lunes, 9 de noviembre de 2015

EL CABALLO DEL APOCALIPSIS

El Otero

El caballo del Apocalipsis

El daño que hizo la droga durante los ochenta en barrios como Vallobín

09.11.2015 
El caballo del Apocalipsis
El caballo del Apocalipsis
La hemeroteca de LA NUEVA ESPAÑA es como una especie de puerta que nos permite acceder a momentos y lugares remotos en el tiempo. Recuperarlos. Revivirlos. Así me ocurrió hace días cuando leía una noticia rescatada desde el 27 de octubre de 1990: "Cerca de un millar de personas residentes en el barrio de Vallobín participaron ayer en una manifestación convocada por la coordinadora antidroga de la zona para protestar por el tráfico y consumo de estupefacientes. Los convocantes de la protesta pretendían demostrar la disposición de todos los vecinos para acabar con este problema". Lo recuerdo con claridad. Y lo que es peor: conocí perfectamente el problema. Crecí a su lado. El final de la década de los 70 trajo consigo un fenómeno al barrio que no conocíamos: la droga. Asistimos, entre sorprendidos y temerosos, a la metamorfosis que sufrían algunos con los que habíamos compartido pupitre. Cambios extraños en su conducta. En su físico. Todo a su alrededor convertido en caos. Su vida se iba, poco a poco, por el desagüe sin que su entorno, en algunos casos ya desestructurado, pudiera hacer nada. Las jeringuillas tiradas por cualquier rincón empezaron a ser, desgraciadamente, elementos frecuentes del paisaje. En la serie de TVE, "Cuéntame", vimos la pasada temporada el barrio de San Genaro alterado y preocupado. A Luis, destrozado por el "caballo? historia que me retrotraía a esos años en los que ese "caballo del Apocalipsis" cabalgaba desbocado devastando juventud; arrasando familia, amigos y futuro. 
"Toqui" fue el primero. No tenía relación directa con él pero lo conocía desde niño. Un buen día apareció muerto y allí se acabó su vida complicada y conflictiva. Luego vinieron más. Algunas madres intentaron tomar las riendas y convertidas en "madres coraje" pelearon contra todo y contra muchos para intentar rescatar a sus hijos de un infierno al que parecían condenados sin remisión. Durante años, en la parroquia de San Pedro de los Arcos, encontraron amparo y con el apoyo de un joven cura, buen conocedor del problema, pelearon por paliar un tsunami que parecía imparable. 
Fue una cotidiana y cruda realidad. Pero, visto desde la actualidad, no me cabe duda de que las víctimas eran ellos. Por desgracia no siempre es fácil escoger el tipo de vida que queremos. El delegado del Gobierno entonces estudiaba clausurar algunos establecimientos donde constaba que había tráfico y consumo de drogas. ¿Era esa la solución? Puede ser. O al menos una parte. Pero también otros pelearon por revertir la situación, comprometiéndose en proyectos que pretendían rehabilitar a la persona. Devolverle la dignidad secuestrada por el "caballo", pelear por darles una nueva oportunidad. Como hoy siguen haciendo desde Proyecto Hombre, o desde Cáritas con el Centro de Encuentro y Acogida (CEA) o el Proyecto Emaús. 
Dos formas de mirar a los ojos a ese caballo apocalíptico: la de quienes querían echarlos de las calles y la de los que se implicaron -y se implican- en la lucha por recuperar a la persona. Juzgar y opinar desde ahora, sin que me hubiera salpicado desde muy cerca el problema, es fácil. Pero el trabajo que algunos hicieron en el barrio con las familias y con los propios toxicómanos, además de dar sus frutos, es para reconocer y agradecer. 
"No montes ese caballo pa pasar de la verdad, mira que su nombre es muerte y que te enganchará". Qué razón tenía Miguel Ríos.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2015/11/09/caballo-apocalipsis/1838858.html

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