El Otero
¡Hablemos español, leches!
La innecesaria introducción de términos foráneos en nuestro idioma
Carlos Fernández Llaneza 23.04.2018
No sé si hacer mío ese versículo del profeta Isaías: "voz que clama en el desierto" porque el tema a abordar hoy es una batalla que estamos perdiendo poco a poco. Vivimos una era de invasiones. Especies foráneas como el plumero de la pampa, la avispa asiática, la polilla guatemalteca o el cangrejo americano avanzan ocupando espacios que no les corresponden. Y a medida que eso sucede, desalojan a otras especies destrozando ecosistemas autóctonos. Un peligro. Pues lo mismo ocurre con el idioma y esa moda absurda de utilizar cada vez mayor número de barbarismos en nuestro fértil lenguaje. Un anglicismo es un invasor. Un parásito que usurpa, poco a poco, la riqueza léxica del castellano. El español siempre ha adoptado palabras de otros idiomas. Es un proceso normal y contribuye a enriquecer las lenguas, que no son cotos aislados e inaccesibles. El peligro está en el abuso innecesario de éstos marginando sus equivalentes en castellano. Bien lo define Álex Grijelmo: "el problema no es que lleguen anglicismos, sino que se rodeen de cadáveres". Y así nos va. Patadas y más patadas a nuestra lengua". Y, francamente, no veo la necesidad. Incluso intentamos castellanizar algunos de ellos: cliquear, bloguear, postear... La velocidad de introducción y uso de nuevos anglicismos es preocupante y habría que rebelarse por la propia salud del español.
Sorprende que se esté peleando por dignificar y potenciar el asturiano y, al mismo tiempo, dejemos entrar por la puerta de atrás a todos estos sigilosos y maléficos intrusos que, con un consentimiento fruto de un extraño complejo de inferioridad o menosprecio por lo propio, empobrecen y debilitan el español.
¿Quieren ejemplos cercanos? Como ya hice en otra ocasión, basta un paseo por el centro comercial de Oviedo fijándose en los escaparates para obtener de muestra algún botón. Veamos. Algo común en tiendas de moda: "Middle season sales", ¡toma ya! ¿Y qué me dicen de "New spring collection"? Fino, fino... ¿Pero qué necesidad hay? Otro: "Nursery & child care". ¡Tócate las narices! Lo de "shop online", batalla perdida. Y aquello de caballeros planta 2, niños, -1... "ná de ná". Ahora queda más fino "Man 1. Kids -1, Women 2", ¡home, dónde va a parar! Hasta los bancos se suman a la moda: "Baby planner". "Pack family seguros". En fin. Un centro de productos cosméticos anuncia: "Professional skin care". Vamos, que sin inglés (y cuiden las tildes por si acaso) no somos nada, meros piltrafas. "Urban experience", "spring bloom", "brands selection" y podría seguir con muchas más. Y sólo en un paseo por tres calles del centro de Oviedo. Si alguno de nuestros ancestros levantara la cabeza, a buen seguro que diría: "pa mexar y nun echar gota". Conclusión: nos estamos volviendo, con perdón, un poco gilipollas (según el DRAE, tontos, lelos) No hay que ser talibanes del idioma, pero no está de más defender una lengua con un léxico tan rico y variado.
Vuelvo al escritor y gran defensor del español Álex Grijelmo: "Una sociedad que no escribe correctamente, que no habla con orden, que no ama su lengua, se convierte en una sociedad que piensa poco y que terminará sintiéndose inferior". Pues eso.
No dejemos que eso ocurra. Alcémonos contra esos arribistas del lenguaje y, como bien alega José María Iñigo, izando la bandera en defensa de nuestra lengua cada fin de semana en el programa de RNE, "No es un día cualquiera", ¡hablemos español, leches!
"See you next week!" (¡uy! perdón?)