El día del Naranco
La histórica fiesta del monte ovetense que se celebra el próximo domingo
Carlos Fernández Llaneza 25.06.2019
Oviedo no es el mismo de los años 30. Eso es tan obvio que huelga decirlo. La ciudad actual muy poco tiene que ver con aquella. Son momentos sociales, económicos, culturales y políticos completamente diferentes. Pero imaginemos por un momento el Oviedo de 1929. Domingo, 7 de julio. La Sociedad Amigos del Naranco, constituida en Oviedo el 21 de julio de 1928, con la colaboración de la Coral Vetusta, decide convocar a los ovetenses a disfrutar de una fiesta en el Naranco: la Jira. El día del Naranco. Y el resultado no pudo ser mejor: 15.000 personas se congregaron en la cima, desparramándose por los pinares de Juan Uría y aledaños.
Hoy, 90 años después, los ovetenses estamos de nuevo convocados a disfrutar de un día de fiesta, de encuentro, de convivencia, con el Naranco como protagonista. Esa Cuesta a la que hemos dado la espalda demasiado tiempo. Nadie pretende emular aquellas Jiras de los años 30, lo sabemos. Pero nueve décadas después, el Naranco nos sigue esperando. ¡Qué buena oportunidad el domingo 30 de junio para volver a encontrarnos en su cima! Oviedo y el Naranco. El Naranco y Oviedo. Pareja indisociable que, por fuerza, tarde o temprano tendrán que reconciliarse y emprender juntos un futuro esperanzador. Claro que han pasado 90 años. Pero nada impide mirar hacia atrás para imaginar ese futuro. Escuchar los ecos de aquellos miles de ovetenses que el Naranco congregaba. Mirar hacia atrás, sin nostalgia, para reivindicar hoy, con convicción y firmeza, un Naranco mejor.
No. Claro que nada es lo mismo. Nadie nos anunciará el sábado a las 12 con potentes cohetes el inicio de las fiestas de la Jira al Naranco. Nadie se sorprenderá el sábado a las 10 de la noche con una sorprendente iluminación eléctrica en la calles Nueve de mayo, Campoamor, Melquiades Alvarez y Dr. Casal. No escucharemos a la banda de música de la Residencia Provincial. Ni el señor Emilio García instalará su potentísima gramola con la consabida música del país; tampoco el organillo del popular "Ginio" despedirá sus notas. No habrá verbena en la que nos sorprenda Manolín Álvarez "Gan", el "amu" preparando y disparando cohetes de múltiples colores. Tampoco se lanzarán al cielo globos de gran tamaño que, en su ascenso, despidan bombones, caramelos y otras golosinas de la acreditada confitería de Bernabé Jiménez.
El domingo, tranquilos, ninguna diana con música del país les despertará a las siete de la mañana. No habrá nadie en Dr. Casal repartiendo a los romeros una suculenta empanada de medio hojaldre rellena con bonito fresco y tomate ni tampoco la elaborada con harina de trigos fuertes de Aragón por la acreditada panadería "La Flor de Asturias", rellena de riquísimas "Salchichas Arrieta" y riquísimo jamón suministrado por D. Víctor González de Vegadeo. Tampoco se llevarán una botella de rico vino Tierra legítimo de León de los acreditados almacenes "Viuda de Gabino F. Canseco". Tampoco hay socios que pasen a recoger su latita de anchoas de la casa Albo y botellines de anís dulce "Domecq".
En la cima del monte, a las cinco de la tarde, no estará el Sr. Arenas, despegando un "montgolfier" dedicado a los socios. La noche del domingo ninguna calle ovetense vivirá una nueva verbena amenizada por la Unión Instrumental Ovetense y el indispensable organillo con su música del país. Tampoco se efectuará ningún sorteo entre los socios de 500 pesetas en metálico y nadie será agraciado con un artístico álbum de las "Bellezas de Asturias". En fin, como ven, todo ha cambiado.
Quizá lo que perdure es el amor de muchos hacia nuestro monte. Y las ganas de fiesta, de convivir, de bailar, de cantar, de reír con el Naranco como anfitrión. De gozar de sentirnos ovetenses y naranquinos. ¡Anímense! Como decían aquellos precursores: Ovetenses, ¡todos Romeros del Naranco".
Que el 30 de junio sea, de verdad, el día del Naranco.
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