lunes, 12 de abril de 2021

UN INSTANTE QUE PERDURA


EL OTERO

Un instante que perdura

La reconstrucción del Oviedo de los 70 a partir de una postal de la época


Suelo definir estas líneas como una ventana abierta a Oviedo. Espacio común del que, cada semana, compartimos algo de su historia, de su presente, o algún deseo sobre su futuro. Y, en ocasiones, me gusta plantearlas como un juego. Un ejercicio bidireccional con el que ustedes pasen de ser lectores pasivos a protagonistas activos. Les propongo que me acompañen a un instante que quedó congelado en un día de verano de fecha incierta. Puede que, más o menos, 1970. Grabado en una postal localizada en ese inmenso cajón de sastre del comercio virtual. Vamos a asomarnos a ese preciso momento. A la Calle Uría. Y a mirar con ojos curiosos. Del verano ovetense de 1970 recuerdo lo que puede recordar un niño de 6 años. Poco. Pero, con su ayuda, seguro que seremos capaces de completar una buena historia. ¿Se animan? Lo que primero me llama la atención es una vista, imposible hoy, del Naranco como telón de fondo. Aún no estaban construidos los edificios de Tito Bustillo que cortan la panorámica. Sobresale el edifico, aún en ruinas, del antiguo sanatorio, actual Centro Asturiano. Y un monte ya poblado de eucaliptos. La calle, con gente en sus afanes cotidianos. ¿De dónde vendrían? ¿A dónde irían? En la esquina de Fruela y San Francisco, el típico cartel de “Change, exchange” de los bancos de entonces; en este caso del Banco Popular. Una pareja sonriente. Él parece portar una cámara de fotos, ¿serían turistas? Personas en primer plano esperando a cruzar la calle. ¿Reconocerían a alguien? ¡No me digan que no sería para nota! Los carteles indicadores: Audiencia, Catedral Metropolitana, León-Madrid a la derecha, Gijón- Avilés a la izquierda. Y por la parte interior anuncios publicitarios. Lástima, no distingo ninguno. Uno acaba en “mé” y parece ser una casa de comidas, ¿cuál será? En el edificio de Juan Miguel de la Guardia, “Casa Conde”, de 1904, vemos en la esquina con Pelayo, justo enfrente de la oficia del Banco Exterior de España en los bajos de la Jirafa, la farmacia de Juan Donapetry Iribarnegaray, gallego residente en Oviedo, quien adquirió la botica a Benito Estrada en 1915. Era reconocido por la gran variedad de fórmulas magistrales, dentífricos o analgésicos que elaboraba. Los toldos amarillos de la izquierda pertenecen a Almacenes Simeón. 

La calle Uría, en torno a 1970, en una postal.

Empresa nacida en Galicia en 1857 y presente en Oviedo desde 1899. Fundada por el exitoso comerciante de textiles al por mayor Simeón García Olalla de la Riva, fallecido en 1883. Su viuda, Juana Blanco, fue la que expandió el negocio, llegando incluso a crear un banco: Banco Simeón. El primer emplazamiento en Oviedo fue en Magdalena, 16. A comienzos del siglo XX se trasladó al número 4 de la calle San Francisco, donde también vivía la familia. Tras los destrozos sufridos en octubre del 34 se trasladó al lugar que vemos en la imagen. Y a la vuelta de la esquina, en Uría 4, se intuye el cartel de la joyería de Pedro Álvarez, justo donde había estado el Carbayón. Pedro Álvarez de Río, originario de Lugo, había llegado a Oviedo en 1885 como viajante de joyería y bisutería. En 1887 se estableció en el número 14 de la calle Magdalena con su joyería y platería. ¿Y qué me dicen de los autobuses? Vemos varias paradas. Ahí paraba la línea 2 que iba a Lugones. Y la 3 que hacía el recorrido desde San Claudio hasta San Esteban. En 1955 el Ayuntamiento de Oviedo se decide por el autobús dejando atrás la era del tranvía al considerar “costosísimo y poco remunerativo crear nuevas instalaciones”, por lo que la Corporación acordó otorgar la concesión del servicio a la empresa Traval, que había sido constituida un año antes en Madrid por Luis Fernández de Trabanco Ortega. El 28 de febrero de 1956 llegaron a Oviedo los dos primeros autobuses. Dos Pegasos que hacían el servicio en la línea Colloto-Cruce de las Caldas y a los que el humor carbayón bautizó con el nombre de “sidrobuses”, por su frecuente uso para ir a tomar sidra a Colloto. El 1 de marzo de 1956 se inauguró la primera línea de autobús urbano. El 2 de septiembre de 1956 circuló el último tranvía en Oviedo. En cuanto a los coches, circulan varios Renault 4L. Conocidos como el “Cuatro latas”, empezó a rodar por nuestras calles en 1961. Nacido para competir con el Citroën 2CV, la “Cirila” y aguantó hasta 1983. ¿Quién no ha conducido uno? 

En fin. Ya ven. Un pequeño viaje en el tiempo. Un segundo congelado en una imagen que nos permite ver cosas de un Oviedo quizá un poco desdibujado en la memoria pero que, de alguna manera, sin nostalgias inútiles, aún permanece aguardando una mínima oportunidad para regresar al presente.

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2021/04/12/instante-perdura-46431463.html

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