miércoles, 18 de septiembre de 2013

OVIEDO, TAMBOR Y GAITA



http://www.lne.es/oviedo/2013/09/18/oviedo-tambor-gaita/1470396.html
El Otero

Oviedo, tambor y gaita

Las fiestas del pasado y del presente

18.09.2013 
Tiendo a imaginar las ideas como una especie de entes invisibles, esquivos, juguetones, que van y vienen y no se detienen y que, para cazarlos, habría que disponer de algún extraño artilugio de extravagante factura, del que dispondrían unos pocos privilegiados; al menos, para las buenas ideas.

En éstas estaba, escuchando la ciudad desde las alturas próximas, en un claro atardecer en el que los primeros sonidos de la fiesta mateína saltaban como un corcho por el bullicio y las ganas de diversión, cuando una idea se posó suavemente, qué cosas... Dice un amigo cántabro que tiene a bien seguir estas líneas que llevo una parte de abuelo Cebolleta dentro, y bueno, quizá sea verdad; es posible que comparta con el escritor francés Gautier que «vistas las cosas en la cámara oscura del recuerdo, toman un relieve singular»; o, quizá, simplemente, que me esté volviendo un carcamal de tomo y lomo; pero bueno, el caso es que asomado a los primeros compases de la fiesta ovetense por excelencia, recordaba otros San Mateos y otras fiestas. Rescoldos aún vivos en la memoria son, sobre todo, los días de América en Asturias, que entre confeti y banderas se me acrecentaban como aquellos gigantes que, en compañía de los perversos cabezudos, no dejaban de incordiar. Solía acudir después, en compañía de mis padres, a la plaza de toros o al Palacio de los Deportes para contemplar actuaciones de los numerosos grupos folclóricos, locales y foráneos, que venían al desfile.

Obligado era comer el «bollu» en el Campo el propio día de San Mateo. Alguna vez fui al hípico, que para eso tenía aquella especie de libretina de los socios de la SOF con los correspondientes tiques para bollos, hípico, Herradura, etcétera. Y las barracas, naturalmente; no dejamos duros en los coches de choque y en el tiro...

Por supuesto, la novedad de los chiringuitos, que no estrené porque aquel San Mateo del 83 lo pasé sirviendo a la patria en tierras africanas; tendría que esperar al siguiente para disfrutar de una fiesta más callejera y popular.

Claro que en Oviedo había más fiestas. Casi cada barrio tenía las suyas. En ocasiones nuestra cronista, querida Carmen, ha rescatado del cajón del olvido muchas de ellas. Fiestas que eran como una reproducción de las vividas, durante generaciones, en los pueblos. Días en los que veían la luz las mejores mantelerías, la vajilla de las ocasiones, el vino de «por si viene alguien» y ocupaban la mesa más platos de los habituales. Y un espíritu de camaradería vecinal y familiar que temo se ha difuminado un poco.

El San Mateo de hoy es diferente en muchas cosas, en otras no tanto. Pero lo importante vivir y convivir. Olvidar penas, diatribas, disputas, y poner por unos días nuestro mejor espíritu carbayón al servicio del encuentro con el otro.

Sin embargo, y ya que estamos con «folixes ovetenses», me gustaría cerrar con una vieja coplilla que encontré, de un tal Falín de Vetusta, y que dice:

«De les romeríes d'Uvieo, digo yo, Xuan el raposu -y non tengo dengún mieo a quedar por mentirosu-, que foi siempre la meyor la de San Pedro de los Arcos, con banda, gaita y tambor y el violín del ciegu Marcos; con aquelles meriendones rigaes con vino y gasiosa; con xente y xente a montones, divertía y bulliciosa. Agora vuelven facer aquelles fiestes perdíes. ¡Cuántu me allegra el poder dir allá con les míos fíes a comer unes tortielles de xamón con patatines y beber unos culines d'esa sidrina que espalma; la meyor de les bebíes pa' quitai penes al alma y dai al cuerpu enerxíes!».

Pues si lo dice Falín...

En cualquier caso, ¡Viva San Mateo! ¡Puxa Oviedo!

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