A vueltas con La Vega
El "irreverente desatino" que supone el último proyecto de acceso a la ciudad
Carlos Fernández Llaneza 24.02.2020
"Poco a poco, por la indiferencia y la incultura generales, se pierden, enajenan, mutilan o se destruyen objetos y construcciones de historia y arte antiguos; viajeros y gentes extrañas saquean, borran y desfiguran memorias preciadas de tiempos pasados; y son así los pueblos pasivos e indiferentes, que tal hacen, centros fríos y sin poesía de que no estamos muy sobrados en los días presentes. ¿A qué ese afán de proceder tan inconsideradamente?". Quien esto escribe era Fermín Canella y Secades, Cronista de Oviedo, en carta al alcalde del Ayuntamiento de Oviedo el 27 de noviembre de 1905 trasladando su enfado y protesta por el planificado derribo de los Arcos de los Pilares. Una lamentable e irreparable pérdida de patrimonio arquitectónico e histórico a la que se sumaron, en vergonzante nómina, muchos más ejemplos de construcciones ovetenses y no precisamente en tiempos tan lejanos. En la mente de todos están la estación del Vasco, la demolición disfrazada de restauración de El Fontán, o el derribo de chalets como los de Tartiere, Hermógenes Olivares o Concha Heres. Lamentablemente la ciudad también pagó caro los tristes sucesos de octubre de 1934 y de la guerra civil. Asimismo podríamos hablar del poco cuidado hacia el patrimonio natural con un Naranco permanentemente a la espera. Pero hoy vamos a centrarnos en La Vega. Espacio intrínsecamente unido a la propia historia de Oviedo cuyo germen fue la fundación del monasterio de Santa María de la Vega por doña Gontrodo Petri. Vida monástica ininterrumpida desde el siglo XII hasta que el 31 de julio de 1854 las monjas son expulsadas, víctimas de un alevoso engaño, hacia San Pelayo, usurpándoles la legítima propiedad del monasterio. Pero esa es otra historia.
El debate está centrado en los proyectos presentados para el acceso a la ciudad. Tras un concurso de ideas con vocación de integrar un proceso de participación ciudadana, se había adjudicado en el anterior mandato el proyecto "Bosque y valle" que incluso contaba con una subvención de diez millones de euros de fondos europeos. Pero con el cambio de gobierno municipal pasó a mejor vida y ahora vemos algunas infografías en las que las naves de Sánchez del Río son quebrantadas por el tráfico que accede a la ciudad en un irreverente desatino. En primer lugar, lo deseable, sería disuadir la entrada de coches al centro, lo que por otra parte, será una constante y una obligación. Queramos o no, el tráfico particular va a disminuir en las próximas décadas. Seamos creativos y veamos, tomando lo mejor de cada propuesta, cómo facilitar que el tráfico de entrada al ombligo de la ciudad sea menor; entre otras cosas, no lo olvidemos, porque también es nuestra la obligación y la irrenunciable responsabilidad de preservar, ante todo, una joya patrimonio de la humanidad como es la iglesia de Santullano. El patrimonio natural, histórico, cultural e industrial es parte de nuestra propia identidad. Herencia de la que somos responsables últimos y con la que asumimos la obligación de legarlo a las futuras generaciones. Por tanto, experimentos los justos.
Canella, en aquellos albores del siglo XX, lo tenía claro: "Creo firmemente que Oviedo puede ser una ciudad moderna sin sacrificar sus recuerdos antiguos".
¿Lo tendremos igual del claro los ovetenses del siglo XXI?
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