miércoles, 29 de mayo de 2013

PÓLVORA DEL REY

http://www.lne.es/oviedo/2013/05/29/polvora-rey/1419314.html


El Otero

Pólvora del rey

Los disparates urbanísticos de los años de bonanza

29.05.2013 
Pólvora del rey
Pólvora del rey
Leí casualmente, hace unos días, un texto de Charles de Talleyrand, clérigo, político, diplomático, estadista y hábil navegante por las revueltas aguas de la política francesa entre los siglos XVIII y XIX. En todo este tiempo conservó la cabeza en su sitio, cosa harto difícil en la época, y sobrevivió a Luis XVI, a la Revolución, al Imperio napoleónico, y a la restauración monárquica, lo que indica la habilidad de la que debía de hacer gala el sujeto; pues bien, en ese texto encontré una frase con una afirmación que inmediatamente desencadenó en mí una curiosa asociación de ideas: «Nadie puede sospechar cuántas idioteces políticas se han evitado por la falta de dinero». Me hizo gracia y pensé que también podríamos formularla de otra manera: la cantidad de idioteces que se han perpetrado cuando pensábamos que los perros se ataban con longaniza.

Ciñéndonos a los asuntos constructivos, por eso de acotar -que de todo hay en la viña del Señor-, cómo no evocar numerosos monumentos a la estupidez: aeropuertos sin aviones, ciudades de la cultura en las que ni está ni se la espera, tranvías sin uso, museos de la nada y cantidad de edificaciones vacías de contenidos y carentes del más elemental sentido común.

Recientemente, este periódico informaba de que el Ayuntamiento de Corvera derribará la casa de encuentros, construida en 1999 con un coste de 1,6 millones de euros y que nunca llegó a utilizarse. La misma noticia nos recordaba que el Centro de Estudios Medioambientales de El Entrego, sin uso desde su construcción, y que sumó la nada desdeñable cifra de 900.000 euros, también pasaría a mejor vida. País.

Ya en nuestro querido Oviedo, dejando al margen los numerosos proyectos no natos que don Gabino exhibía profusamente en cada campaña electoral local, que bien se podrían albergar en el edificio del talud de La Ería, por eso de quitarle las telarañas; el chollo que el insigne Calatrava tuvo con la parcela del Vasco y sus múltiples proyectos, o el fallido aparcamiento bajo el Campo San Francisco, también tenemos lo nuestro. Ya que citamos al amigo Calatrava, que una visera móvil que costó cincuenta millones de euros no se mueva, suena, cuando menos, a broma.

Por Montecerrao y Prados de la Fuente tenemos un par de osamentas de ballenas varadas con forma de SPA, que, como fantasmas de piedra pudriéndose al sol de la indiferencia, son un grito que clama contra la incapacidad y la incompetencia.

En Prado de la Vega se asienta un estupendo edificio, terminado hace dos años, con una factura de dos millones de euros, que nació con vocación de ser vivero de empresas de ciencias de la salud y que sugeriría se utilizara como vivero de champiñones. Al menos se usaría para algo. En La Corredoria saben bien de lo que es construir un «Escorialín». El mercado de abastos, que debería de estar acabado en 2010, aún sigue coleando.

En fin, la nómina de despropósitos urbanístico-constructivos a lo largo y ancho de este nuestro querido país temo que sería abultada, pero, para muestra, basten estos botones. En algunos casos, seguro que hay justificaciones comprensibles; en otros, me temo, son, sencillamente, cantos a la insensatez y a la irresponsabilidad.

Cualquier ciudadano con sentido común, ante esto, se hace una pregunta elemental: ¿alguien asume responsabilidades por semejantes dislates? Si le acaba de dar la risa floja, ya me ha contestado.
¡Con pólvora del Rey bien se tira!

Publicado en La Nueva España el 29 de mayo de 2013

miércoles, 22 de mayo de 2013

MIÉRCOLES DE CAMPO

http://www.lne.es/oviedo/2013/05/22/miercoles-campo/1415795.html

El Otero

Miércoles de Campo

Cuando la fiesta de La Balesquida estaba unida a San Pedro del Otero

22.05.2013 
Miércoles de Campo
Miércoles de Campo
Con el olor de los bollos preñaos casi aún en el ambiente, no puedo resistir la tentación de hacer un guiño a tan ovetense celebración, y lo voy a hacer desde la mirada de esa milenaria atalaya que fue -y es- el Otero de San Pedro de los Arcos, testigo privilegiado de tanta crónica ovetense; historia con la que tanto disfruté, quitándole, someramente, el polvo del olvido de los siglos.

No procede recordar la larga y rica vida de la Cofradía de la Balesquida, que no es momento y ya se ha contado en muchas ocasiones, pero sí me gustaría compartir un capítulo de ese centenario devenir que, como tantos, se engarza con otras historias ovetenses al igual que las cerezas en un cesto.

Como es conocido, la intención de doña Velasquita Giráldez fue la de fundar un hospital para pobres menesterosos al amparo de la Cofradía de los Alfayates (sastres), y entre otras disposiciones expresadas en la escritura de reorganización, allá por el año 1232, se encontraba la de realizar el primer martes de la Pascua de Pentecostés una función religiosa en la que se incluía una procesión popular con la imagen de la Virgen de la Esperanza hasta la antigua capilla de Santa Susana, que se encontraba hacia la mitad de la calle del Rosal; allí la recibía el párroco de San Pedro del Otero, revestido de capa pluvial y acompañado de cruces y ciriales; agregados a él, el abanderado y otros representantes de la Cofradía, seguidos por los cofrades y numerosos vecinos; continuaba la procesión por el camino que llevaba hasta la ermita de Santa Ana de Mexide, sito en el término de Truébano, (parroquia de San Pedro por aquel entonces), entre hermosas praderías y árboles frondosos que brindaban el frescor de su sombra.

Se celebraba allí misa cantada con sus letanías, y, finalizada ésta, se repartía el bollo de pan de fisga (escanda) con torrezno y medio cuartillo de vino de «pasado el monte» (entiéndase León); al abanderado sacristán se le daba un azumbre (cuatro cuartillos) de vino si había portado enhiesta la bandera, y si la había descansado en el hombro no se le daba.

A partir de 1835, con motivo de las leyes desamortizadoras de los bienes eclesiásticos, el edificio del templo y convento de los Padres Franciscanos, así como el solar de su huerta y espacioso bosque adjunto -Campo San Francisco- pasaron a ser propiedad del Estado y, por tanto, quedaron abiertos al público, con lo cual el pueblo ovetense abandonó el lugar de Mexide donde se celebraban estos eventos, en beneficio del Campo. Y así, el párroco de San Pedro se ahorraba una procesión al año, mira tú. En febrero de 1959 se erige la parroquia de San Francisco de Asís y su filial del Santo Cristo de las Cadenas, y ya los vecinos de Truébano y alrededores dejaron de pertenecer a San Pedro, y los días de la Balesquida y de San Pedro discurrieron desde entonces por caminos diferentes.

Las tradiciones de un pueblo son parte de su mejor patrimonio histórico y cultural, por tanto no quisiera poner punto final a este bosquejo de historia local sin transmitir mi sincera felicitación y reconocimiento a todos aquellos que año tras año hacen posible que esta fiesta tan nuestra continúe.
Publicado en La Nueva España el 22 de mayo de 2013

martes, 21 de mayo de 2013

BARÓMETROS Y PORTADAS

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El Otero

Barómetros y portadas

Ante el sentir de los ciudadanos que reflejan varias encuestas 

15.05.2013 
Barómetros y portadas
Barómetros y portadas
Hace pocos días aparecieron simultáneamente dos noticias en la prensa de ésas que te dicen: ¡eh!, ¡quieto parao! La primera: según el CIS, para el 81,3 por ciento de los asturianos la principal preocupación es el paro laboral. El segundo lugar del podio lo ostentan los problemas económicos, con un ya distante 4,4 por ciento, pero el tercer lugar, atención, es para... ¡los políticos!

La segunda: el «New York Times» ha dedicado una de sus portadas a España. ¿Por su gastronomía? ¿Su cultura? ¡No! ¡Por la corrupción! Un millar de políticos están siendo investigados actualmente por la justicia. No sé a ti, amigo lector, pero a mí me indigna, por poner un calificativo suave. Es como si una buena parte del colectivo médico estuviera siendo investigado por perpetrar asesinatos. Dos matices antes de continuar: la política es noble y necesaria. De ésta, sólo nos saca la política. Otra cosa es que, en ocasiones, quien la ejerza no sea digno. Obvio. Y sigo creyendo en la honestidad de la mayoría de los políticos. Pero no puedo evitar preguntarme: ¿Por qué? ¿Por qué nuestro solar patrio ya no huele a ajo y domina el hediondo aroma que emana de las cloacas de nuestra sociedad, sin respetar prácticamente institución alguna e incrementando abismalmente la distancia entre gobernantes y gobernados?

No parece que ninguno de los pillados «in fraganti» provenga de ningún otro planeta cercano ni lejano; eso parece. Por tanto, son hijos y fruto de nuestra ibérica sociedad. En ella han nacido y crecido, así que si diéramos por cierta la afirmación de que la mayoría de los políticos son unos corruptos, nos llevaría a una conclusión que no me produce ningún regocijo: nuestra sociedad, mayoritariamente, ¿sería corrupta?

Reprobamos con vehemencia -y con razón- a los que meten la mano en el cajón de lo común. Pero ¿y el que pide pagar sin IVA?, ¿y el que está de baja laboral indebidamente?, ¿y el que...? Podríamos seguir poniendo ejemplos que están en la mente de todos. Por no hablar de los empresarios, acaudalados y poderosos que proponen corruptelas a quienes, impúdicamente, se dejen seducir por nauseabundos cantos de sirena. Quizá lo que sea necesario es un gran esfuerzo nacional por invertir en lo único que nos sacará de esto: en Educación. Con mayúsculas. Y evitar, entre otras cosas, que el ¡20% de nuestro PIB! siga en la economía sumergida. Es posible que haya mucho que reformar: la Constitución, la ley de financiación de partidos, endurecer la legislación contra los corruptos, consensuar un gran pacto en educación y lo que haga falta.

Cambiar leyes es lo más fácil. En cambio, lograr una sociedad con fuertes convicciones cívicas, con sólidos principios éticos, con un sincero rearme en valores, que no se defraude ni se engañe -no porque nos castigue la ley, sino porque como ciudadanos libres y responsables no nos entre en la cabeza-, lograr eso es más difícil. Es una cuestión de sentido común. De creer que sólo con el esfuerzo honesto y la participación comprometida de todos saldremos adelante.

«Con las artes que digo ganaba más en un mes que cien ciegos en un año». Esa mentalidad del Lazarillo de Tormes perdura en este país, y así nos va.

Ponernos todos de acuerdo para buscar la manera de cambiar las cosas sería bueno. En todos los ámbitos. Y hoy mejor que mañana. Y que España vuelva a oler a ajo, o a romero y tomillo o a mar... Y a confiar en nuestras posibilidades y a sentir orgullo de país. No es fácil, claro, pero si empezamos por asumir cada uno nuestra propia porción de responsabilidad ciudadana habremos dado ya un importante paso.
Publicado en La Nueva España el 15 de mayo de 2013

miércoles, 8 de mayo de 2013

¡SERÁ POR CHIGRES!

http://www.lne.es/oviedo/2013/05/08/sera-chigres/1408522.html

El Otero

¡Será por chigres!

Recorrido por los bares de toda la vida que abundaban en Oviedo

08.05.2013 
¡Será por chigres!
¡Será por chigres!
Como si se tratase de un programa de Radio Asturias, en los que se ponían canciones a petición de los oyentes, hoy este Otero se hace eco de la petición de unos amigos que me demandan que escriba algo sobre esos templos en los que se libaban licores, ideas de futuro y amistades serenas; esos lugares de encuentro, de discusiones etéreas y eternas; cuarteles de soldados de papel, sin un ejército que echarse a la boca; fondas de vagabundos de mil caminos imaginarios, que miran su amplio universo desde un taburete; islas de náufragos, que sueñan despiertos con un mar que los quiera... ¡uy!, se me va un poco la pinza... en fin; de los bares de Oviedo. Y es que en Oviedo otra cosa no habría, pero bares, tascas, sidrerías... había a maza. Si hiciera un listado sólo de los del Vallobín de mi infancia y juventud (qué le vamos a hacer, todos llevamos un abuelo Cebolleta dentro), llenaría esta página entera; me quedo con el que, para los jóvenes de los ochenta, logró reunir con mayor éxito las características antes citadas: el Marvi. De él solía partir, además, la procesión que, con sólo dar una vuelta a la manzana y con un vino en cada estación, conseguía que el habitual pollo de los domingos, más que guisado, tal pareciera que corriera por el plato con plumas de colores; todavía deben de andar buscando la denominación de origen del vinorro aquel que nos daban por dos duros.

Pero, más allá de las fronteras del barrio, había otros mundos a los que nos acercábamos cuando en los bolsillos había algo más que las familiares telarañas; lugares a caballo entre la generación que tuvo la suerte de disfrutar las tertulias del Peñalba, el Noriega o el Paredes, y de otra que empezábamos a conocer los pubs y las cervecerías. Así pues, cruzando las vías, teníamos Casa Julio, en la Argañosa, con sus mesas de piedra y plátanos de sombra, en el que de vez en cuando, ante la llamada del buen tiempo, con una caja de sidra a escote pericote, pasábamos la tarde. Si se terciaba y queríamos caminar un poco más, en el Cristo estaba el Benidorm, del mismo estilo que el Julio y donde nos contaban que estuvo el primer televisor de Oviedo. Y ya en la ciudad ¿qué me decís de La Perla? Como dicen ahora los chavales, mítico. El vino en los pelleyos era genial. Una pena su cierre. Tengo entendido que Garci, cineasta forofo de Asturias, compró los carteles que adornaban el establecimiento. Recuerdo hasta su olor. No lejos, había otro de vino en porrón y unos bollinos preñaos que no estaban nada mal: El Manantial; peculiares camareros, por cierto.

Mis primeras cañas, acompañadas de unos pinchos de tortilla que sólo de recordarlos naguo, fueron en El Mesón del Abuelo. Los pinchos de tortilla del Artabe hay que reconocer que tampoco estaban nada mal.

De vez en cuando me dejaba caer por Casa Manolo, en la calle Altamirano, regentado por Angelón, experto en caza, setas y peleas de gallos, y en la que trasegaba de acá para allá Manolín, con quien compartía veraneo en Valderas (León), donde daba buena cuenta (él, no yo) de una importante cuota de la producción de Ribera del Cea; una gran persona.

Si el día estaba para que apeteciera mistela, el lugar, sin duda, era Las Mestas, en la calle Mon, a la vez que echábamos una partida al dominó, aunque como decía alguno de los que nos contemplaban con estupefacción: «Guajes, nun sabéis ni tener por les fiches»; qué se va a hacer. En la misma calle estaba La Barrina, donde era impepinable que pidiéramos cazalla: recordarlo me da ardores de estómago. Había una sala atrás, que no sé por qué razón siempre estaba cubierta de una extraña bruma con un olor como a incienso; no sé, igual era algo seudorreligioso.

En fin, la nómina daría para mucho más, porque están los lugares, pero de los lugareños también podríamos hablar largo y tendido. Queda para otra.
Publicado en La Nueva España el 8 de mayo de 2013.

miércoles, 1 de mayo de 2013

LA GRAN LECCIÓN DE BENJAMIN BUTTON

http://www.lne.es/oviedo/2013/05/01/gran-leccion-benjamin-button/1405262.html

El Otero

La gran lección de Benjamin Button

La necesaria fortaleza para afrontar tiempos convulsos

01.05.2013 
La gran lección de Benjamin Button
La gran lección de Benjamin Button
Creíamos la primavera asentada. Pues no. Un rescoldo de invierno aguardaba, paciente, agazapado en los últimos resquicios del calendario de abril. Lluvia y frío, tercos, vuelven a reclamar protagonismo; no hay mal que por bien no venga: oportunidad para ponerse al día de películas grabadas que esperan su turno. Y ocasión de ver de nuevo la genial película que cuenta la curiosa vida de Benjamin Button, que, como todos sabéis, es un tipo, interpretado por Brad Pitt, que nació viejo y, con el paso de los años, se iba haciendo cada vez más joven. Magnífica película sobre la vida y el tiempo, dirigida por David Fincher y basada en un relato de Scott Fitzgerald de 1921; pues bien, al final de la película, la protagonista, Daisy, ya anciana y moribunda en un hospital de Nueva Orleans, repasa su vida a través de los diarios que su hija Caroline, sorprendida e incrédula, va leyendo. Benjamin, en el ocaso de sus días, cada vez más joven, claro, recorre el mundo y en una carta le cuenta a Daisy lo que sigue:

«Si te sirve de algo, nunca es demasiado tarde para ser quien quieras ser. No hay límite en el tiempo, empieza cuando quieras, puedes cambiar o no hacerlo, no hay normas al respecto. De todo podemos sacar una lectura positiva o negativa; espero que saques la positiva. Espero que veas cosas que te sorprendan. Espero que sientas cosas que nunca hayas sentido. Espero que conozcas a personas con otro punto de vista. Espero que vivas una vida de la que te sientas orgullosa, y si ves que no es así, espero que tengas la fortaleza para empezar de nuevo».

Podría poner aquí el punto final, dándole las gracias al guionista, Eric Roth, y quedaría estupendamente, porque esta reflexión final del joven/viejo Benjamin es, efectivamente, toda una lección.

Vivimos tiempos convulsos, difíciles. Lo que muchos construyeron con mucho esfuerzo y sacrificio se tambalea. Vemos cómo el pesimismo se adueña de buena parte de nuestras horas y el derrotismo señorea nuestros días. Nuestros jóvenes imitan a sus abuelos y cogen la maleta para desarrollar sus brillantes talentos allende los mares. A no pocos se les queda la cara de pasmo al sufrir en propias carnes cómo años de trabajo, de preparación y de esfuerzo se desaguan por el váter del desempleo; en Oviedo casi se ha duplicado desde enero de 2008, cifrándose en la actualidad en ¡21.486 ovetenses!, ostentando el dudoso mérito de aportar uno de cada cinco parados de Asturias. Cada día contemplamos, impotentes, cómo comercios e industrias locales nos dicen adiós. La sociedad vuelve la espalda ante determinados políticos que parecen empeñados en enmierdarse ellos solitos, perdonadme la expresión, sin ser conscientes de que necesitamos de la política más que nunca. Ante esto, el mensaje de aliento y esperanza recibido desde el Gobierno es: paciencia; anda que... Así que considero muy pertinente la carta del amigo Benjamin.

Llueve en este invierno redivivo mientras cruzo el paseo del Bombé, en el Campo San Francisco, y pienso en la cantidad de charcos que nos vemos obligados a pisar en la vida; recordé a Button y me digo que sí, que probablemente el mejor paraguas que tenemos es la propia convicción de que nunca es tarde para ser quien queramos ser, de que los únicos límites en el tiempo nos los imponemos nosotros mismos, de que de todo se puede sacar una lectura positiva, de que, si nos dejamos, la vida nos puede sorprender en cada esquina, de que hay personas increíbles que están esperando por nosotros en algún recoveco del futuro inminente, y que, en cualquier caso, no podemos perder la fortaleza para empezar de nuevo. Nadie dijo que vivir fuera fácil -y no se trata de confundir optimismo con ingenuidad-, pero la alternativa es peor; así que me dije: ¡coño! Benjamin Button, ¡gallu!
Publicado en La Nueva España el 1 de mayo de 2013