Dos imágenes de un calendario colgado en la casa familiar quedaron grabadas en la memoria de Carlos Fernández Llaneza. Una es la de la iglesia de San Pedro de los Arcos y la otra la del acueducto de Los Pilares. A partir de aquel recuerdo infantil Fernández Llaneza escribió dos libros, el primero, «San Pedro de los Arcos, una historia milenaria», publicado por la Fundación de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo en 1998, y «Los Pilares de Oviedo», recién editada por Septem, que el 13 de junio presentarán en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA la cronista oficial de la ciudad, Carmen RuizTilve, y el ex alcalde de Oviedo Antonio Masip.
-¿Desde qué perspectiva ha escrito «Los Pilares de Oviedo»?
-No soy escritor ni investigador. No es una investigación ni sigue esa metodología. El libro es fruto de la curiosidad, una recopilación, y está estructurado en tres grandes bloques: el por qué se hizo -obviamente, por la necesidad de agua- y la construcción (que se realizó a lo largo del último tercio del siglo XVI), referencias de varios autores, desde Pedro Murillo Velarde, en el 1752, hasta Avello, Tolivar Faes y Carmen Ruiz-Tilve, y la cronología del derribo y la polémica, protagonizada sobre todo por Fermín Canella. Reproduzco literalmente los expedientes entre 1902 y 1906 sobre el derribo que se guardan en el Archivo Municipal e incluyo un apéndice sobre la restauración, con cincuenta fotos.
-¿Cómo ha recopilado las imágenes que ilustran el libro?
-Las fui reuniendo durante años, algunas son tarjetas postales, recuperadas en el rastro, otras proceden del Archivo Municipal de Oviedo, del Archivo del Pueblo de Asturias de Gijón. La imagen más antigua, creo, es la de la portada, que debe de ser de finales del XIX, porque en ella aparece la iglesia de San Pedro del Otero, que ahora hará cien años que fue derribada. En el interior hay una de 1895 en la que aparece el tren minero que venía por el trazado de la Pista Finlandesa.
-¿Qué reacción provocó la decisión de derribar el acueducto?
-Generó mucho debate y una polémica brutal. Fermín Canella era uno de los abanderados contra el derribo. Es un personaje al que Oviedo debe mucho, con un perfil abrumador, sentido del humor y un enamorado de Oviedo.
-¿Y qué razones se esgrimieron para justificar el derribo?
-Lo leo del libro: «... que la Compañía del Norte ofrecía salvar con un puente el paso a nivel de la Argañosa, que los materiales del derribo darían algún dinero al Ayuntamiento y trabajo a los obreros, que la obra de Pilares no era artística ni útil ni bella ni histórica ni ovetense...». Tonterías. Fermín Canella habla de oscuros intereses de la compañía ferroviaria.
-¿Arquitectónicamente, cuál era su valor?
-Jovellanos la calificó de obra digna de romanos, muy sólida, que merecía ser conservada e integrada en el crecimiento urbano. Si se hubiera hecho una pasarela peatonal como proponía De la Guardia, si se hubiera utilizado el acueducto como eje de una gran avenida... ¡Ríete tú de los Campos Elíseos! La inspiración es claramente romana, incluso en una antigua postal aparece como acueducto romano de Oviedo.
-¿Hasta cuándo se utilizó para abastecer de agua a la ciudad?
-Tuvo uso hasta el siglo XIX. Creo recordar que en 1866 comenzaron las obras de la nueva traída y los depósitos de Pérez de la Sala.
-¿Cómo se logró preservar del derribo una pequeña parte del acueducto?
-Cinco arcos, exactamente. Por la presión del movimiento ciudadano. En 1915, el 26 de noviembre, fue declarado monumento histórico-artístico. Fue cosa de Fermín Canella, que era entonces vicepresidente de la comisión de monumentos de la provincia.
-¿El acueducto de Los Pilares generaba actividad en su entorno?
-En aquel entonces era una zona de aldea, arrabalera... No tenía nada que ver con el actual. Cuando se hizo la losa de Renfe se podría haber aprovechado para integrar mejor los arcos que siguen en pie en la ciudad. Fue una de las demandas que Joaquín Manzanares hizo en el prólogo del capítulo sobre Los Pilares de mi libro anterior.
-Hoy en día el acueducto es desconocido incluso por los ovetenses.
-Pues era una de las cosas de la ciudad que más sorprendía. En el libro aparece un grabado en el que los signos distintivos de Oviedo son la Cruz de los Ángeles, la Catedral, la torre de la Universidad y el acueducto de Los Pilares. Me lo imagino a veces, con la pasarela peatonal que proponía De la Guardia. Sería una de las señas de identidad de Oviedo.
-¿Es comparable a alguna de las obras realizadas en la ciudad o a las que están en proyecto?
-No, hay que valorarla en su época, en su contexto y en lo que pudo haber sido y no se puede comparar con proyectos de una ciudad del siglo XIX.
Publicada en La Nueva España el 7 de junio de 2007
No hay comentarios:
Publicar un comentario