lunes, 24 de mayo de 2010

Lágrimas en la Lluvia. (18 de julio de 2004)

LÁGRIMAS EN LA LLUVIA


“Todos estos momentos se perderán en el tiempo

como lágrimas en lluvia”


El Naranco es un patrimonio de Oviedo, pero también lo es de Asturias. El Naranco está en el medio de una Asturias central que se va integrando y conurbando. Desde sus cimas se ven muchos cientos de kilómetros cuadrados de la Asturias central, pero el monte es visto a su vez desde lugares muy distantes. Su posición junto a Oviedo le da una centralidad misma de la ciudad. Los concejos limítrofes van creciendo en población y en construcciones y este hecho, que se puede valorar de formas bien distintas, le va confiriendo un valor superior al muy alto que tuvo siempre. Al Naranco lo vemos en la historia y en el presente: en la historia de Oviedo, pero en el presente de Asturias. Por desgracia, el concepto de reserva se va imponiendo: reserva de aire, reserva de oxígeno, reserva de árboles, reserva de senderos, reserva de cursos de agua, reserva de cierto silencio, reserva de paisajes. Eso es el Naranco y eso deberá ser cada día más, en un concejo que está forestalmente devastado y que se encuentra en medio de otros igualmente devastados. Tenemos que erradicar los eucaliptales de la fachada meridional y sustituirlos por especies autóctonas. Tenemos que preservar las extensas manchas boscosas de la vertiente septentrional, que muy pronto pueden verse amenazadas, y los hermosísimos y delicados bosques de ribera que crecen a lo largo de los regueros, y con ellos, la menuda y vulnerable fauna que los habita. Tenemos que recuperar y despejar decenas de kilómetros de caminos que cruzan la sierra en todas las direcciones. Tenemos que rescatar y preservar el Naranco como espacio de silencio. Hay que eliminar los numerosos basureros piratas, grandes y pequeños, que han proliferado por todas partes. Es preciso, asimismo, una recuperación de espacios degradados por las actividades mineras extractivas.

En definitiva, tenemos que poner a disposición de los ovetenses y de los asturianos, áreas de esparcimiento y ocio -lo que fue la Cuesta durante décadas- con el añadido del componente cultural: divulgación de nuestro patrimonio etnográfico, recorridos por los lavaderos, pozos de nieve, bocaminas, etc... y cultural del prerrománico integrando los monumentos, Patrimonio de la Humanidad, en un entorno rural protegido.

Es la hora de dejar de hablar del Naranco y comenzar a actuar. El Gobierno del Principado y el Ayuntamiento de Oviedo tenemos la obligación de devolver al Naranco la dignidad que merece y desarrollar todo el potencial que posee. Que Oviedo ha vivido en las últimas décadas de espaldas al Naranco es un hecho evidente. No hemos sido capaces de frenar el paulatino deterioro del monte y su situación de abandono. Actividades extractivas, crecimiento urbanístico, ausencia de política forestal, incendios, cierre de caminos públicos, ausencia de tramos peatonales en la Cuesta... todo ello acorrala cada día más este espacio natural con el que, sin lugar a dudas, estamos en deuda.

Los socialistas, tanto desde la responsabilidad de Gobierno del Principado, como desde la oposición en el Ayuntamiento de Oviedo, somos plenamente conscientes de la urgente necesidad de acometer un plan que devuelva al Naranco la dignidad que merece. Un plan integral de recuperación y puesta al servicio de los ovetenses y asturianos de este espacio totémico para nosotros. Un proyecto en el que debemos implicarnos todas las administraciones públicas: Ayuntamiento, Principado y Gobierno de la nación y darle suficiente prioridad para superar sectarismos y banderías políticas. Abierto también a la sociedad civil, a las aportaciones de todos aquellos colectivos y ciudadanos que han alzado su voz en defensa del monte. Es preciso reconocer aquí una deuda con colectivos como Amigos del Naranco, Fuente de los Pastores, ANA, por su labor discreta pero incansable de defensa del Naranco y de los naranquinos. También con personas como el investigador López del Vallado sin cuya labor de horas y horas de entrevistas hubiera sido imposible la recuperación de la historia y tradiciones del Naranco. Y sobre todo a los hombres y mujeres del Naranco, que en todos estos años han luchado por mantener su entorno en las mejores condiciones con muy pocos apoyos.

Tenemos el deber moral de actuar en el Naranco y hacerlo ahora, para que no dejemos a nuestros hijos un entorno degradado sino un símbolo de nuestras raíces y nuestra capacidad para mantenerlas. No podemos consentir que todo lo que significa el Naranco para Oviedo y para Asturias se pierda como las lágrimas en la lluvia del replicante de Blade Runner.


Escrito en colaboración con Carlos Madera, director general de Cultura.

Publicado en La Nueva España el 18 de julio de 2004.

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