lunes, 28 de septiembre de 2015

"RUFOS"

El Otero

"Rufos"

Una llamada de atención sobre el respeto hacia los animales

28.09.2015 
"Rufos"
"Rufos"
Tiene que estar contento "Rufo". Lo imagino, allá en el cielo de los perros -que a la fuerza ha de ser el nuestro también- agradeciendo, manso y bonachón como siempre, las muchas caricias que en estos días le están llegando. Aplaudí la iniciativa de erigirle una estatua hace meses desde estas líneas y sigo creyendo que cualquier idea que pretenda llamar la atención sobre el respeto hacia los animales ha de ser bien recibida. "Rufo", desde su posición sedente, ya para siempre en el corazón de Oviedo, se ha convertido en un símbolo a través del cual cientos de ovetenses han querido llamar la atención sobre la necesaria sensibilidad social hacia el mundo animal. No se entiende una sociedad que no sea capaz de respetar a los animales. Por desgracia, vemos muchos ejemplos aún de maltrato. Ejemplos que, cuando menos, resultan anacrónicos y poco afortunados en una sociedad que quiera ser avanzada en la consideración de los derechos de los animales.
Hay que convivir con un perro, por ejemplo, para entender que un animal es mucho más. En la puerta de la nevera tengo un par de chapas que me regalaron mis hijos con unas frases que definen muy bien lo que quiero decir: "Un perro sensato puede enseñarnos mucho de lo que necesitamos saber: paciencia, cariño, compañerismo y amor" (Pam Brown). Y la segunda reza: "Las personas necesitamos la felicidad que proporcionan las pequeñas cosas. Un perro te da el amor incondicional a cambio de nada". (Charlotee Gray). Seguro que estarán de acuerdo conmigo; especialmente si usted, amigo lector, tiene un chucho esperándole en casa. Dije una vez que mientras haya un ser humano que viva peor que mi perro no estaría satisfecho y no utilizaría más esa expresión de "vida de perros", pero eso no resta un ápice a lo dicho hasta ahora. Mientras escribo estas líneas, "Roy" duerme plácidamente a mis pies y, de vez en cuando, abre un ojo como diciéndome: "¿todo bien?".
"Rufo" ha sido protagonista estos días. Pero aún hay perros abandonados, maltratados. Olvidados. Otros "Rufos" que nunca tendrán ya no una estatua, sino un hogar donde les correspondan con una caricia su lealtad, cariño, y, me atrevería a decir, amor incondicional.
Aprovecho para traer a esta ventana, siempre abierta, la queja de una ovetense que no entiende por qué no puede pasar con su perro por el parque Pura Tomás, camino del Naranco, si éste va convenientemente atado. Supongo que la lógica dicta que, al igual que por cualquier otra calle de Oviedo o cualquier otro parque, los perros, atados y perfectamente controlados por sus dueños, puedan transitar, ¿o no? Todos padecemos alguna vez las consecuencias de la negligencia de algunos dueños de canes porque, como en botica, hay de todo. Pero la culpa no la tiene el perro. Conste.
En fin, que el espíritu de "Rufo" nos ayude a ser una sociedad más sensible y respetuosa con el mundo animal y, especialmente, con esos seres de cuatro patas que nos miran con devoción sin par; no en vano, para Kafka, todo el conocimiento, la totalidad de preguntas y respuestas, se encuentran en el perro.
"Roy" dice que ese Kafka tiene razón.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2015/09/28/rufos/1819339.html

miércoles, 23 de septiembre de 2015

¡VIVA SAN MATEO!

El Otero

¡Viva San Mateo!

Las curiosidades de la fiesta local en el siglo XIX

23.09.2015 
¡Viva San Mateo!
¡Viva San Mateo!
Con septiembre en retirada y el verano rendido al otoño, Asturias y Oviedo se quitan el traje de fiesta porque este mes, ya se sabe, es sinónimo de celebraciones. Como cada año, el Centro Asturiano prendió brillantemente la mecha y con sus fiestas de Covadonga pusieron el pórtico festivo en la ciudad. Una ciudad que se echó a la calle para soslayar horarios, afanes y preocupaciones. Bien está.
No sé si la curiosidad mató al gato o no; sé que es una fuerza motriz imparable, la misma que me llevó a revolver en busca de curiosidades sobre nuestra fiesta local. Y me encontré algún que otro texto curioso, como es el caso de las "Siluetas Ovetenses", colaboraciones en el periódico "El Carbayón" de Ramón Prieto y José María López Doriga y recogidas en un libro publicado en 1889. En unas líneas dedicadas a San Mateo leemos que "como el galileo evangelista abandonando su telonio, acudió presuroso al llamamiento de Cristo, así también los fieles acuden hoy a ganar la plenaria, tan luego les llaman las vistosas banderolas que, en la torre de la Basílica, flamean alborozadas anunciando el jubileo de la Santa Cruz". Y es que ahí, en la perdonanza y la gran afluencia de peregrinos que conllevaba, está el origen de la fiesta. Pero eso es otra historia. El texto de Ramón Prieto sobre San Mateo nos traslada a una ciudad distante y distinta. Con otro ritmo de vida. Así, tras el período estival "tornaban a sus hogares los que fueron a zambullirse al Cantábrico, los que aspiraron puros aires en el campo, los parroquianos de establecimientos de aguas minerales, y los que emigraron a las provincias en busca de mayores comodidades, mayor número de distracciones y mayores gastos". No sé yo si la mayor parte de la población vivía tan bien. Al colaborador de El Carbayón le parecía "natural que Oviedo reciba a sus hijos descarriados tras el estío y abra cariñoso los brazos a los mateínos". San Mateo era ocasión buena para el disfrute en una ciudad que, según opinión de alguno en aquellos días, "dormía la siesta". Por eso el autor cree que "la mayoría, pero una mayoría absoluta, hace firme propósito de no perder nada de lo que haya". El problema generacional parece que ya estaba a la orden del día puesto que "mientras la gente joven recibe con júbilo los festejos interminables, las caras paternas se nublan porque divisan en lontananza cansancio y aburrimiento". El calificativo de "mateínos" a los visitantes, mira tú que cosas, era también motivo de preocupación en tanto que "no son pocos los que ven con disgusto que se le aplique el nombre de mateínos porque creen que solo lo merecen los que quedan encandilados mirando la torre, con la cabeza echada hacia atrás y la nuez pronunciada y que apenas aciertan a balbucear un elogio (..). A estos es preciso decirles que nada hay de denigrante en la denominación, que si no les agrada no la oirán jamás, que si por venir a una romería quieren que les llamemos romeros se lo llamaremos. Si prefieren el de peregrinos nos pintamos solos para llamar peregrinos a la más fea y si anhelan el de hermanos tenemos un corazón capaz de amar hasta a los que nos tengan mala voluntad". En fin, cuestiones curiosas en torno a un lejano San Mateo. Hoy, Oviedo es distinto. Pero creo que hay algo que permanece inalterable a través de los siglos: el espíritu de acogida, el orgullo de sentirse ovetense y el ánimo de disfrutar de estas seculares fiestas.
¡Ánimo! Ya falta menos para gritar de nuevo: ¡Viva San Mateo!
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2015/09/23/viva-san-mateo/1817170.html

lunes, 7 de septiembre de 2015

LÁGRIMAS EN LA ARENA


Lágrimas en la arena

La imagen del niño sirio muerto en la playa

07.09.2015 
Lágrimas en la arena
Se llamaba Aylan Kurdi. Tenía tres años. Era Sirio y trataba de alcanzar las costas griegas. No lo logró. Se ahogó junto a su madre y hermano. Pero eso ya lo saben. Y sí, es cierto: una imagen vale más que mil palabras. Así que para qué extendernos. Todos hemos visto esa fotografía. Una imagen que hiere. Que duele. Que revuelve las tripas aunque, tal vez, no lo suficiente para agitar la conciencia de una inane e hipócrita Europa que parece que sólo se preocupa del terrorismo, del ébola o del drama de los refugiados cuando el problema llama a su puerta. No es justo.
Todos quisiéramos ver a los niños jugando en la playa haciendo castillos, chapoteando en el agua mansa, dibujando alegres figuras en la arena... pero no estamos preparados para tanto dolor como encierra esa imagen. Lo que quedó dibujado en esa orilla fue la triste y cruel silueta de la muerte. El grabado de un fracaso global. La imagen de un mundo loco e insensible que genera guerras y conflictos por intereses oscuros y luego, cuando se ve incapaz de parar al monstruo que ha creado, se desentiende. Se lava las manos en las lágrimas y en la sangre de los que se quedan allí mirando hacia nosotros suplicando ayuda. Inocentes que solamente quieren huir del terror en busca de una oportunidad. De un futuro. Aylan no volverá a su casa. Ni a jugar. Ni al colegio. ¿Cuántos niños más no saldrán en foto alguna y quedarán ocultos en un clamoroso silencio? Niños sepultados en el vientre gélido y oscuro de un mar convertido en inmenso cementerio. Niños y adultos anónimos para tranquilidad de nuestras conciencias. Niños víctimas (desde hace muchos años, dicho sea de paso) de la guerra, del hambre, del odio, de la intransigencia y, claro, de la indiferencia. Ver esa foto es como escuchar un desgarrador grito colectivo de miles de inocentes que tan solo anhelan vivir en paz. Un grito ante el que no sé qué hacer...
Me hubiera gustado empezar este mes de septiembre, sinónimo de fiesta en Oviedo, escribiendo en un tono más jovial. Me costaba y me resistía a escribir sobre esto; además, mucho se ha escrito ya, pero un nombre y una foto se ha puesto por delante de todo y se me agarró del alma irremisiblemente. Y estas líneas son mis lágrimas sobre esa fría arena...
Un dibujo en la orilla queda borrado por el agua en segundos. Posiblemente también el recuerdo de Aylan se olvidará pronto. Pero hay fotos que son como bofetadas. Que construyen la historia. Como la de Kim Phuc, la niña vietnamita de nueve años que corría desnuda por la calle con su cuerpo abrasado por el napalm. O la de Kong Nyong, el niño sudanés, arrugado en su derrota, mientras un buitre detrás de él espera su ocasión. Ésta no sé si quedará para la historia. Lo que sí creo es que, sin duda, formará parte, para siempre, del álbum de la vergüenza colectiva.
http://suscriptor.lne.es/opinion/2015/09/07/lagrimas-arena/1810334.html