Homenaje en el adiós
Detrás de cada cifra hay una vida inconclusa
Carlos Fernández Llaneza 27.04.2020
¿Dónde se quedarán todos los abrazos que no dimos? ¿Quedarán archivados en algún arcano rincón? ¿Dónde irán todos los paseos no dados y el caminar no andado? ¿Dónde se esconderán todas las palabras no dichas? ¿Dónde se custodiarán todas las risas no compartidas? ¿Dónde florecerá la primavera no disfrutada? ¿Dónde aguardarán todas las horas no gozadas? El legado de este año extraño será un calendario incompleto e imperfecto. Pero, eso sí, nos aguarda el futuro. Ese aún es nuestro. Aunque, lamentable y tristemente, no para todos. Algo nos falta. Nos faltan muchos. Nos faltan decenas de ovetenses. Por pocos que fueran, serían demasiados. Esa es la desgarradora realidad. La herencia de este virus ruin. Porque detrás de cada cifra, tras cada estadística, fría y anónima, hay una vida inconclusa. Hay una vida saboreada y llorada. Hay unos hijos que no volverán a ver a sus padres. Con un adiós truncado y un beso ya inviable. Hay unos nietos que no volverán a disfrutar de sus abuelos, ni a asomarse, tan curiosos como sorprendidos, a sus historias grandiosas y fantásticas. Hay amigos que llorarán ausencias imposibles de rellenar. Hay despedidas pendientes. Hirientes. Se quedaron multitud de abrazos por estrujar. Y multitud de paseos por andar aún, sin ir más lejos, entre el alegre bullicio mañanero de los puestos del Fontán. Pasos coloridos, serenos y calmos, entre las flores reventonas de mayo. Andares cómplices, envueltos en las brumas de recuerdos placenteros, que viajan a remotos itinerarios de juventud y sueños utópicos por el paseo secular de los Álamos, mosaico de miles de almas ovetenses que aún transitan, como si nada hubiera cambiado, a la sombra del viejo Carbayón. Conversaciones aplazadas, entre la luz que, tenue y discreta, se filtra entre la foresta del Campo por el paseo del Bombé, cómplice de confesiones, amoríos en memorias amarillentas y prometedores proyectos, tal vez cumplidos, tal vez no; en cualquier caso, imposibles ya. Para ellos esta primavera nonata se quedó en un quizá. Sí. Detrás de esos fríos números hay nombres. Vidas. Historias. Horas plenas de vida aún por gastar.
El futuro nos espera. Oviedo nos espera para volver a brillar. La vida sigue. Ellos vivirán en la memoria de los suyos. En la memoria de todos.
"Soy optimista. No me parece muy útil ser otra cosa". La frase es de Churchill. La suscribo íntegramente. Cada semana, en medio de este desaguisado, intento trasladarles algo de ese optimismo que me resisto a dejar escapar. Aunque vaya si cuesta. Seguir abriendo esta ventana a los temas habituales que nos brinda este Oviedo inabarcable, casi se me antoja en estos días insustancial.
Queden, pues, estas líneas hoy, como merecido homenaje a los que, por desgracia, no compartirán ya el porvenir que, agazapado y un poco temeroso, nos aguarda a la vuelta de la esquina de cualquier calle de este Oviedo que, aunque confiado en su mañana, llora por muchos de sus hijos a los que debemos valores, derechos, ejemplo y vida.
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