lunes, 12 de septiembre de 2016

PIQUÑINA, GALANA Y ALGO CARBAYONA

El Otero

Piquiñina, galana y algo carbayona

La presencia de la Virgen de Covadonga en Oviedo

12.09.2016 
Imagen de la Santina en la parte trasera del Hospital Monte Naranco.

Vamos ya mediando septiembre. Para la historia quedan los días en los que Oviedo, en verano, quedaba sumida en la calma chicha del estío. Afortunadamente, hoy las cosas han cambiado. Con datos del año pasado, Oviedo batió su récord recibiendo en agosto casi medio millón de visitantes, consolidándose como líder en Asturias. Buen preludio para un mes, septiembre, que en Oviedo es sinónimo de fiesta. Y la mecha la encendió, como cada año, el Centro Asturiano. Juan José Tuñón, abad de Covadonga, decía en su magnífico pregón: "En Covadonga late el corazón de Asturias"; yo me atrevería a decir que, en cierta forma, también en el Naranco late el corazón de todos los ovetenses. Y desde ese Naranco, que también en palabras de Tuñón, "resplandece en estos días con las luces del monte Auseva", se preludia el calendario festivo local. 
La presencia de Covadonga se irradia por Asturias como si ésta fuera una inmensa red capilar y raro será que haya ciudad, villa o pueblo en que Covadonga, de una u otra forma, no se haga presente. En Oviedo, por supuesto, no podría ser de otra manera. En el Centro Asturiano, donde confluyen casi 18.000 ovetenses, su presencia es notable. Un club que hunde sus raíces en Cuba, cuando el 13 de febrero de 1928 el Centro Asturiano de la capital cubana crea una Delegación en Oviedo, que llamará Delegación del Centro Asturiano de La Habana y cuya finalidad será la de "proporcionar a los asociados asistencia en sus enfermedades y lícito recreo en su casa social". Desde aquellos cubanos, antes y después, allá donde iba un asturiano, trascendiendo sentimientos políticos o religiosos, iba la Santina. Tuve la fortuna de conocer el Centro Asturiano de México y el de Buenos Aires, y confieso que emociona ver allí la imagen de nuestra Santina tan respetada y querida por esos asturianos que ya tienen, para siempre, su corazón partido. 
En San Esteban de la Cruces encontramos el núcleo de Covadonga, con capilla a la vera de la carretera de donde surge la "Ruta de las Peregrinaciones" (GR105), que por caminos de media montaña y pueblos del interior conduce hasta la Santa Cueva. 
Asimismo, cuenta la capital, desde 1972, con parroquia bajo la advocación de Covadonga, desmembrada en su día de la de San Julián de los Prados. Dado que no disponía de templo propio en sus primeros años, utilizaba la capilla del entonces hospital psiquiátrico, capilla que hoy, dado su notable deterioro, vuelve a estar de actualidad. En 1979 la parroquia inauguró su actual templo. 
Cómo no recordar la Residencia Sanitaria Nuestra Señora de Covadonga, obra de Fernando García Mercadal, e inaugurada el 29 de noviembre de 1961. La capilla contaba con un fantástico mural y mosaicos de Antonio Suárez. 
Y, por supuesto, la calle Covadonga. Otorgado el nombre por acuerdo plenario del 7 de agosto de 1869, hasta ese momento era conocida como calle del "Estanco del medio". En esta calle, en el número 31, se colocaron a mediados del siglo pasado unos azulejos con la estampa de la Virgen de Covadonga y aún hoy se conserva una pequeña hornacina. Por tal motivo, cuentan las crónicas de la época que esta calle celebró como ninguna otra la visita de la Santina a la ciudad en junio de 1951. 
Esta visita fue, precisamente, la que motivó a declarar a la Santina "Huésped de Honor" y dedicarle, coincidiendo con su festividad, "flores de las que al efecto habrán de ser cultivadas en el lugar que se denominará Jardines de la Virgen de Covadonga". Y ahí siguen, en el corazón de nuestro Campo, donde se ubica el "palomar", en cuya pared externa hay un mosaico de azulejos policromados con la imagen de la Santina. 
Y para los que crecimos en el Vallobín de los setenta, era frecuente acercarnos a los pinares anejos al entonces Sanatorio Antituberculoso. Allí se hallaba, en la trasera del hoy Hospital Monte Naranco, una curiosa construcción de piedra, a modo de una pequeña gruta, que acogía una imagen de Covadonga. Siempre rodeada de flores y velas, ofrendas de los enfermos. Allí sigue, repintada desde hace pocos meses, para quién quiera acercarse a visitarla. 
En fin, que ye piquiñina y galana, sí, y también, por qué no, un poco carbayona.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2016/09/12/piquinina-galana-carbayona/1982378.html

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