Carta del Naranco a los ovetenses
Las necesidades del monte que se yergue junto a Oviedo
30.05.2016
Carlos Fernández Llaneza
Queridos convecinos de Oviedo: permitidme que me dirija de nuevo a vosotros por tercer año consecutivo. Tres años ya en los que mi único interés es compartir con vosotros mis temores, inquietudes y esperanzas. A lo largo de estos últimos meses he asistido, expectante, a vuestro día a día. Atalayando vuestro latir cotidiano. Y he escuchado, siempre atento, lo que proponíais en varias campañas electorales. Ahora que se cierne una nueva, supongo que, de alguna manera, volveré a estar en el debate. Estoy acostumbrado. A que se hable de mí, digo. También estoy acostumbrado a que no se haga nada. Así llevo varios lustros. Esperando. He oído alguna propuestas que otra; que si lo que me hace falta es esto, que si lo que necesito es lo otro? ¿Sabéis? No me falta nada. Me sobra. Y, creo, en eso tan fácil estriba la dificultad. No necesito grandes inversiones. No necesito ningún equipamiento de ninguna clase. No necesito ninguna infraestructura. Lo que necesito es que me quitéis lo que no preciso. ¿Que qué me sobra? Pues mirad, me sobran las canteras que, día tras día, como un voraz tumor insaciable, me siguen royendo las entrañas. Me siguen sobrando los tendidos eléctricos. Me sobran muchas edificaciones de dudoso gusto y legalidad. Me sobran eucaliptos que ya no sirven ni para aprovechamiento maderero. Y, sobre todo, lo que menos necesito es lo que, a mi juicio, es mi peor mal: vuestra indiferencia. Me duele en el alma ver cómo, día tras día, seguís viviendo de espaldas a mí.
Pocas cosas han cambiado en estos tres años. Por no decir ninguna. Todo lo que os trasladé en mi primera misiva sigue vigente. Pero eso sí: os sigo necesitando. Pero no os compliquéis por favor. No hagáis números ni cábalas imposibles. Ni esperéis a no sé qué mejor tiempo.
Necesito vuestra mirada. Vuestra atención. Vuestra preocupación. Vuestra complicidad. Vuestra exigencia. Y vuestro cariño, ¡por qué no! Para que vuelva a ser lo único que quiero ser: vuestro monte. Encontrad una solución a medio plazo para que dejen de horadar mi corazón. Quitadme los eucaliptos y echadme una mano para que, sólo con el tiempo, vaya recuperando, poco a poco, el arbolado que mejor se adapte a mí en cada lugar. Abrid los caminos que la desidia o la mala voluntad de algunos han cerrado. Usad el casi millón de metros cuadrados de la finca "El Pevidal" para transformarlos en un gran espacio boscoso, ¡es de todos! Y, sobre todo, sentidme como algo vuestro.
¿Qué cosa mejor puedo ser que, nada más y nada menos, que vuestro monte? ¡Vuestra Cuesta! Os di lo mejor de mí siempre: agua, alimento para vosotros y para vuestros animales, cobijo, minerales, hogar. Y nunca pedí nada a cambio. Nunca. Pero creo que ya ha llegado la hora de que eso cambie. Para ser vuestro horizonte esencial. Perfil vital. Aire. Paisaje. Vida. Futuro.
Antes de que soñarais siquiera con ser nada, vuestro viejo Naurancio ya estaba aquí.
Os vi nacer, crecer, sufrir, soñar. Y aquí sigo. Y, sea como sea, aquí seguiré.
De vosotros, sólo de vosotros, depende cómo.
No me olvidéis. Os espero.
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