lunes, 17 de octubre de 2016

LA FERIA DE TODOS LOS SANTOS

La feria de Todos los Santos

Sobre el olvido de la importancia del campo en el municipio

17.10.2016 
La feria de Todos los Santos
Suele decirse de Oviedo que es una ciudad eminentemente de servicios. Puede ser. Pero bien es cierto que tuvo un significativo pasado industrial que, por desgracia, se ha ido orillando a lo largo de los años. Y también, cómo no, en nuestro concejo tuvo su peso la agricultura y la ganadería. Fuera del casco urbano, en una frontera desdibujada, multitud de caserías vivían del cultivo del campo y de la crianza de animales. Es inevitable -permítanme la licencia- caer en los recuerdos propios para ver, como si fuera ayer, a las vacas de Violeta que bajaban desde la Matorra a pastar en la ería del Vallobín, justo delante de mi casa. O cuando acompañaba a mi hermano a Los Casones, corriendo por miedo al negror que invadía las calles del barrio en las tempranas anochecidas invernales, a casa de mi tía Rosario a buscar la leche recién ordeñada. Imágenes hoy, sencillamente, imposibles.
Actualmente, en mayo, la ciudad aún celebra la feria de la Ascensión como homenaje a la gente y tareas del campo, sustento vertebral no hace tanto tiempo, y que, cual pelos en la gatera, hemos ido dejando pasto del olvido en nuestro municipio. Pero había más ferias. Una de ellas tenía lugar por estas fechas: la de Todos los Santos. Según descubro curioseando en la bibliografía, ésta fue concedida por Fernando IV en 1302, durando quince días, desde San Lucas, 18 de octubre, en adelante. Tenía el carácter de "franca" o privilegiada con exención de alcabala, portazgos y otros derechos para los cristianos, moros y judíos que concurrieran. Parece que a finales del siglo XV se pusieron trabas a su celebración, pero el amparo de los Reyes Católicos garantizó su continuidad. 
La fecha fue postergada a 1 de noviembre, hasta que, en 1775 se dispuso su celebración entre los días 20 al 28 de octubre por mejor conveniencia de los participantes y evitar competencia con otras ferias de Castilla. A finales del siglo XIX se fijó su fecha en el 15 de octubre. 
El lugar fue cambiando a lo largo del tiempo; quizá tanto bicho por delante de las casas ocasionaba más perjuicios que beneficios a los sufridos vecinos, quién sabe. Durante tiempo se llevó a cabo en las antiguas calles de Mercaderes (actual Ramón y Cajal), Campo de la Lana (Argüelles), Pumarín y Puerta nueva baja (parte inferior del camino que iría ascendiendo desde Magdalena hacia San Lázaro), San Roque y San Lázaro. 
Decía Fermín Canella que echaba en falta en los alrededores de Oviedo un sitio a propósito para las ferias y otros servicios municipales y convenientes a los pueblos. Pues en ese caso, parece que poco hemos avanzado porque es debate que me suena a muy reciente. Habrá que seguir buscando. 
"Y la gente acude, y la feria empieza, y Oviedo todo se convierte en un inmenso mercado. La ciudad se inunda de bestias que unen sus estentóreos rebuznos y relinchos a los de muchas que en ella se albergan (..) Las tapias de la Plazuela de Riego cúbrense con gigantes paraguas azules y encarnados y los comerciantes de baja estofa andan hechos un azacán para sacar a las puertas del establecimiento todo lo que en sus antros ribeteados de telarañas, dormía el sueño del olvido polvoriento, mohoso y cargado de orín.". Que cada uno cuenta la feria como le va en ella es cosa sabida. Y así lo narraba Luis Menéndez Pidal que, en 1883, nos invitaba a "acompañarme al núcleo de esa baranda; al verdadero centro de la feria; al llamado Campo de la Lana, pues todo lo que por las calles pasa en un día como este, nada es comparado con lo que allá ver puedes con tus ojos, tocar con tus manos, oír con tus oídos, gustar con tu lengua y? ¡oler con tus narices! que en tal lugar no está ocioso ni uno solo de los sentidos corporales". 
Bien haremos en recordar ese Oviedo rural que, sin duda, deberíamos conservar y mimar. En estos tiempos de incertidumbres económicas, reconforta tornar la vista atrás y regresar a ese Oviedo rural que nos permitió llegar a ser lo que hoy somos; no en vano, forma parte de nuestra propia vida. Realidad existencial y vital de nuestro propio devenir.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2016/10/17/feria-santos/1999081.html

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