profesionales y, cómo no, a asomarnos a esta ventanina desde la que vamos charlando de lo humano y lo divino cada semana.

Pasó rápido el verano y, aunque estuve en otros menesteres que me abdujeron por completo, y en otros lugares, no fui capaz de romper ese invisible cordón umbilical que me une cada día a la realidad cotidiana ovetense a través de la página web de LA NUEVA ESPAÑA. Y la ciudad, claro, no para, como debe ser, porque la vida, sencillamente, tampoco se detiene.

Ya en Oviedo, retomé mis añorados paseos naranquinos, que, aunque las caminatas por las estribaciones de la sierra de la Culebra zamorana no tienen nada que envidiar, el Naranco, amigo, es el Naranco... y en uno de esos paseos en días recientes me sorprendió ver algo que nunca había contemplado. Cientos de mariposas revoloteaban anárquicamente por la cima de la peña Llampaya configurando una escena realmente curiosa. Me preguntaba por qué esa eclosión multicolor, pero para qué. A veces es suficiente con preguntarse menos y, sencillamente, disfrutar. La vida de la mayoría de especies de mariposas, sabido es, es efímera, pero en esos pocos días nos maravillan y sorprenden por algo tan sencillo, como esa humilde exhibición de colorido, sutileza y belleza. Por su poder de transformación y de, podríamos decir, dedicar su vida a adornar nuestro paisaje y que algún caminante se maraville unos segundos con semejante revolución.

Seguro que a las mariposas les importan bien poco los preocupantes titulares veraniegos sobre follones con los «palacios» (acertada defensa del Ayuntamiento de los intereses comunes) que algún dolor de cabeza que otro están generando -por cierto, y sin embargo, no se mueve...- o los asuntos de ubicaciones festivas, líos mateínos, polémicas hosteleras y, curiosa noticia, un rebelde zapato amante de nuestro patrimonio, que no encontró mejor sitio para encaramarse que nada más y nada menos que la Foncalada; supongo que a Alfonso III no le pasó por la cabeza usarla como armario para guardar calzado alguno...

Pero, con la vuelta a la ciudad, volví a pasear por las calles de Oviedo, a respirar este aire tan húmedo, tan nuestro, tan diferente al castellano; a contemplar nuestra propia historia dibujada en tantos edificios, a dejarme acoger de nuevo por esa fronda franciscana, sin manteles que poner, ni quiosco, por el momento, en el que mercar aquellos deliciosos caramelos de limón de antaño, pero que sigue siendo la misma. Y al igual que con las mariposas del Naranco, dejé de hacerme preguntas por unos instantes de por qué pasan determinadas cosas tan absurdas y abracadabrantes en nuestra querida Vetusta y, sencillamente, disfruté de mis pasos por las calles de la memoria.