miércoles, 17 de enero de 2018

PREGUNTAS A LA HISTORIA

El Otero

Preguntas a la historia

Sobre la legítima propiedad de los terrenos de La Vega que ocupó la Fábrica de Armas

15.01.2018 | 03:31



Santa María de la Vega. Ese era el nombre de la comunidad benedictina fundada en Oviedo en el siglo XII por doña Gontrodo Petri. Hoy, en Oviedo, hablar de La Vega, tiene otras connotaciones. Y se habla mucho en los últimos tiempos. De forma especial desde que la compañía General Dynamics dejó los terrenos sin uso fabril. También leemos noticias diversas sobre negociaciones entre el Ayuntamiento y el Ministerio de Defensa sobre la cesión de los terrenos. Pues bien, la curiosidad me lleva a husmear un poco en la historia en busca de respuestas y, como en tantas ocasiones, lo único que encuentro son más preguntas. Veamos: 31 de julio de 1854. Seis de la mañana. Las religiosas de La Vega abandonaban su monasterio con destino al de San Pelayo. La razón es que la Junta de Gobierno de Asturias y el Ayuntamiento las habían conminado a abandonarlo con el fin, supuestamente, de crear en sus dependencias un hospital ante la posibilidad de un brote de cólera que despertaba gran preocupación en Asturias desde el inicio de 1854. La atemorizada comunidad de La Vega no atisba ninguna posibilidad de impedir "tan arbitraria e ilegal decisión". A las monjas sólo les queda el simbólico rechazo a las ofertas del Alcalde que desea facilitarles el desalojo en carruajes ante lo que la abadesa responde: "debo advertir a V.S. que no necesitamos de otro aparato que el de la presencia de V.S. a la hora competente, sin necesidad de carruaje alguno teniendo entendido que ninguna monja montará en él". Esa misma noche, "la comunidad por evitar algún atropellamiento que se susurraba y lanzando gritos al cielo se resolvió a dejar su inolvidable morada". Así narra este gráfico y valioso testimonio Andrés Martínez Vega, gran conocedor de toda la historia concerniente a este monasterio ovetense y que recoge en el libro "El Monasterio de la Vega de Oviedo" y en la publicación "El ocaso del Monasterio de la Vega de Oviedo a través de la actividad epistolar de su última abadesa", trabajos interesantes y clarificadores que no hacen más que incrementar mis interrogantes. 
Curiosamente, un día después de ese injustificado traslado, el 1 de agosto, la Junta Provincial de Gobierno, ya desocupado el monasterio, se pone de acuerdo con el director de la fábrica de armas "para que se haga la distribución de la parte que ocupar". 
Así se consumó el traslado de esta comunidad hacia el monasterio de San Pelayo. Allí estuvieron hasta que sólo quedaba con vida Manuela Mier Castañón, única heredera por tanto de todos los bienes de la comunidad de La Vega, quien ingresa canónicamente en San Pelayo el 24 de octubre de 1891 y fallece como tal el 2 de junio de 1898 por lo que la comunidad de San Pelayo pasa a ser la beneficiaria de los bienes de la comunidad extinta. En ese momento quedan atrás 860 años de vida conventual en la ciudad desde la fundación por Doña Gontrodo. Historia desvanecida e irrecuperable víctima de espurios intereses que hicieron quebrar la caña por el lado más débil. 
Durante los años compartiendo espacio en San Pelayo, las monjas de La Vega intentaron preservar la identidad benedictina de su comunidad y en "ningún momento escatimaron esfuerzos en tratar de recuperar cualquier signo de su comunidad", afirma el profesor Martínez Vega. 
Ante esto las preguntas brotan obvias: si no hay ningún documento de expropiación. Si nunca se firmó ningún tipo de contrato de cesión. Si nunca se formalizó ningún documento de venta, ¿no será la actual comunidad de San Pelayo la legítima propietaria de la parcela de La Vega? Los hechos y el sentido común parecen indicar que sí. 
Las monjas nunca han reclamado, como recuerda Martínez Vega, títulos de propiedad, "sólo pretenden difundir su identidad benedictina, protestar contra el injusto trato del que fueron objeto y dejar manifiesta su clara decisión de que su patrimonio debería ponerse al servicio de toda la sociedad asturiana y ovetense en particular". 
Una pregunta que atañe a todos los ovetenses y que me hago de buena fe y movido por la curiosidad y el respeto por nuestra historia común. Una pregunta sobre el devenir de una parcela que si en su día fue expoliada "en nombre del bien público" como bien expresa Vega "al público bien debe ser restituida". 
Queda, pues, la pregunta, como la respuesta de Bob Dylan, flotando en el viento. En espera de una respuesta justa que resarza tamaña tropelía. En espera de que, quizá algún día, la propia historia nos brinde la respuesta.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2018/01/15/preguntas-historia/2222765.html

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