lunes, 7 de marzo de 2016

¡ES LA FELICIDAD, ESTÚPIDO!

El Otero

¡Es la felicidad, estúpido!

Una reflexión sobre las necesidades de los seres humanos para vivir en armonía

07.03.2016 | 03:47
¡Es la felicidad, estúpido!
¡Es la felicidad, estúpido!
Este debería de ser el artículo más importante que haya escrito jamás. Y debería serlo porque pretendo escribir sobre la felicidad. No en vano, de una manera u otra, nos pasamos la vida persiguiendo a esa esquiva mariposa que es la felicidad. 
Una reciente encuesta de la empresa Gallup afirma que el país más feliz del mundo es Paraguay. Los diez primeros son países latinoamericanos por lo que, a priori, parece que el desarrollo económico no está directamente relacionado con el grado de felicidad. España está en el puesto 54. 
El reino de Bután, un pequeño país enclavado en medio del Himalaya, ha decido que en lugar de medir su riqueza por su producto interior bruto (PIB) la medirá por el índice de felicidad nacional bruta. 
La declaración de derechos de Virginia, promulgada en 1776, reconocía la búsqueda de la felicidad como un derecho constitucional. 
Voy a hacerles una pregunta: ¿en qué creen que se basa la felicidad? Piensen un momento. ¿Basta la salud, el dinero y el amor como decía aquella vieja canción? ¿O no? ¿Procedería incluir en una futura reforma constitucional el derecho a ser felices? Pues no estaría mal. Aunque visto el éxito del derecho al trabajo y a la vivienda... Y me pregunto asimismo, ¿tiene algo que ver el lugar en el que vivimos con la felicidad? Pues la respuesta es sí. Así concluye, al menos, un estudio de la Universidad Politécnica de Cataluña según el cual sí hay una relación entre ciudad y felicidad. A grandes rasgos, los ciudadanos quieren más áreas verdes, el aire menos contaminado, menos ruido, una buena calidad del agua y buenos servicios de saneamiento, sumado a otros parámetros como entorno familiar, amistades, educación, sueldo, etc... No hace muchos días se publicó también un estudio que recogía la percepción de los ciudadanos europeos sobre la calidad de vida de sus ciudades en base a parámetros similares a los que detallé antes. El podio lo ocupaba Oslo y la única ciudad española entre las diez primeras era Málaga. Oviedo aparcería en el listado por ser la que sus ciudadanos percibían como más limpia. No está mal. Todo esto nos podría llevar a pensar que quizá en un futuro sería conveniente pedir a los partidos que concurran a las elecciones que incluyan en sus programas la fórmula con la que van a intentar que los ovetenses seamos un poco más felices. Personalmente me agradaría. Sería síntoma de que, realmente, estamos poniendo a las personas en el centro de la diana de nuestros desvelos. Repito: de verdad. Últimamente se habla mucho de la "gente", así, en abstracto, que si la gente lo que quiere es tal, que si la gente lo que necesita es cual? Pues a servidor, que soy "gente", nadie me ha preguntado sobre lo que quiero y necesito, así que ya puestos, aprovecho para decir que yo ¡quiero ser feliz! Creo firmemente que la política ha de ser herramienta con la que mejorar la calidad de la vida de los ciudadanos; cosa que, como el valor en la "mili", debería darse por supuesto. No en vano, desde Aristóteles, el fin último de la política es el de procurar la felicidad del pueblo. Nada más. Y nada menos. 
En fin, al final, igual al personal no le importan tanto las diatribas internas de nuestros ediles o diputados y, parafraseando a James Carville, asesor de Bill Clinton en la campaña presidencial del 92, tendríamos que decir, con el debido respeto por supuesto, a nuestros regidores ovetenses: ¡es la felicidad, estúpido!
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2016/03/07/felicidad-estupido/1893388.html

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