jueves, 14 de julio de 2022

LA FINLANDESA, UN PASEO ESENCIAL

La finlandesa, un paseo esencial
Ignacio Sánchez de Posada, Tito Posada, en la pista finlandesa, en mayo de 1987. | Santiago García López 11·07·22 Hubo un tiempo en el que el lugar preferido para el paseo de los ovetenses era, sin duda, el Paseo de los Álamos; por cierto, hace unos días supe que fue apodado como el "tontódromo", cosas de la mordaz socarronería ovetense. Actualmente, caminar se ha transformado en sana actividad deportiva y para ello disfrutamos de muchas opciones al alcance de la mano por nuestro magnífico y envidiable entorno rural. Una de esas opciones es la pista finlandesa; sospecho que ya nadie lo recuerda por su nombre original de Paseo de Valdeflora. La idea tiene la paternidad del médico y entonces concejal socialista de Sanidad y Medio Ambiente, Ignacio "Tito" Sánchez Posada, quien consideró que sería un buen lugar para mejorar la salud de los ovetenses y un espacio idóneo "para realizar deporte al aire libre, aunque tendrá un uso social bastante más amplio". No se equivocaba. Su acertada apuesta resultó todo un éxito. La pista tuvo un coste de 22 millones de pesetas y, en su inicio, una longitud de 1,7 kilómetros, ampliados sustancialmente en 1992. La pista, bien lo saben la multitud de diarios caminantes, es una atrayente frontera, un tanto desdibujada, en la que la ciudad y el monte transcurren en paralelo de la mano. El verde se huele, se palpa, se siente fresco y renovado. Aves, árboles, plantas… nos indican que estamos en un lugar de linde. La naturaleza sale a nuestro encuentro. Pero, además, transitamos por un recorrido que atesora una interesante historia. El Naranco tuvo atractivo minero al menos desde el siglo XVII. Para facilitar el transporte del mineral de hierro que se arrancaba de sus entrañas se construyó un ferrocarril desde Villapérez hasta San Pedro de los Arcos, cerca de la estación del Norte. A finales de 1878 llegó al Ayuntamiento la petición de permiso de obra del ferrocarril minero, solicitud recibida con desconfianza y preocupación; se temía que el trazado propuesto, paralelo a la traída de agua de Fitoria hacia los Pilares, visible aún hoy en la pista, pudiese dañar la conducción del agua. El tren minero, inaugurado el 1 de febrero de 1880, discurría por la actual pista finlandesa y, por tanto, sobre su antigua caja caminamos hoy. Poseía una longitud de 7,5 kilómetros con una anchura de 0,6 metros. Comenzaba en la actual cantera de Orgaleyu y terminaba en un plano inclinado hasta el cargadero de la actual estación de Renfe, prácticamente pegado a lo que hoy son las escaleras de subida al parque de San Pedro. Los vagones eran inicialmente tirados por mulas, pero más tarde éstas fueron sustituidas por máquinas de vapor. El trenecillo fue utilizado, ocasionalmente, por vecinos de la zona para sus desplazamientos e incluso, sirvió, en 1902, cuando se produjo la visita a Asturias de Alfonso XIII, para acercar al joven monarca y a su comitiva a los monumentos ramirenses, empresa nada fácil en aquellos años, dada la inexistencia de carretera La producción de mineral de hierro se mantuvo en las minas del Naranco hasta 1915, aunque las vías permanecieron varios años como testigos mudos de la antigua actividad minera. Hoy, en nuestro recorrido por este singular paseo, contemplamos un paisaje envidiable. Asturias entera quiere abrazar la ciudad. Y como compañero de andadura, abrigándonos, el Naranco. Vigía y guardián. En algún lugar del recorrido se antoja que la ciudad quisiera trepar por el verde como queriendo conquistar lugares que no le pertenecen. Sigamos andando. Contemplando. Disfrutando. Y exigiendo que siga así. Para que ninguna obra anacrónica, insensata, innecesaria e injustificable nos robe para siempre este paseo esencial. https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/07/11/finlandesa-paseo-esencial-68194498.html

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