lunes, 31 de mayo de 2021

CON EL MAZO DANDO Y A DIOS ROGANDO

EL OTERO

Con el mazo dando y a Dios rogando

El levantamiento ovetense en 1808 contra el Ejército de Napoleón


A todos nos han contado a lo largo de nuestra vida académica la historia de la guerra de la Independencia contra los franceses. Lo que, al menos a mí, no me contaron tanto, fue sobre los relevantes sucesos vividos en Oviedo. 

Hagamos un recuerdo sucinto. El ambiente hostil en Oviedo ante los franceses era creciente. El 3 de mayo, José María García del Busto expresa ante la Junta General del Principado de Asturias la exigencia de resistir ante el invasor. El 9 de mayo de 1808, desde el balcón de la Casa Correos, sita entonces en la plazuela de la Catedral, el funcionario, Álvaro Ramos, da lectura de las noticias que habían llegado en la diligencia de Madrid. El pueblo ovetense conocía los sangrientos sucesos vividos días atrás en la capital. La indignación es total. Esa mañana, el Regente de la Audiencia, siguiendo órdenes de Madrid, hace imprimir un amenazador Bando del General Murat que exigía acatamiento y obediencia a la autoridad francesa. Para promulgar el bando, salieron de la Audiencia, entonces en la calle Cimadevilla, con el comandante provincial de armas, pero al llegar al final de la calle y al dar el tambor la señal de atención, dos mujeres ovetenses toman protagonismo: María Josefa Francisca González y Suárez, más conocida como Marica Andallón, gritó: “¡Abajo el imprimido!”. A continuación, Joaquina González García Bobela, “Xuaca”, clamó: “¡Que no se publique!”. El grito es repetido por el canónigo Llano Ponte. El Conde de Peñalba y el médico Manuel Reconco proclaman: “¡A las armas!”. Froilán Méndez de Vigo rompió el parche del tambor. Nadie era ya capaz de calmar los ánimos. El procurador general, Gregorio Jove, pudo sustraer los Bandos y, junto con los amotinados, se dirigió hasta el Campo San Francisco, donde los rompieron y quemaron. 

En la tarde del 9 de mayo, la Junta General, reunida en la Sala Capitular de la Catedral, acuerda desobedecer las órdenes de Murat, lo que lleva a una explosión de júbilo del pueblo que aguardaba en el Claustro y en la Corrada del Obispo. Ante la seguridad de la más que posible represalia, se inicia el reclutamiento de cientos de hombres y el 24 de mayo se sitúan a las puertas de la Ciudad. Veintiuno de ellos sorprenden al cuerpo de guardia y toman la Casa de Regencia. La rebelión había sido un éxito. 

Recreación del levantamiento de 1808 contra la invasión francesa. | I. Collín

En la mañana del 25, la Junta General del Principado, constituida en Asamblea Popular Soberana, reunida en la Sala Capitular, declara solemnemente la guerra a Napoleón, siendo la primera provincia que proclamaba la guerra contra el invasor francés. Lo narrado hasta ahora es conocido por la mayoría de ovetenses. Pero hay otro episodio, quizá, menos conocido y que tiene que ver, nada menos, que con la reliquia más importante que atesora nuestra “Sancta Ovetensis”, el Santo Sudario y con este alzamiento. Sigamos la narración que nos ha llegado a través de un acta capitular: “3 de junio de 1808. Pide la Junta General del Principado rogativa pública con el Sto. Sudario. El día 29 de Mayo pasado los señores Conde de Agüera y D. Josef García Argüelles, Diputados de la Junta General del Principado, pidieron que en nombre de ella se hiciese rogativa pública el día treinta en que se celebra la festividad de San Fernando Rey de España, con nuestra Señora de Rey casto, la Cruz de la Victoria y el Santo Sudario, como la principal y más venerada reliquia de las muchas que tiene esta santa Iglesia, en atención a la urgentísima necesidad de tomar las armas en que se halla todo el Reino para conservar nuestra santa Religión, Ntro. Rey Fernando el Séptimo y la Patria de tantos males con que está amenazada por la invasión de los franceses; y se acordó que el cabildo sin consentimiento del Señor Obispo no podía condescender, como deseaba, en sacar el Santo Sudario por mandarlo así el estatuto. Luego dichos Sres. Diputados pasaron a ver al Sr. Obispo, quien les manifestó daba todas las facultades, y en seguida se acordó que el Sr. Maestro de Ceremonias dispusiese dicha rogativa, a que el citado día treinta concurrió el Sr. Obispo y llevó en toda la procesión el Santo Sudario, llenando de admiración a todo el pueblo y a la innumerable multitud que se presentó, inflamando sus corazones en defensa de causas tan justas y santas, a que también asistió un escuadrón de Carabineros Reales, que se hallaba en la ciudad y mucha parte del paisanaje, que ya se había armado. La procesión fue por San Vicente, Arco de la Noceda, Tras de la Cerca, Calle de la Picota, la de Jesús, Plaza y Calle de la Ferrería, observándose en todos estos religiosos actos y después de su regreso a la iglesia en medio de su innumerable gentío tanta modestia, ternura, devoción y confianza del favor y auxilio del Señor de los Ejércitos, que imploraba que no hay ejemplar igual, como tampoco se habla de haber salido por las calles tan preciosa Reliquia, que aun en el año de mil quinientos noventa y ocho sólo se certificó salir con motivo de una formidable peste por el claustro y bajo de las torres”. 

El 29 de mayo, el obispo Gregorio Hermida dicta una pastoral en la que pide a los párrocos que “presten todo el auxilio necesario a las tropas patrióticas”. 

Así que, como ven, los valerosos ovetenses, sí, con el mazo dando, pero, por si acaso, también a Dios rogando, que con Napoleón por el medio, cualquier ayuda, viniera de donde viniera, seguro que sería muy bien recibida.

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2021/05/31/mazo-dando-dios-rogando-52429816.html

lunes, 24 de mayo de 2021

LA CAPILLA DE LA BALESQUIDA

EL OTERO


La capilla de Santa Susana

La Balesquida contó, desde 1630, con un templo auxiliar en la calle del Rosal




Abrir cada semana esta ventana a Oviedo me brinda la oportunidad de aprender siempre algo nuevo. Mucha curiosidad por saciar. Hace tiempo que albergo interés por conocer más de una capilla vinculada a la Cofradía de la Balesquida, desaparecida en 1947: la Capilla de Santa Susana. Dado lo propicio de la fecha, vamos a recuperar una historia vinculada a esta ancestral cofradía; la de una modesta capilla ovetense ubicada desde mediados del siglo XVIII en el centro de la actual calle del Rosal y posteriormente en lo que hoy es el número 1 de Pérez de la Sala en esquina con Santa Susana. 

Su construcción fue posible por la donación de un matrimonio estrechamente unido a la cofradía. Desde 1450 consta que la imagen de la Virgen de la Esperanza salía en procesión hasta Santa Ana de Vega o de Meixide. Así fue hasta 1787, año en el que el obispo Agustín González Pisador, atendiendo a las peticiones que le habían hecho llegar el Procurador General del Principado y el Regente de la Audiencia de Asturias, dictó una constitución prohibiendo las procesiones por descampados y por la que establecía que se realizasen alrededor de las iglesias. El domingo de Pentecostés se iniciaba la fiesta que seguía el lunes siendo el martes el día en que la imagen de Nuestra Señora de la O, tras un responso en San Tirso ante la tumba de Doña Velasquita, partía en procesión por Rosal, el Fresno, Monte Cerrau, hasta llegar a Santa Ana, donde era recibida “por el párroco de San Pedro del Otero revestido de capa pluvial y acompañado de cruces y ciriales; agregados a él el abanderado y otros representantes de la Cofradía”. En su entorno, “entre hermosas praderías y árboles frondosos que brindan el frescor de su sombra”, se celebraba la comida. El miércoles aún proseguía el festejo en el lugar de Piñole, en Pumarín, donde se rifaba una xata a fin de recaudar fondos para la cofradía. Cuando se dejó de ir a Santa “Anina” de Meixide, la procesión llegaba hasta la capilla de Santa Susana, erigida en terrenos de la cofradía bajo la advocación del Buen Suceso aunque, para los ovetenses, siempre fue la capilla de Santa Susana. 

Sobre la justificación de la construcción de esta capilla o “humilladero” nos habla, cómo no, Fermín Canella; por cierto, cita una “cruz de piedra”, probablemente algún crucero. Dice Canella: “Por el tiempo y malos caminos a veces no iba la Balesquida a Meixide en Pascua y dejaba en un altar portátil a la imagen al lado de una cruz de piedra situada en el acto de la calle del Rosal; pero como la Virgen iba con sus naguas, traje y alhajas, acudieron a la Cofradía los hermanos Pedro Escudero y su mujer Susana González suplicando se les permitiese levantar allí un humilladero de piedra y cal cubierto con teja y construir un altar con el hueco suficiente para una nueva donde colocar a Nuestra Señora de la Balesquida y decían: “que la obra se haría de su propia cuenta y en la puerta cerradura con dos llaves iguales, una que tendrían en su poder los otorgantes y otra el mayordomo o persona que comisionase la Cofradía; y un cepo con otras dos llaves diferentes que se habían de entregar en la misma forma que las de la capilla, solo que en ésta entraría el mayordomo cuando le acomodase”. 

Florencio Friera, en un ilustrativo artículo sobre esta capilla para la revista de la Balesquida de 2012 escribe: “Treinta años después de la fundación de la capilla por Pedro Escudero y Susana González, el Ayuntamiento decidió, en sesión de 16 de abril de 1660, abrir los dos tercios de la actual calle del Rosal, en cuya zona alta se encontraba la capilla de Santa Susana ‘en medio de sus dos aceras’, dice Canella. Esta ubicación debía ser un obstáculo, por lo que el Ayuntamiento deci-dió derribarla en 1858, año en el que se abrió la actual calle de Santa Susana, entre la Avenida de Galicia y la plaza de San Miguel. No obstante, el interés y gestiones de vecinos afectos a la antigua capilla contribuyeron a que la corporación municipal volviera a levantarla, aprovechando sus materiales, en la nueva calle; sin contar para nada con la Cofradía de la Balesquida, su verdadera propietaria, colocó en su fachada la siguiente inscripción: “Propiedad del Excmo. Ayuntamiento. Se renovó año de 1867”. La reedificada capilla de Santa Susana se encontraba a la entrada de la calle Pérez de la Sala, no lejos del chalé de Policarpo Herrero. La modesta capilla fue derruida en 1947 y el suntuoso palacio llevó el mismo fin treinta años después”. 

En fin, curiosidad saciada y compartida. Un trazo más de esa fecunda historia que los ovetenses hemos ido viviendo a través de los siglos.

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2021/05/24/capilla-santa-susana-52183466.html

lunes, 17 de mayo de 2021

LOS ENIGMAS DE SANTA MARÍA DE NARANCO

EL OTERO

Los enigmas de Santa María de Naranco

Las diferentes teorías sobre el origen y usos de una de las joyas del Prerrománico asturiano


17·05·21

Es comúnmente aceptada la tesis de que Santa María de Naranco fue concebida como palacio de recreo, aula regia o pabellón real que, junto a San Miguel de Lillo, formaría un complejo arquitectónico o conjunto palaciego único. Así lo aprendimos y así todavía se explica aún o se lee en multitud de páginas web. 

Parte superior del arco que afloró en las excavaciones de 1998 junto a Santa María de Naranco. 

Mi curiosidad e interés por estos monumentos me llevó a leer distintos textos que, para mi sorpresa, hacen cuestionar esta creencia. Uno de ellos es un trabajo de 1884 del imprescindible Fermín Canella: “Ara inscripcional de Santa María de Naranco” (nótese que utiliza la preposición, no el artículo por considerar que este sería el topónimo correcto como en el caso de San Miguel sería Lliño); pues bien, ya en el inicio habla Canella “de los templos de San Miguel y de Santa María, fundados por Ramiro I, que levantó sobre aquellos agrestes sitios otros edificios de gran valía, que el tiempo voraz echó por tierra”. 

Hay otro dato que captó mi atención: la inscripción en el ara de Santa María. Canella completa la traducción con la ayuda de Ciriaco Miguel Vigil y Manuel Fernández de Castro y Menéndez Hevia, catedrático de Latín del Seminario Conciliar, canónigo penitenciario de la Catedral y posteriormente obispo de Mondoñedo; por cierto, autor de la primera traducción al asturiano del Evangelio de Mateo, publicada en Londres en 1861. En la inscripción del ara se lee: “Cristo hijo de Dios, que en el vientre virginal de la bienaventurada María entraste sin humana concepción y saliste sin corrupción. Que por tu siervo Ramiro, príncipe glorioso, con Paterna reina, su mujer, renovaste este templo por su excesiva antigüedad consumido y por ellos edificaste esta ara de bendición a la gloriosa Santa María en este lugar santo, óyelos desde tu habitación de los cielos y perdona sus pecados. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen. A nueve días de las calendas de julio de la era 886”. Cuestiona, por tanto, Canella la teoría palaciega de Santa María asentada entonces principalmente por Amador de los Ríos, miembro de las Reales Academias de la Historia y las Bellas Artes de San Fernando. Años después, en 1947, el arqueólogo alemán Helmut Schlunk, del Instituto Arqueológico Alemán, también contribuyó a consolidar el relato tradicional del conjunto palatino integrado por un edificio civil y una capilla regia. Volviendo al ara fundacional, parece que esta refleja claramente su concepción religiosa, aunque también hay estudiosos que sostienen que esta podría provenir de San Miguel de Lliño y que, tras su ruina, se habría trasladado al edificio palaciego. 

Canella no solo está seguro del origen eclesial de Santa María. Está convenido de la existencia de un tercer edificio destinado a uso civil. Se basa en actas del Cabildo ovetense de principios del siglo XVI. De una de estas actas del 21 de marzo de 1511 se derivaría la prueba de la existencia de un palacio “al lado de la casa de la Virgen” que en esta época se utilizaba como casa de corrección sacerdotal, “pues allí se mandaron con este objeto a algunos capitulares”. Para Canella “consta aquí de un modo terminante la existencia del palacio al lado de la iglesia”. En una de esas actas, los Sres. Deán y Cabildo de Oviedo, en pena de algunas palabras ofensivas que dijo en la iglesia a los arcedianos de Grado y de Gordón el bachiller García de Villaviciosa, le “mandavan en pena e penitencia dello que la mañana sábado por todo el día se vaya a la iglesia de Ntra. Sra. de Naranco e a su palacio e fasta el jueves sancto inclusive non buelba a la ciudad”. 

Viniendo a tiempos más recientes, el arqueólogo César García de Castro publica en 2019 en la revista “Nailos” un ilustrativo trabajo: “Marco territorial y planteamiento urbanístico en Santa María de Naranco y San Miguel de Lliño”. Destaco de este artículo dos párrafos que me parecen relevantes y esclarecedores: “En todo caso, el mero examen superficial de Santa María ya permite concluir que entre sus funciones no estuvo la residencial: es difícil concebir un edificio menos adecuado a la habitación: abierto a los cuatro vientos, carente de instalaciones de calefacción o chimenea, falto de toda división interna en dependencias funcionales indispensables: cocina, dormitorios, comedor, despensa... Es evidente que la residencia de Ramiro I, llegase o no a ser construida y rematada, hubo de encontrarse en otros edificios, hoy desconocidos”. Y sobre la idea extendida de que Santa María y San Miguel formasen parte de un todo integrado, García de Castro afirma: “Tampoco cabe pensar que los dos edificios fueran integrantes de un complejo palatino. No existió el más mínimo acondicionamiento conjunto del terreno entre ambos, y no fue prevista ni construida ninguna infraestructura que los relacionase físicamente. La distancia, la falta de acondicionamiento topográfico intermedio y la diferencia de cota, a la vez que su posición recíproca completamente fuera de eje, impiden cualquier posibilidad de considerarlos parte de un proyecto urbanístico conjunto”. 

En 1998, este mismo arqueólogo inició unas excavaciones en el entorno de Santa María en las que afloró un muro circular de dos metros de sección, base de una torre de importancia relevante, así como un arco de mampostería que encabezaría una estructura de al menos tres metros. Esa excavación, inexplicablemente, no se concluyó. Por tanto, no sé a ustedes, pero estas líneas que comparto, con gran esfuerzo de síntesis, desde mi posición única y exclusiva de curioso lector, siembran en mí una duda razonable sobre el origen de esta emblemática construcción. ¿Con qué fin se construyó Santa María de Naranco? Parece que, desde su inicio, tuvo claramente una función religiosa, aunque no podamos definirla como iglesia. Pero tampoco parece que fuera ningún tipo de instalación residencial. ¿A qué pertenecían los restos hallados en su entorno? ¿Hubo edificaciones anteriores? Dado su carácter de Patrimonio de la Humanidad y la importancia relevante de los edificios naranquinos –y no solo para Oviedo– sería deseable que las autoridades pusieran en marcha un estudio arqueológico ambicioso para tratar de dar respuesta a demasiadas incógnitas que aún permanecen en torno a nuestros monumentos. A fin de cuentas, la vida es un proceso de aprendizaje constante y con pocas certezas absolutas. Ya lo decía Sartre: “Incluso el pasado puede modificarse; los historiadores no paran de demostrarlo”.

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2021/05/17/enigmas-santa-maria-naranco-51903005.html

lunes, 10 de mayo de 2021

UN CRUCERO EN OVIEDO

EL OTERO

Un crucero en Oviedo


Me gusta el lema de “Oviedo, origen del Camino”. Tan cierto como adecuado. Peregrinar a Santiago por el camino primitivo es, sin duda, una experiencia magnífica. Un camino que vincula histórica y culturalmente a España con Europa desde la Edad media. Patrimonio de la Humanidad desde 1993 y signo de identidad europeo. Cualquiera que haya hecho este peregrinaje, con la motivación que fuere, se habrá encontrado, de forma habitual a lo largo del camino, con numerosos cruceros. Cruceiros en el occidente astur y pasada la frontera del Eo. Cruces de piedra levantadas en las encrucijadas de los caminos en las que el anverso suele estar dedicado a Jesús crucificado y el reverso, en la mayoría de los casos, está ocupado por una imagen de la Virgen María. En Asturias prevaleció esta costumbre durante los siglos XVII y XVIII. Aún podemos ver cruceros, tanto de cruce como de antojana, en numerosas poblaciones asturianas, como por ejemplo Teverga, Luanco, Luarca, Valdediós, Colombres, Celorio, Noreña, Tapia, Cornellana… Pero no en Oviedo, por muy origen del Camino que seamos. Consta que sí hubo uno a la entrada de Oviedo por San Lázaro. En el Libro de acuerdos del Ayuntamiento de Oviedo, en un asiento del 7 de septiembre de 1506, figura que se abren y alargan los caminos hacia San Lázaro de Otero a través de la puerta Nueva. Y en esa fecha, Juan de Verón presentaba al regimiento la sentencia contra Pedro de Arana, “al que habían mandado hacer a su costa una cruz de piedra en el camino público real que va desde la ciudad hasta San Lázaro, en el lugar que el corregidor y el regimiento señalaron, estableciéndose que la cruz tuviese cuatro gradas alrededor de si, de piedra bien labrada, y sobre las dichas gradas tenga la cruz un escudo de altura, que sea de piedra labrada perfectamente”. 

Un decreto de las Cortes de Cádiz de 26 de mayo de 1813, ordenó “la demolición de todos los signos de vasallaje que hubiera en sus entradas, casas particulares, o cualesquiera otros sitios, puesto que los pueblos de la Nación Española no reconocen ni reconocerán jamás otro señorío que el de la Nación misma, y que su noble orgullo sufriría por tener a la vista un recuerdo continuo de humillación”. Esto afectaba a las “picotas”, columnas en las que se exponía a los reos a vergüenza pública o las cabezas de los ajusticiados; pues bien, se da la circunstancia de que estas columnas, en muchos casos, fueron reconvertidas en Cruceros. No fue así en el caso de Oviedo. La “picota” ovetense se encontraba en la actual plaza de Riego, conocida anteriormente como de los Pozos, de la Picota, de las Escuelas, o de Cueto. Sobre el pedestal que ocupa la plaza estuvo, desde 1898, el busto del geólogo alemán Guillermo Schulz, siento sustituido en 1993 por el del militar de Tuña que nomina actualmente la plaza. 

Por tanto, tal vez, no estaría de más que en este año Jacobeo en que Oviedo reclama el protagonismo que merece como inicio de ese Camino secular, nuestra ciudad buscase un lugar en alguna parte del Camino para erigir un crucero como un guiño a nuestra propia historia. A los miles de peregrinos que partían o se acercaban a El Salvador para visitar antes que al criado, al Señor. 

A los que fueron y a los que serán.

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2021/05/10/crucero-oviedo-51514684.html


lunes, 3 de mayo de 2021

MALATERÍAS EN OVIEDO

EL OTERO


Malaterías en Oviedo

Sobre la historia de las leproserías de la ciudad


Hubo enfermedades terribles a lo largo de la historia que estigmatizaban a quienes las padecían; es el caso de la lepra, enfermedad a la que el Dr. Casal se refería en estos términos: “De todas las afecciones corrientes en este país, no hay otra que la gane a horrible y contumaz”. No hay certeza de cuándo llegó la lepra a Asturias. Puede que desde el sur de la península mil años antes de Cristo. Hay quien sostiene que llegó con las legiones romanas. En cualquier caso, en el siglo VIII aparece perfectamente documentada. Posteriormente, los invasores musulmanes, cruzados y peregrinos de toda Europa en la Edad Media, así como las paupérrimas condiciones de vida y pobre alimentación de los asturianos, contribuyeron a su propagación. El hijo de Alfonso III, Fruela II, fue, quizá, el primer personaje histórico de Asturias fallecido por esta enfermedad. A estos enfermos se les conocía con el nombre de leprosos, malatos, lacrados, plagados, enfermos de la Orden o gafos. Este último nombre perdura en Oviedo nominando un arroyo que transcurre al pie de la que fue malatería de San Lázaro. Hubo otro lazareto en Oviedo que, desde hace años, me llama la atención: el de San Lázaro de Paniceres. El topónimo San Lázaro suele estar vinculado con malaterías. Según la tradición apócrifa, San Lázaro, resucitado por Jesús, habría padecido la lepra. Esta enfermedad se encuentra entre las que podrían ser curadas por mediación del apóstol Santiago. Narra la leyenda que el propio Cid Campeador, en su peregrinaje a Santiago, se encontró con un enfermo que resultó ser el mismo Lázaro. Por esta vinculación jacobea, la mayoría de leproserías se encuentren en el Camino de Santiago. La malatería probablemente más antigua de Asturias fue fundada en Tineo en 1074. Pero volvamos a Oviedo. Como dijimos, en nuestro concejo se ubicaban dos. Una de ellas, la de Entrecaminos o de Sta. María de Cervielles o Sta. Mª de San Lázaro de Cervielles, fue uno de los establecimientos sanitarios más antiguos de Asturias. Aparece documentada en los años 1146 y 1245. El nombre de Entrecaminos, orillado en Oviedo desde la Edad Media, corresponde al mismo lugar que hoy conocemos como San Lázaro del Camino. En 1274, en unas ordenanzas del Concejo, se prohíbe a los leprosos, “bajo pena de ser quemados, su entrada en la ciudad y toda manipulación de los caños y acueductos que hasta ella iban”. En esta malatería, administrada por la Ciudad, residían los únicos médicos de la región y era la única en la que los enfermos recibían algún tratamiento. La primera intervención de un médico en ella de la que queda constancia es de 1526. El licenciado Prado dictamina haber visto a “María González que podía aver ocho días e la myrara muy bien e allara que estaba dañada por todo su cuerpo de especie de San Laçaro”. Ya en el s. VIII los verdaderos malatos debían ser la excepción. En 1751, de los veintiún hospitalizados pudieron ser dados de alta once por “hallarse libres de lepra”. Así se explica que ese mismo año, cuando el Ayuntamiento discute la conveniencia de ceder la malatería para el hospicio que proyectaba el Regente Gil de Jaz, el Marqués de Camposagrado, partidario de la cesión, denunció con cierta ironía que “la malatería de San Lázaro no sirve más que para albergar sarnosos que los médicos baptizan como lepra”. 

La de San Lázaro de Paniceres se fundó posiblemente en la misma época que la de Cervielles. El lugar de Paniceres se halla documentado desde el año 1055 y se encuentra en la ruta que sigue el Camino Primitivo. Cercano a Paniceres se halla el arroyo de Lavapiés, topónimo vinculado, asimismo, a las peregrinaciones. Si el patronato de Cervielles lo ejercía la Ciudad, el de Paniceres pertenecía a la Iglesia. Se desconoce quién y en qué fecha la fundó, pero, desde luego, ya era famosa en el s. XIII. De ella sólo queda el topónimo. En 1966 un vecino que trabajaba la tierra encontró una tabla barroca perteneciente, con toda probabilidad, al retablo de la desaparecida capilla de San Lázaro. San Lázaro de Paniceres fue parroquia, pero, debido a su estado de ruina, fue integrada en la de San Pedro de los Arcos en 1783. 

Y, una vez más, reconocimiento a José Ramón Tolivar Faes que, en 1965, publicó en los “Cuadernos de H.ª de la Medicina Española”, un fantástico trabajo titulado “Hospitales de leprosos en Asturias durante las Edades Media y Moderna” en el que recoge la historia de treinta y dos leproserías de nuestra región. 

En fin, curiosidades de unos tiempos lejanos que dejaron su huella en la historia y en ese vasto tesoro de nuestra toponimia que tanto deberíamos cuidar.

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2021/05/03/malaterias-oviedo-50646173.html