Carlos Llaneza, concejal del PSOE durante estos últimos cuatro años, se despidió ayer por la mañana de la Corporación y, por la tarde, presentó en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA su obra «Los pilares de Oviedo», un monográfico sobre el acueducto que traía el agua a Oviedo desde la fuente de Fitoria.
La presentación del libro fue un canto a las joyas perdidas de la arquitectura ovetense en el que no faltó la autocrítica. Así, el ex alcalde y eurodiputado Antonio Masip reconoció: «En Oviedo se han cometido muchas barbaridades. De Lorenzo derribó la plaza del Fontán y yo también cometí una tropelía: derribar la estación del Vasco. Que el acueducto no haya llegado a nuestros días también es un error y, por eso, obras como ésta son tan importantes».
En la presentación también estuvieron la cronista oficial de Oviedo, Carmen Ruíz-Tilve, Marta Magadán, de «Septem Ediciones» y el autor. Para la cronista oficial de Oviedo, Carmen Ruíz-Tilve, el libro de Llaneza tiene una «importancia especial», al tratarse de un monográfico. «Se han hecho muchas obras sobre la ciudad en general y hay muchos lugares, muchas personas y muchas circunstancias que merecen un monográfico y los pilares era una de ellas». La obra presentada ayer «relata la historia del acueducto hermoso y vigoroso que tuvo Oviedo y que, si no fuera por los vestigios que nos quedan, podría ser parte de una leyenda urbana, aunque a veces creo que sería mejor que lo hubieran quitado todo y que no nos hubieran dejado esos muñones», señaló la cronista. Sin querer «entrar en el rosario de derribos» que se han producido en la ciudad, Ruíz-Tilve concluyó su exposición leyendo un manifiesto de Pérez de Ayala en el que un grupo de ovetenses se mostraba en contra del derribo de la plaza de la Catedral y que se titulaba «En defensa del antiguo Oviedo».
Por su parte, Carlos Llaneza explicó que «en 1537, el problema del abastecimiento de agua en Oviedo era primordial y el Gobierno de entonces tomó la decisión de realizar una importante obra que, años después, en 1599, consiguió subsanar el problema y convertirse en seña de identidad de la ciudad. El acueducto de Oviedo medía 390 metros, tenía cuarenta y un arcos y había costado 15.000 ducados. A principios del siglo XX, tras una intensa polémica, fue derruido y hoy, tan sólo quedan cinco arcos».
Un viejo calendario con fotografías del antiguo Oviedo despertó la curiosidad de Carlos Llaneza cuando era un niño, por lo que ayer no dudó en calificar de una de las «joyas arquitectónicas de la ciudad». En las páginas del calendario había imágenes del acueducto y también de la iglesia de San Pedro de los Arcos, protagonista de una obra anterior del autor. Durante muchos años Carlos Llaneza se ha dedicado a recopilar información sobre el acueducto y lo ha hecho «viajando al pasado y con mucho cariño hacia el acueducto y hacia la ciudad».
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