Y con todo lo que estaba cayendo (y nunca mejor dicho) el señor Ovidio Sánchez denunciaba «falta de previsión y recursos» por parte del Principado. Si Oviedo estuviera gobernada por el Partido Socialista, habríamos escuchado, estoy seguro, que la situación vivida es fruto de una manifiesta incompetencia, de un descontrol total sobre los recursos técnicos y humanos, que de nuevo somos fruto de un terrible cerco, que cuatro copos de nada ponen de relieve el desastre de gobierno local que tenemos, y poco menos que todo obedece a un contubernio y/o extraña conspiración y bla, bla, blaÉ Esa capacidad de cambio de discurso en el PP, no deja de sorprenderme, palabra.
Personalmente, no voy a decirles nada. Prefiero evitar la crítica por la crítica. Incluso podría entender las circunstancias especiales que concurrieron. Sólo les pediría que aprendan de la experiencia y que junto con su presidente regional del PP, dejen de ver la paja en el ojo ajeno y no vean la viga en los propios. Que las alertas rojas son para algo. Que hagan lo que tienen que hacer para que esto no vuelva a suceder (obviamente, me refiero a la prevención y control de las consecuencias, no a que ningún responsable local ejerza de «Nuberu») y que me alegro de que nuestro Alcalde, responsable último de nuestro Ayuntamiento y de todo lo que en él acontece, no gobierne ninguna ciudad sueca o finlandesa, por el bien de los conductores nórdicos, claro.
Dice una canción popular: «Si la nieve resbala por el sendero, ya no veré a la niña que yo más quiero. ¡Ay! Amor, si la nieve resbala por el sendero, ¡qué haré yo!». Desde luego, de estar el sendero en cuestión en Oviedo, amigo mío, quedarte compuesto y sin novia...
Publicado en La Nueva España el 30 de enero de 2007
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