miércoles, 7 de mayo de 2014

"RUFO"

http://www.lne.es/oviedo/2014/05/07/rufo/1581478.html

El Otero

"Rufo"

Acerca del homenaje al perro callejero que recorrió la ciudad en los ochenta y noventa

07.05.2014 
"Rufo"
"Rufo"
Hace semanas que la fantástica página de Facebook "T Oviedo" puso en marcha una iniciativa, secundada ya por casi 5.000 firmantes, para que se dedique una escultura al popular "Rufo", un perro tranquilo y bonachón que durante casi una década hizo de las calles de Oviedo su hogar. Desde estas líneas hace ya tiempo que tuvimos un recuerdo para este chucho tan tranquilo y pacífico como asiduo de manifestaciones, acontecimientos sociales, festivos o deportivos. "Rufo" era como una expresión canina del ser, sentir y vivir carbayón. Tan ovetense se debía de considerar que no pudo escoger otra fecha mejor para despedirse de este mundo que el propio día de San Mateo de 1997.
Lógicamente, sobre la iniciativa de erigir una escultura hay opiniones a favor y en contra, como siempre. Los promotores solicitan que, simplemente, autoricen que la escultura se pueda poner en una calle de la ciudad y que ya buscarían las fuentes de financiación. Soy consciente de que puede pensarse que hay otras prioridades, quién no, pero en principio no me parece mal la propuesta. "Rufo" fue durante casi una década una parte del entramado urbano, un vecino más que buscaba con su mirada tierna y candorosa una caricia, una palabra amiga; bueno, y alguna vez parte de un pincho de carne que me estaba comiendo en una terraza y que, con esa mirada de cordero degollado, consiguió llevar al buche.
Hay que convivir con un perro para saber lo que es convivir con un perro. Y no es una perogrullada. El cariño desinteresado, afecto sincero, lealtad incondicional y una devoción sin igual hacen que se pueda llegar a sentir por un perro un aprecio real. Doy por supuesta la responsabilidad que se supone a los dueños para que el tener un can no sea foco de molestia para ningún conciudadano ni por ruidos impropios ni por ningún otro motivo, claro está. Por eso me cuesta entender que todavía se sigan abandonando cuando el cachorrito, tan mono él, crece y se transforma en un auténtico engorro a la hora de emprender las vacaciones o la obligación de sacarle varias veces al día pierde toda la gracia.
De ahí la importancia que tiene el trabajo callado que en Oviedo lleva a cabo desde hace décadas la Sociedad Protectora de Animales, que preside Froilán Neira, a quien, más de una vez, me encontré a horas totalmente intempestivas yendo al albergue para atender alguna urgencia y que ha hecho de su trabajo en esta sociedad una auténtica vocación sin horario ni calendario.
Por supuesto que hay muchas necesidades en la ciudad, y más en estos malditos días de crisis en los que vemos cómo muchos derechos sociales retroceden y van dejando a cada vez más familias a la intemperie, pero, aun siendo consciente de ello, no veo por qué no podamos mirar a nuestros amigos de cuatro patas, interesarnos por si en el albergue de animales tienen todos los recursos que necesitan, por ejemplo, y -por qué no- sumarnos a la idea de que el bueno de "Rufo" tenga su rincón en este Oviedo que tanto paseó y que de tan buen grado hizo suyo.
Comparto con el escritor estadounidense Ralph Waldo Emerson el consejo que nos daba: "Medite al atardecer mirando las estrellas y acariciando a su perro, es un remedio infalible".
Al menos, "Rufo" se está llevando, años después, la caricia del recuerdo de muchos ovetenses de hoy. Eso que tiene.

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