lunes, 29 de junio de 2020

UN CAFÉ EN EL CERVANTES

EL OTERO

Un café en el Cervantes

La vida en los antiguos y grandes establecimientos de la ciudad

29.06.2020


Oviedo es una ciudad con gran tradición en hostelería. Restaurantes, bares, sidrerías o cafés han aportado grandes nombres en una tan extensa como prestigiosa nómina. En 1974, Luis Arrones Peón publicó una obra esencial para conocer esa jugosa historia: Hostelería del Viejo Oviedo. Más recientemente, en 2015, Carlos del Cano, nos brindó otra relevante publicación para descubrir más de un sector, sin duda, importante: "Historias del Ocio de Oviedo". Y en ellas me baso para completar un hecho curioso que conocí casualmente y que ocurrió el 28 de junio de 1936 en un café de Oviedo: el Café Cervantes. 
Cuando hablamos de estos establecimientos seguro que pensamos en elegantes locales con sus mesas de mármol con patas de hierro, elegantes camareros, madera en las paredes, y animadas tertulias sumidas en una vaporosa atmósfera. Uno de ellos era el Cervantes. Abrió sus puertas en 1929 en la esquina de Argüelles y la plaza de la Escandalera con amplios ventanales a la calle y un gran salón de billar en el sótano. Sus fundadores, los hermanos Manuel y Arturo Fernández, indianos retornados de Cuba. Pronto el lugar se convirtió en punto de encuentro y disputadas partidas de dominó. También disponía de una gran cafetera cilíndrica, la mayor de Oviedo, como cuenta Arrones, con doce brazos o canillas. 
Tuvo tres épocas diferenciadas con cambios de propietarios aunque eso vamos a dejarlo para otra ocasión. En él se gestó una tertulia, literaria en este caso, formada en 1953: la tertulia "Naranco". A ella se debe la concesión del premio de novela corta "Carbayón de oro". 
Pero vamos a lo que sucedió el 28 de junio de 1936. Un hecho poco frecuente en nuestros días: la renuncia de un diputado a su acta. El protagonista es el socialista Amador Fernández y el lugar, la terraza del Café. La noticia la publicaba el diario "La Libertad": "En el café Cervantes se encontraba el diputado socialista D. Amador Fernández con varios amigos y correligionarios. El señor Fernández había recibido diversas peticiones y noticias de otras que se le habían formulado días anteriores. El diputado contestó a los que le pedían recomendaciones que él deseaba atender a todos, pero que no siempre le era posible conseguir lo que se le pedía. Contrariado, sin duda, por algo que se le dijera, el Sr. Fernández dijo: 'Yo regalo el carnet de diputado a quien lo quiera'. Uniendo la acción a la palabra, sacó el carnet y lo ofreció. Claro está que nadie se acercó a cogerlo, y entonces el señor Fernández, en medio de la sorpresa y el silencio de cuantos le rodeaban, rompió el carnet de diputado, y dijo que de su actitud en aquel momento daría cuenta a la organización" 
Otro diario, el "Crónica Meridional", se hacía eco asimismo del sorprendente hecho y contaba a sus lectores algún detalle más: "?no se reintegrará jamás a la vida parlamentaria. 'La gente cree que tengo la solución a todos los problemas, incluso los particulares de los electores. El carnet sólo me sirve para percibir mil pesetas, viajar gratis y pasar sin obstáculo entre los guardias de asalto y los ujieres del Congreso. Deseo desde ahora trabajar modesta y anónimamente'". 
En fin, una curiosa anécdota ocurrida hace ochenta y cuatro años que me sirve de acicate para querer saber más del maravilloso mundo de los cafés ovetenses. Queda pendiente.
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2020/06/29/cafe-cervantes/2653252.html

lunes, 22 de junio de 2020

UN INSTITUTO PARA EL PRERROMÁNICO

Un Instituto para el Prerrománico

La necesidad de una entidad cultural que estudie y fomente la divulgación de un inigualable patrimonio

Carlos Fernández Llaneza 22.06.2020 





Nadie cuestiona la importancia capital del Prerrománico asturiano. También es común la certeza de que cualquier esfuerzo para mejorar su estado de conservación, de profundizar en su estudio y fomentar su divulgación, es tan apremiante como necesario. 
El Prerrománico asturiano, dada su singularidad, valor, potencial, reconocimiento y proyección internacional, merece buscar una fórmula que encauce y dirija estos esfuerzos. Interés que debería ser compartido por distintas administraciones y entidades culturales. Desde mi punto de vista, y así lo planteo, esa fórmula podría basarse en una iniciativa tan innovadora como necesaria: la creación de un Instituto para el Prerrománico Asturiano. Proyecto que debería liderar el Principado de Asturias y en el que Oviedo, como concejo que atesora buena parte de las construcciones Patrimonio de la Humanidad, debería de tener un papel relevante. El espejo en el que mirarse es el Instituto Arqueológico Alemán, fundado en 1829 con el propósito de "estudiar los monumentos de arte antiguo, la epigrafía y la topografía, y dar a conocer los resultados de su investigación". Tiene presencia en España desde 1943, a través de su sede en Madrid nacida del interés y empuje de Helmut Schlunk. No es ajeno el Instituto Arqueológico Alemán al Prerrománico asturiano, ya que éste ha sido objeto de su investigación en numerosas ocasiones. Entre 1989 y 1990 llevaron a cabo excavaciones en San Miguel de Lillo. Fruto de treinta años de una prolija tarea de documentación y de investigaciones en San Miguel de Lillo, Santa María del Naranco, Santa Cristina de Lena y San Salvador de Valdediós, surgió, en 1994, una publicación en dos volúmenes firmada por Sabine Noack-Haley y por Achim Arbeiter, de un valor inigualable. Publicado en alemán, el propio Instituto Arqueológico Alemán facilitó la traducción, pero nadie en nuestra querida Asturias se tomó la molestia de promover su publicación de esta, sin duda, obra de referencia. Así somos. 
Un Instituto para el estudio del Prerrománico asturiano contribuiría de forma notable al estudio, conocimiento, conservación, restauración y difusión de esta manifestación excepcional y única del arte medieval. 
Asimismo, asumiría la responsabilidad de transmitir a las futuras generaciones en las mejores condiciones este magnífico legado cultural, artístico e histórico que hemos recibido y que, sin lugar a dudas, es el máximo exponente de la riqueza patrimonial de Oviedo y de Asturias.

https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2020/06/22/instituto-prerromanico/2650549.html

lunes, 15 de junio de 2020

EL INNECESARIO MUSEO DEL PRERROMÁNICO

El innecesario museo del Prerrománico

El abandono del Naranco y de los monumentos

Carlos Fernández Llaneza

Certezas en la vida, las justas. Las más en el ámbito personal. De las publicables, que el Naranco nunca ha sido una prioridad para Oviedo. Desde hace décadas, incluso desde inicios del siglo XX, conocimos proyectos para un Naranco mejor; la realidad, tozuda, se impone: ninguno se concretó.
El ambicioso proyecto del Principado en el Plan Territorial Supramunicipal Parque Periurbano del Naranco, también quedó prácticamente en agua de borrajas por la crisis de 2008 y por un inexplicable proceso judicial. Aunque el Principado podría -y debería- recuperar las actuaciones si así lo quisiera. El abandono de la finca del Pevidal debería avergonzar a la administración regional.
Desde el ámbito municipal, en los últimos años hubo distintos trámites que no pasaron de las musas al teatro. El actual equipo de gobierno también ha planteado acciones. Como dice el refrán: “Obras son amores”. Veremos. Hablar del Naranco es hablar del Prerrománico; no se puede desligar el valor de las joyas del valor del joyero. La paulatina degradación e inacción en el Naranco contribuye a aminorar el valor de unos edificios únicos y absolutamente singulares. La deforestación, los tendidos eléctricos, la Ronda Norte… en nada favorecen a un patrimonio cultural que, por sí solo, justificaría todas las medidas de protección. El rechazo municipal a la compra de 52 hectáreas en el monte, operación encauzada por el anterior equipo de gobierno, es un error. Tampoco conforta pensar en Santullano, amenazado por la autopista o en la fuente de Foncalada, en un entorno urbano que la desmerece.
El pasado 24 de mayo, LA NUEVA ESPAÑA informaba: Oviedo plantea un museo del Prerrománico semisoterrado en la parte baja del Naranco. Se plantea, asimismo, la ejecución de sendas peatonales, aparcamientos y la desviación de la carretera. Una mejora del entorno (viales, senderos, carretera?) es necesaria y urgente pero centrémonos en el hipotético museo. ¿Es necesario un museo del Prerrománico? No. En absoluto. No hay mejor museo que los propios edificios que han llegado, milagrosamente, hasta nuestros días. Que también necesitan protección y mejora. El camino está marcado por el Libro Blanco del Prerrománico Asturiano, la “herramienta fundamental” que ha de guiar la gestión de la conservación, restauración y difusión de un patrimonio cultural único. La administración local debería de priorizar la mejora de unos accesos sonrojantes.
Tenemos ya el Museo Arqueológico de Asturias, desde 1952 en el corazón de la ciudad, en el antiguo Monasterio de San Vicente. que alberga piezas excepcionales del prerrománico. Un museo es el resultado de disponer de una colección valiosa y la mejor colección de piezas del prerrománico -edificios al margen- está en este museo, bastante desconocido por los ovetenses. Hay que tener en cuenta que desde 1844, la entonces Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos, surgido para proteger el patrimonio, empezó a preservar piezas. En 1961 se publica el Catálogo de las Salas de Arte Asturiano. Desde que en 1850 se produjeron las primeras intervenciones en San Miguel de Lillo, se comienza a recopilar todo tipo de materiales y, la mayoría, están en el Museo Arqueológico; así pues, si ya tenemos un museo con una magnífica colección del prerrománico asturiano, ¿para qué otro? ¿No será más deseable y fructífera una sana y productiva colaboración institucional?
Nadie pondrá en duda que el prerrománico asturiano es seña de identidad de los ovetenses y de los asturianos, así que mejoren y potencien lo que tenemos. Sean pragmáticos, y no caigan en despilfarros y redundancias que poco van a aportar si no es a incrementar la nómina de museos del tal vez.
https://afondo.lne.es/opinion/el-innecesario-museo-del-prerromanico.html?_ga=2.226028058.1285075951.1591396181-32828623.1535274064

lunes, 8 de junio de 2020

NO ES UN ADIÓS

No es un adiós

En la despedida de Leonor Llaneza Rodríguez

Carlos Fernández Llaneza 08.06.2020
Leonor Llaneza Rodríguez falleció ayer, a los 92 años. Viuda de Jesús Fernández, histórico del PSOE ovetense, era la madre del autor, que hoy le dedica su sección.
No siempre es fácil abrir esta ventana. Porque hay ocasiones en las que la mirada no se dirige a ningún suceso histórico. Ni contiene ninguna voz reivindicativa. Tampoco rociamos con el esencial sentido del humor algún suceso pretérito o actual. Hoy la mirada es triste. Ciertamente apesadumbrada. Una mirada henchida de emociones. En la que se apelotonan, revoltosos, multitud de recuerdos como si hojeara, apresuradamente, las páginas de un álbum de fotos vital. 
Instantáneas en torno a una vida que siempre ha ido pareja a mi propio existir. Que formó parte indisociable de mis días. 
Hoy mi mirada se dirige a una mujer a la que le tocó en suerte una vida que no siempre fue fácil. Hija de una generación que en su incipiente infancia sufrió las consecuencias de una revolución en el corazón de la cuenca minera. Que siendo una niña de nueve años, vio cómo su patio de juegos era la dura realidad de una cruel Guerra Civil. Una mirada posada en alguien que cuando escuchaba en una película o en algún reportaje histórico las sirenas que alertaban de un ataque aéreo se estremecía hasta el tuétano. A quien tenía en el anaquel de sus particulares demonios la imagen de unos moros del Tercio saliendo por los respiradores de una mina como diablos emergiendo del Averno. A quien supo lo que era el valor de las mondas de las patatas porque comer cada día no estaba asegurado. Hoy miro a quien me sorprendía cuando la oía contar que lavaba la ropa en las aguas gélidas de un río cada mañana. A la que era la primera en levantarse para encender la cocina de carbón, la misma que había que fregar con arena y no poco esfuerzo durante bastante más tiempo del que se emplea en limpiar hoy una vitrocerámica y que era la última en acostarse. A una mujer que, como tantas, hacía equilibrios con el escaso presupuesto en tiempos en los que aún estaban en vigor las cartillas de racionamiento en aquella España gris que ahora solo vemos en capítulos rescatados de la filmoteca del NODO. Una mujer que dedicó su vida, sin quejarse ni un solo día, a su familia despreocupándose totalmente de sus propias necesidades. Representante de una estirpe de mujeres que, gracias a su imprescindible permanencia y sustento en retaguardia, permitieron a otros dedicar tiempo a su compromiso social y político; eso sí, siempre con el miedo en el cuerpo cuando la noche avanzaba en demasía y él no regresaba; miradas inquietas, discretas e impacientes a través de los visillos con la esperanza de que no se cumpliera ningún funesto temor. 
Afortunadamente este país supo dar a esta generación, en la mayoría de los casos, la dignidad que merecen. Aunque muchos abuelos tuvieron que servir de sustento a sus hijos o nietos ante crisis promovidas por la infame codicia de un sistema al que no le importa lo más mínimo los más desfavorecidos o por una pandemia tan inesperada como inoportuna que se ha cebado con muchos de ellos. 
Esta mujer a la que hoy dirijo mi mirada desde esta ventana que cada semana abro a este Oviedo que tanto quiero, bien podría ser tu madre, o tu abuela; pero no, es mi madre. Y acaba de irse. Serena. Discretamente. Como vivió. Sirvan estas líneas como el agradecido homenaje que merece. No son un adiós; más bien un hasta luego. 
Pero, mamá, hoy entiendo plenamente el sentido de una palabra: huérfano.
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2020/06/08/adios/2645032.html

lunes, 1 de junio de 2020

¡MARCHANDO UNA DE BARES!

El Otero

¡Marchando una de bares!

El paso de la vida a través de las costumbres hosteleras ovetenses

Carlos Fernández Llaneza 01.06.2020
Parece que, poco a poco, vamos volviendo a la normalidad. O a lo más parecido a aquella bendita rutina que tanto añoramos. Y uno de los hechos que constata ese regreso es la reapertura de los bares; sin duda, uno de los sectores más afectados en esta pandemia. Los bares forman parte esencial del paisaje urbano. De la cotidianidad. De la historia de la ciudad. Y, claro, de nuestra propia historia. 
Voy a proponerles un juego: piensen en media docena de bares que, por una u otra razón, estén vinculados a su existencia. Seguro que es fácil. Porque entre los resquicios de nuestra memoria hay un montón de nombres que afloran a nada que les dejemos. Podría compartir muchos. De los vinculados a la infancia la nómina sería extensa porque en el Vallobín de mi niñez los bares florecían como setas: La Herradura, donde Luciano, con infinita paciencia, nos daba vasos de agua para mitigar la sed a no ser que alguna peseta sisada de alguna vuelta en la compra nos permitiera un vaso de sifón o, en un alarde de sibaritismo, un vaso de La Casera de Naranja. Pero hay muchos más: Los Charros, Narcea, Molokay, Jambalaya, Benigno, el Villanueva, La Cueva, el Llanera, las Dos Vías, La Gloria, el Ruedo, el Trubia? 
Muchos bares a los que acompañaba a mi padre los domingos en una tournée con parada obligada en cada estación. La juventud nos trajo el Marvi, donde matábamos las horas discutiendo sobre lo humano y lo divino sin llegar, las más de las veces, a conclusión alguna o diseñando proyectos pastorales cargados de ilusión. Más allá de nuestras seguras fronteras, cruzando las vías, estaba Casa Julio, donde cayeron las primeras sidras pagadas a escote pericote. Allí también confluían jóvenes de la Argañosa y del Vallobín que con nobleza, esperanza y no poco riesgo, pretendían cambiar un país que no les gustaba. Alguna vez subíamos al Cristo, al Benidorm, donde contaban que era el primer sitio de Oviedo en el que se vio la televisión. Si la propina del fin de semana alcanzaba, también nos dábamos el lujo de un buen pincho de tortilla y una cerveza en El Abuelo. Los pinchos de tortilla del Artabe tampoco estaban nada mal. 
Con la sensación de hacernos mayores, ya nos permitíamos incursiones a tomar un vinín del pelleyu en La Perla. O en el Manolo en la calle Altamirano, regentado por Angelón, experto en caza, setas y peleas de gallos. Mistelas en Las Mestas, en la calle Mon, a la vez que echábamos una partida al dominó, aunque, como decía alguno de los que nos contemplaban con estupefacción: "Guajes, nun sabéis ni tener por les fiches". Cazalla en la Barrina, inmersos en una extraña y olorosa neblina; en fin? rebusquen ustedes en sus propios recuerdos. Porque aparte de para libar bebidas espirituosas, los bares dan para mucho más. 
En apartadas y discretas esquinas, se debatía de política con clandestina e ilusionante pasión. En un bar nació la Sociedad de Festejos de Vallobín a finales de los 50. Y en un bar se gestó y reunía la Asociación de Vecinos del barrio. Cuántos proyectos de viajes soñados se diseñaron en servilletas de papel. Y en un bar, entre la bruma del humo y de los vapores etílicos, surgieron sentidas declaraciones de amor. En los bares nos reíamos con los chistes peores. Compartíamos íntimas confidencias. Rajábamos del prójimo. Cantábamos (siempre y cuando no estuviera el inquisidor cartel de "se prohíbe cantar y blasfemar"). 
En bares repasábamos apuntes a ver si alguna gracia divina nos inspiraba al fin de evitar el cantado suspenso. Y en algún bar, también, tú, que siempre percibiste como una imagen completamente lastimosa la de esos tipos solitarios que consumen las anodinas horas de una noche sin rumbo sujetados por la barra, te viste como una sombra que quema el tiempo tomando una copa que no te apetece, sentado ante un cuenco de cacahuetes revenidos y manoseados por sabrá Dios qué manos, y con la sola compañía de un cascado camarero que te mira de reojo porque lo único que desea en ese momento es que te largues para poder irse él. Efectivamente, los bares son mucho más que un simple local donde tomar algo. Así que, aunque ahora los frecuente mucho menos, me alegro de su regreso y, sinceramente, les deseo que puedan seguir formando parte de los días de la ciudad. Y llenando las horas de nuestras propias vidas.
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2020/06/01/marchando-bares/2642516.html