lunes, 27 de junio de 2016

RECUERDOS Y BOTONES

El Otero

Recuerdos y botones

27.06.2016 
Recuerdos y botones
Recuerdos y botones
¿Recuerdan el comercio ovetense de paquetería y mercería La Más Barata en la calle de Cimadevilla? Propiedad de Juan Subirana, mantuvo abiertas sus puertas desde la primera mitad del siglo XX hasta el año 2000. Creo no errar si digo que la familia Subirana era propietaria de un chalet ubicado en la finca donde se encuentra actualmente el colegio Auseva y que, de niños, conocíamos como "la casa embrujada". Las historias que se contaban de esa vivienda eran como para erizar el vello a cualquiera. Más aún a niños de menos de diez años que, cada día, pasábamos por delante de su siniestro perfil para asistir al colegio. Esa casa y el cementerio aledaño conseguían que la salida del colegio de San Pedro de los Arcos en invierno, ya con la anochecida, fuera cada jornada una pequeña aventura. Nadie llegaba tarde a casa. Bajar corriendo era lo habitual. Un día de recio vendaval parte de la tapia que circundaba la propiedad se vino abajo y, de súbito, nos encontramos, como si las puertas del mismísimo Averno se nos mostraran expeditas, entre la disyuntiva de salir pitando en dirección contraria o, venciendo el pavor, adentrarnos en la boca del lobo. Impregnados del olor de la enorme mimosa florecida en amarillo reventón que, orgullosa, había aguantado los eólicos envites, cruzamos la línea del misterio. Nunca olvidaré ese momento. Aunque casi paralizados por el miedo, penetramos en la casa, ya entonces abandonada, y entre cientos de trastos inservibles y pupitres (supongo que entonces ya sería propiedad de los Hermanos Maristas) encontramos frascos topacio que lucían etiquetas con un par de tibias cruzadas y una calavera (palabra) y en una bolsa unos cuantos relojes que, según creo, eran fruto del robo de algún caco a una relojería. Para la leyenda queda la imagen de una especie de científico loco que, pertrechado de grandes botas, daba grandes saltos por el interior de la casa. Recuerdos que, vaya usted a saber por qué, perduran como reales aun a sabiendas de que son imágenes imposibles. Cada vez que por febrero huelo el aroma de la flor de la mimosa, mi mente viaja a "la casa embrujada" y veo el otrora presuntuoso muro, vencido y humillado y unos cuantos guajes dándoselas de gallitos conscientes de que estábamos todos deseando salir de allí por pies cuanto antes. 
Y volviendo a la mercería, siempre me llamaron la atención los cientos de cajas numeradas llenas de botones, corchetes, agujas de gancho y miles de referencias que se me antojaban inabarcables. Cajas y más cajas que aguardaban, pacientemente, el momento en el que alguien precisase un determinado y raro botón o algún mínimo pero esencial elemento para las tareas domésticas de costura, las más hoy, extinguidas en estos tiempos de usar y tirar. La vetusta caja registradora era también una auténtica joya. 
Pues esas historias de otro tiempo y esa legión de cajas pacientes me sirven como metáfora de la propia vida. Historias que pasan y que almacenamos para el recuerdo en multitud de recovecos de nuestra memoria personal y colectiva. Así se teje la historia de cada uno. 
Y la de Oviedo que, semana tras semana, hemos ido contando. Historias recuperadas de ese baúl, con la bisagras bien engrasadas, del ayer. Noticias actuales, unas con la tinta de la frustración, la rabia y la pena; otras con el barniz del humor y el color de la esperanza. O noticias recientes que, como el coco de los niños, nos asaltan a la vuelta de la esquina para darnos un susto en forma de inesperadas sentencias judiciales que nos dejan temblando. En fin, ideas que, como las bolas de las máquinas de petacos, rebotan anárquicamente de aquí para allá buscando su razón de ser. 
Hemos querido ser ventana abierta a esta ciudad que late, siente y vive en esa realidad cotidiana que, entre todos, construimos día a día. Oviedo, siempre.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2016/06/27/recuerdos-botones/1948510.html

miércoles, 22 de junio de 2016

LOS PILARES BIEN DE INTERÉS OVETENSE

El Otero

Los Pilares: bien de interés ovetense

Sobre la demolición del acueducto en 1915 pese a su carácter artístico, útil, bello, histórico y, sobre todo, ovetense

20.06.2016
Imagen de la construcción completa del acueducto, que entró en servicio en 1599.

Dislates contra el patrimonio histórico, artístico y cultural húbolos, los hay y, me temo, los habrá. La nómina, lamentablemente, no es pequeña. Hace unas semanas citábamos aquí castros y vestigios de época romana en la ciudad que pasaron a mejor vida. Otro de los ejemplos más clamorosos y execrables de esas pérdidas irreparables es el acueducto de Los Pilares, "bellísima obra de arquitectos montañeses, pero digna de romanos" como anotaba en su diario Jovellanos el 19 de septiembre de 1790. 
Una edificación que contribuyó a saciar la sed de la ciudad gracias a las aguas naranquinas desde 1599, tras años de vicisitudes, problemas técnicos y un coste de15.500 ducados para su construcción, hasta 1875, año en el que entró en funcionamiento una nueva traída de aguas de acuerdo a proyectos de Pérez de la Sala y de Ignacio Ferrín. Pero nada es eterno y, el 3 de octubre de 1902, manos negras escribían el futuro de una obra que con sus 41 arcos y sus 390 metros de longitud "ha infundido el mayor carácter de grandiosidad a Oviedo, hasta el punto de que su nombre fuera escogido como seudónimo de nuestra población por un eximio y conocido escritor" en palabras de Joaquín Manzanares. 
Si se quieren reír un rato (por no llorar, claro) les voy a contar los argumentos que, para su derribo, se ofrecían: ni más ni menos que la Compañía del Norte ofrecía salvar con un puente el paso a nivel de la Argañosa, que los materiales del derribo darían algún dinero al Ayuntamiento y trabajo a los obreros. Que la obra de los Arcos de los Pilares no era artística, ni útil, ni bella, ni histórica, ni ovetense y sí un obstáculo a la calle que a lo largo de ella se abriría. Lo que hay que oír. 
De poco sirvió la multitud de voces sensatas en contra. En la mañana del 11 de enero de 1915 comienza el derribo de esas "páginas de piedra cantando los esfuerzos de nuestros antepasados para surtir las aguas suficientes entre sacrificios y contrariedades" como los definiera Canella. En el olvido quedó un ambicioso proyecto del entonces arquitecto municipal, Juan Miguel de la Guardia, que sugería que se hiciera un paseo o pasarela por encima del acueducto para llegar a "la pintoresca colina de San Pedro". 
Los restos del acueducto de Los Pilares fueron declarados Monumento Histórico en 1915, poco después de su demolición gracias, sobre todo, a los esfuerzos de Fermín Canella, entonces cronista de la ciudad y vicepresidente de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos. Coincidiendo con el centenario del derribo y con los 30 años de la declaración de BIC, el año pasado la Dirección General de Patrimonio incoó el expediente para ampliar la protección del entorno BIC de Los Pilares, incluyendo los restos de la traída de aguas de Fitoria que discurre paralela a la Pista Finlandesa y que, acertadamente, el pasado 19 de mayo autorizó el Consejo de Gobierno. 
El 11 de enero de 1915 fue un día infausto para Oviedo. Las decisiones de entonces nos impiden disfrutar hoy del magnífico acueducto de los Arcos de los Pilares. Conservemos, al menos, su recuerdo orgulloso y sintámoslo realmente, no sólo bien de interés cultural, sino como bien artístico, útil, bello, histórico y, sobre todo, ovetense.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2016/06/20/pilares-interes-ovetense/1945100.html

domingo, 12 de junio de 2016

CUANDO LA SANTINA FUE A LOS ARCOS

Cuando la Santina fue a Los Arcos

Hace hoy 65 años que la Virgen de Covadonga paseó por Oviedo entre el gentío

12.06.2016 
Se cumplen hoy 65 años. Fue el 12 de junio de 1951. Ese día, la Santina no estaba en su "trono de la cuna de España". Estaba en Oviedo y, más concretamente, visitaba la parroquia de San Pedro de los Arcos. Atrás quedaban meses de exilio en París a causa de la Guerra Civil y, años después del fin de la contienda, visitaba diversas parroquias asturianas con motivo del Año Santo Mariano. Ese 12 de junio fue recibida por multitud de fieles en una engalanado puente de Ramiro I, desde el que fue llevada en volandas hasta la iglesia parroquial donde tendría lugar una emotiva Eucaristía, según narran las crónicas de la época. 
Y, como con las cerezas, tiro de esta historia y salen otras enlazadas. El poder de la curiosidad me lleva a preguntarme por las vicisitudes de la Santina durante la Guerra Civil. Una historia sorprendente. Para ello, una de las fuentes que me merecen más garantías es la del fallecido sacerdote asturiano Silverio Cerra que hizo una interesante labor de investigación a este respecto. 
La guerra civil llegó a Covadonga el 6 de agosto de 1936, cuando jóvenes milicianos de Cangas de Onís acceden al santuario al atardecer. A partir de ese momento comienzan las detenciones de miembros del cabildo y la basílica y la cueva son clausuradas. La Santina permanece en su altar del camarín, el diseñado por Roberto Frassinelli. A finales de septiembre se detecta que han sido robadas su corona de plata, la rosa de oro de su mano y las vestiduras de filigrana. Días después desaparece la imagen. Alguien había sacado la Santina de la cueva y la había escondido en un armario ropero de dicho hotel, donde era tutelada por Marina, hija de un mecánico de Covadonga, "Julio el de los Ingleses", y responsable del departamento de lencería. Tanto Marina como su novio eran socialistas. 
Sobre su salida de Asturias ésta es una de las versiones más plausible contada por su protagonista, el pintor y escultor ovetense Goico Aguirre que, en el verano de 1936, había sido nombrado delegado de Bellas Artes de Asturias y recibido el encargo de ordenar la recogida de cuantos libros y obras de arte estuviesen en peligro de ser destruidas. El propio Goico Aguirre contaba cómo sucedió: "La semana pasada viví una verdadera aventura. Llegó de Madrid una orden, firmada por el ministro Giral. Me llamaron con urgencia, ¡menudo susto me dieron! La orden era de Indalecio Prieto. Pedía que por el delegado de Bellas Artes se recogiese la imagen de la "Santina" de Covadonga, se sacara de España y se depositara en la Embajada de España en París. La intención era que los nacionales no hicieran propaganda negativa con la destrucción del santuario. Belarmino Tomás y otros consejeros me encargaron de traer a Gijón la imagen de la "Santina", si es que no había sido ya destruida. Me entregaron un misterioso documento y pusieron a mi disposición un coche y dos milicianos armados. Cuando llegué a Covadonga, me encontré con que la Cueva había sido quemada y la Basílica saqueada, así como las casas de los canónigos. En la imprenta del Cabildo imprimían los comunistas el semanario Milicias y el hotel Pelayo estaba convertido en el hospital de guerra. Lo dirigía el famoso cirujano ovetense doctor Clavería, a quien la guerra había sorprendido fuera de Oviedo. Era amigo de la familia. Hombre de derechas, buena persona y excelente profesional. Al reconocerme respiró. Me confesó que pasaba verdadero terror cuando llegaban emisarios del Comité de Gijón. Al informarle de mi extraña misión por encargo del Gobierno, me confesó que la imagen la habían salvado del incendio unas monjas que él tenía camufladas de enfermeras en el hospital. Clavería llamó a la monjas, las informó y les ordenó que trajesen la imagen. La trajeron envuelta en una sábana. Al entregársela lloraban. Despojada de manto y corona, nadie reconocería a la "Santina" en aquella pequeña y tosca talla de madera. Había sido hecha para restituir a la gótica que se había quemado en el incendio que sufrió el santuario en el siglo XVIII. Allí tenía yo la imagen entre religiosa y folclórica que veneran todos los asturianos, hasta los que no creen en Dios. Pero aún fue mejor la segunda parte -continúa Goico Aguirre-. Llegué a Gijón con la imagen y la guardé en un armario del Ateneo. Llamé a uno de la Delegación de Cultura que tenía ínfulas de pintor y le conté lo ocurrido. Entre los dos preparamos un informe y lo llevamos junto con la imagen a la "Casa Blanca", domicilio del Consejo en la calle San Bernardo. Previamente se había convocado una junta. Una vez leído el informe se trató de designar la persona que cumpliese la orden del Gobierno. Había que llevar en secreto la talla a la Embajada de París. Todos los presentes hubiesen querido ser designados, yo el primero, pero nadie se atrevía a hablar. Estaba en la reunión como miembro del Comité cenetista el profesor Eleuterio Quintanilla. Pretextando su mala salud y escasa utilidad para la lucha se ofreció y lo aceptaron. Yo creo -recalca Goico Aguirre- que le concedieron la salida al profesor en atención a su escasa salud y a su mucho miedo. A Quintanilla, como le suele suceder a muchos teóricos, le asustaba ver sus ideas convertidas en realidad. Hace dos días que salió del Musel a bordo de un barco. El avispado Gondi comentó: La Virgen de Covadonga llega a París en el equipaje del teórico santón anarco sindicalista que no piensa volver. Puede decirse que él salvó a la Virgen de Covadonga y a la recíproca, la Virgen lo salvó a él". 
De aquella época data una copla popular que decía: "La Virgen de Covadonga ye piquiñina y galana, marchose con Quintanilla porque ye republicana". 
El 1 de octubre de 1937, el IV Tabor de Regulares de Alhucemas, las Brigadas de Castilla y la V Brigada de Navarra toman Covadonga. Pero de la imagen de la "Santina" nadie sabe nada. Año y medio después, la guerra finaliza. Según cuenta Cerra, en París, un hombre se dirige al claretiano Joaquín Aller, director de la Misión Española, y le dice: "Yo soy un comunista asturiano. Es el caso que la Santina asturiana, patrona de mi tierra, está, entre otros tesoros artísticos, almacenada en la Embajada. Ésta va a ser evacuada y yo no quiero que esta imagen tan querida sufra más ultrajes". 
El claretiano le pide a aquel hombre que la esconda y éste la oculta en un pequeño hueco, junto al ascensor. Cuando en marzo de 1939 las nuevas autoridades del franquismo entran en la Embajada hallan, en medio de cajas saqueadas, una sin abrir con el letrero "Virgen de Covadonga". Según Silverio Cerra, el anarquista Ramón Álvarez Palomo dejó escrito: "Ese símbolo de la cristiandad, al margen de toda creencia y desmintiendo la ferocidad que se nos atribuye, fue puesto a salvo por los "rojos" y custodiado por el hombre más representativo del fondo humanista del anarquismo: Eleuterio Quintanilla". 
Afortunadamente hoy la "Santina" sigue, desde su "Cova Domínica", como se canta en su himno, "brillando en la altura más bella que el sol".
http://suscriptor.lne.es/oviedo/2016/06/12/santina-arcos/1941251.html

lunes, 6 de junio de 2016

DETALLES BANALES

El Otero

Detalles banales

Sobre El Asturcón, "Villa Magdalena" y lo que puede traer consigo el Calatrava

06.06.2016 
Detalles banales
Detalles banales
Suele decirse que el diablo está en los detalles. Pequeños pormenores insustanciales que, en muchas ocasiones, son los que marcan la diferencia. Por ejemplo, ¿alguien duda de la importancia del correcto uso de la coma en nuestro idioma? Tiene su aquel ese pequeño signo ortográfico. Coincidirán conmigo en que no es lo mismo escribir: "vamos a comer niños" que "vamos a comer, niños". Y guarden buen cuidado, no vayan a mandar un mensaje en el que en lugar de escribir "te deseo buenas noches" pongan "te deseo, buenas noches" El resultante en uno u otro caso puede ser muy distinto. Una coma marca una importante diferencia. Bien, todo este preámbulo ejemplificador viene al caso por una noticia sobre el centro ecuestre El Asturcón que publicaba hace unas semanas LA NUEVA ESPAÑA: "Un centro impulsado por el PP que pasó de costar 2,4 millones a 24". ¿Lo ven? ¿A que no es lo mismo? Y todo por un pequeño e inocente detalle; por una coma sita donde no debía. Y ahora unos piden que se lleven los caballos a Benia de Onís o que se asuman no sé qué responsabilidades. ¡Ay! Que nadie pretenda hacer leña de árbol caído alguno por una inocente coma mal situada. Lo más que podemos hacer es resignarnos y llevar a cabo una cuestación popular para regalar a quien corresponda un surtido de cuadernillos Rubio para que aprenda a poner la coma donde corresponde, que lo bien hecho bien parece. 
Otro detalle que se ha exagerado. El pasado 14 de mayo leíamos también en este diario unas declaraciones del exalcalde Gabino de Lorenzo sobre "Villa Magdalena": "De Lorenzo asume que se cometió un error pero fue sin mala fe". No sé por qué me recuerda una frase del humorista mejicano Roberto Gómez Bolaños, que en su personaje de "El Chavo del Ocho", decía: "Fue sin querer queriendo". El culebrón de "Villa Magdalena" está trufado de pequeños detalles desde su inicio. Un pequeño detalle banal podría ser que alguien quiera comprar una propiedad que el PGOU aprobado por unanimidad en 1986 declaraba no edificable y de interés para uso público. Que quien compró en apenas tres millones de euros pueda embolsarse sesenta, nada... una fútil particularidad. Pequeño detalle podría ser que no llegara a buen puerto ninguno de los convenios que hubieran evitado la expropiación. Y, tras una larga historia que dejaremos para mejor ocasión, en noviembre de 1998, el Ayuntamiento decide recurrir en los tribunales la tasación del palacete y consignar los once millones y medio de euros -cumple la primera pero, mira tú, jamás se consignó el dinero en el juzgado- sin duda, detalle trivial y polvo del que se derivan, muy probablemente, los lodos actuales. El postrero intento de acuerdo por el que se cedía el entorno del Campo San Francisco para un estacionamiento subterráneo nada, otro detalle baladí. El informe del Síndico Mayor que apreciaba un quebranto económico de más de treinta millones de euros por no haber cumplido el acuerdo de consignar el justiprecio, ¡bah! un quítame allá esas pajas. 
Por supuesto que no había "mala fe", faltaría más. Quizá, al menos, un regio "lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir" fuera pertinente. Pero bien haríamos con cuidar estos pequeños detalles porque, aunque banales, nos pueden costar un ojo y la yema del otro. 
Y del Calatrava, líbranos Señor...
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2016/06/06/detalles-banales/1938156.html