lunes, 31 de diciembre de 2018

AÑO NUEVO, VIDA NUEVA

El Otero

Año nuevo, vida nueva

Una lista de deseos para 2019

Carlos Fernández Llaneza 31.12.2018
Tengo una imagen en este momento del año que, reconozco, puede resultar un tanto ingenua: hojas del almanaque que, en forma de barcos de papel, se dejan llevar por la corriente como aquellos inocentes corchos convertidos en fantásticos bajeles reguero abajo. Vamos, que el año se va. 365 páginas que hemos escrito con vida. A veces con trazo firme y recto; otras con caligrafía sinuosa? Porque eso es vivir: reír, tropezar; a veces caer. Levantarse, volver a tropezar. Soñar. Llorar. Esperar. Confiar. Decidir con aciertos y errores. Y, siempre, caminar. Constantemente mirando hacia adelante. Intentando ser, al menos, relativamente felices. 
Mañana estrenamos un nuevo libro en blanco. Páginas vírgenes en las que confiamos ver plasmados nuestros más íntimos anhelos. Pero como estamos en la sección dedicada a Oviedo, voy a adelantar doce deseos que pediré con cada uva que coma esta noche para la ciudad que amo. Los que me reservo para mí y para los míos que, haberlos, los hay, irán compartidos que no es plan de comer 24 uvas. Hagan también ustedes su particular lista, ¿les parece? 
Pues ya están las uvas dispuestas, ¿preparados? ¡Vamos allá! 
¡Dong! Haya salud. Sin salud, nada de nada. 
¡Dong! Armonía en aquellos que tienen la responsabilidad de gestionar lo común. En este 40º aniversario de la Constitución no estaría de más reivindicar ese generoso espíritu de concordia y entendimiento que la hizo posible. 
¡Dong! Que el Oviedo suba a primera. La afición y la ciudad lo merecen. 
¡Dong! Encauzar con bien los proyectos de la Vega, Santullano y del antiguo HUCA. Buena parte del Oviedo del futuro, un Oviedo sostenible, más humano y racional, está en juego. 
¡Dong! ¡Ni una menos! ¡Basta! Que se acabe esa lacra de la violencia absurda y cruel contra las mujeres. 
¡Dong! ¡Paz! Y no sólo me refiero a la ausencia de guerras. Decía Teresa de Calcuta que la paz comienza con una sonrisa así que, para empezar, ni un día sin sonreír. ¡Dong! Trabajo de calidad. Que la sombra del paro no se cierna sobre Oviedo. 
¡Dong! Menos palabras y más hechos para el Naranco. ¡Pasemos de las musas al teatro! Un plan integral de una vez por todas para devolver el Naranco a los Ovetenses. No sigamos dándole la espalda. 
¡Dong! Que el Campo San Francisco vuelva a ser ese corazón verde de la ciudad y luzca de nuevo flamante. Por supuesto, paseo de los Álamos, auténtica obra de arte de Antonio Suárez, incluido. 
¡Dong! Aire limpio. Que en Oviedo, capital del supuesto "Paraíso Natural", podamos respirar a pleno pulmón sin preocuparnos de la calidad del aire. 
¡Dong! Que los ovetenses seamos plenamente conscientes de que nos une mucho más de lo que nos separa. No podemos pedir a los políticos armonía, cordialidad y concordia si nosotros no somos capaces de hacer lo mismo. 
¡Dong! La duodécima uva la dejo para que ustedes acompañen con ella el deseo que más les plazca. 
¿Saben? Creo que en esta particular lista de deseos hay muchos que se repiten de año en año; una de dos, o somos un poco torpes a la hora de ponernos manos a la obra o nuestro espíritu de superación anda más bien flojo. Tal vez tenga razón Andrés Aberasturi al que ayer oí decir que lo único que cambia de año en año es el calendario. En cualquier caso, nunca hay que renunciar a mejorar. A pelear por una sociedad más justa. A soñar con la ciudad que nos gustaría vivir. Por construir, día a día, un Oviedo, sencillamente, mejor. 
Año nuevo, vida nueva, ¿se apuntan? 
Y, claro está, ¡feliz año!
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2018/12/31/ano-nuevo-vida-nueva/2404307.html

lunes, 24 de diciembre de 2018

FELIZ NAVIDAD, PERO ¿QUÉ NAVIDAD?

Feliz Navidad, pero ¿qué Navidad?

24.12.2018
El calendario se impone. Imposible abstraerse. Ni quiero. ¡Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad! Y sin querer -no lo nieguen- están canturreando el popular villancico. Sí, ¡es Navidad! Pero, si me permiten, me gustaría compartir, ya que estamos, una mínima reflexión. Es Navidad (ya lo dije tres veces) pero ¿qué Navidad? Porque, quizá coincidan conmigo, no hay sólo una Navidad. Intentaré explicarme. Está la Navidad que nos entra por los ojos: calles iluminadas, publicidad machacona, villancicos cansinos. Navidad como excusa para comprar. Lo que sea, pero comprar. Navidad como pretexto para ser feliz, aunque tenga que ser una felicidad de cartón piedra. Navidad como coartada para acentuar una, tal vez, desvaída humanidad. 
Podríamos aventurar, asimismo, una navidad social. La que reúne en obligadas comidas a jefes, empleados, compañeros, amigos, allegados y hasta a los sempiternos plastas, malhumorados y cenizos irredentos. Comidas, obligadas en ocasiones, con eternas sobremesas en las que alguno, al día siguiente, lamentará ¡y de qué forma! dejar que los vapores etílicos le soltaran la lengua en demasía. 
También encajaría en este grupo la Navidad que convoca a las familias, aunque sólo sea por una noche. 
Creyentes o no, la familia se congrega alrededor de una esmerada mesa bien atiborrada de deliciosas viandas en auténtico frenesí calórico. Unos, los más, gozarán de esa cautivadora atmósfera familiar; otros? 
Luego está la Navidad de la nostalgia. De los recuerdos. Un carrusel de imágenes que nos lleva a lugares y momentos en los que éramos los soberanos de nuestra propio destino. Cuando infancia y Navidad se fundían en la más mágica e irrepetible sinfonía. ¿Alguien olvida los amenazantes corchos volanderos que te hacían meterte debajo de la mesa en busca de refugio seguro? ¿Recuerdan aquellos turrones "del duro"? Ya lo creo que era duro; casi que ni a martillazos se partía. Cierren los ojos. ¿Ven aquel pequeño, humilde y artesano nacimiento que ponían encima de la tele rodeado de un escuálido trozo de espumillón y unas mínimas bolas? ¿Lo ven? Sin duda alguna era el mejor nacimiento del mundo. Nochebuenas con mesas mucho más sencillas que las de hoy, qué duda cabe, pero ¿con mucho más calor de hogar? 
Y, cómo no, Navidad en la que los que ya no están se hacen más presentes que nunca. Se han ido, sí, pero no han dejado ningún hueco vacío. Ahí siguen teniendo su silla. Ahí seguimos viéndolos como si la vida se dejara moldear a nuestro antojo. Ahí permanecen, a nuestro lado, como si el tiempo fuera poco más que nada. 
Y hay otra Navidad. La primigenia. La que dio origen y sentido a todas las demás. La que festeja a un niño. A un simple niño. Un niño? ¿Pero qué puede hacer un niño casi sin ropas, aunque bien vestido de dignidad? ¿Qué podemos esperar de un niño nacido en una cueva, cuadra o pesebre, que tanto da? ¿Acaso tiene cabida en toda esta algarabía y regocijo, un tanto fingido, un niño que nació fuera de su tierra? ¿Creen que un niño así podría cambiar el mundo? Pues, para muchos, ¡vaya si lo cambió! 
Y es que, tal vez, sólo tal vez, desde aquella lejana Navidad originaria, el mundo no ha vuelto a ser el que era. Y por eso, luces, ruido, villancicos, anuncios, comidas, risas y llantos, compras, adornos y mil cosas más, cobren algo más de sentido. 
Pero no se preocupen demasiado. Su mejor Navidad es aquella que les haga sentirse más felices. Si quieren, elijan. Son libres. ¡Ah! Y? ¡feliz Navidad!
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2018/12/24/feliz-navidad-navidad/2401619.html

lunes, 17 de diciembre de 2018

CUANDO DUELE LA VIDA

El Otero

Cuando duele la vida

La belleza del hecho de vivir

Carlos Fernández Llaneza 17.12.2018 
¿Quién no ha experimentado en carne propia el amargo regusto de una pena profunda? ¿Quién se ha librado del doloroso pellizco de la frustración? ¿Quién ha estado libre de sentir la hiriente y asfixiante punzada de la ansiedad? ¿Quién no se ha despertado, sudoroso e inquieto, por el monstruo del fracaso? ¿Quién no conoce a alguien que se ha sumido en ese hondo, lóbrego y horrendo pozo de la depresión? La vida es hermosa, qué duda cabe, pero hay muchos días en los que no es tan fácil afrontar un amanecer cuando creemos que, por más que esperemos, no veremos lucir el sol. Cuando sabemos que las horas, los días, se tornan en incesante tormento. 
Hace unas semanas, el Teléfono de la Esperanza presentaba en Oviedo una campaña bajo el lema: "El dolor no habla, gime en el corazón hasta que lo rompe", iniciativa puesta en marcha con motivo del Día Mundial de Prevención del Suicidio. Voluntarios del Teléfono de la Esperanza reciben en Asturias al menos una llamada diaria de personas con intenciones suicidas. Personas que se asoman, desesperanzadas, al negror de un irresoluble abismo personal. Pero, aun al borde de ese funesto precipicio, ¿hay lugar para la esperanza? Sí. Sin duda. ¿Fácil? En absoluto. Ni mucho menos. Acabo de releer un magnífico libro: El hombre en busca de sentido, del psiquiatra austriaco Victor Frankl, superviviente a los campos de exterminio de Dachau y Auschwitz. Lugares en los que, sin duda, se encarnó el horror, el terror; lo más vil e infame de la condición humana. Frankl, después de vivir esa experiencia recompuso el, a buen seguro, hombre roto que fue y nos legó una memorable reflexión que merece la pena ser tenida en consideración: "A un hombre le pueden robar todo, menos una cosa, la última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancias, la elección del propio camino." Y lo dice alguien que ha sobrevivido al infierno. 
Soy consciente de que es muy complejo consolar -ni tan siquiera razonar- con quien sólo vive en la oscuridad; ahora bien, qué quieren que les diga, hay que intentarlo. Y aplicarlo a uno mismo, cuando las adversidades e incertidumbres cotidianas amenazan con doblegarnos como frágiles juncos. 
No obstante, con permiso de Roberto Benigni, la vida es bella. Es un viaje en el que quizá la gracia esté más en el camino que en el destino. En vivir el presente. El día a día. Sin permitir que el futuro -incógnita abierta- nos robe la serenidad. Vivir es una auténtica aventura en la que no tenemos ni idea de qué nos depara el mañana. Siempre nos puede sorprender. Y para bien, ¿por qué no? 
Hace unos días TVE emitió el último capitulo de la temporada de "Cuéntame cómo pasó". En él, un curtido marinero le decía a Carlitos Alcántara, más perdido que nunca, una frase que, de alguna manera, incitó esta reflexión: uno busca la aventura hasta que se da cuenta que la aventura es vivir". 
Disfrutemos del viaje. Persigamos ese "por qué" vivir con el que Nietzsche, aseguraba encontraríamos casi siempre el cómo. 
Y, en último extremo, no nos tomemos la vida demasiado en serio; al fin y al cabo, ninguno saldremos vivo de ella.
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2018/12/17/duele-vida/2397858.html

lunes, 10 de diciembre de 2018

OVIEDO, 1978

El Otero

Oviedo, 1978

El año en que la ciudad dio el "sí" masivo a la Constitución

Carlos Fernández Llaneza 10.12.2018 

Era previsible. Nuestra Constitución es cuarentona y, claro, tal efeméride no pasa desapercibida a los medios de comunicación, que se vuelcan en reportajes que nos muestran cómo era la España de 1978. E, inevitablemente, los recuerdos de cada uno vuelan hacia aquellos días. ¿Qué hacía usted en 1978? Servidor tenía bastante con lidiar con la adolescencia, que mira que daba guerra. Estaba entusiasmado con el estreno de "Grease". Por supuesto, a mi atuendo se incorporó una chupa de cuero negro, que no era plan de estar al margen de la moda. Recuerdo vivamente aquel verano en el que tuvimos tres papas. Y fue un año muy musical. Con frecuencia visitaba "Discoteca" en la calle Toreno, donde invertía mis exiguos ahorros en la compra de "singles". Me veo en los coches de choque en San Pedro de los Arcos escuchado "Rivers of Babylon" de "Boney M". 
Época que podríamos definir como un poco "macarra". En fin? Banda sonora que se convierte en imágenes y momentos concretos que se adhieren con fuerza al álbum de nuestra propia vida. Pero claro, el acontecimiento del año al que ahora todos miran fue el referéndum constitucional. En Oviedo el resultado fue de 71.812 votos a favor frente a 11.532 en contra, de un total de 86.217 votantes. El censo electoral lo formaban 134.679 ovetenses. Oviedo, por tanto, dio un "sí" masivo a la Carta Magna que hoy, a pesar de los años, y aunque pueda necesitar ciertos retoques, sigue teniendo plena vigencia. Aquel mes de diciembre, en Oviedo, se estrenaba en el Palladium "La portentosa vida del Padre Vicente", con Albert Boadella y Ángela Molina, y en el Campoamor proyectaban "Patos Salvajes", con Richard Burton y Roger Moore. 
Una encuesta daba cuenta de que los ovetenses se sentían más satisfechos de vivir en Asturias que los gijoneses, mira tú. Era noticia el éxito de la prueba de un aparato economizador de gasolina, que producía un ahorro de combustible del 27% y había sido testado en un R-12 propiedad de un cámara de Panorama Regional. Éxito relativo, porque del invento nunca más se supo. LA NUEVA ESPAÑA daba la bienvenida al benjamín de la prensa regional, "Asturias", cuyo número 1 acababa de ver la luz la víspera del referéndum constitucional y al que le deseaba "una singladura fecunda". 
En esa misma fecha, los juzgados andaban de mudanza al nuevo edificio de Llamaquique. Y fallecía José Menéndez Carreño, conocido como "Cuchichi", el último superviviente de "Los Cuatro Ases de la Canción Asturiana". En diciembre, el Ayuntamiento otorgaba a una calle en el entorno de San Pedro de los Arcos el nombre del cuarteto. Manolo Avello se hacía eco del fallecimiento del que consideraba su amigo: "Los de aquella generación sabíamos decir de carrerilla los nombres de 'Los Cuatro Ases' y de la delantera del Oviedo. Decíamos Cuchichi, Botón, Miranda y Claverol, y Casucu, Gallart, Lángara, Galé e Inciarte que después fueron Casucu, Gallart, Lángara, Herrerita y Emilín". Avello consideraba la voz de "Cuchichi" como "la agudeza, el grito de gozo del bendita tierra donde nací". 
En fin, días de cambio y de esperanza en un futuro que, tal vez, a mi generación no nos preocupaba mucho aún. Todo llegaría. Pero por aquel 1978 tenía bastante con pelear contra el acné, intentar aprobar asignaturas que me importaban un comino y enfrentar las inevitables y, claro, visto desde ahora, banales preocupaciones y rebeldías.
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2018/12/10/oviedo-1978/2394097.html

lunes, 3 de diciembre de 2018

LA TENDERINA, UN BARRIO CON FUTURO

El Otero

La Tenderina, un barrio con futuro

Una de las antiguas entradas a la ciudad es ahora pieza imprescindible de Oviedo

03.12.2018
Hay quien cree que la infancia es la más bella de las estaciones de la vida. Puede ser. Cuando días atrás trabajaba en el pregón con el que tuve el honor de abrir las fiestas de San Francisco Javier, en el solitario y silencioso juego de ver qué me sugería la Tenderina, lo primero que me venía era el recuerdo de un barrio. Quizá por las muchas similitudes entre mi barrio natal de Vallobín y el de la Tenderina. Paralelismos sociales, urbanos, históricos. Hoy, tanto Vallobín como la Tenderina son una realidad social y urbana diferente. Indudablemente mejor en muchos aspectos, pero temo que se hayan dejado parte de su esencia en el camino. En este ejercicio evocador, aparecen imágenes que seguro muchos compartís: barrios en el que las casas estaban repletas de niños; montones de niños que hacían suyos los muchos praos como diarios escenarios de juegos que sorprenderían, sospecho, a la generación de la omnipresente tecnología actual. Praos compartidos armónicamente con vacas en su indolente rumiar y con la ropa tendida al verde. En los que, sin que nadie se sorprendiera, se vareaban los colchones de lana en una imagen tan anacrónica como imposible hoy. 
Praos en un Oviedo urbano que se resistía a perder ese espíritu rural y en los que aquellos niños de la Tenderina, de la Argañosa, del Vallobín, de Buenavista, de Ventanielles -tanto monta- apurábamos las jornadas de sol a sol saboreando una libertad sin responsabilidades ni preocupaciones, algo inimaginable en la infancia ovetense actual. Los mismos praos que se transformaban mágicamente en cada barrio cuando llegaba la Fiesta y, con ella, unas jornadas que hacían saltar por los aires la rutina y el tedio del resto del año. Para los más pequeños, el tren de la bruja, las lanchas, el tiro, los voladores, los gigantes y cabezudos, los banderines multicolores serpenteando las calles y las comidas con invitados en las que salían de su clausura la vajilla y manteles de las ocasiones especiales, era una especie de magia que nos permitía disfrutar de unos días inolvidables. Muchos recordaréis perfectamente aquellas calles de mucho barro en invierno y demasiado polvo en verano. Con unos cuantos postes escuálidos y menos bombillas. Pero lo que destacaba por encima de todo era -y es- su gente. Gente sencilla, trabajadora, solidaria y alegre. Todos conocíamos a todos. Y todos sabíamos perfectamente quién era quién. 
Por supuesto, también la curiosidad, fuerza irrefrenable, me llevó a preguntarme: ¿de dónde procede el nombre de La Tenderina? ¿Cuáles son las primeras referencias que nos hablan de su pasado? Según Xulio Concepción, en su diccionario etimológico de toponimia asturiana, Tenderina, procede del latín "tendere" que sería algo así como tender, extender, y se aplicaría a una pequeña extensión o un espacio más abierto. 
Y sobre referencias históricas, acudo a Fermín Canella, quien en su "Libro de Oviedo" editado en 1888, menciona el paseo de la Tenderina o "comienzo de la carretera de Oriente que fue dispuesto por el Municipio, siendo comisarios y encargados de esta obra los regidores D. Joaquín Méndez de Vigo y D. José Gabriel Fernández Cueto, los que demostrando una vez más su amor al pueblo adelantaron en 1782 crecidos fondos para esta y otras calzadas y paseos, indispensables en aquellos tiempos en los que los vecinos no disfrutaban como ahora del Campo de San Francisco". 
Referencias en 1681
Otro ovetense imprescindible, José Ramón Tolivar Faes, en un libro esencial como es su "Nombres y cosas de las calles de Oviedo" dice al referirse a la Tenderina: "El 8 de agosto de 1681, con motivo de la peste, se toman ciertas precauciones colocando guardias día y noche a las puertas de la ciudad en los caminos principales junto a la ermita de San Roque, Santa Susana, Lavapiés, ermita de Santiago, San Sebastián camino de Gijón y en las casas de la Tenderina". Según Tolivar es ésta la referencia más antigua encontrada. Continúa haciendo mención a la disposición municipal de 26 de octubre de 1731 de componer varias calzadas, entre ellas las de la Tenderina. Tolivar alude asimismo a los famosos canapés de la Tenderina, del primero de los cuales, hasta el último ensanche, aún se conservaban restos que han servido para separar las Tenderinas Alta y Baja. Cita también a Jovellanos que, en sus Cartas a Ponz, cuando al hablarle de los deliciosos paseos ovetenses, le dice que "no lo será poco con el tiempo el de la Tenderina, que ya está muy adelantado". Efectivamente, aclara Tolivar, la Tenderina apenas fue otra cosa que un paseo delicioso hasta bien entrado el siglo XX, pues todavía en 1887 en aquel lugar no había más que "catorce casitas con ciento quince habitantes". 
Al inicio de la guerra civil, en 1936, la Tenderina ya era un barrio mucho más poblado, pero sucio y angosto, en palabras de Tolivar. Explica que la zona fue primera línea de combate durante el sitio de Oviedo y que su acera derecha fue totalmente destruida pero que hoy (1958, fecha de la primera edición) es una de las más amplias avenidas que tiene la ciudad. 
El barrio y su parroquia
Y en ese transcurrir de la historia hay una intersección entre dos realidades que, a la postre, son la misma: el barrio y la parroquia. Porque ninguna se puede entender sin la otra. 
La parroquia de San Francisco Javier cumplirá el próximo 11 de febrero 60 años. Esa fue la fecha de la firma del decreto de constitución de la parroquia firmado por el entonces arzobispo D. Francisco Javier Lauzurica y Torralba, desmembrando su territorio de las parroquias de San Julián de los Prados y de Santa María la Real de la Corte. Aquellas calles de antaño, no facilitaban el acceso a las parroquias más cercanas y así, aquellos vecinos que sentían la necesidad de reunirse y celebrar su fe empezaron a celebrar la Eucaristía en un bajo en el número 61 de la avenida de Torrelavega. Aquel bajo, gracias al empuje de D. Manuel Gutiérrez, primer párroco de San Francisco Javier, y a la contribución de muchos vecinos, dio pie a los locales actuales, desbordados ya por la realidad y a la espera de las tan ansiadas obras de ampliación y mejora, iniciadas con algún traspié y a punto de iniciar la fase final para poner a disposición del barrio unas instalaciones más dignas y adecuadas. 
Solidaridad
Un templo parroquial es mucho más que un lugar en el que reunirse a celebrar sacramentos. Ha de ser también un lugar de encuentro, de acogida. De escucha. De apoyo. Aquí se practica la solidaridad sin pedir a nadie su partida de bautismo. Ha de ser, como dice el Papa Francisco, en ese acertado símil, "un hospital de campaña". Por eso el barrio tiene que sentirlo también como algo propio. 
La ciudad, los barrios, qué duda cabe, ha cambiado mucho. O tal vez no. Porque hay algo que debe prevalecer. Ese sentimiento de pertenencia a una colectividad sea en la forma que sea. 
Los vecinos de la Tenderina han de sentirse orgullosos de su barrio. Deben continuar, pese a las dificultades, organizando fiestas y reivindicando todo aquello que redunde en mejoras para el barrio. 
Para muchos vecinos de Oviedo que luchan sin desmayo en tantas asociaciones de vecinos o de festejos quizá les venga bien recordar una frase Francisco de Asís: "Empieza por hacer lo necesario, luego haz lo posible y pronto estarás logrando lo imposible". Me parece una reflexión adecuada para no desfallecer en tantos momentos de duda y frustración como seguro les asaltan a lo largo del año. 
No hay un Oviedo homogéneo. Oviedo es un inmenso mosaico compuesto por muchas teselas. Cada una de ellas imprescindible y fundamental. La Tenderina es una pieza sin la cual, Oviedo sería imposible. 

La Tenderina, como tantos otros barrios de este Oviedo tan maravilloso como inabarcable, es un barrio, qué duda cabe, con mucho futuro.
https://www.lne.es/oviedo/2018/12/03/bendecido-primer-ladrillo-obras-san/2390502.html