martes, 27 de marzo de 2018

¿QUÉ ES POESÍA?

El Otero

¿Qué es poesía?

La necesidad de contar con artesanos de versos en la vida cotidiana

27.03.2018 
¿Qué es poesía?
Desde que el hombre es hombre, interrogarse sobre aspectos esenciales de la vida es consustancial a la propia condición humana. Gracias a esa búsqueda de respuestas hemos avanzado mucho. Sin intención de plagiar a Bécquer, preguntarse qué es poesía es, sin lugar a dudas, una buena cuestión. Aristóteles decía, tiempo ha, que la poesía es más profunda y filosófica que la historia. Para Lorca la poesía era la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse y que forman algo así como un misterio. Nuestro Ángel González, arquitecto de las más bellas líneas escritas, creía que escribir un poema se parecía a un orgasmo? 
A buen seguro que a lo largo de la historia se han sembrado miles de definiciones a la espera de ser cosechadas por unos oídos hambrientos. Porque el mundo, aunque no lo parezca, está henchido de versos. Unos vivos y pletóricos; otros arcanos y silentes. Quién sabe cuántos versos sentidos nunca pasarán del umbral del silencio. Cuántas veces la misma vida cotidiana ha sido el mejor poema no escrito: palabras calladas. Sentimientos mudos y anónimos. Lágrimas volanderas. Silencios indefinidos, truncados, sin querer, en pura poesía. Tal vez, también, el mejor poema pudiera ser solo una mirada. O un hijo. Quizá un atardecer calmo en un paisaje esencial. O esa mirada lánguida, pero orgullosa y fiel, de un perro acurrucado a tus pies. En paz. Cuántos poetas deberán sus mejores tintas a un adiós. A un tal vez. A la dolorosa espera de un futuro soñado y vivido a crédito. Y cuántos versos, que nunca serán susurrados, estarán desparramados en el oscuro vientre de un olvidado cajón polvoriento. Líneas trémulas e inseguras abandonadas en una vieja carpeta preñada de gritos silenciosos, frutos de horas de desbocadas angustias adolescentes. 
Miríadas de afectos del alma que se comunican con la vida a través de un modesto lápiz. Y que nadie leerá. Sólo los poetas más valientes vencen sus miedos, derrotan a sus fantasmas y logran desnudar su alma. Compartir con el mundo su corazón. Todo su ser. 
El pasado día 21 se celebró el Día Internacional de la Poesía, declarado en 1999 por la UNESCO. Irina Bokova, directora general de la organización hasta 2017, considera que la poesía es "una ventana a la excepcional variedad de la humanidad". Bien está. 
Y aquí, en Asturias -pura poesía sin duda alguna- también hay iniciativas que luchan por mantenerla viva y vigorosa. Así tenemos, coincidiendo con esa efeméride, el fallo del premio internacional de poesía "Jovellanos" al que se presentaron en esta última edición 2.500 escritores de 24 países. Todo un éxito. 
Y voces, como la de Graciano García, siempre activo, empeñado en que Asturias sea, ese día, Capital Mundial de la Poesía, porque "al mundo le faltan versos". Vaya desde aquí mi apoyo a ese proyecto al que deseo el mejor futuro. Porque el mundo necesita más poesía, qué duda cabe, así que reguemos las calles de Oviedo y de Asturias de poesía. Escrita, pensada, vivida o soñada, da igual. Seamos artesanos de versos imaginados en el respirar cotidiano. 
Gabriel Celaya nos legó su propia respuesta: la poesía es un "arma cargada de futuro". Y, cómo no, "necesaria como el pan de cada día / como el aire que exigimos trece veces por minuto". 
¿No creen?
http://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2018/03/27/poesia/2260078.html

lunes, 19 de marzo de 2018

ALFONSO II: REY DE OVIEDO

El Otero

Alfonso II: rey de Oviedo

Ante la conmemoración, mañana, 20 de marzo, de los 1.176 años del fallecimiento del monarca

19.03.2018 | 03:39


Es comúnmente aceptada, aun con dudas, como fecha de la muerte de Alfonso II el 20 de marzo del año 842; por tanto, se cumplen mañana 1.176 años de su fallecimiento. Hijo de Fruela I y de Munia de Álava, había nacido en Oviedo en el año 759. El medio siglo de reinado supuso para el joven reino de Asturias la seguridad de su supervivencia frente a la constante amenaza islámica. El mismo corazón del Reino, Oviedo, sufrió sendos ataques en el año 794 y 795. Esa firme resistencia de Alfonso y de los Astures, en palabras de Sánchez Albornoz: "salva a la España cristiana". No sería descabellado otorgar a Alfonso el mérito de ser el verdadero fundador del reino astur; no en vano, fue bajo su reinado cuando se dotó a éste de las características propias de un estado tanto en su forma política, como en lo concerniente a su integridad territorial así como de una importante estructura ideológica. 
Puede considerarse también como un rey constructor. A él debemos el traslado de la capital del reino a Oviedo. Una pequeña ciudad que había sido creada por Fruela a partir de la base de un establecimiento monástico, dejando al margen el relieve de un asentamiento romano previo de mayor o menor importancia. Alfonso dota a la ciudad de palacio, basílica, murallas y en ese periodo se constata un notable incremento de población. 
No podemos olvidarnos, leyendas al margen, de que fue él, en cierto modo, el primer peregrino jacobeo cuando, tras el supuesto descubrimiento del sepulcro del apóstol, el rey viajó a Iria Flavia donde levantó una iglesia para acoger y venerar los restos de Santiago. 
En su reinado florece el arte de manera sobresaliente: San Julián de los Prados, Santa María de Bendones, San Tirso, la Cámara Santa o San Pedro de Nora en el concejo vecino de Las Regueras. Y nuestra Cruz de los Ángeles, símbolo de la ciudad. Cruz que, en palabras de Pedro Medina, matemático, astrónomo e historiador del siglo XVI era "hecha de oro fino, y salía della tan gran resplandor que los ojos que la miraban no podían mirar". 
En resumen, una arquitectura única con unas peculiares características para un nuevo reino. Un nuevo estilo al que Jovellanos bautizaría como "Arte Asturiano". 
Incluso podríamos hablar de "política exterior"; no en vano, el reino de Asturias mantenía relaciones con el imperio carolingio aunque no esté claro cuál era su verdadero alcance. 
Sobre la importancia de la relación de Alfonso con Oviedo, el agustino Fr. Manuel Risco (1735-1801) dice del Rey Casto: "una de las primeras empresas (del rey) fue elegir un pueblo que, engrandecido y condecorado con algunas obras magnificas, fuese Corte y asiento digno de su persona y de los sucesores en el Reino. Inclinose su afecto a la ciudad de Oviedo, así por estar situada en medio de Asturias, y en terreno fértil y apacible, como por ser población nueva y fundada por Fruela. Aquí pues asentó el solio Real, y desde este tiempo él y sus sucesores se llamaron Reyes de Oviedo". Sobre su muerte, cuenta Risco: "El cadáver fue enterrado con gran solemnidad y veneración en la Basílica que él mismo fundó a el lado septentrional del templo del Salvador, consagrada al nombre de la Virgen María y llamada desde aquel tiempo hasta aquí del Rey Casto. El cronicon de Albelda pone al acabar la memoria de este Principe el epitafio de su sepulcro de esta forma: El que hizo todas las cosas en paz, en paz descansó. En honor de quienes están levantados estos doce santos altares, aquí yace sepultado". 
En Madrid, en el siglo XVIII, se decía con relación a Carlos III, "el mejor alcalde, el Rey"; pues bien, quizá a pesar de los 1176 años transcurridos desde su fallecimiento, los ovetenses no deberíamos olvidar la trascendencia que para Oviedo tuvo el reinado de Alfonso II. Quizá una buena manera de agradecérselo sea perpetuando su memoria y qué mejor modo, que uniéndonos al responso -tradición recuperada hace años por Raúl Arias del Valle, canónigo fallecido en 2003- con el que cada 20 de marzo se le recuerda en la Catedral ovetense. 
Y un deseo final: ojalá perdure su recuerdo en las generaciones venideras de ovetenses. Estaremos haciendo justicia con la historia.
http://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2018/03/19/alfonso-ii-rey-oviedo/2255777.html

lunes, 12 de marzo de 2018

QUIZÁS VIVIR SEA ESTO

El Otero

Quizá vivir sea esto

El emocionante testimonio de Jorge Egocheaga

12.03.2018 | 03:46
Jorge Egocheaga. 
"Los hombres se hacen. Las montañas están hechas ya"
(Miguel Delibes. "El Camino")
El pasado 27 de febrero, un abarrotado Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA acogió la presentación de un libro: "Quizás vivir sea esto". Aunque, para ser sincero, después de leerlo, me atrevería a decir que es algo más. Más bien diría que es el testimonio de una pasión. Y el resultado de una deuda de gratitud: a la montaña. A la amistad. Al amor. A la vida. Y, al leerlo, entiendo que así sea. 
Su autor, el ovetense Jorge Egocheaga. Una persona que, ante todo, vive con intensidad. Es médico. Apasionado por su vocación. Es montañero. Un gran montañero. De los mejores. Imposible resumir en unas líneas todos sus logros. Ni él querría. La montaña ha sido -y es- también para él una gran pasión. Asimismo es una persona generosa y solidaria que dedica buena parte de su tiempo a los más desfavorecidos. A sumergirse, como él mismo dice "en el mundo de los más necesitados de la tierra, en donde, curiosamente, la pobreza es calma". Y, de hecho, todos los beneficios del libro irán íntegramente a costear becas para escolarizar a niños del valle del Makalu en Nepal. Porque cree -y lo comparto totalmente- que la educación es el único arma capaz de transformar el mundo. Y, sospecho, que si le quitaran alguna de esas pasiones, sería como si le quemaran el corazón. Porque no hay vida mejor vivida que aquella que se vive con entusiasmo. Con vehemencia. Por eso digo que el libro que se presentó en el Club Prensa Asturiana es mucho más. Porque debajo de cada línea hay mucha vida. Porque cada página va cargada de una existencia en plenitud. Y, claro está, con todo lo bueno y lo malo que la vida, como cabe esperar, nos depara. 
Les recomiendo que viajen por las páginas de este testimonio vital. Que suban con Jorge a esos catorce ochomiles, empeño nada fácil; pueden estar seguros. Pero, tampoco, los ochomiles a los que, en no pocas ocasiones, la vida nos enfrenta, son menos arduos. Saldrán de ese viaje con la mochila, contrariamente a lo que suele ser habitual en las salidas montañeras, mucho más cargada de lo que iba al inicio. Tal vez encuentren en él mucho más de lo que imaginan, como descubrir que, aun en el sufrimiento, se puede hallar también la ilusión por el futuro. 
Adoro la montaña. Desde niño en que el Naranco era una prolongación natural de nuestra zona de juego. El contacto frecuente con la naturaleza se ha convertido en una necesidad vital. Llegar a una cumbre, por modesta que sea, es una sensación fantástica. Un reto superado. Y una lección, sí. Una lección de humildad. De prudencia. De superación. De motivación. Porque la montaña es maestra y, ante todo, maestra de vida. Y, si te dejas, hará de ti una persona mejor. No andaba descaminado Edmund Hillary cuando dijo que "no conquistamos las montañas, sino a nosotros mismos". 
Por eso creo que este libro, más allá de la crónica de unos meritorios y difíciles logros deportivos, es un valioso testimonio de vida. 
Muchas gracias, Jorge, por compartir con nosotros toda esa vida.
http://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2018/03/12/vivir-sea/2252024.html

lunes, 5 de marzo de 2018

EDILES CON NOMBRE DE MUJER

El Otero

Ediles con nombre de mujer

Semblanza de las primeras concejalas del Ayuntamiento de Oviedo

05.03.2018 | 03:32
Ediles con nombre de mujer
Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que la política era un espacio reservado únicamente a los hombres. Por eso me pareció pertinente husmear, con la ayuda siempre eficaz y atenta de Ana Herrero, en el magnífico Archivo Municipal para responder a una curiosidad: ¿Quiénes y cuándo fueron las concejalas pioneras en nuestra ciudad? 
Pues fueron tres. En 1929. Así, con el fin de cubrir varias bajas por dimisión, el 18 de octubre de 1929 tomaron posesión Isabel Maqua Carrizo, viuda de Menéndez de Luarca; Gertrudis de la Sala y Jove y María Galán Carvajal. Las tres estuvieron en el Ayuntamiento de Oviedo hasta febrero de 1930. Había una cuarta como suplente, Carmen Mauriño Longoria. 
Isabel Maqua Carrizo nació en Avilés, hija de Javier Maqua, primer marqués de San Juan de Nieva. Pertenecía a una acaudalada familia con negocios en México y varios palacios y posesiones en Asturias. En la plaza de la Catedral de Oviedo, además de la Casa de los Llanes, la familia Maqua era propietaria del edificio adjunto, obra del arquitecto Juan Miguel de la Guardia, que ahora es sede del Colegio Oficial de Notarios de Asturias. Isabel Maqua, viuda y sin hijos, era, por así decir, una institución en sí misma en la ciudad. 
Tal era su popularidad que la inefable coña ovetense no tardó en hacerle hueco: "Oviedo, un monte, la Catedral / una calle larga y ancha / la casa consistorial / un montón de casas viejas / un proyecto de hospital / Isabel Maqua, Ladreda / y pare usted de contar". 
En los últimos años de su vida se trasladó a vivir al hotel España, donde tenía siempre tertulia y desarrollaba una intensa actividad social. Cuando llegaba a Oviedo una autoridad, fuera el nuevo gobernador civil o militar o cualquier delegado de un Ministerio, doña Isabel se presentaba en su despacho para presentarle sus respetos, ponerse a su disposición y, claro está, evaluarlo. En una ocasión, fue a ver a un gobernador recién llegado. El secretario entró en el despacho y le dijo al gobernador. 
-Esta esperando doña Isabel Maqua, que quiere verle. 
-¿Quién es? ¿A quién representa? 
-A nadie, pero manda mucho. 
Gertrudis de la Sala y Jove pertenecía a la Junta de Fomento de vocaciones eclesiásticas y era vicepresidenta de Acción Católica. 
Y María Galán Carvajal, hermana del que fuera arquitecto municipal de 1911 a 1921, Julio Galán, nació en Avilés el 7 de diciembre de 1880. Era hija de José Galán Estrada y Teodora Carvajal Zaldúa, hermana del marqués de Pinar del Río, ilustre filántropo que se había enriquecido en Cuba. A la muerte de su padre se trasladó con sus hermanos y con su madre a Madrid, cuando contaba diez años de edad. Dotada de grandes condiciones para el dibujo, fue discípula de los pintores José Ramón Zaragoza y Alejandro Ferrant. Además, era asidua visitante del Museo del Prado, donde ejercía como copista. Su vocación estuvo, pues, clara desde el principio: la pintura iba a ser la actividad a la que dedicaría toda su vida. En 1920 la familia regresó a Asturias y fijó su residencia en Oviedo, pasando los veranos en la localidad de Salinas. Aparte de su actividad pictórica, María era una mujer profundamente religiosa y preocupada por las clases desfavorecidas, por lo que su trabajo en el Ayuntamiento de Oviedo se centró en la Comisión de Beneficencia y Sanidad. Finalizada la Guerra Civil se trasladó a vivir a Madrid, donde permaneció hasta 1943 cuando, fallecida ya su madre, volvió definitivamente a Salinas, donde falleció el 30 de agosto de 1960.
Saciada la curiosidad.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2018/03/05/ediles-nombre-mujer/2248342.html