martes, 7 de junio de 2022

UN MARTES OVETENSE

Un martes ovetense Sobre la fiesta y la historia de la Sociedad Protectora de La Balesquida 06·06·22 En Oviedo, cuando hablamos del campo, no nos referimos a un terreno extenso fuera de poblado o a una tierra laborable como define el diccionario de la RAE. En Oviedo, el Campo, es un lugar donde laten, acompasadamente, la propia historia de la ciudad y la intrahistoria de los ovetenses que crecimos a su sombra. Pulmón vital y afectivo por igual. Y si hay una fecha en la que podríamos decir que el Campo cobra aún mayor protagonismo es, precisamente, la del Martes de Campo, cita obligada de los ovetenses con nuestra secular tradición y con la memoria individual y colectiva. La Cofradía de la Balesquida hunde sus raíces en 1232 como consecuencia de la donación efectuada el 5 de febrero de ese año a “todos los cofrades de la Cofradía de los Alfayates o xastres y otros vecinos y buenos de la Ciudad de Oviedo”. En su “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar”,1849, Pascual Madoz se refiere a la Cofradía de la Balesquida como: “La institución más popular que se conoce en la provincia, y acaso fuera de ella. Casi todos los vecinos de la ciudad son cofrades, sin distinción de clases. Los padres se apresuran a anotar a sus hijos en esta hermandad, apenas nacen, y se tiene a mengua no pertenecer a ella”. No fue fácil el devenir de la Cofradía, una de las más antiguas de España. Siglos de vida desembocaron en una una compleja situación en los años veinte del pasado siglo. Ante esa circunstancia, el entonces Mayordomo de la Cofradía, Ángel Álvarez Zapico, publica una carta en el diario “La Voz de Asturias” el 10 de febrero de 1929 en la que manifiesta: “Convocado por tres veces el Cabildo de la Cofradía de la Balesquida sin que asistiera a ninguno de los tres Cabildos, ni un solo cofrade; anunciado en la prensa el estado verdaderamente lastimoso porque atraviesa esta Cofradía sin recibir de nadie una palabra prácticamente alentadora, la Junta de Gobierno de esta Cofradía, que lleva cinco años luchando lo que nadie puede imaginarse porque la Sociedad no muera, ha resulto disolverse y entregar al obispado, previos los trámites legales, capilla, ropas, alhajas, etc. Lo que hace saber públicamente a los cofrades por si alguno quisiera evitar todavía la desaparición de nuestra querida Balesquida, tan genuinamente ovetense”. Esta llamada encontró respuesta en un grupo de ovetenses que crearon la comisión gestora de la Sociedad Protectora de la Balesquida constituida por Ramón Prieto Pazos, José Álvarez-Buylla Godino, Alfonso Muñoz de Diego y Ricardo Fabio Casielles Menéndez. Los primeros estatutos fueron aprobados el 23 de febrero de 1930. El artículo 1.º define su objeto social: “Auxiliar a la Cofradía de la Balesquida con todos los medios que permitan cumplir las cláusulas de sus estatutos fundamentales”. Sea, pues, una jornada propicia para que los ovetenses nos encontremos en el Campo y recojamos el testigo que la historia nos ha legado. Aunemos esfuerzos para que tanto los festejos en honor a la Virgen de la Esperanza organizados por la Cofradía, génesis y protagonista indiscutible de la fiesta, como el programa que desarrolla la Sociedad Protectora, sirvan, por encima de diferencias, para garantizar la continuidad de una de nuestras más vetustas tradiciones y podamos disfrutar, como escribía Félix Aramburu bajo el seudónimo de “Saladino” en 1882, de “los consabidos dones de Ceres y Baco que ha dado en repartir, con ayuda de los caballeros alfayates”. Gocemos de los “los marciales ecos de la música”. Que, como concluía Aramburu, todo sea “júbilo, apetito, tragos, danza y rebullido”. ¡Feliz Martes de Campo! https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/06/06/martes-ovetense-66948516.html

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