lunes, 20 de abril de 2020

PENSANDO EN TI, COVID

El Otero

Pensando en ti, COVID

Carlos Fernández Llaneza 20.04.2020 
Tiempo. Tenemos tiempo. Nos sobran las horas que antes no llegaban. Horas a rellenar. Días para pensar. Y, entre muchas otras cosas -cómo no- pienso en ti, COVID-19. Odioso e inesperado visitante. En solo unos días has puesto nuestra maravillosa cotidianidad patas arriba. ¿Qué se te perdió por aquí? Estás arrebatando muchas vidas; eso nunca te lo perdonaremos. Te estás llevando muchos sustentos: eso tampoco. Pero ¿y si en medio del desastre que has generado, y sin pretenderlo, nos estás brindando la ocasión de escuchar el silencio que te acompaña? Has tenido que pararnos para revelarnos nuestra fragilidad. Para que valoremos más el tiempo compartido y el que, necesariamente, debemos dedicarnos a nosotros mismos. Has tenido que dejar nuestros días tiritando para que reflexionemos sobre la vida que, a veces, vivimos de forma absurda, superficial, y nos preguntemos: ¿dónde está lo realmente importante? Hemos tenido que encerrarnos para caer en la cuenta de que necesitamos a los demás. Para que echemos de menos, como nunca habríamos imaginado, un simple abrazo. Para evidenciar que somos uno formado por muchos. ¡Cómo se agradece una conversación! Quizá se resquebrajen muchos egoísmos estériles e inútiles. Quizá? Hemos tenido que parar el mundo para que se nos descubra una obviedad: este es el único mundo que tenemos. Quizá nos estaba gritando que necesitaba un respiro. Que estábamos haciendo un agujero en nuestra barca. Y no tenemos otra. Hemos tenido que callar millones de voces, en medio del miedo, para ser conscientes de qué es lo único por lo que merece la pena luchar: la vida. Herencia y legado. Y responsabilidad. 
Nos has alejado de nuestros mayores y, en esa distancia, también nos hemos dado cuenta de algo: son depositarios de nuestra memoria. Son ejemplo. Son testimonio. Son parte esencial de nosotros mismos. Y se están yendo. A veces en soledad. Has tenido que venir con tu sombra oscura a enseñarnos que no hay diferencias sociales ni económicas. Que mides a todos con el mismo rasero. Solo ves seres humanos. 
Has tenido que encerrarnos en casa para que soñemos con el aire. Con el sol. Con el mar. Con la montaña añorada. Con un horizonte amplio y limpio. Con un simple paseo en libertad. Con disfrutar y gozar de la naturaleza. ¡Ahora nos damos cuenta de cuán importante es! 
Sí. Nos confinaste. Intentaste inocularnos también el virus del miedo. De la ansiedad. De la incertidumbre. Pero en medio de la cuarentena gris nos juramos un mañana. Cuando te vayas es posible que lo olvidemos enseguida. Que todo esto haya sido en vano. Que todas las oportunidades de cambio se diluyan como una acuarela bajo la lluvia. O no. Posiblemente te miraremos a los ojos y te diremos: nos has herido. Nos has parado. Nos has encerrado. Pero te hemos vencido. Y muchos de estos sentimientos que han aflorado, se quedarán. Por nuestro futuro y por la memoria de los que se han ido. Somos humanos. Capaces de lo mejor. Y de lo peor. Espero que después de tu paso por nuestras vidas brote lo mejor de esta sociedad global. Y la esperanza permanezca. Y tenderemos un mañana. Un mañana en el que, quizá, también nos demos cuenta de que éramos felices y no lo sabíamos. Y eso nos dará fuerza para mirar al futuro con algo más de optimismo. Y te diremos, con palabras de Ángel González, letras ovetenses imprescindibles: "Mañana he decidido ir adelante, / y avanzaré, / mañana me dispongo a estar contento".
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