martes, 8 de marzo de 2022

UNA DE ANTROXU

Una de Antroxu Las “mazcaradas de invierno” que se celebraban en la ciudad 07·03·22
Con los ecos del peculiar Carnaval cuaresmal aún en las calles de la ciudad me viene a la memoria la magnífica carnavalada de Oviedo, obra de Evaristo Valle, datada aproximadamente en 1928 y custodiada en el Museo de Bellas Artes. Siempre que voy al Museo no dejo de ver la excelente colección que atesora tanto de Evaristo Valle como de otro de los grandes pintores asturianos: Nicanor Piñole. La pintura a la que me refería al inicio es una de las muchas carnavaladas pintadas por Evaristo Valle. En esta se ve una serie de personajes con los faldones, túnicas o blusas típicas del Antroxu. La escena discurre en Oviedo; de fondo, la imagen de la Catedral y una silueta que invita a pensar en el Naranco. Y que nos remite a unas celebraciones de Antroxu que, durante décadas, quedaron sepultadas por el olvido. El Antroxu ovetense, con algunas características propias, se vino celebrando hasta los años veinte del pasado siglo. Ya mucho antes había quien no era entusiasta de estas “mazcaradas de invierno”. En el Archivo Municipal se conserva un acuerdo de 1716 con el que, por orden real, las autoridades pretendían acabar con la costumbre de vestir disfraces traída de “otras naciones diferentes” y que suponía una clara ofensa “a la majestad divina”. El Antroxu ovetense estaba repleto de populares personajes como la Destrozona, la Tarasca, la Rollona y el Neñu, el Ciego y la Ciega, los Zíngaros y el oso, el Fíu y el soldado, los Sábanos, los Zaparrastros, el Galán y la Madama, el Cura y el Diañu, personajes que hoy podemos volver a ver gracias a la tarea de recuperación que durante años llevó a cabo el colectivo “Los Mazcaritos d’Uviéu”, encabezados por Ánxel Nava, que nos presentan de nuevo a estos personajes ancestrales. Si bien cualquiera de ellos daría para unas cuantas líneas, me gustaría centrarme hoy en una de esas tradiciones ovetenses: la de “partir la vieja”. La recoge Constantino Cabal en su Diccionario Folclórico de Asturias publicado por el IDEA en 1955. Según Cabal, la frase “partir la vieja” la daba un periodista como característica de Asturias y él mismo aseguraba haberla oído infinidad de veces. Escribe Cabal: “Según él, esta vieja hacía de coco, y era para los niños pequeñuelos un motivo de terror. Para las gentes mayores, él avisaba que, en cambio, debía ser un motivo de prudencia, de juicio y de reflexión. La tradición la pintaba como un tipo senil, magro y famélico, vestido andrajosamente y con una gran carga de años duros, de ayunos agotadores y de vigilias penosas. El peso de esta carga era excesivo, la vieja andaba encorvada y, para colmo de males, era de una terrible fealdad. La tradición también contaba de ella que venía a Oviedo anualmente a partir la cuaresma en dos mitades. Aparecía a las doce de la noche en cualquier lugar del Campo, e iba inmediatamente al Carbayón; se aproximaba a su tronco, arrimaba a él su cayado, se acomodaba bajo él. Después gesticulaba, daba gritos, se revolvía aparatosamente, y reventaba por fin. La detonación, tremenda; los niños despertaban en la cama todos trémulos de susto, y las madres tenían que mecerlos para dormirlos otra vez. A la mañana, en plática amorosa, toda de balbuceos de preguntas y de mimos de respuestas, les contaban las madres a los niños que la vieja había estallado con un ímpetu tan grande, que de las dos mitades que se hiciera no se había hallado una brizna. El aire se las tragara; perdiéranse en el espacio, ¡sabía Dios dónde fueran a parar!”. Ya ven; una vez más, Oviedo es un inmenso e inabarcable cajón de sastre. Para donde quiera que miremos, seguro que encontramos alguna historia que merecerá la pena descubrir y, como es el caso, compartir. https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/03/07/antroxu-63517210.html

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