lunes, 13 de diciembre de 2021

OLALLA, COMO UN CUENTO

Olalla, como un cuento La historia de la patrona de Oviedo
13·12·21 Voy a contarles una historia que casi podría pertenecer al género de los cuentos si no fuera porque, aunque milenaria, es tan real como trágica. En una lejana ciudad llamada Emérita Augusta, nació una niña a la que llamaron Eulalia. Corría el año 292. Era hija de un senador romano, Liberio. Como toda su familia practicaba una joven religión que se extendía por el imperio: el cristianismo. Esa nueva creencia no era del agrado del todopoderoso emperador Diocleciano, por lo que prohibió el culto a Jesús ordenando adorar a ídolos paganos. Los padres de Eulalia temían por su vida, por lo que optaron por llevarla a vivir al campo. De nada sirvió. La joven Eulalia decidió regresar a Mérida. Cuenta la tradición que después de un viaje pleno de sucesos milagrosos arribó a la ciudad el 10 de diciembre del año 304. La joven, temeraria, tenaz y valiente, se presentó ante el gobernador Daciano para protestar por una orden que consideraba injusta y que, como tal, no podría ser acatada por los cristianos. El gobernador intentó persuadir a Eulalia con regalos y promesas; vano intento. Eulalia se mantenía firme. Así que el gobernador le enseñó todos los instrumentos de tortura: “De todos estos sufrimientos te vas a librar si le ofreces este pan a los dioses, y les quemas este poquito de incienso en los altares de ellos”. Eulalia tiró el pan, echó por el suelo el incienso y le dijo: “Al solo Dios del Cielo adoro; a Él únicamente le ofreceré sacrificios y le quemaré incienso. Y a nadie más”. Eulalia había sellado su suerte. El juez ordenó que la golpearan con varillas de hierro y que sobre sus heridas colocaran antorchas encendidas. Consecuente y coherente con su fe. Así murió. Cuenta el poeta Prudencio que, al morir, la gente vio una blanquísima paloma que volaba hacia el cielo, y que los verdugos huyeron llenos de pavor y de remordimiento por haber matado a una criatura inocente. La nieve cubrió el cadáver y el suelo de los alrededores, hasta que varios días después llegaron unos cristianos y le dieron honrosa sepultura al cuerpo de la joven mártir. Poco después, en el sitio de su sepultura, se levantó un templo en su honor. ¿Y cómo acabó en Oviedo? Según el Obispo Pelayo: “Tras la muerte de Aurelio le sucedió Silo en el reino (..) Llegó a la ciudad que llaman Mérida y sacó a la Santísima virgen Eulalia, que había sido allí muerta y sepultada por los cristianos, del sepulcro en el que yacía y la metió en una caja que él mismo había mandado hacer. Y halló también la cuarta parte de la cuna de esta Virgen la cual, con la virgen santa Eulalia, trajo consigo a Asturias, al territorio de Pravia (..) Después de unos años, el Rey Alfonso el Casto trasladó la ya nombrada virgen Eulalia y la antedicha parte de su cuna a la iglesia de San Salvador de la sede de Oviedo, que él mismo había establecido, y la colocó en el tesoro de San Miguel Arcángel, colgando la caja con Santa Eulalia de la cadena de hierro que pendía sobre el Arca, en la que se esconden las varias y numerosas prendas de los santos. La parte de la cuna era costumbre llevarla al coro, para veneración de los fieles en el día de su festividad”. Esa tradición de venerar la cuna, habitual ya en el siglo XII, cambió, con el paso del tiempo, por la costumbre de llevar ante el altar la arqueta que contiene las reliquias de la santa, en una celebración en la que solía participar la Corporación Municipal. Ese arraigo de Santa Eulalia en Oviedo se tradujo, desde el 16 de febrero de 1639 por concesión del Papa Urbano VIII, en el nombramiento de santa Eulalia como patrona de Oviedo además de la provincia y de la diócesis. Olvídense de San Mateo y del Salvador. Unos cardan la lana y otros llevan la fama podría pensar de San Mateo nuestra Olalla; qué le vamos a hacer. En tiempos pasados, con motivo de la concesión del patronazgo, se celebraban en la ciudad festejos religiosos y profanos. En el acta capitular conservada en el Archivo de la Catedral. y recogido en el libro “Las reliquias de San Salvador” de Enrique López Fernández, leemos: “Que salgan los trece capitulares de a caballo y con la mayor modestia y compostura acompañen el Guión donde vaya el Breve del Patronazgo. Que el Magistral busque libros en la biblioteca para escribir la historia de la Santa. Que se corran toros, que se cante misa solemne y que predique el Sr. Obispo, que los prelados de las religiones asistan a Vísperas, Misa y Comedias. Y como parecen pocos los Capitulares de a caballo, que salgan también el maestro de la Capilla y el organista y los que tengan caballo. Que nadie suba a la torre para evitar desgracias en los fuegos de artificio. Que se pongan las ropas más ricas en la sacristía”. Al respecto de la posesión de las cenizas de Santa Eulalia también hubo sus tiranteces entre Mérida y Oviedo. Ese debate llevó a Antón de Marirreguera a componer “Cuando examen les abeyes”. Texto que se consideran entre los primeros escritos en asturiano: “Dirán ellos: morrió acá; /diremos nos: non morrió, / que está viva pa Asturies, /si está muerta pa vos (..) /Ella está mui bien acá. /L’otro vaya per ú fo, /porque están del nuestru llau /l’obispu y gobernador. /Nosotros los del capote, /cual con un ral, cual con dos, /seguiremos esti pleitu /fasta llevalu ante Dios”. Quizá la ciudad debería hacer algo más por mantener vivo el recuerdo de nuestra patrona protagonista de esta historia con tintes casi de cuento pero que encierra un testimonio de firmeza, valentía y coherencia que reconforta en estos días. La joven Olalla no pasó desapercibida para Federico García Lorca que le dedicó estos versos: “Nieve ondulada reposa / Olalla pende del árbol/ Su desnudo de carbón/ tizna los aires helados / Noche tirante reluce/ Olalla muerta en el árbol”. https://www.lne.es/oviedo/opinion/2021/12/13/olalla-cuento-60602937.html

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