miércoles, 27 de abril de 2022

STADIUM DE BUENAVISTA

Stadium de Buenavista Se cumplen noventa años de la inauguración del primer campo del Real Oviedo
25·04·22 Domingo 24 de abril de 1932. Un gran día para Oviedo. Por fin los ovetenses tenían su ansiado campo de fútbol: el Stadium de Buenavista. Con su imponente e innovadora tribuna de Sánchez del Río, una proeza de la ingeniería. Para la inauguración, encuentro internacional entre las selecciones de España y Yugoslavia. ¿Y qué ocurrió? Imaginen que el periódico que tienen ahora en sus manos se transmuta en el diario del lunes 25 de abril de hace noventa años. Lean: “Los nacionales vencen por 2-1 a los yugoeslavos. El mal estado del campo impidió ver un buen partido (debe ser el gafe de los oviedistas). A Zamora le fracturaron el dedo anular de la mano derecha. Se hizo un juego muy mediocre especialmente en el segundo tiempo. Los mejores españoles Cilaurren, Regueiro y Ciriaco. Con todo y con haber resultado el partido bastante mediocre, tanto que si se despojara de su carácter internacional quedaría en muy poco más de nada, media docena de cuartillas en un día de falta de originales”. Lo que sí era evidente es que el ambiente en Oviedo era de gala. Excepcional. Vamos al estadio siguiendo la crónica del diario Región: “Falta aún media hora para que el enorme reloj del campo señale la de comenzar el partido. Las gradas y pasillos están ya cuajados por completo, pero la impresionante tribuna va ocupándose con tranquilidad. Al aparecer Sánchez del Río, acompañado de su bella esposa, alguien dice a un grupo de forasteros: ese es el ingeniero autor de la tribuna. Y al quinto de segundo, como si telepáticamente hubiera corrido la noticia, estalla la primera ovación que en el magnífico campo sonó, plena justicia, en honor del autor de la más bella tribuna que se haya construido para un campo de deportes. Sánchez del Río no esconde su satisfacción ni su emoción. Un día dijimos aquí que las obras buenas si además crean buena obras, tenían siempre su merecido pago”. En la tribuna, además del orgulloso ingeniero, se encontraba también el secretario de la delegación Yugoslava, el subsecretario de obras públicas, Teodomiro Menéndez, representando al Gobierno de España; el alcalde de Oviedo y las señoritas de Prieto y Calzón. Aparecen los equipos. Primero los yugoslavos. Suena el himno de su nación. El público, descubierto, se pone en pie. Instantes después aparecen los españoles y la banda de música interpreta el himno de Riego. Tras varios hurras, un peloteo –constatando el grave daño que hizo la persistente lluvia al terreno de juego– reunión de capitanes, cambios de ramos de flores y elección de campo, empieza el partido. Son las 17.35. Los visitantes ponen el balón en juego. Y el resto de la crónica del partido se la ahorro. España alineaba a Zamora (sustituido en el minuto 15 por Blasco), Ciriaco, Quincoces, Cilaurren, Gamborena, Marculeta, Chirri, Lafuente, Lángara, Regueiro y Gorostiza. Sólo destacar que el primer gol de España fue recibido con una grandísima ovación pues, además de encauzar la victoria, había sido obra de Lángara, delantero centro del Oviedo. Luis Regueiro fue el artífice del segundo tanto. Una vez finalizado el encuentro, desde el palco presidencial y por la Srta. de Calzón, fueron entregadas a todos los jugadores las correspondientes medallas conmemorativas del acto así como la copa que el Ayuntamiento destinaba al equipo vencedor que fue recogida por Quincoces en ausencia de Zamora. Un acontecimiento para la ciudad como pocos. Habían llegado trenes abarrotados de viajeros por todas las líneas ferroviarias. Solo por el Norte seis mil viajeros más que de ordinario. Por el Vasco más de mil. Un tren especial desde Santander. Automóviles de toda la provincia. Periodistas deportivos de toda España. Entre los llegados la prensa saludaba a “Fernando S. Montreal, de Nosti Sport y al inteligente cronista montañés, José M.ª de Cosio”. Los periodistas pudieron celebrar un banquete de confraternidad en el Salón Rojo del antiguo Casino. Un éxito de taquilla sin precedentes; se vendieron 10.800 entradas de general para el partido, aunque se llegó a hablar de la presencia de cerca de 20.000 espectadores, ascendiendo la recaudación a 120.000 pesetas. Por las calles, en los cafés, por ninguna parte se podía dar un paso. En un solo establecimiento se vendieron cuatro mil cafés. Doce horas sin que los camareros dejasen de servir. Noventa años del inicio de un estadio al que le quedaban muchas vicisitudes por vivir que dejamos para otra ocasión. Concluyo con mi deseo de que el heredero de aquel stadium de Buenavista vuelva pronto a ver disputar fútbol de primera; entre otras razones, porque su afición, aun cuando estuvo el equipo en tercera, siempre fue, y así lo demostró, de primera. https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/04/25/stadium-buenavista-65349623.html

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