lunes, 28 de septiembre de 2020

ARTE A LOS PIES

EL OTERO

Arte a los pies

El mosaico de los Álamos y el cartel de San Mateo

28.09.2020


Me gustó el cartel de
 San Mateo. Un acierto. Mi enhorabuena a Pablo de Lillo y a los responsables de la elección. Sin duda es una imagen que bien se podría utilizar para cometidos más allá del objeto de su diseño. Aplica, en este caso, el dicho de que vale más una imagen que mil palabras. El autor ha sabido recoger en el cartel una fracción de la esencia de Oviedo. Un resquicio de nuestra personalidad. Una imagen icónica. El mosaico que adorna el Paseo de los Álamos es mucho más de lo que vemos. Es alfombra de paseos cómplices. Testigo de paseos calmos y de pasos apresurados. De interminables y animadas conversaciones. Espectador de andares de infancias ovetenses transformadas, sin darnos cuenta, en futuros llegados sin aviso previo; convertidos en lento deambular a la espera de nuestro destino. Los Álamos: digno heredero del paseo secular que vio cómo Oviedo se transformaba en rededor. Si hablara, lo supongo orgulloso, presumiendo, sin callar un segundo, de Oviedo. A pesar de que no lo han cuidado bien. Más bien, lo han maltratado. 

Imagino a Antonio Suárez, tras recibir el encargo de la delegación presidida por el concejal Anselmo López Valdivieso en 1966, tumbado en el suelo del salón de su casa trazando los bocetos sobre papel de estraza durante dos días y dos noches, para entregar los seis cartones de 4 x 9,5 metros, que debían repetirse doce veces cada uno hasta cubrir los setenta y dos rectángulos diseñados por el entonces arquitecto municipal Muñiz Uribe. Lo supongo dibujando con ilusión. Con ganas. Sintiendo ese esquivo y magnífico estremecimiento de la inspiración. La magia de la creación. Sintiendo en sus manos y en su mente la ardiente sacudida de su inquieto ingenio. De aquellos papeles de estraza nació esta gran obra de arte. Quizá, en su construcción, deberían de haber encargado el apadrinamiento de cada tesela a un ovetense con el mandato de cuidar de ella. Tal vez así hubiera llegado sano y salvo hasta hoy. Pero como es de todos y de nadie, lo agujerearon. Lo profanaron con carpas, coches, quioscos, camiones? Y desde hace años, demasiados, espera, paciente, una merecida restauración. Cada día que pasamos por el Paseo de los Álamos andamos sobre una auténtica creación artística. No lo olvidemos. No deberíamos haber permitido su deterioro. Y deberíamos haber exigido, con más firmeza, su cuidado y restauración. Nunca es tarde. Y confío en su pronta rehabilitación para que esa magnífica obra de Antonio Suárez, de la que deberíamos sentirnos orgullosos, continúe siendo esa arteria que irriga tanta vida ovetense. Pisemos sobre esa magnífica creación pero no sigamos pisoteándola. 

El cartel de Pablo de Lillo es mucho más que el anuncio de unas fiestas. Puede ser un recordatorio de nuestra obligación de cuidar de nuestro patrimonio, tan maltratado en tantas ocasiones. Empezando por el propio Campo. Un aldabonazo a nuestra conciencia carbayona para que esa ilusión que intuyo en Antonio Suárez entregado en aquellos papeles de estraza, no se difumine como dibujos con tiza bajo la lluvia.

https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2020/09/28/arte-pies/2688315.html







lunes, 21 de septiembre de 2020

OVIEDO Y SU PATRONO

EL OTERO

Oviedo y su patrono

21.09.2020

Convendrán conmigo en que con esto del asunto del patrono de Oviedo siempre hubo algo de lío. No son pocos los ovetenses que aún creen que el patronazgo de la ciudad lo ostenta San Mateo; no es así. San Mateo, digamos, pasaba por allí. El 14 de septiembre, festividad de la Exaltación de la Santa Cruz, se inicia la Perdonanza o Jubileo de la Santa Cruz, una semana de alegría y gozo para ganar la indulgencia plenaria. A los siete días se ofrecía a los peregrinos que se acercaban a la ciudad unos festejos de final de la Perdonanza que coincidían en el calendario con San Mateo. Puro azar. Muchos creíamos que en Oviedo, en cambio, teníamos de patrono al mismo Dios: al Salvador. Pero después de numerosas e interesantes consultas tengo que concluir que no. El Salvador (o San Salvador) tampoco es patrono de Oviedo, algo que no puede ser porque, en palabras del canónigo Enrique López, "San Salvador, o el Salvador, es Jesucristo Glorificado tras su resurrección. Pero la divinidad no puede ser patrona de una ciudad porque no otorga, no intercede ante Dios para obtener su favor; es Dios mismo". 

Fue Fruela el que dedicó una Basílica a San Salvador y a los Doce Apóstoles, destruida en una incursión musulmana, y reedificada por su hijo, Alfonso II, quien la erigió en Sede Episcopal en 812. Desde entonces, nuestra Catedral está dedicada, eso sí, a San Salvador y a los Apóstoles aunque, a menudo, esta última dedicación no se menciona. ¿Está Oviedo, por tanto, huérfana de patronazgo? No. En 1639, el papa Urbano VIII, nombra a Santa Eulalia de Mérida patrona de la diócesis y de la ciudad. Así que, en contra de lo escrito por mí en alguna ocasión, rectifico: San Salvador no es patrono de Oviedo. Tal vez esta confusión venga facilitada por la dificultad, en palabras de Silverio Cerra, hombre sabio y bueno, "de discernir entre titularidad y patronazgo, en que a veces se unifiquen templo y mapa". 

El caso es que, en la tarea de búsqueda en la que llevo varios días inmerso, me encontré con una curiosa noticia que no recordaba. Fue publicada el 26 de octubre de 1989 en LA NUEVA ESPAÑA: "San Mateo desplazará a San Salvador como patrono local". Se anunciaba que el cambio, consensuado por todos los grupos políticos y aprobado por la Comisión de Interior, "pronto será oficial". La iniciativa fue impulsada por un "grupo de ovetenses amantes de la tradición y de la historia local" y, a su juicio, San Mateo, "patrono no nombrado" era el santo local por excelencia. Encabezaba este grupo promotor el cronista oficial de Oviedo, Manolo Avello y se sumaban a la demanda Emilio Campos y los periodistas Evaristo Arce, Luis Alberto Cepeda y Orlando Sanz. Según los promotores, esta propuesta "pretende que se establezca de forma oficial una situación cuya raíz está en el mismo pueblo ovetense, pues de forma espontánea, a lo largo de un dilatado periodo de tiempo y desde época medieval, en el día de San Mateo se hacían grandes fiestas a los romeros que, formando piadosas peregrinaciones convergían en Oviedo desde todos los rincones del mundo". Proseguían señalando que "en nuestros días, San Mateo continúa teniendo una presencia trascendental en las fiestas de la ciudad y, si durante tantos años que forman siglos, el apóstol fue considerado por los vecinos como patrono no nombrado de Oviedo, parece razonable que por este cariño que se tiene al antiguo recaudador de impuestos y la vigencia y continuidad de las mismas fiestas, se haga a San Mateo patrón indiscutible de Oviedo". Concluía la información: "actualmente, el patrono de Oviedo es San Salvador, cuya imagen se venera en la Catedral", si bien se considera este patronazgo "gris y oscuro, hasta el extremo de que la festividad que se celebra el 6 de agosto suele pasar desapercibida para la mayoría de los ovetenses". 

Pero como cabía esperar la propuesta tuvo también sus críticos; se oponen por considerarla "contraria a la tradición" el entonces deán Rafael Somoano, el cronista de Asturias, Joaquín Manzanares, el Presidente de Tribuna Ciudadana, Juan Benito Argüelles, el catedrático Germán Ramallo, el periodista Javier Neira y José Ramón Tolivar Faes, quien llegó a bromear proponiendo que se nombrara patrón a "San Topu Fartón", en alusión a uno de los populares chiringuitos mateínos. El alcalde, Antonio Masip, dejó correr el asunto y, así, hasta hoy. 

Bien, pues algo más que he conocido de este Oviedo inabarcable y con el que me pasa algo muy socrático: cuanto más sé, más consciente soy de lo mucho que ignoro.

https://www.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2020/09/21/oviedo-patrono/2685545.html#cxrecs_s


martes, 15 de septiembre de 2020

LA HERRADURA EN EL RECUERDO

EL OTERO

La Herradura en el recuerdo

Las peculiaridades de un escenario festivo que marcó a toda una generación de ovetenses

Carlos Fernández Llaneza 15.09.2020 

Advertencia: si usted vivió su mocedad en Oviedo en las décadas de los 60 y los 70 este artículo puede provocarle un irrefrenable acceso de nostalgia. Pues una vez avisados, y ya que estamos en estas peculiares fiestas de San Mateo, vamos a dirigir la mirada a "Las Pistas de la Herradura", inauguradas el 12 de septiembre de 1952, como anunciaba LA NUEVA ESPAÑA de entonces, "a las once de la noche con una extraordinaria verbena a beneficio de la campaña pro estreptomicina". Curioso. Inauguración precedida de cierta tirantez entre la SOF y el Ayuntamiento y no pocas críticas por el acotamiento abusivo del Campo y su uso comercial. Pero a pesar de todo, la Herradura fue un éxito que generó unos ingresos a la SOF que ayudaron, en buena medida, a equilibrar sus cuentas y a incrementar de forma significativa el número de asociados. La Herradura tiene su propia e interesante historia pero vamos a dejarla para otra ocasión. Hoy voy a intentar de nuevo jugar con la memoria. La mía, claro, pero, cómo no, con la suya. Les propongo que, si es el caso, recuerden sus noches en la Herradura. A qué grupo musical o cantante recuerdan de forma especial, y mira que la nómina es extensa. Desde la orquesta trubieca "Marimbas Punto Azul", habitual durante años, o la "Gran Capitol", a cantantes tan variados como Raphael, Juan y Junior, Alberto Cortez, Jaime Morey, Lola Flores, Tony Ronald, Cecilia, Pablo Abraira, Salomé, Luis Aguilé, Víctor Manuel, "Los Relámpagos", "Los Brincos", "Los Bravos".Tres décadas dan para mucha música. Supongo que no les costará mucho verse allí, con sus mejores galas, con un cubata en la mano, disfrutando del verano que se resistía a marchar, exprimiendo la vida. Gozando del baile y de esa efervescencia juvenil -o no tanto- que parecía no tuviera fecha de caducidad. Tal vez, quién sabe, conociendo a la que luego fue la pareja de su vida. Compartiendo amistad, complicidades e ignorando aún los afanes que la vida nos reservaba. Oviedo era una fiesta y el sufrido Campo, su epicentro. El niño que yo era miraba con curiosidad y cierta morbosidad entre las rendijas de las vallas blanquiazules. Alguna tarde que otra lograba franquear la frontera de lo prohibido y, merced a conocer a un familiar del concesionario del bar, dedicar unas horas a colocar manteles en las mesas por cinco duros del ala. Pero, con los primeros acordes éramos expulsados como Adán y Eva del Edén y ¡hala! a mirar por la rendija o a consolarme dando unas migajas de barquillo a los pobres y asustados cisnes que no parecían entender el excesivo ruido que turbaba su tranquila y placentera vida. Los mayores disfrutaban del baile como si no hubiera un mañana pero, ¡a Dios pongo por testigo que nunca me faltarán los caramelos de limón de la Chucha! 

Oviedo cambió. La corporación cambió. Y los bailes de la Herradura pasaron a la historia en pos de unas fiestas más populares. La calle adquirió un indiscutible e incuestionable protagonismo. Aquel recinto vedado permanece como un recuerdo, quizá, un tanto magnificado por esa extraña atracción que ejercía en mí el supuesto placer de lo prohibido. 

Probablemente muchos de ustedes guarden muy gratas evocaciones de los bailes de la Herradura. Consérvenlos como algo preciado. Son parte de su propia historia. Son parte de la historia de Oviedo; eso sí, si preguntara a Petra, a los pavos reales, o los cisnes quizá su opinión no fuera tan benévola.

https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2020/09/15/herradura-recuerdo/2683184.html






lunes, 7 de septiembre de 2020

UN DÍA SINGULAR

EL OTERO

Un día singular

Noticia de la última procesión del Santo Sudario en el último milenio, el 5 de septiembre de 1942

Carlos Fernández Llaneza 07.09.2020

Que la Catedral fue faro que atrajo a miles de peregrinos a lo largo de la historia es sabido. Que el motivo de atracción fuera -y es- venerar las valiosas reliquias que atesora, también. Y que la reliquia más valiosa sea el Santo Sudario tampoco lo vamos a discutir; sudario que se exhibe sólo en contadas ocasiones: el Viernes Santo, el 14 de septiembre -festividad de la Exaltación de la Santa Cruz- y el 21 de septiembre, San Mateo. En más de un milenio el sudario sólo salió del recinto catedralicio en tres ocasiones. La primera, en procesión hasta el pórtico, el 16 de diciembre de 1598 con el fin de pedir la gracia ante las calamidades que asolaban la ciudad a causa de la peste. La segunda el 30 de junio de 1808, como consecuencia de una rogativa solicitada por la Junta General del Principado, siendo la primera vez que salió a las calles; queda para otra ocasión. Y la tercera y última el 5 de septiembre de 1942. Ese día salió el Santo Sudario a encontrarse con los ovetenses con motivo de la bendición de la Cámara Santa, restaurada después de la voladura de 1934. Así lo refleja una de la Actas Capitulares, memoria viva de la Catedral, que nos narra la efeméride con detalle: "Por la tarde del mismo sábado, día 5, tuvo lugar la procesión magna con las Santas Reliquias, algo nunca visto, apoteósico. Salió por la puerta de la Limosna a la Corrada del Obispo, un altavoz iba indicando el orden y la marcha de la procesión, presidida por el Sr. Obispo, asistida de un capitular de Toledo y de otra de Santiago, detrás obispos y abades, presididos por el Nuncio, y cerrando las autoridades, con su séquito militar brillante, música del Milán, banda de cornetas y tambores, con las fuerzas de la plaza. Ocupaba lugar preferente el Santo Sudario, llevado por tres Dignidades, Arcediano, Chantre y Maestrescuela, seguía después el Arca Santa sobre lujosa carroza, urna de Santa Eulalia, Patrona de la Diócesis, cruces de los Ángeles y de la Victoria, cada cual en su carroza, recostadas sobre preciosos damascos, urnas de San Eulogio y Lucrecia, San Vicente mártir, San Julián, Cristo de Nicodemus, corona de espinas y otras reliquias. Banderas, cruces, pendones, varias bandas de música; filas interminables de hombres, caballeros de órdenes militares con sus blancos y cruzados trajes, comisiones de Ayuntamientos, Toulouse, Francia, Zamora, Palencia, con su pendón de Castilla, Santiago y otros con sus insignias y distintivos, carrozas engalanadas, cubiertas de damascos y flores, to-do admirablemente calculado y en perfecto orden daba una nota de color deslumbrante y la sensación de algo grandioso e imponderable. Así cruzó la procesión las calles de la ciudad, Corrada del Obispo, SanVicente, Jovellanos, Argüelles, Santa Clara, Dueñas, Melquíades Álvarez, Uría, Fruela, Jesús, Plaza Mayor, Ci-madevilla, Rúa y Plaza del Rey Casto, dos horas de recorrido". Testimonio de un día singular y, qué duda cabe, con repercusión en la ciudad. Un hecho que con-viene enmarcar en una sociedad y un contexto muy diferente al actual pero que ha escrito, para siempre, una página de esa extensa y rica historia común que formamos los ovetenses.