martes, 15 de septiembre de 2020

LA HERRADURA EN EL RECUERDO

EL OTERO

La Herradura en el recuerdo

Las peculiaridades de un escenario festivo que marcó a toda una generación de ovetenses

Carlos Fernández Llaneza 15.09.2020 

Advertencia: si usted vivió su mocedad en Oviedo en las décadas de los 60 y los 70 este artículo puede provocarle un irrefrenable acceso de nostalgia. Pues una vez avisados, y ya que estamos en estas peculiares fiestas de San Mateo, vamos a dirigir la mirada a "Las Pistas de la Herradura", inauguradas el 12 de septiembre de 1952, como anunciaba LA NUEVA ESPAÑA de entonces, "a las once de la noche con una extraordinaria verbena a beneficio de la campaña pro estreptomicina". Curioso. Inauguración precedida de cierta tirantez entre la SOF y el Ayuntamiento y no pocas críticas por el acotamiento abusivo del Campo y su uso comercial. Pero a pesar de todo, la Herradura fue un éxito que generó unos ingresos a la SOF que ayudaron, en buena medida, a equilibrar sus cuentas y a incrementar de forma significativa el número de asociados. La Herradura tiene su propia e interesante historia pero vamos a dejarla para otra ocasión. Hoy voy a intentar de nuevo jugar con la memoria. La mía, claro, pero, cómo no, con la suya. Les propongo que, si es el caso, recuerden sus noches en la Herradura. A qué grupo musical o cantante recuerdan de forma especial, y mira que la nómina es extensa. Desde la orquesta trubieca "Marimbas Punto Azul", habitual durante años, o la "Gran Capitol", a cantantes tan variados como Raphael, Juan y Junior, Alberto Cortez, Jaime Morey, Lola Flores, Tony Ronald, Cecilia, Pablo Abraira, Salomé, Luis Aguilé, Víctor Manuel, "Los Relámpagos", "Los Brincos", "Los Bravos".Tres décadas dan para mucha música. Supongo que no les costará mucho verse allí, con sus mejores galas, con un cubata en la mano, disfrutando del verano que se resistía a marchar, exprimiendo la vida. Gozando del baile y de esa efervescencia juvenil -o no tanto- que parecía no tuviera fecha de caducidad. Tal vez, quién sabe, conociendo a la que luego fue la pareja de su vida. Compartiendo amistad, complicidades e ignorando aún los afanes que la vida nos reservaba. Oviedo era una fiesta y el sufrido Campo, su epicentro. El niño que yo era miraba con curiosidad y cierta morbosidad entre las rendijas de las vallas blanquiazules. Alguna tarde que otra lograba franquear la frontera de lo prohibido y, merced a conocer a un familiar del concesionario del bar, dedicar unas horas a colocar manteles en las mesas por cinco duros del ala. Pero, con los primeros acordes éramos expulsados como Adán y Eva del Edén y ¡hala! a mirar por la rendija o a consolarme dando unas migajas de barquillo a los pobres y asustados cisnes que no parecían entender el excesivo ruido que turbaba su tranquila y placentera vida. Los mayores disfrutaban del baile como si no hubiera un mañana pero, ¡a Dios pongo por testigo que nunca me faltarán los caramelos de limón de la Chucha! 

Oviedo cambió. La corporación cambió. Y los bailes de la Herradura pasaron a la historia en pos de unas fiestas más populares. La calle adquirió un indiscutible e incuestionable protagonismo. Aquel recinto vedado permanece como un recuerdo, quizá, un tanto magnificado por esa extraña atracción que ejercía en mí el supuesto placer de lo prohibido. 

Probablemente muchos de ustedes guarden muy gratas evocaciones de los bailes de la Herradura. Consérvenlos como algo preciado. Son parte de su propia historia. Son parte de la historia de Oviedo; eso sí, si preguntara a Petra, a los pavos reales, o los cisnes quizá su opinión no fuera tan benévola.

https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2020/09/15/herradura-recuerdo/2683184.html






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