lunes, 24 de mayo de 2010

Adiós, papá. (13 de diciembre de 2004)

ADIÓS, PAPÁ


“Hay hombres que luchan un día y son buenos.

Hay otros que luchan un año y son mejores.

Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos.

Pero hay los que luchan toda la vida. Esos son los imprescindibles.”

(Bertolt Brecht)


Querido papá:

Te has ido un poco por sorpresa, dejándonos a todos un hueco muy difícil de llenar. Es realmente difícil escribirte esta carta, en estos momentos en que tu cuerpo, que tantas veces burló la muerte, se consume en un fuego liberador. Es difícil pensar que no te volveremos a ver más sentado en tú sillón con tu inseparable Toby, como fiel compañero y riñendo con mamá… pero que sola la has dejado… cuarenta y seis años de matrimonio unen mucho… Así es la vida. Pero no quiero que esa pena me impida rendirte este pequeño y merecido homenaje. Tu testamento en lo material, apenas ocupará una línea; algunos libros, si mis hermanos me dejan… pero tu legado ejemplar, eso sí es otra historia. Has sido un ejemplo de compromiso, de lucha. 73 años de tu vida de militancia en el PSOE, una de tus pasiones. Te jugaste la vida cuando las circunstancias te llevaron a ello. Conociste el dolor de las balas y la explosión de las bombas que sembraban una España dividida en tu propia carne por dos veces. Te escapaste de la muerte al mismo pie del pelotón de fusilamiento. Diste con tus huesos en el frío suelo de las cárceles. Supiste lo que es estar estigmatizado y tener problemas para encontrar un trabajo, pero nunca, nunca, nos dejaste saber lo que era el rencor. Respeto. Eso fue lo que nos enseñaste. Nos educaste en libertad y lograste que supiéramos valorar y amar lo que es ese bien tan preciado por el que luchaste. Siempre quisiste dejar un mundo algo mejor que el que te encontraste y eso fue lo que te llevó a estar siempre en la brecha. Tras la dura lucha en la clandestinidad, de la que se podrían escribir muchas páginas, dedicaste tu tiempo al trabajo vecinal por tu barrio de Vallobín, colaborando con un entusiasta grupo de jóvenes en una activa Asociación de Vecinos. Siempre estuviste en la organización de las fiestas del barrio, y tú dedicación como alcalde de barrio, con una precariedad de medios que bien conocemos, te llevó a granjear el respeto y aprecio de tus vecinos. Hoy bien te lo testimoniaron. Fuiste un referente ético. Un hombre optimista y vital. Un gran discutidor, muchos dan fe… Un ejemplo para los que intentamos dedicarnos a esto de la política, consciente de que no te llego ni a la suela de los zapatos. Pero ahí está tú ejemplo, no sólo para mi, si no para muchos más que te rodearon. Hago mías las palabras de Bertolt Brecht y lamento que no pueda transmitir en unas pocas líneas lo que desearía expresar. Porque aparte de todo ese referente moral, eras mi padre, y me he quedado huérfano. Y eso duele. Pero en el fondo, me queda la alegría de ver que te has ido al otro mundo con las manos llenas de lo que hace al hombre, más humano. Y un favor: no discutas mucho con San Pedro; aunque no te lo creas, tienes un sitio reservado en primera fila.

Que razón tenía Pablo Iglesias cuando decía aquello de que por mucho que valgan las ideas no pueden prosperar en el grado que deben si sus sostenedores, y principalmente los que ocupan las primeras filas, no son enteros, serios y morales. No sólo hacen adeptos los partidos con sus doctrinas, sino con los buenos ejemplos y la recta conducta de los hombres. Hacen falta más hombres como tú.

Un beso de tu hijo. “Piquilín”.


Publicado en La Nueva España el 13 de diciembre de 2004

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