lunes, 26 de octubre de 2015

LIBERTAD SIN IRA

El Otero

Libertad sin ira

Las posturas enfrentadas respecto a los premios "Princesa de Asturias" y la manera de expresarlas

26.10.2015 
Libertad sin ira
Libertad sin ira
¿Qué pensaría un extraterrestre que se dejara caer por Oviedo el pasado viernes? Lo imagino paseando por ahí como Gurb, el gracioso alienígena creado por Eduardo Mendoza, que callejeaba por Barcelona bajo distintas formas. Me gustaría saber qué pasaría por su cabeza si, por ejemplo, movido por su cósmica curiosidad, se acercara a observar a los terrícolas reunidos en lo que supondría un acto importante. Bajo forma humana, el observador objetivo, contemplaría miles de personas en torno a un magnífico teatro deduciendo que, sin duda, algunos de los que entraban debían ser humanos importantes. Quizá le sorprendiera un poco más el hecho de que, mientras unos aplauden a rabiar y exhiben banderas bicolores, unos metros más allá, otro grupo vocifera, pita y enarbola pancartas y banderas diferentes. Con hábil deducción llegaría a la conclusión de que unos y otros carecen de sintonía alguna. Habría que explicarle que ese fenómeno que contemplaba se llama diversidad de opinión, de pensamiento, divergencia; en resumen: libertad. Algo por lo que el ser humano ha luchado sin descanso. Se atribuye a Voltaire (no sé si acertadamente) la frase: "no comparto tus ideas, pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarlas". Así es. Pero la libertad sin responsabilidad de poco sirve. La responsabilidad que tenemos cada uno de que, en su ejercicio, no atente contra la de otro. De no imponer "mi verdad". De no creernos posesores de la razón absoluta. De no insultar. De no manipular interesadamente para arrimar el ascua a mi sardina... Quizá en ese sutil equilibrio estribe la dificultad. Y por encima de todo, el respeto a la ley. Nos guste más o menos. Es así. No puedo hacer lo que me dé la gana y campar (o acampar) a mis anchas. No.
Sería difícil de explicar al visitante galáctico que en este país anduvimos a palos no hace tanto. Si algo hay que sacar en claro de nuestra historia es la necesidad de aprender de los errores. Y no volver a cometerlos. Creo con San Agustín que el pasado ya no es y el futuro no es todavía; por tanto, solo tenemos el ahora. Ese presente en el que debemos de convivir y esas libertades que nos hemos dado y que hay que cuidar como oro en paño.
Le recitaría a nuestro visitante una de las delicias del Quijote: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida"
Educación. Diálogo. Encuentro. Concordia... No es poco lo que podemos perder. Y mucho lo que merecemos ganar. Con libertad, todo. Sin libertad, nada.
Cuando en este país se empezó a recuperar buena parte de la libertad perdida, había una canción del grupo onubense Jarcha que casi todos recordamos: "Libertad, libertad, sin ira libertad". Ésa es la cuestión (Hamlet dixit).
Quizá, después de todo, nuestro estelar amigo se vaya sin pensar de los terrícolas lo que Obélix de los romanos: están locos.
Pues eso.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2015/10/26/libertad-ira/1832200.html

lunes, 19 de octubre de 2015

DE PRINCESAS Y PREMIOS

El Otero

De princesas y premios

En defensa de los galardones que se entregan esta semana en Oviedo

19.10.2015 
De princesas y premios
De princesas y premios
Erase una vez en un país muy, muy hermoso... Tentador empezar así cuando hay alguna princesa en el relato; pero no. Hoy estas líneas se pegan un poco más a la actualidad y traigo a ellas algo que desde 1981 viene permitiendo que Asturias y Oviedo sean el centro del mundo por unos días: los Premios "Princesa de Asturias" y a la Fundación que los sustenta, creada un año antes, con el objetivo de fomentar valores científicos, culturales y humanos. Repasar la nómina de eventos organizados o de premiados sería una tarea excesivamente prolija, así que la omitiremos. Como ovetense me siento orgulloso de ver que Oviedo, cada año, traspasa fronteras y se convierte en epicentro de un acto cultural sin parangón. Alguno de mis compañeros y amigos de EE UU, antes de sufrir mi insistencia en la tarea de divulgar los encantos de mi tierra asturiana y mi pasión ovetense, ya conocían Oviedo, una pequeña ciudad que serían totalmente incapaces de ubicar en mapa alguno pero que sabían de su existencia porque en ella se entregaban unos premios que tal pareciera que quisieran hacer sombra a los mismísimos Nobel.
Oviedo es una sociedad viva y variada y cualquier controversia ha de ser aceptada y bienvenida mientras sea ésta desde el respeto. Todo se puede discutir: galgos o podencos, público o privado; incluso monarquía o república y su derivada en los Premios Princesa. Uno, lógicamente tiene sus propias ideas y mis reyes favoritos desde siempre fueron Melchor, Gaspar y Baltasar, pero eso no resta en absoluto para que reconozca el mérito de la fecunda tarea de la Fundación Princesa de Asturias. Para sí la quisieran muchas ciudades.
José Hierro, en la lectura de su discurso en la entrega de premios de 1981, en una España que apenas se había recuperado del susto del fallido golpe de Estado decía: "Este aire de libertad que respiramos es el que nos permitirá continuar adelante en la tarea de lograr la España que anhelamos". Esa España anhelada durante décadas y esa libertad conquistada se gestaron, en buena medida, en el pacto constitucional que los españoles nos otorgamos en el 78 y que sigue plenamente vigente, aunque no sea inamovible. Muchos de los que lucharon por esas libertades cerraron heridas al votar esa constitución que ha permitido el mayor periodo de convivencia en paz de la historia reciente de este país tan cainita. Periodo de paz y convivencia que hay que seguir cultivando con mimo y generosidad.
Pero al margen de cuestiones políticas o económicas, lo que está claro es que Oviedo y Asturias deben mucho en su proyección internacional a la Fundación y a los Premios; no en vano, son un hecho sociocultural de primer orden y logran que, durante unas horas, el mundo se tiña un poco de azul. Y eso es lo relevante.
Como ovetense, por supuesto, me alegro.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2015/10/19/princesas-premios/1828854.html

lunes, 5 de octubre de 2015

"FALÍN DE VETUSTA"

El Otero

Falín de Vetusta

Sobre la figura del poeta en asturiano y pintor aficionado

05.10.2015 
Falín de Vetusta
La historia de un país, de una ciudad, no se construye sola porque sí. La construyen las personas, día a día, con sus actos, sus palabras, con sus vidas. Obvio. Muchos de esos nombres pasan a la memoria colectiva. Perduran en sus libros y archivos. Se les recuerda siglos después. Pero hay otros muchos que se desdibujan con el tiempo. Hombre, no todos van a cruzar el umbral de la posteridad, pero ¿a que seguro que todos recordamos a muchos que merecieron perdurar en el recuerdo más de lo que lo han hecho? Estoy convencido de que la respuesta es afirmativa.
Bien, todo esto viene a cuento porque hace años encontré en un álbum de las fiestas del Vallobín de 1950 una copla sobre las fiestas de San Pedro que reproduje en más de una ocasión y que firmaba "Falín de Vetusta", del que nunca supe quién era. Pero mira tú por dónde, al citarlo hace unos meses en estas líneas, uno de sus sobrinos tuvo a bien contactar conmigo y revelarme algo más de su tío. Agradecido. Y me gustaría evocar a Falín y personalizar en él a muchos ovetenses que amaron su ciudad, escribieron sobre ella y mantuvieron viva la llama de la sensibilidad y el cariño hacia las costumbres, tradiciones y cultura asturianas.
Rafael Rodríguez García nació en Oviedo en 1906 y falleció el 26 de noviembre de 1977. Era hijo de Rafael Rodríguez Pereira, concejal del ayuntamiento de Oviedo durante la II República. Rafael era intendente mercantil y trabajó toda su vida, hasta su jubilación, en las oficinas de Droguerías e Industrias Reunidas, S.A. (DIRSA), donde era jefe de compras. Poeta en asturiano y pintor aficionado. Vivió toda su vida en Oviedo. Por su sobrino, Manuel Alberto Rodríguez, recibo decenas de copias de colaboraciones suyas en distintas revistas y porfolios de fiestas; coplas populares, todas en asturiano y cargadas de humor. Como para muestra vale un botón y en homenaje a este personaje, vamos a transcribir literalmente una de esas coplas titulada "El Burru":
"Venía disparau/ per la carretera un haiga, llanzau/ como si corriera el diañu tras él./ Un burru pastiando taba y en aquel momentín/ y cuando el coche allegaba dió un blincu y corrió./ ¡Cómo espatuxiaba!/ Pero allí morrió porque l'altomóvil/ pegói un trastazu dexándolu imóvil/ rotu l'espinazu./ Del coche abaxaron dos siñores finos/ y al burru amiraron bastante mohínos./ Taba allí un paisanu n'el llugar del hechu/ con pinta de aldeanu/ Chó la mano al pechu y dixo: "Ay burrín!/ ¡Qué muerte llevaste!/ ¡Morriste, probín!/ ¡Aquí la topaste!/ Y agora ¿quién fay el trabayu tuyu/ siendo que non hay na más que maguyu?/ ¿Dóndi va atopáse un burru sin cuentu/ que sepa ganase de verdá el sustentu?/ Un de los del autu dixo al paisanín: -¡Vamos, e'nel aztu pagói el pollín!/ y en bonos billetes que nuevinos taben,/ largói mil pesetes./ Y lluego marchaben./ El homín quedose mirando el dineru;/ Allegre, rióse, y el muy puñefleru/ dixo: "¡Quisiera yo ver qué xestu y focicu/ habrá de poner el amu el borricu/ en cuanti se entere/ de que'i lu mataron!/ Sea como fuere ¡a mí me arriglaron!".
Sirvan estas líneas de reconocimiento a Falín y tantos otros que, como él, pusieron su tiempo y cualidades al servicio de sus vecinos y, con su vida, contribuyó también, en su medida, a construir el gran mosaico de la historia común.
http://suscriptor.lne.es/opinion/2015/10/05/falin-vetusta/1822535.html