lunes, 27 de junio de 2022

SAN PELAYO

San Pelayo La llegada a Oviedo de los restos del santo
27·06·22 No sé si atreverme a definir a Oviedo, más allá de la estructura física y urbana, como un organismo vivo en el que laten acompasadamente no uno, sino varios corazones. Cuántos y dónde seguramente podrá ser discutible. Pero estoy convencido que lograríamos fácilmente un consenso sobre alguno: la Cámara Santa de San Salvador. El Campo San Francisco. Y el Monasterio benedictino de San Pelayo. Nuestras Pelayas. Es comúnmente aceptada la teoría de que el cenobio fue fundado por Alfonso II y por su hermana Jimena, muy posiblemente, su primera abadesa. Fue erigido bajo la advocación de San Juan Bautista. En el año 994 llegan a Oviedo las reliquias de un joven mártir de trece años: san Pelayo; tal fue la importancia de este hecho que llegó a cambiar la advocación inicial por la de san Pelayo. ¿Pero quién era este joven? Su vida fue corta, pero intensa. Año 920. Las tropas cristianas son derrotadas por las musulmanas en Valdejunquera (Navarra). Entre los prisioneros trasladados a Córdoba se encuentra el obispo de Tuy, Ermogio. Al año siguiente, Ermogio parte hacia Galicia para recabar la suma de su rescate dejando a su sobrino Pelagio (Pelayo) como garantía. Se desconoce el motivo, pero el importe del rescate nunca llegó por lo que Pelayo pasó en la cárcel casi cuatro años. En el verano del año 925, cuando Pelayo contaba trece años, el califa Abd al-Rahman tiene noticias de un joven prisionero de gran belleza. El califa quiere conocerlo. Pelayo se niega a abjurar de su fe y acceder a los requerimientos amorosos. El califa ordena que lo sometan a tortura para conseguir su propósito. En vano. Viendo que no lograba sus intenciones ordenó que fuera descuartizado y que arrojaran sus restos al Guadalquivir. Los cristianos cordobeses recogieron sus restos y los sepultaron en el templo de San Ginés. Enseguida se difundió el culto a san Pelayo en Córdoba, extendiéndose también pronto a los cristianos del norte. En el año 967 Sancho I traslada sus restos a León. Ante el avance de las tropas de Almanzor, en el año 994, Bermudo I trae los huesos a Oviedo. Desde entonces se custodian en el monasterio ovetense. Y su devenir no siempre fue lo tranquilo que cabría esperar. En las postrimerías del siglo XVII los monjes de San Vicente quisieron apropiarse de las reliquias por lo que el gobernador, el obispo y el cabildo decidieron asegurar el arca que las contenía con barras de hierro y candados. Posteriormente las monjas encargan un arca de plata. No acaban ahí los disgustos. 1810. Napoleón ordena al general Bonet ocupar Asturias. Los soldados franceses llegan a Oviedo y saquean el monasterio de las Pelayas. Centenarios pergaminos fueron utilizados para hacer caretas. Expoliaron objetos valiosos entre los que se encontraba, cómo no, la urna de plata. Las monjas habían abandonado previamente el convento. A su regreso encuentran los restos de san Pelayo en las telas de seda que los envolvían en el desván del monasterio. De inmediato se construye una nueva urna de madera y son colocados en el altar mayor. La arqueta en la que se encuentran actualmente se debe a Félix Granda Buylla, eclesiástico formado en Oviedo y decorador sacro nacido en Pola de Lena en 1868. En un escrito firmado por el propio Granda dirigido a la abadesa de la Pelayas en julio de 1926, se refiere a la arqueta en estos términos: “He puesto madera de cedro en el interior, me parece que así tiene más semejanza con la caja mortuoria y con la tradición. Pelayo, ejemplo de firmeza, dignidad y coherencia, fue martirizado el 26 de junio del 925. Pues bien, un motivo más para acercarse cualquier día al monasterio benedictino que, por sí solo, encierra tanta historia ovetense. Ayer, festividad de San Pelayo, fue ocasión propicia; además; ya saben: “Entre San Juan y San Pedro, San Pelayo entre medio”. https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/06/27/san-pelayo-67697545.html

lunes, 20 de junio de 2022

INSTRUMENTO DE PAZ

CARLOS FERNÁNDEZ LLANEZA Instrumento de paz Sobre Gabino Díaz Merchán
20·06·22 Enfrento este escrito convencido de su dificultad. Es complejo abordar la trayectoria de una figura tan grande sin caer en reiteraciones. Pero no quiero abstraerme a hablar del que, sin duda alguna, fue un hombre bueno. Sé, también, que es complicado evitar los recuerdos personales; aun banales, no dejan de ser importantes. Mi primer contacto con don Gabino fue el 27 de octubre de 1979. Ese día se inauguró el Centro Parroquial de Vallobín. Una misa multitudinaria en la que un grupo de jóvenes estábamos encargados de repartir las bebidas al final de la calurosa celebración. Como los refrescos se agotaron, cometimos el error de beber vino al que, en absoluto, estábamos acostumbrados. Ni cortos ni perezosos nos dirigimos al obispo para preguntarle su opinión sobre ¡los extraterrestres! Y el bueno de don Gabino nos respondió. No recuerdo bien los detalles de la conversación pero serían dignos de figurar en alguna hilarante y surrealista película de Berlanga. La loca adolescencia es lo que tiene. Dos años después recibí de sus manos el sacramento de la Confirmación, un día importante del que mantengo aún un vívido recuerdo. Años más tarde me correspondió ir a buscarlo, en distintas ocasiones, con motivo de su asistencia a diversas celebraciones en San Pedro de los Arcos. Aquellos viajes me sirvieron para conversaciones breves pero intensas. Siempre recordaré cómo me contó sus vivencias en la dura noche del 23-F. Pocas veces tuve la oportunidad de escuchar una narración histórica tan intensa e interesante de primera mano. Mis inicios profesionales en el mundo de la informática me dieron pie para conversar con él sobre la que, entonces, era una novedosa herramienta en la que fue precursor y un buen experto, afición que compartía con su interés por el mundo de la fotografía. En 1997 acudí a don Gabino para pedirle que prologara mi libro “San Pedro de los Arcos, una historia milenaria”, oferta que aceptó generosamente. Le llevé el borrador y, me consta, lo leyó entero pues me hizo acertadas observaciones y alguna oportuna corrección. Cuando ya tuve el libro en mis manos se lo entregué personalmente y tuvimos una interesante conversación sobre la importancia de que las parroquias se encarnaran en la realidad social de su entorno y, muy especialmente, pude pedirle consejo sobre cómo enfocar el trabajo pastoral con jóvenes. La parroquia de aquellos años, toda aquella tarea, junto con el testimonio de mi padre, fue la tierra buena en la que germinó la semilla de mi, muy mejorable, vocación social y política. Y sobre política precisamente versó nuestra última conversación si la memoria no me engaña. La necesidad de la presencia de los cristianos en la vida política. Don Gabino tenía la virtud de hacer sentir a su interlocutor cómodo. Importante. Así, al menos, me sentí siempre. He leído atentamente todos los elogios que estos días se han escrito. Merecidos. Pocas personas pueden tener el honor de concitar en torno a sí ese unánime reconocimiento. Don Gabino supo estar. Supo hacer suyos los retos y anhelos de esta tierra que le acogió y supo escuchar a todos, independientemente de sus creencias, e impulsó el compromiso de la Iglesia de Asturias en la realidad social, política o laboral de unos años convulsos. Errarán quienes pretendan poner alguna etiqueta política a don Gabino. Simplemente bebía de las fuentes de la doctrina social de la iglesia, bien definida ya en el pontificado de León XIII. Supo captar perfectamente el espíritu que emanaba del Concilio Vaticano II y, sobre todo, leyó, entendió y asumió el Evangelio. Por eso nunca decepcionó. Don Gabino aplicó en primera persona la hermosa plegaria de Francisco de Asís y siempre intentó ser portador de amor, perdón, unión, fe, verdad, esperanza, alegría y luz donde pudiera ver odio, ofensa, discordia, duda, error, desesperación, tristeza o tinieblas. Intentó consolar, comprender y amar más que ser consolado, comprendido o amado. Dando recibió. Perdonando se ganó el perdón y el respeto. Y, finalmente, como concluía “il poverello” de Asís su oración, muriendo resucitará a la Vida Eterna. https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/06/20/instrumento-paz-67451601.html

jueves, 16 de junio de 2022

FERMÍN CANELLA: OVETENSE ESENCIAL

Fermín Canella, ovetense esencial Un personaje comprometido con los valores del pasado de su ciudad
14·06·22 A lo largo de los años en los que llevo asomándome semanalmente a esta ventana abierta a Oviedo he citado a Fermín Canella Secades en innumerables ocasiones. Canella es uno de esos ovetenses que podríamos definir como esenciales. Nació en Oviedo el 7 de julio de 1849, hijo de Benito Canella Meana, secretario de la Universidad de Oviedo y de la ovetense Carlota Secades Fernández. En la Universidad de Oviedo obtuvo el bachiller en Artes en 1865, y en 1871 se doctoró en Derecho Civil y Canónico. En 1876 logró la cátedra de Derecho Civil, en la que permaneció cuarenta y siete años hasta su jubilación. Su compañero de cátedra, Adolfo Álvarez Buylla, decía de él: “Nació, vivió y murió en su Universidad”. Compartió claustro con Leopoldo Alas Clarín, Rafael Altamira, Melquíades Álvarez, Aniceto Sela y Adolfo Posada. Ostentó el vicerrectorado de la Universidad y fue rector entre 1906 y 1914. Senador en siete ocasiones por la Universidad ovetense. Asimismo fue académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la Real Academia de la Historia así como de la Academia de Jurisprudencia y Legislación, de la Real Academia Española, de las de Buenas Letras de Barcelona y Sevilla, de Bellas Artes de Zaragoza y de Arqueología de Tarragona. Fue cronista oficial de Oviedo desde 1900 y, tras el fallecimiento de Ciriaco Miguel Vigil en 1903, fue nombrado cronista oficial de Asturias. En 1881 fundó, junto con Julio Somoza, Braulio Vigón y Máximo Fuertes Acevedo, una sociedad dedicada a los estudios asturianos, precedente del Centro de Estudios Asturianos que presidía en el momento de su fallecimiento. Fue colaborador asiduo de numerosas publicaciones como El Carbayón o la Revista de Asturias. La nómina de trabajos y publicaciones es tan extensa que necesitaríamos varias páginas. Canella fue reconocido y apreciado por sus paisanos por su esfuerzo en defender y promocionar su ciudad y su región. Hace un tiempo tuve ocasión de acceder a todo el expediente que se conserva en nuestro magnífico Archivo Municipal sobre el acueducto de los Pilares. En él pude leer la multitud de escritos que Canella remitió a las autoridades en defensa de la arcada ovetense en los que se manifestaba reiteradamente en contra del “ciego espíritu de devastación de las autoridades municipales” y de su “mal entendido celo”. Voy a tomarle prestados algunos párrafos: “Poco a poco, por la indiferencia y la incultura generales, se pierden, enajenan, mutilan o se destruyen objetos y construcciones de historia y arte antiguos; viajeros y gentes extrañas saquean, borran y desfiguran memorias preciadas de tiempos pasados; y son así los pueblos pasivos e indiferentes, que tal hacen, centros fríos y sin poesía de que no estamos muy sobrados en los días presentes. ¿A qué ese afán de proceder tan inconsideradamente?”. “Creo firmemente que Oviedo puede ser una ciudad moderna sin sacrificar sus recuerdos antiguos, y por eso entiendo que no es acertada ni necesaria la destrucción de los tradicionales Arcos de los Pilares cuya elegancia, elevación, proporción y conjunto gratísimo son para muchos y muchos de mérito indudable a más de lo que significan para la historia local ovetense”. Es autor de unas famosas “aleluyas”: “Por un acuerdo notorio / fue rasgo de ediles / famosos del consistorio; / y, sordos a los clamores / del arte como de historia / local, nuestros regidores /creyeron, solo por eso / con una piqueta ajena / rendir tributo al progreso. / ¡Qué fácil es destruir! / ¡Qué difícil levantar! / más no sabiendo sentir!”. Más de un siglo después, Oviedo se enfrenta a la amenaza del destrozo de su monumento natural más emblemático y significativo: el Naranco. Me pregunto: ¿qué habría pensado Canella ante semejante agresión medioambiental por la construcción de una anacrónica, innecesaria e inasumible, a mi juicio, Ronda Norte? Nunca lo sabremos pero apostaría a que, al igual que luchó con vehemencia por los Pilares, defendería el totémico monte ovetense. https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/06/14/fermin-canella-ovetense-esencial-67237854.html

martes, 7 de junio de 2022

UN MARTES OVETENSE

Un martes ovetense Sobre la fiesta y la historia de la Sociedad Protectora de La Balesquida 06·06·22 En Oviedo, cuando hablamos del campo, no nos referimos a un terreno extenso fuera de poblado o a una tierra laborable como define el diccionario de la RAE. En Oviedo, el Campo, es un lugar donde laten, acompasadamente, la propia historia de la ciudad y la intrahistoria de los ovetenses que crecimos a su sombra. Pulmón vital y afectivo por igual. Y si hay una fecha en la que podríamos decir que el Campo cobra aún mayor protagonismo es, precisamente, la del Martes de Campo, cita obligada de los ovetenses con nuestra secular tradición y con la memoria individual y colectiva. La Cofradía de la Balesquida hunde sus raíces en 1232 como consecuencia de la donación efectuada el 5 de febrero de ese año a “todos los cofrades de la Cofradía de los Alfayates o xastres y otros vecinos y buenos de la Ciudad de Oviedo”. En su “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar”,1849, Pascual Madoz se refiere a la Cofradía de la Balesquida como: “La institución más popular que se conoce en la provincia, y acaso fuera de ella. Casi todos los vecinos de la ciudad son cofrades, sin distinción de clases. Los padres se apresuran a anotar a sus hijos en esta hermandad, apenas nacen, y se tiene a mengua no pertenecer a ella”. No fue fácil el devenir de la Cofradía, una de las más antiguas de España. Siglos de vida desembocaron en una una compleja situación en los años veinte del pasado siglo. Ante esa circunstancia, el entonces Mayordomo de la Cofradía, Ángel Álvarez Zapico, publica una carta en el diario “La Voz de Asturias” el 10 de febrero de 1929 en la que manifiesta: “Convocado por tres veces el Cabildo de la Cofradía de la Balesquida sin que asistiera a ninguno de los tres Cabildos, ni un solo cofrade; anunciado en la prensa el estado verdaderamente lastimoso porque atraviesa esta Cofradía sin recibir de nadie una palabra prácticamente alentadora, la Junta de Gobierno de esta Cofradía, que lleva cinco años luchando lo que nadie puede imaginarse porque la Sociedad no muera, ha resulto disolverse y entregar al obispado, previos los trámites legales, capilla, ropas, alhajas, etc. Lo que hace saber públicamente a los cofrades por si alguno quisiera evitar todavía la desaparición de nuestra querida Balesquida, tan genuinamente ovetense”. Esta llamada encontró respuesta en un grupo de ovetenses que crearon la comisión gestora de la Sociedad Protectora de la Balesquida constituida por Ramón Prieto Pazos, José Álvarez-Buylla Godino, Alfonso Muñoz de Diego y Ricardo Fabio Casielles Menéndez. Los primeros estatutos fueron aprobados el 23 de febrero de 1930. El artículo 1.º define su objeto social: “Auxiliar a la Cofradía de la Balesquida con todos los medios que permitan cumplir las cláusulas de sus estatutos fundamentales”. Sea, pues, una jornada propicia para que los ovetenses nos encontremos en el Campo y recojamos el testigo que la historia nos ha legado. Aunemos esfuerzos para que tanto los festejos en honor a la Virgen de la Esperanza organizados por la Cofradía, génesis y protagonista indiscutible de la fiesta, como el programa que desarrolla la Sociedad Protectora, sirvan, por encima de diferencias, para garantizar la continuidad de una de nuestras más vetustas tradiciones y podamos disfrutar, como escribía Félix Aramburu bajo el seudónimo de “Saladino” en 1882, de “los consabidos dones de Ceres y Baco que ha dado en repartir, con ayuda de los caballeros alfayates”. Gocemos de los “los marciales ecos de la música”. Que, como concluía Aramburu, todo sea “júbilo, apetito, tragos, danza y rebullido”. ¡Feliz Martes de Campo! https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/06/06/martes-ovetense-66948516.html

UN MUNDO AL REVÉS

Un mundo al revés Contra el proyecto de la Ronda Norte en la falda del Naranco 30·05·22 Hace unos días, casualmente, escuché una canción de las que ocuparon un lugar preferente en la banda sonora de mi juventud: “El lobito bueno”, de Paco Ibáñez. Forma parte de un doble álbum que escuché hasta la saciedad: “Paco Ibáñez en el Olympia”. La letra de la canción es un breve poema de José Agustín Goytisolo: “Había una vez un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos. Había también un príncipe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado. Todas estas cosas había una vez cuando yo soñaba un mundo al revés”. Veo en esta canción un canto que nos invita a cuestionar lo establecido. A rebelarnos ante una sociedad que nos dictaba quiénes eran los buenos y quiénes eran los malos. A ser críticos. Un aliento a soñar con un mundo diferente. Con una sociedad mejor. Y en estas reaparece el fantasma de la Ronda Norte o acceso norte a Oviedo. Vemos de nuevo planos, posibles trazados, previsiones...; cualquiera de ellos eriza el vello. Me cuesta entender que nadie, suficientemente informado, pueda contemplar en serio semejante disparate, dicho sea con el debido y sincero respeto a las opiniones divergentes. No todos, obviamente, pensamos igual y nadie está en posesión de la verdad absoluta pero sí hay argumentos para oponerse. ¿Existe un problema de tráfico en la zona oeste? Ciertamente, sí. Puntual y especialmente incrementado en horas coincidentes con los transportes escolares. Pero hay alternativas. Ya incidí en ellas varias veces: conexión en San Claudio a la autopista. Conexión desde las Campas a la glorieta de la Pixarra. Desdoblamiento ¡ya! de Nicolás Soria. Ampliación de la salida de Praos de la Fuente a la glorieta de Luis Oliver, actuación acertada que ya se plantea entre Ayuntamiento y Principado y, también, un pinchazo directo a la ASII. El tráfico del futuro a medio plazo no será el de hoy. No debemos destrozar el Naranco planificando una infraestructura obsoleta, más propia del siglo XX y dejar esa herencia nefasta a las generaciones futuras. Eso nos convertiría en unos antepasados irresponsables. ¿Para qué se encargan estudios si nadie les hace caso? Decir que La Ronda Norte es “fundamental” es ignorar todos los estudios llevados a cabo, supongo, de forma rigurosa, como por ejemplo el plan Nacional de Infraestructuras (PITVI) 2012-2024. O el Plan para la Movilidad Multimodal en el Área Metropolitana de Asturias 2018-2030. O el proyecto de Directrices Subregionales de Ordenación del Territorio para el Área Central de Asturias de 2016. Ninguno de estos estudios vio necesaria ninguna ronda norte en Oviedo. Asimismo, no veo el encaje de este vial con la Estrategia de movilidad sostenible e inteligente y con el Pacto Verde de la UE. Tampoco se conjuga bien con la acertada propuesta del “Anillo Verde” ni con el empuje que se está dando al Camino de Santiago primitivo. Así que destrozar el Naranco, barbaridad aún mayor que el derribo del Carbayón o de los Pilares, que, probablemente, generaciones futuras no nos perdonaría, es innecesario, anacrónico e inasumible económica y medioambientalmente. Pretender hacernos creer que horadar el Naranco, cruzarlo con una autovía de cuatro carriles es “fundamental” para solucionar los problemas de tráfico de la zona oeste de Oviedo o que Oviedo no tiene ronda exterior, cuando tenemos la ronda que por la Bolgachina canaliza todo el tráfico que puede proceder de León hacia Gijón, Avilés, Santander, es como hacernos creer en la magnífica e irónica fábula del lobito bueno. En un mundo al revés. https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/05/30/mundo-reves-66686701.html

ROSTROS DEL PERIODISMO ASTURIANO

Rostros del periodismo asturiano Sobre la exposición de fotografía de Luz Sol en el Centro Asturiano
Un principio de la profesión afirma que el periodista nunca debe protagonizar la noticia. Pero hay excepciones. Y una de ellas es la exposición que el pasado jueves se inauguró en el Centro Asturiano de Oviedo: “Rostros e historia del periodismo asturiano”, autoría de Luz Sol. Medio centenar de retratos de periodistas asturianos con una amplia y exitosa trayectoria. No pisé muchas redacciones, pero siempre las imaginé como unos espacios envueltos en humo, con el ruido continuo de las máquinas de escribir, teléfonos en uso constante y mucha vocación. Una redacción se asemeja –o debería– a una especie de santuario. Porque la responsabilidad de un periodista no es menor. Decir que su deber es informar es decir casi nada. O decir mucho. Porque esa información ha de ser objetiva, buscando que los ciudadanos podamos tener las piezas suficientes para componer el complejo puzle de una opinión propia, veraz, fundada y objetiva. Informarnos tanto de aquello que necesitamos saber como de lo que, tal vez, no queramos conocer. El periodista polaco y premio “Príncipe de Asturias” de Comunicación y Humanidades 2003, Ryszard Kapuscinski, decía: “El verdadero periodismo es intencional... Se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. El deber de un periodista es informar, informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento del otro, el respeto del otro”. Por eso valoro y respeto tanto la profesión de periodista. Porque asumen una gran responsabilidad con la sociedad. Los rostros que Luz ha inmortalizado para esta exposición responden a ese perfil de periodista. Acumulan muchos años de profesión. Forman una generación que, probablemente, será difícil que pueda repetirse. Su periodismo desempeñó un papel relevante en muchos momentos claves de nuestra historia, como ocurrió durante la transición a la democracia. Periodistas jóvenes que llegaron a las redacciones a finales de la década de 1960 y principios de los 70, dando relevo a una generación diferente. La nueva hornada de periodistas hizo su aportación a la sociedad española cambiante, contribuyendo a lograr mayores cuotas de libertad a través del desafío a la omnipresente censura y logrando cada día pequeñas e importantes conquistas. Para Miguel Ángel Aguilar, “Los periodistas, también, a su manera, dan fe de conocimiento, formulan juicios de cuya exactitud quedan fiadores. Entonces piensan ponerse a cubierto de responsabilidades declarándose meros notarios de la actualidad”. Los rostros y los nombres que Luz Sol ha reunido concitan –y así lo han demostrado– los valores que se deben exigir a un periodista: sintieron y sienten pasión y orgullo por su profesión. Comprendieron cuál era su objetivo para con la sociedad en la que han desarrollado su trabajo. Aman la verdad. Son críticos con los demás y consigo mismos. Son objetivos. E independientes. Muchos de ellos han sido testigos directos de la historia de nuestra ciudad. Día a día nos han ido contando u opinando de lo que acontecía en el diario discurrir ovetense contribuyendo a que, conocedores de la realidad, coadyuven a que forjemos nuestro propio criterio; no en vano, poder conocer la realidad de forma objetiva y ser capaces de construir nuestra propia opinión, es la base, nada más y nada menos, que de la libertad. Seamos libres. https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/05/23/rostros-periodismo-asturiano-66418791.html