lunes, 28 de diciembre de 2020

UNA INGENIOSA INOCENTADA


Una ingeniosa inocentada

Una larga tradición del 28 de diciembre

No hace tantos años, en fecha como la de hoy, era aconsejable andar ojo avizor no te fueran a colgar algún monigote a la espalda. 

O te convirtieras en víctima propicia de alguna inocentada que te dejara con cara de pasmarote. Asimismo, era común que los periódicos incluyeran entre sus páginas alguna noticia rocambolesca con el ánimo de hacer caer al lector en la broma. 

Y esa costumbre de la prensa es antigua: 29 de diciembre de 1925. Noticia publicada en la prensa local; vean: “Ayer, y cuando acertábamos a pasar por la calle Uría, observamos que un numerosísimo grupo de gente, agolpándose en los escaparates de los almacenes “Al Pelayo”, comentaba regocijado la ingeniosa inocentada que los dueños de tan importante casa comercial quisieron dar al público, consiguiéndolo, a fe nuestra, con extraordinario éxito. Una de las lunas de los escaparates aparecía rota, tan maravillosamente imitada la rotura, que únicamente palpándolo se podía conseguir la evidencia de que la rotura era un camelo para llamar la atención de la gente hacia el fondo del escaparate, donde se leía un letrero que decía: Duros legítimos a 4,90 pesetas. Y, efectivamente, los dueños de Al Pelayo daban ayer duros legítimos a 4,90 pesetas”. 

Ya ven, en 1925 había comerciantes ovetenses empeñados en contradecir el refrán que reza que nadie da duros a cuatro pesetas. Pero, a pesar del chollo, no vendieron ni uno. Así lo justificaba el periodista: “Al Pelayo, al parecer, sólo hace negocio, sólo consigue convencer al público cuando vende trajes y demás artículos, con lo que no hay manera de competir”. Continuaba la noticia destacando que en el fondo del escaparate: “aparecía un tentador montón de duros de plata, exactamente iguales a los que dan en el Banco de España por cinco pesetas. Pero el público, quizá dándose cuenta de la inocentada, no picó, aunque es de presumir que no sería por falta de ganas. Sin embargo, y según confesión recogida directamente de los referidos dueños, no era una broma lo de los duros a 4,90 pesetas, puesto que estaban dispuestos a vender cuantos hubiera pedido el público”. Por último, se preguntaba el redactor: “¿Por qué hace estos alardes Al Pelayo?”. Y él mismo ofrecía la respuesta: “Pues muy sencillo, porque todo el afán de esta casa es dar constantemente pruebas al público de su inquebrantable propósito de sacrificarse por él, en justa reciprocidad, ya que continuamente es favorecido por la enorme concurrencia que en todo momento llena sus departamentos comerciales. Y no son éstas solamente las pruebas dadas de reconocimiento y consideración hacia el público; continuamente estamos registrando hechos de análoga significación”. 

Y no podía acabar la información sin alabar la iniciativa de los almacenes ovetenses “por el ingenio demostrado en la inocentada de ayer, que tan poderosamente llamó la atención del público, el cual comentaba con singular simpatía la oportuna ocurrencia”. 

Hoy, si alguien le ofrece cinco euros por 4,90, desconfíe. Lo de atar los perros con longaniza, me temo, es historia. Y vigilen las espaldas de vez en cuando no vayan a lucir un hermoso monigote que haberlos, haylos. 

Y, bromas al margen, concluyo deseándoles lo mejor para el año nuevo que ya asoma. Para ser mejor que el saliente 2020 tampoco va a tener que esmerarse mucho. 

Sean felices.

lunes, 21 de diciembre de 2020

UNA DIFÍCIL NAVIDAD


Una difícil Navidad

La lección de humildad que plantea el virus

No hay que ser ningún adivino para afirmar que esta Navidad va a ser distinta. En primer lugar porque nos faltan muchos. Demasiados. Las orillas de este 2020, que tanta paz lleve como descanso deja, están llenas de nombres propios que han dejado vacíos imposibles de llenar. Ausencias en el alma que perdurarán para siempre. Tras meses complicados parece que se ve la salida. Pero, prudencia obliga, seamos cautos, empezando por nuestros dirigentes, y que el año que viene podamos celebrar la Navidad sin más ausencias. 

La historia, siempre maestra, nos enseña que cualquier tiempo pasado no necesariamente fue mejor. No pocos de nuestros mayores recuerdan aún con estremecimiento días de dolor, odio y muerte. Pero siempre, juntos, se superaron. Éste también lo superaremos. Hay un mes de diciembre que quedó grabado a fuego, y nunca mejor dicho, en la memoria de la ciudad: el de 1521. Nochebuena. Unos rescoldos mal apagados en una herrería. Quizá las pertinaces brasas del horno de una panadería. O un brasero de humilde hogar en Cimadevilla. Nunca se sabrá cuál fue el origen. Pero el fuego, en poco más de una hora, había prendido en tres cuartas partes de la ciudad. Llamas que tardaron semanas en darse por vencidas. Solo una casa sobrevivió: la de la Rúa o palacio del Marqués de Santa Cruz de Marcenado. El cronista Carballo cuenta: “Toda la ciudad se abrasó dentro de sus muros, si no fue la Santa Iglesia, que quedó libre en medio del incendio, aunque el maderaje y andamios de una torre que se iba haciendo, se quemó también”. 

Ante la imposibilidad de la ciudad de afrontar la reconstrucción se pidió ayuda a Carlos I. El monarca concedió a Oviedo un mercado libre de impuestos a celebrar los jueves. De las cenizas nació un nuevo planteamiento de ciudad que evitó el abigarramiento de los edificios o el exceso de madera en la construcción. De la tragedia, Oviedo renació. Tuvo una nueva oportunidad. 

Ignoro cómo saldremos de esta crisis sanitaria y su derivada económica. Mucho se dijo sobre que saldríamos mejores, más fuertes, más solidarios, más generosos. Y ojalá fuera así. Pero, francamente, tengo mis dudas. No sé si seremos capaces de aprender la lección de humildad que un virus invisible nos ha enseñado. En nuestras manos está. Y la vida sigue. 

Hace unos días, una de nuestras queridas “pelayas” me trasladaba su deseo de una feliz Navidad y, subrayaba, “vivida desde dentro con gozo”. Quizá ese sea el secreto. Que las luces, la música o los anuncios no nos nublen la vista y se conviertan en los árboles que nos impidan ver el bosque. Me sumo a esa hermosa felicitación y, de todo corazón, a pesar de las dificultades, les deseo ¡Feliz Navidad!



https://www.lne.es/oviedo/opinion/2020/12/21/dificil-navidad-26581120.html

lunes, 14 de diciembre de 2020

LA JOVEN PATRONA


La joven patrona

La coherencia, firmeza y valentía de Santa Eulalia



Voy a contarles una historia. Casi como aquellas narraciones que se contaban a la cálida luz del llar. Historias que los niños escuchaban fascinados. Atrapados en relatos de tintes míticos, heroicos, trascendentes. Es la historia de una apenas niña. Nacida en Mérida en el año 292 d.C. Educada como se esperaba de la hija de un senador, Liberio, incluyendo todos los ritos del culto romano. Pero ella, de muy joven, abrazó la fe cristiana por medio del presbítero Donato. Eran años convulsos en Roma. Tiempos de crisis social, militar y económica. Y de profundos enfrentamientos en lo tocante a las creencias religiosas. En tiempos del emperador Diocleciano se promulgan edictos en los que se decreta la rigurosa persecución de los cristianos. Los padres de Eulalia, sabedores de la convicción de su hija, deciden enviarla lejos de casa. Pero ella, impelida por su conciencia, se presentó ante el prefecto Calpurniano (probablemente el gobernador Daciano) diciéndole que la religión a la que éste servía era falsa. De nada sirvieron ruegos, halagos y promesas. Eulalia, tan firme como tenaz y consciente del grave riesgo que asumía, se reafirmaba en su fe. Sabía que su firmeza la llevaría al martirio y de nada valió que le mostrasen los instrumentos de tortura con los que la iban a hacer padecer horriblemente si no obedecía a la ley del emperador. Daciano le dijo: “De todos estos sufrimientos te vas a librar si le ofreces este pan a los dioses, y les quemas este poquito de incienso en los altares de ellos”. La joven lanzó lejos el pan, echó por el suelo el incienso y le dijo valientemente: “Al solo Dios del Cielo adoro; a Él únicamente le ofreceré sacrificios y le quemaré incienso. Y a nadie más”. 

Entonces, el juez mandó que la destrozaran golpeándola con varillas de hierro y que sobre sus heridas colocaran antorchas encendidas. “La hermosa cabellera perfumada de Eulalia se incendió y la jovencita murió quemada y asfixiada por el humo”. Junto a ella fue también martirizada su criada Julia. 

En el siglo IV, el poeta Prudencio narraba: “Y, ¡oh maravilla!, he aquí que de su boca salió, rauda, una paloma más blanca que la nieve, que, hendiendo el espacio, tomó el camino de las estrellas: era el alma de Eulalia, blanca y dulce como la leche, ágil e incontaminada. Así lo vieron estupefactos y dieron de ello testimonio el verdugo y el mismo lictor al huir aterrorizados y arrepentidos. La Virgen torció delicadamente el cuello a la salida del alma; apagóse el fuego de la hoguera, y, por fin. quedaron en paz los restos exánimes de la mártir. Todo esto acaeció un día 10 de diciembre”. 

En el lugar de su martirio se erigió uno de los primeros templos cristianos en Hispania. A raíz de la invasión musulmana su cuerpo fue trasladado a Asturias y sus reliquias se veneran en la Catedral de Oviedo, en la capilla dedicada a la mártir. En 1639 fue declarada Patrona de la Diócesis Ovetense y de la ciudad de Oviedo. 

Pues ésta es nuestra patrona. Ejemplo de firmeza, de coherencia, de valentía. Mucho y muy interesante queda por contar porque la estela de Santa Eulalia –o Santolaya– en la historia de la ciudad es alargada y luminosa. 

Como epílogo a esta narración queden estos versos de Federico García Lorca: “Una custodia reluce / sobre los cielos quemados / entre gargantas de arroyo / y ruiseñores en ramos. / ¡Saltan vidrios de colores! / Olalla blanca en lo blanco. / Ángeles y serafines / dicen: Santo, Santo, Santo".

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2020/12/14/joven-patrona-26281352.html

lunes, 7 de diciembre de 2020

MÁS QUE FÁBRICA DE GAS

Más que fábrica de gas

La instalación es mucho más que un mero proyecto urbanístico y merece todo nuestro respeto



7.12.2020. Carlos Fernández Llaneza

La fábrica de gas. Una instalación que perdura en la memoria ovetense y a la que se mantiene unida en antiguo nexo. Con la vieja estructura metálica del gasómetro que, como osamenta de una vieja ballena, languidece bajo el olvido de los años. Pero de nuevo reclama para sí el merecido protagonismo. Parece que Doña Piqueta afila de nuevo sus garras. El edificio de la Popular Ovetense corre peligro. Y, como en un recurrente día de la marmota, vemos parte de nuestro patrimonio peligrar llevándose por delante ideas y obras nacidas de mentes tan creativas como las de Vaquero Palacios o Sánchez del Río. La curiosidad me empujó a querer saber más y, de nuevo, me llevó hacia Fermín Canella, lejos de las noticias de hoy, para ver qué nos contaba. Nos dice: “Hállase situada en la antigua calle Paraíso. Fue establecida por una sociedad comanditaria de varios particulares de esta capital, constituida al efecto el 7 de mayo de 1858, bajo la razón social del González Alegre, Polo y Cía., renovada oportunamente en el año de 1880. El proyecto y planos e instalación de la fábrica, así como la del yeso, unida a la misma, débense al inteligente y laborioso industrial D. Rodrigo Gutiérrez, director de ambas hasta su fallecimiento. Secundaron con toda eficacia sus esfuerzos, sus consocios en general y, en particular, los Sres. D. José González Alegre y Marqués de Gastañaga, primer Gerente y Presidente de la Comisión inspectora, respectivamente. Está montada con todos los adelantos que la fabricación exige. Tiene tres gasómetros, una espaciosa sala de hornos, buen extractor, condensadores, lavadores y depuradores de todas clases, contadores y reguladores, extensos almacenes, oficinas, etc. Los carbones que consumen proceden de las minas de María Luisa, del valle de Langreo. Surte de alumbrado a toda la población y cuenta con elementos suficientes para adquirir creciente desarrollo”. 

La fábrica de gas es mucho más que un solar. Es mucho más que un mero proyecto urbanístico. Y merece todo nuestro respeto. Como lo hubiera merecido el majestuoso acueducto de los Arcos de los Pilares, “obra de arquitectos montañeses pero digna de romanos”, en palabras de Jovellanos. Al igual que los chalés de Concha Heres, de Tartiere, de Olivares… O el Fontán o el Vasco. Y tantos edificios más. Hace años que se discute sobre qué hacer en la Fábrica de Gas. Lo mismo que hace décadas que se debate sobre La Vega. Años hablando de los terrenos del viejo HUCA. Hace más de un siglo se proyectaban planes para el Naranco. O para proteger Santullano. ¿Por qué llevamos tantos y tantos años discutiendo sobre lo mismo? ¿Alguien ha concebido, de verdad, un proyecto integral de ciudad? Se atribuye a Séneca este proverbio: “No hay viento favorable para el que no sabe dónde va”. A ver si va a ser eso. Demasiado tiempo polemizando y seguimos sin tener un para qué y un por qué en demasiadas áreas vitales de una ciudad que se empeñan en mirar a retazos. Y mientras tanto perdura la sensación de que el patrimonio arquitectónico, natural o industrial, no es una prioridad. Y vaya si lo es. Porque es de los ovetenses que nos lo legaron. Y de los ovetenses de hoy es la responsabilidad de cederlo a los del futuro en las mejores condiciones. Cómo no evocar la Fábrica de loza de San Claudio, con su magnífica plantilla que continúa paseando el recuerdo de su exitoso pasado laboral, injustamente truncado, entre las abandonadas y vergonzantes ruinas. Tanto patrimonio industrial que atesora Trubia. Y aún perdura la memoria de los faroleros que cada día encendían las farolas para que la oscuridad no reinara en la noche. 

El Foro Juvenil del Patrimonio Mundial, en una de sus reuniones, llegó a una conclusión que comparto: “Los sitios culturales y naturales forman el entorno del que los seres humanos dependen psicológica, religiosa, educacional y económicamente. Su destrucción, e incluso su deterioro, será perjudicial para la supervivencia de nuestra identidad, nuestro país y nuestro planeta. Tenemos la responsabilidad de preservar estos sitios para las futuras generaciones”. Así es.

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2020/12/07/fabrica-gas-26016870.html

lunes, 30 de noviembre de 2020

CALLES DE ENCUENTRO

EL OTERO

Calles de encuentro

Lo que dice de una ciudad y de sus habitantes la composición del callejero

Es fácil caer en la tentación de repetir algo ya escrito con anterioridad; por ejemplo: ¿Habla el callejero de una ciudad de sus habitantes? En cierta forma, sí. Es como un espejo en el que se reflejan emociones, querencias, costumbres… Es un libro repleto de nombres que, de una u otra forma, han ido moldeando ese inmenso bloque de barro que es nuestra propia historia. Corresponde a los responsables municipales lograr el mayor consenso en las ampliaciones o modificaciones del nomenclátor para evitar, en la medida de lo posible, nombres de quita y pon, flagrantes injusticias y posibles omisiones con aquellos que atesoren méritos contrastados. Lo que precede fue escrito hace apenas cinco meses. Afortunadamente, en ocasiones sí se da esa deseable aquiescencia. Quiero creer que es el caso del reciente bautizo a la plaza del complejo del bulevar del Vasco como Plaza de la Poesía, auténtica “oda a la esperanza”. La poesía tiene la fuerza suficiente para reunir en torno a sí el mayor asentimiento. Y esta iniciativa, qué duda cabe, viene a reforzar el proyecto de que Asturias sea Capital Mundial de la Poesía, apuesta a la que me sumé con entusiasmo desde que, a inicios de 2018, brotó de la mente creativa, soñadora y tenaz de Graciano García. El tiempo ha pasado y la idea ha cobrado cada vez más fuerza y ya es una sólida realidad. 

Vivimos tiempos complejos, por eso es necesaria la ilusión y la serenidad que puede aportar la poesía, un “arma cargada de futuro” en palabras de Gabriel Celaya. Qué bien estaría tener una plaza en Oviedo en la que poder leer, en sus baldosas, versos tan necesarios estos días; bien lo define Celaya: “Poesía necesaria / como el pan de cada día / como el aire que exigimos / trece veces por minuto”. O sentarse en uno de sus bancos en los que pudiéramos saborear, por ejemplo, el canto a la necesaria fuerza para seguir adelante de Goytisolo: “Nunca te entregues ni te apartes / junto al camino, nunca digas / no puedo más y aquí me quedo./ La vida es bella, tú verás / como a pesar de los pesares /tendrás amor, tendrás ami-gos”. Tal vez, en una de sus farolas, sería grato leer o gritar con Miguel Hernández: “Dejadme la esperanza”. Y en algún recoveco de ese ágora común, pararnos a compartir con Berta Piñán su deseo: “Que los años que vienen traigan tardes / muy largas y entre el sol como ahora por la ventana abierta / rescatando para nosotros, del tiempo, / el amor y la dicha”. Y quizá, como una hoja volandera más, penda de la rama de alguno de sus árboles el verso contundente de Ángel González: “Otro tiempo vendrá distinto a éste”. 

Pues sí. La poesía puede lograr que las calles y plazas sean un poco más de todos. Que sean, verdaderamente, calles de encuentro y esperanza.

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2020/11/30/calles-encuentro-25756700.html

domingo, 22 de noviembre de 2020

DULCES RECUERDOS

 EL OTERO

Dulces recuerdos

Oficios y la memoria del Campo en el fallecimiento de Brígida Fernández


Hay oficios que solo perduran en la memoria. Tal vez mi generación sea la última que aún albergue recuerdos de algunos: maleteros portando equipajes o paquete-ría desde o hacia la estación. Limpiabotas que recorrían establecimientos hosteleros dispuestos a dar esmerado lustre y brillo al calzado para dejarlos relucientes como un jaspe. El afilador paragüero que tocando el chiflo con su característica melodía recorría las calles afilando cuchillos romos o envarillando paraguas desvencijados por el último temporal. Cómo no, los piperos. Soberanos de reinos repletos de tesoros en forma de golosinas, tebeos, sobres sorpresa, coches de plástico… Tener un “duro” era la llave de acceso al botín. El estanco de Ángel en Vallobín y el quiosco de la Chucha eran mis favoritos. Y, claro, los barquilleros. Con su bombo rojo, arca de las delicias, y aquella enigmática rueda de la fortuna, eran una parte esencial del Campo. Imposible atravesar la foresta franciscana sin que tirase de las mangas a mis padres reclamando una de aquellas galletas con capas de finas obleas embadurnadas de miel. O una columna de barquillos en inestable equilibrio. Pero aquellas galletas y aquellos barquillos, además del dulce placer, tenían una virtud añadida: nos enseñaron a ser generosos; no había día que no se compartiesen, en mayor o menor medida, con los hoy añorados cisnes o con Petra, tan golosa ella, intentado mitigar su penoso cautiverio. 

Hace unos días nos dejó una de esas personas que nos brindaron tantas horas deliciosas en las tardes franciscanas. Brígida Fernández. Llevaba ya unos años que había orillado su tambor rojo, su blanco batín y sus seis décadas endulzando infancias ovetenses. Leer la noticia y volar a serenas y plácidas tardes en el Campo fue inevitable. Horas que dejaban de ser tiempo. Tiempo que relegaba lo importante; simplemente, se desvanecía entre la verde espesura que nos aislaba del ruido y de la visión del perturbador tráfico circundante. El Campo, pues, era nuestra particular fortaleza. Allí la diaria rutina quedaba atrás. Y el futuro nos importaba un bledo. Había galletas y barquillos. Chicles, caramelos y pipas. Agua fresca y abundante en la fuente del Caracol y, si la propina había sido generosa, un helado de cucurucho para relamerse a conciencia saboreando el placer de lo efímero. Y, sin darnos cuenta, estábamos siendo protagonistas de la historia menuda de Oviedo. Porque aquellos niños de inicios de los 70 soñábamos, jugábamos, reíamos y dejábamos deslizar las horas como antes lo habían hecho otros muchos niños en décadas y décadas. Niños que crecimos bajo la sombra tutelar del Carbayón, clamorosa ausencia que aún cobija a sus hijos. Esas tardes de Campo nos enseñaron a entender lo que significa este espacio sustancial. Y a valorarlo. Y a rebelarnos frente a su olvido. 

La triste noticia de la partida de Brígida aviva muchos recuerdos. Brígida, con su presencia casi sempiterna, fue parte del Campo y también, por qué no, una parte del paisaje esencial de nuestra infancia. La misma que aún late con fuerza debajo de los años cumplidos.

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2020/11/22/dulces-recuerdos-24565065.html

lunes, 16 de noviembre de 2020

ADIÓS AL MONTE DE PIEDAD

Adiós al Monte de Piedad

El fin en la ciudad de una institución que sirvió como recurso a quienes pasaban por malos momentos

Cuántas veces nos habremos sentido tunos cantando como el estudiante que lamenta lo triste y sola que queda Fonseca, lo triste y llorosa que queda su Universidad y los libros empeñados en el Monte de Piedad. Confieso que cuando oía esta canción de niño imaginaba el monte en cuestión como una especie de Gólgota; pero no, nada que ver. Evoco hoy esa conocida canción a causa de una noticia publicada en LA NUEVA ESPAÑA el 7 de octubre que pensé que tendría más trascendencia: “El Monte de Piedad de la Caja de Ahorros de Asturias, hoy Liberbank, institución dedicada al préstamo de bienes entregados en garantía, ha trasladado su sede de Oviedo al edificio del banco en Gijón”. No sé a ustedes pero a mí me parece que nos han metido un gol por toda la escuadra. Tengo la sensación de que nos han quitado un pedazo de historia de la ciudad y un poco de la esencia de nuestra capitalidad. 

Y es que el Monte de Piedad fue siempre una institución apreciada y querida por los ovetenses; posiblemente, de forma especial, por los más desfavorecidos. 

El Monte de Piedad de la Caja de Ahorros fue inaugurado oficialmente el 15 de enero de 1881. Su primera ubicación fue en el primer piso del n.º8 de la Plaza de Riego. En octubre de 1881 se traslada al n.º 9 de la desparecida calle Platería (¡ay esos viejos topónimos perdidos!) de donde se trasladó, en 1932, a la Plaza Alfonso II el Casto, con entrada por la calle Schultz, insertado en una parte del epicentro histórico de la ciudad, rodeado de piedras que podrían contar muchas historias de lo que fue palacio real, hospital de San Juan o la primitiva iglesia de San Juan. Este edificio, obra del arquitecto Rodríguez Bustelo, fue el primero propio del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Oviedo. Levantado en el solar n.º 6 de la plaza al que se anexionó una parcela cuya venta había sido solicitada al Ayuntamiento a inicios de 1930 y que fue comprada y cedida por el Marqués de San Feliz con la condición de destinarla a la construcción del Monte de Piedad. Esta fue su sede hasta 1945 en que se decidió la fusión con la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Gijón dando lugar al nacimiento de la Caja de Ahorros de Asturias en 1946. El Monte de Piedad permaneció en la sede de la plaza de Alfonso II hasta el 31 de octubre de 1960 en que se inauguró la sede de la Plaza de la Escandalera. 

Vaya hoy mi recuerdo a tantos y tantos ovetenses que a lo largo de muchos momentos de crisis, demasiados, se llegaron a sus puertas en busca de un aliento para salir de un bache merced a un préstamo rápido. Y no eran joyas necesariamente lo que depositaban. Ropas, enseres domésticos, una bicicleta… todo podía ser empeñado. De ahí que entre los peritos tasadores hubiera sastres, modistas, relojeros y, por supuesto, plateros. A partir de mayo de 1963 se decidió suprimir la sección de ropas. En la actualidad sólo se admiten como garantía joyas, objetos de oro, plata o piedras preciosas. El Monte de Piedad logró cubrir necesidades perentorias cumpliendo un valioso servicio. Por eso me apena ver que una institución tan enraizada en la historia ovetense se mude a la ciudad vecina. Así pues, por muy lícita y legítima que sea la decisión empresarial, no puedo evitar cierta sensación de pena; qué le voy a hacer. Y por mucho hotel de lujo que luzca en el futuro esa esquina de la plaza catedralicia, siempre, sospecho, quedará un hueco triste, solo y lloroso.

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2020/11/16/adios-monte-piedad-23210081.html

domingo, 8 de noviembre de 2020

UNA OVETENSE PREDILECTA

EL OTERO

Una ovetense predilecta

El justo reconocimiento que el Ayuntamiento le debe a la cronista

 de la ciudad

Dice sabiamente el refrán que de bien nacidos es ser agradecidos. Siempre hay que encontrar el tiempo para agradecer a las personas que hacen una diferencia en nuestras vidas, como sostenía J.F. Kennedy. Y del sentimiento de gratitud no han de estar exentas las instituciones que, también, han de encontrar los cauces para reconocer a los ciudadanos sus méritos. A tal efecto, los ayuntamientos disponen de ordenanzas que regulan los honores y distinciones a otorgar; entre ellos, los nombramientos de hijos predilectos. En Oviedo, este reconocimiento se concede a “quienes, habiendo nacido en la ciudad, hayan destacado de forma extraordinaria por cualidades o méritos personales o por servicios prestados en beneficio u honor de Oviedo y que hayan alcanzado consideración indiscutible en el concepto público”.
Gozan de esta concesión, en casi un siglo, veintiséis ovetenses, entre ellos, Dolores Medio (1987), Joaquín Vaquero Palacios (1996), Leopoldo García-Alas (2012), o Ángel González (2018). Hoy, la proposición es que la ciudad reconozca como hija predilecta a Carmen Ruiz-Tilve, cronista oficial de Oviedo desde septiembre de 2002. Carmen tiene una calle en La Florida. Un colegio público lleva su nombre, probablemente la distinción que más la ilusionó. Y, dados los méritos que sobradamente atesora, es acreedora también al reconocimiento como hija predilecta.
Carmen Ruiz-Tilve, en su casa de Oviedo. | F. Rodríguez
Carmen Ruiz-Tilve, en su casa de Oviedo. | F. Rodríguez
Nacida en Oviedo en abril de 1941, pasó su infancia en la “Arcadia feliz”, como ella evoca muchas veces, de San Pedro de los Arcos. Estudió Filología Románica en la Universidad de Oviedo doctorándose en 1990. El premio de novela Ciudad de Oviedo y la obra narrativa de Dolores Medio fueron, respectivamente, el objetivo de sus tesis de licenciatura y doctoral. Ambas dirigidas por el profesor Martínez Cachero. Su andadura profesional se inició en el colegio Nazaret. En 1978 se incorporó como profesora a la Universidad de Oviedo. En 1999 logra la cátedra de Didáctica de la Lengua y la Literatura adscrita al departamento de Ciencias de la Educación. Durante dos años fue bibliotecaria en Filología. Su prolija obra literaria comprende varias publicaciones didácticas, una docena de libros, de temática ovetense principalmente, y siete novelas. Durante años nos regaló en estas páginas de LA NUEVA ESPAÑA sus deliciosos “Pliegos de Cordel”. Asimismo, desde marzo de 1999, es miembro del Real Instituto de Estudios Asturianos.
Además de toda su obra, son múltiples las asociaciones, colectivos o particulares que siempre encontraron acogida positiva y desinteresada a propuestas de pregones, charlas, colaboraciones escritas o prólogos. Y quiso el azar que mientras escribía estas líneas se conociese la noticia de que la Asociación de Escritores y Escritoras de Asturias haya decidido concederle el Premio de las Letras de Asturias, premio que refuerza más aún, si cabe, la propuesta.
Pero, sobre todo, lo que subyace en este currículum es su gran amor a Oviedo. En sus escritos, además de un gran conocimiento de todo lo ovetense, rezuma una contagiosa pasión. Y eso se nota. Carmen me enseñó a leer a Oviedo entre sus múltiples líneas y también es un inmejorable espejo para intentar aprender a escribir de esta ciudad inabarcable. En ella y en su obra está lo mejor de Oviedo. La esencia de un Oviedo auténtico alejado de tópicos. El Oviedo real por encima del tipismo de cartón piedra. Y todo lo ha compartido con exquisita generosidad. Supongo que la mayor satisfacción recibida por este ingente trabajo en favor de Oviedo y de lo ovetense es el sincero afecto de multitud de sus vecinos. Por eso propongo que nuestra Corporación reconozca este aprecio compartido por tantos ovetenses y conceda a Carmen Ruiz-Tilve el título de hija predilecta de la ciudad.
Carmen es una ovetense predilecta para numerosos ovetenses; seguro que están de acuerdo. Confiemos en que lo sea también con el reconocimiento institucional que, sin duda, merece. Dicho queda.

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2020/11/08/ovetense-predilecta-22567537.html

    lunes, 2 de noviembre de 2020

    EL CRISTO DE SAN PEDRO

    El Cristo de San Pedro

    Un episodio olvidado de la historia de la ciudad



    lunes, 26 de octubre de 2020

    LA VEGA: UNA HISTÓRICA INJUSTICIA

    EL OTERO

    La Vega: una histórica injusticia

    Las irregularidades en la expulsión de las monjas de su cenobio a medidados del siglo XIX

    Carlos Llaneza 26.10.2020



    Cuenta el Padre Risco en su obra "España Sagrada" de 1793: "Habiendo fallecido en año de 1150 Don García, Rey de Navarra, su mujer la Reyna Doña Urraca, hija del Emperador Don Alonso, se restituyó a la corte de León y palacio de su padre. Y deseando éste que su hija se mantuviese hasta la muerte con la dignidad y grandeza correspondiente y con el título de Reyna que había tenido desde el año de 1144, en que se llevaron sus bodas con el Rey de Navarra, determinó hacerla Señora y Reyna de Asturias. El mismo Emperador llevó para este fin a su hija a Oviedo, donde se declaró el honor con que pretendía condecorar a Doña Urraca. Hízose esto en el año de 1153. Hallándose pues el Emperador en Oviedo, se dio la carta de fundación a un Monasterio dedicado a la Virgen María y llamado por el sitio en el que se fundó, Santa María de la Vega. Fue su fundadora Doña Gontrodo, hija del Conde Don Pedro Díaz y Doña María Ordóñez, y madre de la Reyna Doña Urraca. Había por ese tiempo en Francia un célebre Monasterio de religiosas que se decía de Fuente Ebraldo, donde vivían las monjas con rigurosa clausura y mucha virtud. Movida pues Doña Gontrodo de la religiosidad y fama de este Monasterio, determinó que el de Oviedo que ella fundaba fuese también unido al de Fuente Ebraldo. Hizo la fundación juntamente con su hija Doña Urraca (?) Dotó también ricamente a su Monasterio, concediéndole muchas heredades, de las cuales unas le fueron donadas por el Emperador Don Alonso, y otras la habían tocado por sus parientes que eran de linaje ilustrísimo en Asturias". 

    Risco no cuenta la génesis. Tiempo después se escribió el principio del fin. El 31 de julio de 1854, a las seis de la mañana, las monjas salían de su monasterio con destino al de San Pelayo. La causa era que la Junta de Gobierno de Asturias y el Ayuntamiento las habían conminado a abandonarlo con el fin, supuestamente, de crear en sus dependencias un hospital ante un brote de cólera que despertaba gran preocupación en Asturias desde el inicio de 1854. La indefensa comunidad de La Vega se muestra incapaz de impedir "tan arbitraria e ilegal decisión". Manteniendo íntegra su dignidad, la abadesa rechaza la oferta del Alcalde que les facilita el desalojo en carruajes: "Debo advertir a V.S. que no necesitamos de otro aparato que el de la presencia de V.S. a la hora competente, sin necesidad de carruaje alguno teniendo entendido que ninguna monja montará en él". Esa misma noche, "la comunidad por evitar algún atropellamiento que se susurraba y lan-zando gritos al cielo se resolvió a dejar su inolvidable morada". Así cuenta este triste episodio Andrés Martínez Vega, buen conocedor de toda la historia relativa a este monasterio ovetense y que recoge en el libro "El Monasterio de la Vega de Oviedo" y en la publicación "El ocaso del Monasterio de la Vega de Oviedo a través de la actividad epistolar de su última abadesa", trabajos necesarios que ya cité en otra ocasión y que plantean muchas preguntas. Un día después de ese injustificado traslado, el 1 de agosto, la Junta Provincial de Gobierno, ya desocupado el monasterio, se pone de acuerdo con el director de la fábrica de armas "para que se haga la distribución de la parte que ocupar". 

    Desde entonces, las monjas de Santa María de la Vega se integraron en el Monasterio de San Pelayo hasta el fallecimiento de Manuela Mier Castañón, única heredera por tanto de todos los bienes de la comunidad de La Vega, quien ingresa ca-nónicamente en San Pelayo el 24 de octubre de 1891 y fallece como tal el 2 de junio de 1898 por lo que la comunidad de San Pelayo pasa a ser la beneficiaria de los bienes de la comunidad extinta. 860 años de vida conventual en la ciudad quedan atrás. Historia irrecuperable víctima de oscuros intereses. Y un vergonzante capítulo ovetense sin resolver adecuadamente. Y digo sin resolver porque, después de hablar con juristas e historiadores llego a una conclusión compartida: no existe ningún documento de expropiación, venta, cesión o permuta que pueda justificar la actual propiedad de la Vega. 

    Por tanto, ahora que cada día se habla de los terrenos de la Fábrica de Armas, de tasaciones o de negociaciones con Defensa, me pregunto: ¿no hay nadie que defienda la tesis de que las monjas benedictinas de San Pelayo son las legítimas propietarias de parte, al menos, de los terrenos en liza? 

    Las Pelayas, así lo han dicho en alguna ocasión, no tienen ningún interés espurio ni crematístico sobre estos terrenos y estarían dispuestas a cederlos a la ciudad. Por tanto, quizá no estaría de más que la abogacía consistorial o algún experto en derecho dedicase un poco de atención a revisar la historia. Quizá, además de reparar una evidente injusticia, podríamos abrir una nueva vía para desenredar la madeja de la Vega.

    https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2020/10/26/vega-historica-injusticia/2700381.html