lunes, 29 de noviembre de 2021

LO NUESTRO (III)

Lo nuestro (III) La demolición de la antigua estación del Ferrocarril Vasco Asturiano
29·11·21 Continuamos hoy con esa mirada retrospectiva sobre el patrimonio perdido, no exenta de rabia y pena. Damos otro pequeño salto en el tiempo; esta vez algo más cerca. Al 3 de noviembre de 1989. Ese día Feve, al amparo de la licencia concedida a finales de julio, inició el derribo de la Estación ovetense del Ferrocarril Vasco Asturiano. La compañía negaba que el rápido inicio de las obras tuviera que ver con la reciente creación de la plataforma pro Vasco que perseguía la declaración de Bien Cultural del edificio. Para la joven plataforma cívica, la empresa “precipitó arteramente” el derribo. Obviamente Feve lo negaba, pero esto de las prisas no supone una novedad. Al mediodía, la demolición se consumó. La plataforma manifestaba que “su premeditación, alevosía, prepotencia, chulería y desprecio por la opinión pública, sólo es comparable a su rapacidad. Feve está expoliando a todos los asturianos al destruir su patrimonio cultural, pero también está haciendo un fabuloso negocio al traficar con el patrimonio público”. Consideraban al Ayuntamiento “cómplice de este crimen, al llegar a un acuerdo con la empresa en el que lo único que se obtuvo para la ciudad es daño, burla y vergüenza”. De nada sirvieron las gestiones ante el gobierno autonómico; el derribo era un hecho. El alcalde, Antonio Masip, quien posteriormente manifestaría en varias ocasiones que lamentaba “no haber hecho más por evitar el derribo”, declaraba entonces que “se trataba de modernizar un espacio sin valor extraordinario”. El alcalde se justificaba con el argumento de que “era un reto acabar, no con la estación, sino con la suciedad, y resolver el importante problema que plantea la medianera de la calle García Conde”. Entre las voces críticas se encontraba la de Juan Benito Argüelles, presidente de Tribuna Ciudadana y miembro de la plataforma, quien aseguraba que se trataba de “una pérdida grande para la ciudad”. Recordaba Juan Benito la conversión en museo de la estación parisina de Orsay y lamentaba el cambio de actitud de algunas autoridades que “cuando no lo eran, se manifestaron en contra del derribo de la casa de Concha Heres”. Para el arquitecto Nicolás Arganza, miembro de la Comisión de Patrimonio, la estación “debería haberse recuperado para el Museo del Ferrocarril porque tiene elementos bastante valiosos y habría significado el reconocimiento histórico de un monumento que ha influido bastante en la formación de la ciudad”. De lo que no cabe duda es que bien por decisiones erróneas, por conflictos bélicos o por cómplices intereses especulativos, Oviedo dejó por el camino en el último siglo construcciones de incalculable valor histórico y arquitectónico. Mirar al pasado debería servir, al menos, para aprender de los errores y, actualmente, para que prevalezca el sentido común y la voluntad de preservar aquellos elementos de interés para nuestro futuro. Hoy se sigue menospreciando patrimonio, sea en forma de una “simple” farola centenaria que para nada estorbaba, o, como en el caso del mosaico del Paseo de los Álamos, sin duda, una obra de arte de las de mayor relevancia de la ciudad. O el Naranco, amenazado por una innecesaria y anacrónica autovía. Nos habrán arrebatado el Carbayón, los Pilares, el chalet de Concha Heres, el de Olivares y tantos otros; El Fontán, El Vasco o amenazado elNaranco, pero de todos ellos queda un grito silencioso y rebelde en el espíritu de muchos ovetenses; ese, nadie nos lo arrebatará. https://www.lne.es/oviedo/opinion/2021/11/29/iii-60090139.html

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