lunes, 28 de febrero de 2022

ADIÓS OVIEDO

Adiós, Oviedo Sobre los asturianos que se vieron obligados a emigrar en el XIX y el primer tercio del XX
28·02·22 Muchas son las familias asturianas que, en el pasado, han visto cómo alguno de sus miembros se veía empujado a emigrar en busca de las oportunidades que aquí se le negaban. Aproximadamente un 10 por ciento de ellos lograron el sueño de regresar convertidos en indianos. Se estima que entre 1855 y 1934 emigraron a América 330.000 asturianos. No puedo olvidar en este momento a mi abuela Josefa, quien en 1918, aún muy joven, tras morir mi abuelo José en la pandemia de la gripe, quedó a cargo de cinco hijos y embarazada del sexto. Años después, supongo que se le desgarraría el corazón al ver partir hacia México a dos hijos adolescentes sin saber qué les depararía el destino. Nunca volvió a verlos. Siempre me emociona recordar cómo uno de mis tíos en su agonía final hablaba de “La Grandiella”, su casa natal en San Claudio. Siempre percibí con claridad una dualidad que me llamaba poderosamente la atención: venían aquí, pero eran de allí; estaban allí, pero una parte de su corazón seguía aquí. Una dura realidad a la que se enfrentaron muchos emigrantes; pues bien, hace unos días leí un texto de Gonzalo Castañón, un emigrante asturiano fallecido en 1870 en Cayo Hueso, Florida, publicado en el “Faro Asturiano” el 31 de marzo de 1866 y recogido por el diario ovetense “El Carbayón”. Despertó estos recuerdos que comparto con ustedes y, creo, refleja perfectamente el sentimiento del que deja atrás su casa y su gente: “Voy a partir. Dentro de breves horas, el rápido galopar de los caballos me hará perder de vista a Oviedo: el soplo ardiente de la locomotora me alejará después de mi querida Asturias: el vapor y el viento combinados me apartarán luego de las costas españolas, lanzándome en las inmensidades del océano. He concluido ya mis vistas de despedida: he estrechado la mano a todos mis conocidos: he abrazado a mis amigos y pronto daré el último beso a mi familia, ¿qué me falta aún? Tan solo decir adiós al pueblo en que tan dulcemente se deslizaron los años de mi infancia y de mi juventud, consagrar un recuerdo a mi amado Oviedo, a la ciudad que no cuenta ni un edificio, ni un árbol, ni una piedra, que no despierte en mí la memoria de algún suceso triste o agradable, risueño o doloroso. Tus calles, Oviedo, han sido teatro de mis juegos de niño; bajo las góticas bóvedas de la catedral dije mis primeras oraciones, desde los altos de tu elevada torre aprendí a conocer a Dios: en tu universidad se desarrolló mi inteligencia: aquí he sentido mi primer amor: aquí he sufrido también mis primeros desengaños. Tus calles, tus plazas, tus paseos, esos sitios tan queridos que me han visto cruzar por ellos, meciéndome algunas veces en dulces ilusiones, víctima otras de agudísimos dolores, parece que me dicen, ahora que voy a abandonarlos, ¿por qué nos dejas? ¿Dónde encontrarás afecciones tan puras como las que aquí tienes, amigos tan probados, lugares y personas tan a propósito para disipar tus melancolías, consolarte en tus tristezas y calmar tus amarguras? ¡Ah! Harto lo conozco, por desgracia: bien sé que en parte alguna podré encontrar lo que aquí, con voz tan elocuente, habla a mi alma. Habrá, ¡quién lo duda! ciudades más bulliciosas y opulentas, más animadas y suntuosas, pero ninguna en que yo deseara pasar mi vida tanto como en Oviedo”. Sirvan estas líneas como recuerdo y homenaje a todos los “Gonzalo Castañón” de nuestras familias que tanto habrán llorado al recordar el Oviedo que se vieron obligados a dejar atrás. https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/02/28/adios-oviedo-63242937.html

lunes, 21 de febrero de 2022

DON "INDA"

Don “Inda” En el aniversario del fallecimiento de Indalecio Prieto
21·02·22 28 de junio de 1984. En el pleno del Ayuntamiento se da lectura a una moción presentada por el alcalde, Antonio Masip, en la que se propone la adjudicación de varias denominaciones de calles: Eduardo Herrera “Herrerita”, a la que se denominaba “Los Robles” en la fachada este del antiguo estadio Carlos Tartiere; Emilio Rodríguez Vigil, al paso existente entre el entonces Hospital General y la Residencia Sanitaria y José Maldonado a la calle situada entre Fraternidad y Alejandro Casona. También se proponen varios nombres cuya localización se concretaría posteriormente: Claudio Sánchez Albornoz, Pintor Luis Fernández, Teodomiro Menéndez, Manuel Llaneza, Bochum, Veracruz, Paulino García en Tudela Veguín y otra a Indalecio Prieto Tuero. La corporación estaba formada por trece ediles del PSOE, trece de Alianza Popular y uno del PCE. La moción fue aprobada de forma unánime; es decir, como dice la RAE, “dicho de dos o más personas: que tienen un mismo parecer, dictamen, voluntad o sentimiento”; cosa, por cierto, tan deseable en el ámbito político como infrecuente e insólita actualmente. Es de todos conocido que uno de esos nombres fue eliminado recientemente del nomenclátor por el equipo de gobierno actual de forma, a mi juicio, injustificada: el de Indalecio Prieto. “Don Inda”, nació en la ovetense calle de la Magdalena el 30 de abril de 1883 recibiendo el bautismo en San Isidoro al día siguiente, 1 de mayo. Hijo y sobrino de funcionarios municipales, a los seis años se trasladó con su familia a Bilbao. Resumir su biografía en estas líneas sería complejo. Lo mismo que juzgar sucesos acontecidos hace décadas. Una vida política tan extensa e intensa tiene, lógicamente, luces y sombras. Pero hay hechos relevantes que apuntalan la importancia de la figura política de Prieto. Muchos lo juzgan negativamente por su participación en los trágicos sucesos de octubre de 1934; Prieto tuvo la honestidad y el valor de reconocer su error cuando, en mayo de 1942, ante el Círculo Cultural Pablo Iglesias de México, manifestó: “Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en aquel movimiento revolucionario. Lo declaro, como culpa, como pecado, no como gloria. Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel movimiento, pero la tengo plena en su preparación y desarrollo”. Otras palabras que dan testimonio de su carácter son las pronunciadas en una alocución radiofónica el 8 de agosto de 1936: “Os lo ruego, os lo suplico. Ante la crueldad ajena, la piedad vuestra; ante la sevicia ajena, vuestra clemencia; ante los excesos del enemigo, vuestra benevolencia generosa (…) ¡No los imitéis! ¡No los imitéis! Superadlos en vuestra conducta moral; superadlos en vuestra generosidad. Yo no os pido, conste, que perdáis vigor en la lucha, ardor en la pelea. Pido pechos duros para el combate, duros, de acero, pero corazones sensibles, capaces de estremecerse ante el dolor humano y de ser albergue de la piedad, tierno sentimiento, sin el cual parece que se pierde lo más esencial de la grandeza humana”. Tras la Guerra Civil se exilió a México, pero no cesó su actividad política y sus esfuerzos por devolver la democracia a España. En octubre de 1947 se reunió en Londres con su otrora rival político, José María Gil Robles. Asimismo, llevó a cabo negociaciones con partidarios de Juan de Borbón, que culminaron con la ratificación el 29 de agosto de 1948 por parte de representantes de ambas partes de un frágil acuerdo que se conoció como “pacto de San Juan de Luz”. Invitado por Salvador de Madariaga, asistió en mayo de 1948 al Congreso de la Haya, organizado por el Movimiento Europeo y que podríamos considerar como germen de la Unión Europea. Su trabajo en favor de los exiliados también fue significativo. Falleció en Ciudad de México el 12 de febrero de 1962 sin llegar a ver la restauración de la democracia en España, país que siempre llevó en lo más íntimo de su ser, pues, como él mismo dijo: “A medida que la vida pasa por mí, yo, aunque internacionalista, me siento cada vez más español, siento a España dentro de mi corazón y la llevo hasta el tuétano de mis huesos”. Fue la suya, por tanto, una vida dedicada a servir a España. Seguro que, a lo largo de su trayectoria política como miembro destacado del Partido Socialista Obrero Español, diputado, ministro de Hacienda o de Obras Públicas, habrá cometido errores, quién no. Pero, qué quieren que les diga, me apena profundamente que, en el sexagésimo aniversario de su muerte, su nombre desaparezca del callejero ovetense, un espacio, lo he dicho más veces, que debería de ser fruto del consenso. En ese sentido, los concejales ovetenses de 1984 nos dieron un ejemplo y nos siguen mostrando el camino a seguir. https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/02/21/don-inda-62970972.html

jueves, 17 de febrero de 2022

A LOS QUINTOS

A los quintos
Foto: Partida del Regimiento Príncipe a la guerra de África. 1920. (Celestino Collada) 14·02·22 Creo que nunca les conté alguna historia de la mili en estos nueve años que llevo asomándome semanalmente a esta ventana. Y eso a pesar de haber pasado la mitad de ella en el Ejército de África velando por la seguridad de la frontera melillense. Pero tranquilos, no lo voy a hacer ahora tampoco. Dejemos las historietas para el abuelo Cebolleta, personaje entrañable creado por Vázquez y que leía de niño en el DDT. Pero sí voy a contarles algo que tiene que ver con la mili y con un curioso anuncio aparecido en el Carbayón de 1888. Tiene su miga. Se trata de un anuncio de la agencia de Pío Orantes y Cía. sita en la calle Pelayo, 4 y en el Bazar Isla de Cuba en Uría, 36. En dicho reclamo publicitario, el Sr. Orantes llamaba la atención a los quintos del reemplazo de 1887 y recordaba “a los padres de familia que tengan hijos declarados soldados sorteables para el presente reemplazo, lo mismo que a los de reemplazos anteriores, que sigue ocupándose con preferencia a otros asuntos, de la sustitución militar, y contando con todos los elementos necesarios para ello, hace presente a todos lo que deseen redimir o sustituirse que con arreglo a la Ley y Reales ordenanzas vigentes de reemplazos, hallarán todos los que con ella contraten, todas las ventajas y economías de dentro de la misma Ley sean compatibles. Del buen cumplimiento que tiene acreditado esta agencia en el asunto, podrán informarse en todos los centros oficiales de la provincia”. Qué cosas… La sustitución en cuestión se daba cuando el mozo de una familia de posibles, listo él, evitaba el servicio pagando a un sustituto para que fuera en su lugar. Los sustituidos serían responsables de los que ocupasen su lugar, y en caso de que estos desertasen antes de cumplir el primer año de servicio, el sustituido tendría que incorporarse al ejército como soldado. Numerosas familias de entonces hipotecaban sus bienes para conseguir el dinero necesario y evitar que el vástago fuera a filas, máxime en tiempos de guerras. De ahí un dicho de la época: “Si te toca, te ‘joes’ / que te tienes que ir, / que tu madre no tiene /seis mil reales ‘pa’ ti”. No parece que fuera un sistema muy justo, pero, ya ven, como reza el refrán, el que tiene padrino se bautiza y, en este caso, el que tenía cuartos se libraba de la mili. Supongo que a don Pío Orantes no le faltarían ovetenses que quisieran librarse como fuera de cumplir con la patria. Y bueno, pensándolo mejor, quizás algún día les cuente alguna batallita que, haberlas, haylas. Y asgaya. https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/02/14/quintos-62678783.html

lunes, 7 de febrero de 2022

LA ROMERÍA DE LA CANDELERA

La romería de la Candelera Una fiesta histórica en el calendario local que se celebraba junto al monasterio de San Pelayo 07·02·22 Vamos de romería. En este caso a la primera del calendario festivo local: el 2 de febrero. También conocida como romería de las naranjas. Heredera de la “festa candelarum” romana. Festividad litúrgica de la presentación del Señor en el templo y de la purificación de la Virgen. Se celebraba en el entorno del convento de San Pelayo por donde se instalaban puestos de naranjas que se extendían por la muralla hasta la calle del Águila. Aunque ya hemos hablado alguna vez sobre ella, retomo la mirada sobre esta extinta romería de la mano de Ramón Prieto Pazos y José Mª López-Doriga del Busto que, en su libro de 1889 “Siluetas Ovetenses”, hacen una curiosa descripción. En su opinión, debido al frío propio de la época y a que “el zumo de la manzana y el de la uva más o menos auténtico que en las tabernas de la demarcación se bebe con exceso, se neutralizan con frutos harto refrescantes, no se observan en esta romería aquellas grandes filoxeras que se lucen en otras, y se traducen muy libremente por garrotazos y puñaladas, con terror de la gente pacífica”. Menos mal. Parece que muchos de los romeros gustaban de prácticas poco afortunadas; veamos: “Valor y piernas requieren para ejecutar una serie de ascensiones, en plano de tal inclinación y no exento de peligros dada la humedad del suelo tan frecuente en aquel tiempo, y dados los muchos arqueros que provistos de gomas acechan traidoramente la cara de un individuo con la sana intención de producirle un cardenal o dejarle tuerto a expensas de un tiro de cáscara de naranja lanzado a gran velocidad”. Muy graciosos. No en vano, Prieto y López-Doriga consideran que “Este, para el que le guste, es el principal chiste de la romería. Cupido ha cambiado sus saetas por pellejos de naranja y ama y odia a pellejazo limpio, sin que la policía evite las muchas equivocaciones que padecen los pequeños Tenorios, dirigiendo sus tiros a mamás respetables y caballeros pacíficos. Y eso que la batalla dura todo el tiempo que dura la romería –las tres últimas horas de la tarde– sin que en tan largo tiempo se agoten los proyectiles gracias a los muchísimos acumulados con anticipación en los arsenales de la plaza de Feijoo y calle San Vicente”. Pues qué quieren que les diga, no acabo de verle la gracia a los hábitos de nuestros ancestros. Tal era la abundancia de naranjas que transformaban el lugar en “otro jardín de las Hespérides en las que las ricas naranjas de Muros, lucen su tamaño, enviando de paso aromáticas emanaciones con el noble fin de incitar el gusto escogido al comprador”. Se congratulan, además, de que ya no sólo se exhibían naranjas de la provincia sino que, gracias a las comunicaciones, los ovetenses disfrutaban de frutos provenientes de Murcia y Valencia que “se atrevieron a traspasar los Pirineos asturianos”. Eso sí, los manzanos que “en apretados haces descansan muellemente contra las tapias del convento de San Pelayo, pueden hacer gala de su abolengo asturiano”. Los compradores prestaban más interés a los frutales y eso llevaba a descuidar la romería “estando como quien dice al negocio y nada más; pero cuando las tinieblas de la noche han ahuyentado a la alegre concurrencia, cuando ya no queda ni un solo puesto en la romería, empieza para ellos la fiesta en cualquier taberna yendo a terminarla en las primeras horas de la madrugada, en la más próxima a su casa, última capilla de las muchas visitadas, si antes, y por mor de haberse estrenado las pértigas que mercaron con los manzanos en la romería en las costillas de alguno, no fueron a dar de bruces en el blando lecho del depósito municipal al abrigo del relente. Epílogo digno de una fiesta para la que es necesario llevar la cara blindada y bien forrado el cuerpo”. Afortunadamente, hoy en día prevalece la calma y nuestras queridas Pelayas siguen celebrando cada 2 de febrero la fiesta de las Candelas en paz al igual que el día 3 se conmemora a San Blas; no en vano, custodian una imagen y reliquia del Santo llegadas con las monjas de Santa María de la Vega tras su injusta e injustificada expulsión en 1854. Si les place, podrán endulzar el paladar con las famosas rosquillas de San Blas que con tanto cariño elaboran las benedictinas. Y las naranjas, para el desayuno. https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/02/07/romeria-candelera-62391257.html

viernes, 4 de febrero de 2022

EL ROSAL

El Rosal El callejero local y sus leyendas
31·01·22 Hace un par de semanas, hablando de botánica en el callejero, les comentaba que volvería sobre el nombre de una calle en concreto: el Rosal. Nombre vinculado al devenir del ovetense santuario del Cristo de las Cadenas y a una hermosa leyenda. Vamos a empezar por el Cristo de las Cadenas. El origen de esta advocación se diluye entre curiosas historias; un soldado que arrastra cadenas prisionero del turco. Una novia enamorada que le espera. Un rosal que revela la suerte del cautivo… Una de las más bellas es el romance de “El rosal y las cadenas”, que a principios del siglo XX fue publicado por Fermín Canella a beneficio del Asilo del Fresno, perteneciente entonces, como el propio santuario, a la parroquia de San Pedro de los Arcos. Esta leyenda narra la historia del desdichado amor de la hermosa Rosaura, cuya casa estaba situada bajo la verde colina del Santo Cristo del Aspra, y de Diego de Casielles. Él parte para los Tercios de Italia y ella lo aguarda, durante varios años, acudiendo a la ermita con frecuencia para rezar por él. Un día, cuando Rosaura volvía del templo, se encontró a un monje que le dio la funesta noticia de la muerte de su amado. Rosaura se encerró en un convento, después de ofrecer al Cristo del Aspra unas cadenas de plata en recuerdo de las que su novio llevó en su cautiverio, y desde entonces se empezó a popularizar el nombre del Cristo de las Cadenas. Hay otra versión diferente que nos habla de una pareja de enamorados que tuvo que separarse porque él marchaba a la guerra y, para consolar a su afligida novia, le dijo: “Planta este rosal delante de tu casa, y mientras no dé flores puedes estar tranquila, estoy bien. Pero si un día de repente florece, eso querrá decir que he muerto”. La muchacha plantó el rosal y cada tarde observaba sus ramas sin florecer, y subía hasta una ermita donde había un gran Cristo a dar gracias por mantener con vida a su amor. Así pasaron los años, hasta que un día, mientras se hallaba rezando se le acercó un hombre y le dijo: “Te traigo malas noticias, tu novio cayó prisionero y estuvimos ambos cautivos todos estos años. Pero él no ha podido volver porque se encuentra muy enfermo y no podrá llegar. Me ha pedido que te trajese las cadenas que le han tenido apartado de ti”. La muchacha ofreció las cadenas al Cristo de la ermita, poniéndolas en sus manos, donde permanecen desde entonces, y cuando llegó a casa, y aunque era pleno invierno, encontró el rosal florecido. La calle donde residía la novia de esta triste leyenda, tomó el nombre de Calle Rosal. Pues ya ven, nuestro callejero tiene cabida para hermosas leyendas que, al menos, no darán pie a nadie para cuestionar su nombre. https://www.lne.es/opinion/2022/01/31/rosal-62130257.html