lunes, 24 de mayo de 2010

Una ciudad sin barreras arquitectónicas. (29 de noviembre de 2003)

UNA CIUDAD SIN BARRERAS ARQUITECTÓNICAS


Como suele pasar casi siempre, llegamos al momento en el que el año da sus últimas bocanadas casi sin enterarnos. Y como también suele pasar casi siempre, hay años dedicados a tal o cual cosa sin que también nos enteremos mucho; pues bien, el año 2003 es aún el Año Europeo del Discapacitado. No es moco de pavo. En Europa hay la nada despreciable cifra de 37 millones de personas que sufren algún tipo de discapacidad, número que pasará a 50 millones con la futura incorporación de nuevos miembros.

Es francamente difícil llegar a comprender las limitaciones con las que se ven obligadas a convivir este colectivo si no nos metemos muy dentro de su pellejo. Lo que para el común de la ciudadanía es tan sencillo como subir un bordillo de una acera, es algo que puede llegar a ser tortuoso y frustrante para una persona impedida. La Constitución Española (por cierto, feliz 25º cumple, y que cumplas muchas más…) reconoce la igualdad de todos los ciudadanos; proclama sus derechos a disfrutar sin marginación alguna de servicios, formación, etc. y exige a las administraciones la provisión de los medios precisos para que ello sea posible. A tal efecto, la accesibilidad debe de ser un reto para todas las administraciones que tengan competencias al respecto, entendiendo por accesibilidad, la posibilidad que tiene un individuo, con o sin problemas de movilidad o de percepción sensorial, de comprender un espacio, integrarse en él y comunicarse con sus contenidos. Como reza el Manual Europeo de Accesibilidad: “El entorno debe disponerse de modo que permita a todos desenvolverse igualmente y de la forma más independiente” .

Lo que es indiscutible es que para una persona que tenga una discapacidad, la existencia de barreras que impidan el desarrollo de sus libertades, supone una limitación en el ejercicio de sus derechos como ciudadano.

La construcción, ampliación y reforma de edificios de propiedad pública o privada, destinados a un uso que implique la concurrencia de público, así como la planificación y urbanización de las vías públicas, parques y jardines de iguales características, se efectuará de forma tal que resulten accesibles y utilizables a los minusválidos.

A tal fin, los Entes públicos habilitarán en sus presupuestos las consignaciones necesarias para la financiación de esas adaptaciones en los inmuebles que de ellos dependan. No lo digo yo. Lo dice la Ley 13/82 de 7 de Abril de integración social de los minusválidos.

Eso dicta la ley. Lo que dicta el sentido común y la mínima sensibilidad es que no debería haber ni una sola calle en nuestra ciudad por la que una persona incapacitada no pudiera transitar.

Con fecha 10 de Octubre, presentamos al equipo de gobierno municipal una moción en la que solicitábamos un estudio de los accesos a la zona hospitalaria, así como que se continuara con la política de acuerdos con organizaciones como ONCE, CERMI u otras para ir avanzando en la supresión de las barreras arquitectónicas. Lamentablemente, no hemos recibido contestación formal. Quiero pensar que lo están estudiando con detenimiento y cariño. ¿De qué nos sirve tener una ciudad “transformada”, como sistemáticamente se nos repite, si hay muchos ciudadanos que no son capaces por sus limitaciones de transitar con normalidad por ella?.

Pienso que los años dedicados monográficamente a algún asunto, para lo mínimo que deben de servir es para mover a reflexión. Y el Año Europeo del Discapacitado sería una excelente disculpa para que desde la concejalía de infraestructuras se diera un importante salto cualitativo y cuantitativo y se abordara un ambicioso plan de eliminación de barreras para que de una vez y por todas la ciudad de Oviedo sea una ciudad accesible para todas las personas. Ayuntamientos socialistas modélicos en este sentido hay muchos, pero para que no digan que barro para casa, recordaré a los señores del PP que tienen un ejemplo dentro de su propio partido. Me refiero al ayuntamiento de Toledo, que incluso ha creado una concejalía de accesibilidad.

En fin, estoy seguro que todas las agrupaciones de discapacitados estarían encantadas de reunirse con los responsables municipales para iniciar ese plan de eliminación de barreras; abórdese en fases o como se quiera, pero demos el primer paso, pensando precisamente en esos muchos que por las razones que fueren, no pueden dar ni un paso.


Publicado en La Nueva España el 29 de noviembre de 2003.

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