lunes, 3 de abril de 2017

LA FELICIDAD Y LA COLA DE MI PERRO

El Otero

La felicidad y la cola de mi perro

En busca de la piedra filosofal para sentirse más dichoso

03.04.2017 
La felicidad y la cola de mi perro
Que el pasado lunes 20 llegó la primavera es algo conocido. Nada nuevo. Que las estaciones sean lo que fueron o deberían de ser ya es otro cantar. Pero eso es harina de otro costal.

Lo que tal vez no sepan es que el 28 de junio de 2012 la Asamblea General de la Naciones Unidas decidió que el 20 de marzo fuera declarado el Día Internacional de la Felicidad. Se pretende "un reconocimiento del importante papel que desempeña la felicidad en la vida de las personas de todo el mundo". Para ello, en 2015, la ONU lanzó los 17 objetivos de desarrollo sostenible que pretenden poner fin a la pobreza, reducir la desigualdad y proteger nuestro planeta, tres aspectos primordiales que contribuyen a garantizar el bienestar y la felicidad.

Y así es. El primer punto de cualquier declaración de derechos o de cualquier Constitución debería de ser ese: todo ser humano tiene derecho a ser feliz. Casi nada. Pero la realidad... No corren buenos tiempos para la felicidad. Nada buenos. Salvo que consideremos que buena parte de nuestra propia felicidad está en nuestras manos y depende sólo de nosotros y no de factores exógenos. De nuestra actitud y de intentar percibir las situaciones más adversas como una dificultad y no cada dificultad como una situación trágica. De hallar en algún momento cotidiano ese sentimiento de placidez. De no esperar a no sé cuándo para hacer no sé qué porque de tanto esperar a mañana, acabaremos perdiendo el hoy. Seguro que a lo largo del día podemos encontrar ese paréntesis en el que respiremos y digamos: bueno, ahora estoy bien... Claro, el papel lo aguanta todo y es fácil teorizar sobre esto sin calzarse los zapatos de quien realmente lo está pasando mal.

Hay miles de textos de filósofos, escritores o psicólogos sobre la felicidad. Cada uno, a su manera, intenta sintetizar en unas líneas su receta particular para dar con la piedra filosofal que nos permita sentirnos más dichosos.

Sin duda, si me encontrara a un hipotético genio surgido de alguna milagrosa lámpara maravillosa, lo que le pediría es eso: ser feliz. ¿Cómo? Eso es lo de menos. Hay tantas formas como personas y, tranquilos, no pasan por ser ricos o famosos. Y todos. Todos -sin excepción- tenemos la capacidad de ser felices. Pueden estar seguros.

Voy a contarles algo muy curioso que me sucedió. Hace unos días mi perro y yo estábamos dando uno de nuestros habituales paseos por la hermosa zona rural ovetense cuando le dio por empezar a dar vueltas intentando cogerse la cola. Venga vueltas y vueltas... Le pregunté: "¿Pero qué haces alma de cántaro? ¡Que te vas a marear!". Ni corto ni perezoso me contestó que estaba buscando la felicidad (¡ah! que no les había dicho que mi perro y yo hablamos... bueno, son cosas que pasan) Me dijo: "Es que ayer un chucho me dijo que la felicidad estaba en la cola. Y que cuando consiguiera cogerla sería toda para mí, así que ya ves, aquí estoy a ver si consigo atraparla...". "Este perro mío chifló", pensé para mí.

El caso es que al día siguiente ya no daba vueltas y estaba, con cara de absoluta placidez, tumbado en su esquina del sofá. Sí, sí, del sofá... (sin comentarios). "¡Coime! ¿Ya dejaste de dar vueltas?". Y él, así como con cara solemne, me dijo: "Mira Carlinos, es que el otro día se me acercó un perro con fama de ser muy sabio y me dijo '¿Qué? ¿Buscando la felicidad? Yo también la buscaba. Y también me habían dicho eso de que estaba en la cola. Pero descubrí que cada vez que intentaba atraparla, ésta se me escapa. Así que decidí dedicarme a hacer lo que tengo que hacer. Y desde entonces es mi cola la que me sigue...". Sean felices.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2017/04/03/felicidad-cola-perro/2083635.html

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