Francamente, prefiero dar una vuelta por el Naranco, cosa deliciosa que hago casi a diario, que andar a vueltas con el Naranco; pero bueno, el asunto y el momento bien lo merecen. Hace ya tiempo que el Gobierno del Principado presentó el proyecto de parque periurbano del Naranco, que afecta a una superficie de 55 Km2 sobre cuatro municipios de la zona central de Asturias, especialmente a Oviedo, y del que ya se han escuchado opiniones y valoraciones para todos los gustos. Y hace ya unos días que se cerró el período de alegaciones, durante el cual diversos colectivos han manifestado sus pegas y reparos al respecto. Todas son sin duda respetables y dignas de tener en consideración. No conozco más que lo que he leído por la prensa, pero, en cualquier caso, no me compete a mí valorarlas. El lunes próximo han sido invitadas distintas asociaciones y colectivos vinculados al Naranco y a la defensa medioambiental para participar en una jornada en la que no sólo se informará con detalle del proyecto, sino que se conocerán otras realidades similares y se dará cauce y plena consideración a la participación ciudadana para, sin duda, enriquecer el que creo que en un proyecto que, a pesar de todos los peros que se le quieran poner, es la clara manifestación de una voluntad política por parte de nuestro Gobierno regional de abordar por primera vez en la historia la asignatura pendiente del Naranco. Coincido con algunas de las asociaciones en sus alegaciones; no en vano, sentimos el Naranco como algo especial en nosotros y sin duda coincidimos el el objetivo último; pero personalmente pediría un voto de confianza y una actitud constructiva en pro de ese objetivo último y soñado de preservar el Naranco para disfrute de los futuros ovetenses. La jornada del lunes puede y debe sentar las bases para ir dando forma a ese Naranco que todos soñamos. Nada está cerrado y aún estamos a tiempo de pulir el proyecto para que pueda ver la luz con el mayor consenso posible. El Naranco es algo, me atrevería a decir, totémico para los ovetenses y toda actuación sobre él tiene que ser, como no puede ser de otra manera, respetuosa y escrupulosamente cuidadosa, no sólo con su realidad física, sino con lo que supone y significa el monte para los que lo amamos. Estoy seguro de la sensibilidad de nuestra administración regional para lograr ese amplio consenso y el lunes tendremos la oportunidad de dar un primer e importante paso. Y como concejal ovetense, le diría a nuestro equipo de gobierno municipal, que no mire para otro sitio. Ha presentado también alegaciones, pero le pediría más. Ya es hora también de actuar . Lleva catorce años ignorando el Naranco. Por si la memoria falla, actuaciones significativas como el convenio con Defensa para los terrenos de la cima, el parque Pura Tomás, la pista finlandesa, el preservar el prerrománico con el desvío del tráfico al Centro Asturiano por Ules, el plan de protección del monte Naranco, firmado por Rañada y con la llegada del PP al gobierno local fue conducido al cajón, eran obras de los socialistas de Oviedo, por aquel entonces con Antonio Masip en la alcaldía.
Ésa es la realidad. El Naranco siempre fue una de nuestras prioridades y cuando los ciudadanos nos den de nuevo su confianza para gobernar esta ciudad, de la que esperamos ser acreedores más pronto que tarde, seguirá siendo una prioridad absoluta. Entre tanto, el alcalde de Oviedo tiene la obligación de tomar también la iniciativa y sumarse a este proyecto de forma constructiva, abordando diversas obras que complementen el proyecto global.
Pues otra vuelta más al Naranco, precisamente para poder seguir durante muchos años dando vueltas por el Naranco, mejor de lo que lo hacemos ahora. Siento de corazón que estamos en deuda con él.
Publicado en La Nueva España el 3 de octubre del 2005
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