lunes, 4 de abril de 2022

ESCUELA DE MINAS: ESPACIO OVETENSE

Escuela de Minas: espacio ovetense Un recorrido por la historia de la Ingeniería y sus vínculos con la ciudad, desde el inicio de los estudios, en el curso 1960-61, a los reconocimientos obtenidos, iniciativas desarrolladas y fondos custodiados
04·04·22 El posible traslado a Mieres de la antigua Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Oviedo –desde el 30 de mayo de 2014, Escuela de Ingenieros de Minas, Energía y Materiales de Oviedo– cobra en las últimas semanas protagonismo. Es creciente el movimiento en contra de dicho traslado de esta Escuela que ocupa, desde hace años, un espacio tan netamente ovetense. Espoleado una vez más por la curiosidad y con la colaboración inestimable de la secretaría de la Escuela, voy a intentar conocerla un poco más. Fotografía aérea durante la construcción del edificio. Hay que remontarse al 14 de julio de 1777, en el reinado de Carlos III, para encontrar la orden de implantación de las enseñanzas de Ingeniería Minera, creándose entonces la Escuela de Minas de Almadén, localidad manchega en la que se encuentra la mayor localización natural de mercurio del planeta. Demos un salto importante, con el que omitimos mucha e interesante información, para trasladarnos al 16 de julio de 1959, fecha en la que se publica un Decreto por el que se crea, entre otras facultades, la Escuela de Ingenieros de Minas de Oviedo, dependiente de la escuela análoga de Madrid. El argumento esgrimido es que la oferta formativa “resulta manifiestamente inadecuada para alcanzar el desarrollo de estas enseñanzas que requiere el país”. Por tanto, es necesario “proceder con urgencia en la creación de nuevas escuelas”. A tal fin, en octubre de 1959, la Diputación Provincial cede un total de 6.834 m2 de terreno. Donación que consta en la Memoria del bienio 1959-1960, siendo presidente José López-Muñiz: “La Comisión de Gobierno del 12 de enero de 1958 acordó informar favorablemente y proponer al pleno de esta Corporación del 19 de septiembre de 1958, ofrecer al Estado, como base para la instalación en Oviedo de una Escuela de Ingenieros de Minas, la parte necesaria del edificio propiedad de esta Diputación que se encuentra en construcción en los terrenos de las actuales residencias, en la parte o zona que tendrá entrada por la calle Independencia”. A partir de 1958, y con el apoyo del Ayuntamiento de Oviedo, el gobernador, Marcos Peña Royo, informó al Ministerio de Educación para que este adoptara las medidas para la puesta en marcha de la escuela. Prioritario era establecer la colaboración necesaria ente el gobernador civil, alcalde de Oviedo y presidente de la Diputación. Dado que el Estado carecía de partidas concretas para la construcción se acordó que la Diputación cediese al Ministerio el edificio, así como que la Diputación, el Ayuntamiento e industrias mineras aportaran veinte millones de pesetas para las obras. Cabe reseñar que su fundación fue fruto de una colaboración con la Unesco, que dotó de “ideas, opiniones y un inapreciable fondo instrumental agrupado en laboratorios fundamentales y excepcionales en su momento”, una dotación que muchas voces reclaman ahora que sea declarada Bien de Interés Cultural. La notable actividad minera y siderúrgica de Asturias, así como el rápido desarrollo industrial, justificaba la existencia de esta escuela en Oviedo, que además lograba que muchos jóvenes que optaban por estos estudios evitasen el desplazamiento a Madrid. El inicio de la actividad académica tuvo lugar en el curso 1960-61 con el mismo plan de estudios que la Escuela de Madrid de la que dependía administrativamente hasta que, dos años más tarde, pasó a ser totalmente independiente. Su primer director fue Francisco Pintado Fe, prestigioso ingeniero de Minas que, con el fin de conseguir la máxima implantación de la Escuela en Oviedo, en septiembre de 1964, solicitó ayuda al Fondo Especial de la Naciones Unidas para el Desarrollo. Tras la correspondiente evaluación, en junio de 1965 se aprobó el primer proyecto al que seguirían otros con importantes dotaciones económicas y apoyo técnico. Y a partir de ahí, una larga historia que no podemos abarcar. Si se preguntan por los argumentos a favor de la permanencia de la Escuela en Oviedo, al margen de lo que simboliza y aporta a la ciudad, he consultado a algunos docentes: sostienen que el tratado podría suponer la desaparición de la Escuela a corto plazo por el descenso de matrícula que conllevaría el desplazamiento. La inviabilidad de numerosas actividades científicas y culturales que se vienen desarrollando en la Escuela, como congresos científicos, ferias de minerales o problemas con las colecciones museísticas, como la de fósiles de fauna y flora del Carbonífero de Asturias de la colección Patac, única en el mundo en su género, cedida por la familia del prestigioso paleontólogo. En diciembre de 2003, el Ayuntamiento, concedió la medalla de oro de la ciudad a la Escuela, lo que refuerza décadas de vinculación con Oviedo. Por tanto, y con el debido respeto a la autonomía universitaria, me sumo a quienes defienden que la Escuela de Minas permanezca en su lugar de la calle Independencia de Oviedo. https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/04/04/escuela-minas-espacio-ovetense-64620895.html

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